Sábado 11 de mayo. Retorno a Trujillo por la noche. Puerto
Pizarro para repasar luego de tantos años. La última vez que estuve ahí fue en
1998. Entre Jean Pierre, Maria y yo decidimos ir en taxi con un familiar del
señor que nos alquiló el auto, días previos. Fue una buena decisión, pero no
calculamos bien los tiempos. Isabelle había tomado la decisión de descansar y
aprovechar lectura pendiente. César estaba con las responsabilidades de su
trabajo que era arduo en esos días. Habíamos quedado con él en salir a almorzar
a uno de esos rincones o huariques donde se come bien. Nos basamos en la información
que nos dieron muchas personas, pero no era tanto el tiempo que nos tomó para
recorrer todos los lugares de interés con calma Puerto Pizarro y sus atractivos.
En realidad, aquí se ve algo de manglares, puesto que los mejores están en el
Santuario Nacional Manglares de Tumbes, el cual está ubicado en la provincia de
Zarumilla y su zona se comparte con Ecuador. Aquí la visita nos hubiera tomado
mucho más tiempo. Una visita obligada en el futuro. Aquí tenemos un video
interesante: https://www.youtube.com/watch?v=hTkssWjvDlw.
Hay una fuerte campaña para cuidar estas zonas naturales, escasas en el Perú y
abundantes en Ecuador. Aquí hay un documental más extenso, pero más antiguo de
los 90: https://www.youtube.com/watch?v=R2y8UcurTiM.
Aquí las indicaciones por las cuales los manglares deben de ser cuidados y preservados:
https://andina.pe/agencia/noticia-manglares-cinco-razones-para-promover-su-conservacion-y-mitigar-cambio-climatico-745377.aspx.
Perú tiene pocos manglares, ubicándose el último hacia el sur en la región
Piura cerca de la playa San Pedro: los manglares de Vice. Desde ahí aparece el
desierto hasta Chile hasta la zona central de ese país. Salimos a las 10 am. Luego
de haber arreglado todas las cosas pendientes del hotel y pagar nuestras habitaciones
y haber coordinado para que empleemos una sola (la nuestra) para poder
ducharnos antes de viajar. Llegamos en poco tiempo, fuimos por la Panamericana
en dirección a Ecuador; antes de Zarumilla está el desvío para ingresar al
lugar. Ahora hay una suerte de portada dando la bienvenida a los visitantes. En
el trayecto hay agricultura y criaderos de mariscos. A sugerencia de los lugareños,
tomamos un servicio para nosotros tres de tal manera que nos podíamos desplazar
a nuestras anchas y parar donde deseábamos. La primera vez que fui era un
poblado pequeño, cuyo único atractivo era visitar los manglares y la Isla del
Amor. Ahora es un poblado mayor con varios servicios, sobre todo restaurantes,
llenos de música y buena comida marina. Es un pecado ir a la zona y pedir pollo
o carne de res. La actividad del lugar
depende de las mareas por lo que a esta hora sí se podía visitar la zona, ya
que con la marea baja toda actividad se detiene. Fuimos hacia el embarcadero
para subir a nuestra lancha. Comenzamos a navegar por los manglares y nos
fuimos a nuestro primer destino: el criadero de cocodrilos. Accedimos al criadero a través de un canal estrecho
rodeado de manglares. Este lugar es un proyecto hecho realidad en el cual
podemos ver a este gran reptil que está en situación de riesgo por su caza
indiscriminada, pero con este espacio se ha logrado rescatarlo de la indiferencia
y se ha convertido en una atracción turística no solo para el turismo interno,
sino internacional. El día de nuestra visita había una buena cantidad de gente
que estaba recorriendo las instalaciones que cuenta con todo lo necesario. Pero
necesita de nuestro apoyo para la sostenibilidad y educar a la gente para que
no lancen objetos o alimentos inadecuados para estos animales. Tan importante
es este proyecto que el Estado peruano ha emitido una moneda indicándolo como
una de las riquezas de nuestro país. Aquí más datos: http://blog.pucp.edu.pe/blog/identidadperuana/2018/02/25/el-cocodrilo-del-rio-tumbes-a-pesar-de-todo-sobrevive/.
