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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 13 de octubre de 2019

MACHALA A VISTA DE PÁJARO





Viernes 10 de mayo. Ecuador. Este viaje lo planificamos gracias a los datos de César Alva. El día previo había logrado obtener todos los documentos necesarios para poder pasar con el auto a territorio ecuatoriano. Salimos a las 8:30 am con destino a Machala. La distancia entre ambas ciudades no es mucha; además por el lado ecuatoriano, cuentan con una red de autopistas que son la envidia de cualquier peruano que ve solo eso en Lima debido al excesivo centralismo de nuestro país. La distancia entre ambas ciudades es de un poco menos de 95 kilómetros. De haber estado en el mismo país, lo hubiéramos hecho en casi una hora; pero el problema estaba en los trámites de frontera. Años pasados la ruta obligaba la entrada a Zarumilla, pero ahora se ha hecho un espacio denominado Centro Binacional en el cual se concentra todo lo necesario para los trámites; ahora ya no ingresas a Huaquillas o Aguas Verdes.  Hay un espacio entre fronteras que es una situación de limbo. Previamente, en el camino, hacia la frontera fuimos testigos del gran drama de la migración venezolana: gran cantidad de personas de todas las edades, hombres y mujeres, caminan desde el puesto fronterizo hasta Tumbes e, incluso más allá, como lo habíamos constatado el primer día que nos íbamos a Punta Sal.  En el lado peruano, uno se encuentra con muchos emigrantes venezolanos que colmaban las instalaciones. En las oficinas tenemos que dejar la documentación del auto en ambas sedes nacionales y sellar nuestros pasaportes, proceso más rápido que ir con DNI. Nos advirtieron por el horario de atención para el retorno, lo que tuvimos que tomar en cuenta para no tener problemas con el vehículo. Hay ventanillas diferentes con el fin de dar prioridad a los demás viajeros y atender a los cientos de migrantes venezolanos que estaban ese día en las instalaciones. La ONU ha ayudado instalando tiendas para que la gente, sobre todo los más vulnerables como niños, mujeres y ancianos, tengan un lugar donde dormir y algo de comer. El drama es grande.
Una vez culminados todos los trámites salimos a la carretera e ingresamos a territorio ecuatoriano. Hay varios controles que han aparecido por el problema de los migrantes, a los cuales facilita para que se dirijan rápidamente a la frontera peruana. Los días que estuvimos eran previos al cambio de régimen migratorio que estaba poniendo ahora Perú; por eso, la gran cantidad de personas que apuraban su paso para ingresar a nuestro país, puesto que Ecuador no les permite su permanencia. Ecuador, para ellos, es un corredor. La primera vez que estuve en Machala fue en 1975. Iba a esta ciudad luego de 44 años. Muchos cambios desde entonces. Ecuador cuenta con un sistema vial de primera. Una amplia autopista une la ciudad de Machala con la frontera peruana. Aunque el lado peruano cuenta con un tramo de buena carretera, no se puede decir lo mismo con el tramo entre Zarumilla y Tumbes, el cual deja mucho que desear, habida cuenta que en ambos lugares tuvimos lluvias del Niño costero en el 2017. Calles y carreteras están en un estado estupendo. Mientras que Tumbes, Piura, Chiclayo o Trujillo… Ecuador es mucho más formal en muchos aspectos que nosotros. La conducción es de lejos más respetuosa de la ley vial que aquí. Tampoco tienen cosas impensadas como mototaxis o ticos, aberraciones del populismo fujimorista que se permitió estos errores para que los miles de despedidos durante las privatizaciones de empresas públicas y la reducción del Estado lanzaron a la calle a muchos desempleados. En la ruta cruzamos algunos poblados como Arenillas o Santa Rosa, a los cuales no ingresas por ser este sistema una autopista. Mientras que el drama que vivimos con la inacabable Autopista del Sol cruza ciudades sin tener otros accesos. Una pesadilla. Conducir en Ecuador es un placer. Casi ya a mediodía llegamos a Machala. La ciudad está mucho más organizada que Tumbes, calles asfaltadas, buena señalización, amplias avenidas y un tránsito bastante fluido en el que no ves combis ni mototaxis imprudentes. La ciudad incluso está mejor urbanizada que Chiclayo o Piura, pese a ser una ciudad más pequeña en cuanto a número de habitantes, casi unos 250 mil. Se la conoce como la Capital del Banano, aunque confieso que no vi muchos. Aquí más datos de la ciudad y región (que llaman cantón): https://www.ecured.cu/Machala_(Ecuador). Nuestro objetivo era al centro de la ciudad a la plaza principal y hallar un estacionamiento para el auto. La idea era caminar un poco e ir a una agencia de información turística para aprovechar nuestro tiempo. Dejamos nuestro auto en una cochera que hace esquina entre las calles Ayacucho y Rocafuerte a una cuadra de nuestro objetivo. Llegamos a la plaza y decidimos visitar la catedral, llamada Nuestra Señora de la Merced ( https://ec.viajandox.com/machala/iglesia-catedral-A656). Una vez concluida nuestra rápida visita, nos fuimos al parque a ver la exposición de artesanía. Para los peruanos, la vida cotidiana es cara por la dolarización. Un día antes habíamos sacado varios dólares para no tener problemas con los pagos; vi un nacimiento de madera de origen otávalo y lo compré. Fue lo único que hice. Luego nos fuimos a una oficia de turismo para que nos dé la prioridad de visitas: Puerto Bolívar para visitar la isla Jambelí (https://ec.viajandox.com/machala/puerto-bolivar-A651). Lo interesante de la realidad geográfica de esta parte que pertenece al Golfo de Guayaquil es que está llena de manglares y tienen pocas playas de arena. Una de estas se encuentra en esta isla que es el balneario de los residentes. Antes de sacar el auto para ir al atractivo señalado, fuimos a dar una vuelta: quise comprar un polo (que llaman camisetas) y el precio en soles era exorbitante. Ni modo.