El diario El Comercio le dedicó un especial a raíz de la emisión de la moneda: https://elcomercio.pe/peru/tumbes/cocodrilo-tumbes-cara-moneda-noticia-478580-noticia/?foto=6.
Han separado a estos animales de acuerdo con sus edades, pues hay posibilidades
de canibalismo. Hay una sección que acoge a muchos especímenes que tienen algún
defecto físico (patas más cortas, hocico torcido) que no podrían sobrevivir con
los otros. Una vez terminado el recorrido y haber contribuido con el lugar, nos
fuimos a un lugar donde venden recuerdos del lugar: ahí compré un simpático polo
del lugar, así como un libro de los manglares del autor Alberto Huamán
Guimaray. Esta zona es todo un potencial.
De ahí nos fuimos a la Isla de los
Pájaros, que en realidad no es una isla sino un conjunto de manglares rodeados
de agua que aísla a las aves de cualquier posible depredador; es por esa razón
que las aves hacen sus nidos en esta por la seguridad de no tener ninguna serpiente
(macanche) que merodee sus nidos o un zorro que robe los huevos o las crías que
están empollando. Cuando íbamos en camino de la isla vimos a un señor que
parecía que caminaba sobre las aguas, al estilo de Jesús en el mar de Galilea; lo
que pasa que esa zona es de aguas poco profundas.
Las aguas en estos lugares ya
se mezclan las saladas del océano y las del río Tumbes, pues esta zona conforma
en cierta manera su delta. De ahí nos fuimos a la Isla del Amor y el trayecto pasamos
cerca a un restaurante llamado Peña Restaurante Turístico. Nos dijeron si queríamos
almorzar, pero no era ese el plan. Creo que hay más cosas que se pueden explotar
en este lugar. Le pedimos a nuestro barquero que nos retorne a la ciudad y nos
llevó al embarcadero. Aquí contemplamos un espectáculo nada agradable: la pesca
indiscriminada que arrasa con peces y moluscos que, al poder consumirse, los
botan: o peor aún, un tipo de pez (parecía palometa) que solo utiliza parte del
pescado y el resto es botado generando gran basura en la costa. Es pesca
artesanal que no sabe cuidar sus recursos. Ahora las vedas ya son más estrictas
(espero), pues debido a la explotación excesiva, casi desaparecieron las
conchas negras y los grandes cangrejos rojos y las jaivas. Antes de retornar a
Tumbes (era casi las 13 horas), fuimos a un pequeño restaurante a tomar unas
cervezas (hacía calor) y probar el cebiche de conchas negras. Felizmente y gracias
a nuestros bloqueadores – protectores, sufrimos pocas picaduras en una zona llena
de mosquitos. Jean Pierre y Maria probaron el sabor fuerte de un cebiche de
conchas negras. Un cebiche para abrir el apetito. El calor ya estaba arreciando
en Tumbes.
Llamamos a nuestro taxi para que nos recoja y vino casi puntual. Nos
comunicamos con César para encontrarnos con César en el hotel y salir a almorzar.
Nuestro destino: Los esteros. Para esto, tomamos dos mototaxis: Isabel y César
iban en uno; Jean Pierre, Maria y yo en otro. Para Jean Pierre era la
alucinación total: subirse a un mototaxi. Le dimos la dirección al chofer que
era chico que nos indicó que la zona no era segura. Pero la llegar al lugar y
por la afluencia de comensales, no íbamos a tener problemas. El almuerzo fue
opíparo. Todas las delicias de un mar benigno en pescados y mariscos.
Retornamos
a nuestro hotel para caminar un poco por el malecón antes de ir a preparar
nuestras cosas, ya que salíamos a las 7.30 pm. Nos fuimos a recorrer este lugar
para luego ir a hacer nuestras últimas mudanzas. Al retornar a nuestro hotel,
nos duchamos ya para estar listos y partir a la agencia.
Fin de nuestra estancia tumbesina.