Así que sacamos nuestro auto y nos dirigimos a este puerto, donde íbamos a almorzar, además. Las autopistas te llevan rápido al destino. Nos dirigimos al puerto de embarque a Jambelí. Hay una serie de restaurantes y bares en los cuales puedes comer o refrescarte, pese a que no era un día muy caluroso. Escogimos uno no muy lejos del embarcadero. Hubo problemas para entender algunos platos; por ejemplo, pedí uno de camarones, pero aquí son los langostinos. Luego de haber culminado nuestro almuerzo y con ligera caminata nos fuimos al embarque. El precio era de 4 dólares ida y vuelta (no hay que perder el par de boletos que recibes) y esperamos unos 15 minutos para embarcar. Subimos a una lancha que nos llevaría a nuestro destino. La isla Jambelí es bastante larga y corre paralela a la costa sur ecuatoriana. El puerto es el segundo en importancia en Ecuador por lo que ves una flota interesante de barcos cargueros a la espera de descargar o cargar sus conteiner. La travesía no es muy larga, un poco menos de una hora. Vas rodeando la parte noreste de la isla hasta que ingresas en una zona de manglares hasta llegar al balneario de Jambelí. Es la playa que tiene arena. Aquí hay muchos restaurantes. Tras una hora disfrutando de la brisa marina y viendo el atardecer, retornamos al embarcadero. Hicimos el mismo trayecto y fuimos a buscar el auto para retornar a Tumbes.
El camino de retorno ya fue anocheciendo. Decidimos llenar el tanque de gasolina, puesto que aquí sí era barata (ahora están en plena turbulencia por las medidas tomadas por su presidente). Los ciudadanos y comerciantes ecuatorianos ahora viajan a Perú a comprar cientos de cosas, puesto con el cambio a ellos Tumbes y Perú les es muy barato. Comida, ropa y electrodomésticos son la atracción. Por esa razón, Tumbes está viendo ahora este auge de malls para atraer a los ecuatorianos a consumir. Lo mismo que Tacna con Chile. Por eso se entiende que en los últimos años se haya incrementado la presencia de muchos turistas ecuatorianos que van hasta Piura por los costos. He aquí esta noticia de hace 3 años: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/septimo/1/el-turismo-hacia-el-peru-aumenta-por-la-depreciacion-del-sol. Aquí vemos una centrada en el problema comercial, también de hace tres años:  https://www.elcomercio.com/actualidad/comerciantes-huaquillas-peru-ventas.html.






El retorno lo hicimos por una vía alternativa lo que nos causó un poco de temor, pues no sabíamos hacia dónde íbamos. Por eso preguntábamos con cierta frecuencia sobre nuestro destino. Tomamos la vía Balosa-Machala, que era estrecha, pero estaba en buen estado. Tomamos la autopista nuevamente a la búsqueda de un grifo para llenar de gasolina. Nos confundimos a la altura de Santa Rosa e ingresamos un breve tramo regresando nuevamente a la autopista. El tiempo nos estaba quedando corto para cruzar la frontera previa entrega de papeles y certificados en ambos lados. Un poco antes de llegar a la frontera vimos una estación que estaba a la otra orilla, así que tuvimos que dar una vuelta en la zona indicada. Llenamos el tanque (ahora con la tensa situación esto cambiará) y comenzó el retorno. La salida de Ecuador tomó más tiempo, pues se había caído el sistema fuera del hecho que algunos funcionarios eran para ahorcarlos por su actitud. Quizá estaban fastidiados por todo este problema de la migración masiva, aunque nuestras ventanillas eran en otra zona de atención. En fin.
Ya en territorio peruano llamamos al dueño del auto para indicarle que ya estábamos prestos para llegar a Tumbes y devolver el auto. Llegamos casi a las 9 pm. Fuimos a cenar en nuestro restaurante para tomar unos cuantos tragos y comer rico.
Una jornada apasionante.