Sábado 21 y domingo 22 de noviembre. La
visita de Isabel a Trujillo propició otra salida a la Región Lambayeque. Un par
de días antes, el miércoles 18 había ido de visita a dos museos de la Región:
Sicán y Tumbas Reales de Sipán. Esta visita de un día fue demoledora, ya que
era una jornada intensa que, pese a todo, no logró concretarse la visita al
Museo de Sitio de Túcume, que era otro de los museos a visitar. Siempre es
bueno volver a estos museos, pues muchas veces en las anteriores visitas
realizadas vas perdiendo detalles por diversas razones o apuros. Un detalle: en
el Museo Nacional de Sicán, ubicado en Ferreñafe, uno visita la reconstrucción
de las tumbas de dos grandes soberanos de esta cultura (http://www.go2peru.com/spa/guia_viajes/chiclayo/chiclayo_sican.htm).
Desde el 2001, año de su inauguración,
se muestra una tumba (la occidental) que tiene, desde su origen, una hipótesis
errada. Pareciera que este señor hubiese sido enterrado de tal forma que
replicase el acto del nacimiento. Pero, según me han comentado varios
arqueólogos, esta tumba sufrió antaño un deslizamiento y por tal motivo quedó
en una posición que hizo suponer un entierro bastante peculiar y nunca visto en
el mundo, cuando todo indica que estuvo enterrado como el otro gran señor cuyo
entierro visitamos en la sala contigua. (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1226909850672367&set=pb.100000600914417.-2207520000.1450963229.&type=3&theater).
Ojalá se corrija esto, puesto que, como se indica, los mismos guías destacan
esta modalidad supuesta. Este viaje sí te permite descubrir situaciones de
nuestra educación. Muchos de los chicos no conocían estos lugares, pese a que
ya habían estado en otros lugares del Perú e, incluso, de América, pese a ser
casi vecinos.
Volvamos a nuestro viaje de dos días. En
realidad, nuestra meta era Laquipampa, un refugio de silvestre que queda cerca
de Íllimo, en la ruta entre Chiclayo y Olmos (http://www.rutasdelperu.org/rvs-laquipampa/).
Habíamos hecho todas las coordinaciones
previas para quedarnos una noche y un par de días en el albergue de este
refugio. Viajamos el sábado por la mañana. La expedición estaba conformada por
Isabel, María, Lorena y yo. El paquete incluía el recojo, el hospedaje, un
desayuno, almuerzo el domingo, pago de entradas y la visita a todo el santuario
(lo accesible). Llegamos casi a mediodía, pero hubo un incidente con los lentes
de Isabel por lo que al llegar tuvimos que buscar un lugar para poder repararlos.
Una vez concluida la misión y haber cancelado lo que faltaba para pagar los
servicios de los cuatro viajeros, salimos con destino a Lambayeque para
almorzar ahí. Como el miércoles estuve en el lugar y había sugerido un
restaurante al cual fuimos hace un par de años, nos dirigimos ahí por la
variedad de precios y diversas alternativas. No hay pierde. Se llama El
Pacífico (https://www.tripadvisor.com.pe/Restaurant_Review-g1926372-d6966971-Reviews-El_Pacifico_Lambayeque-Lambayeque_Lambayeque_Region.html)
y tiene precios imbatibles para la calidad y cantidad de los platos ofrecidos
en la carta. Una vez concluido nuestro opíparo almuerzo nos fuimos a Íllimo. La
carretera es fatal, es bastante estrecha y en los pequeños pueblos de la ruta,
el tránsito se hace pesado y peligroso. Esta carretera a Olmos se ve cargada de
vehículos pesados (ómnibus, camiones de todo tipo de carga y dimensiones) y he
visto a varios turistas aterrados, no solo por ello, sino por la velocidad en
la que van los mismos transportes turísticos. El nuevo museo de Túcume atrae un
interesante tráfico de turistas, pero si no mejorar la infraestructura vial,
estos se van a pasar la voz sobre los riesgos que esto conlleva. Ya en el 2014,
en otra visita, la ciudad de Ferreñafe era una polvareda. Y la carretera a
Olmos debe ser ensanchada, señalizada y con permanente conservación. Llegamos
con cierta comodidad a nuestro albergue, donde ya nos estaban esperando. Atravesamos un cementerio abandonado de la ciudad. Ha caído en el olvido luego del último Niño de 1998 y el saqueo hecho por los brujos de la zona.
Sin
embargo, los planes cambiaron. Toda la noche llovió y las carreteras de trocha que
tiene la Reserva quedaron hechas un lodazal. Así pues, nuestro guía nos propuso
dos opciones: devolvernos el dinero o hacer un plan alterno de lugares que no
habíamos visitado. En general, había visitado todo lo posible de Lambayeque,
pero las chicas no. Propuse Mórrope y su iglesia, Ventarrón, Huaca Rajada y el
museo de sitio, y Saña. Iba a ser un bonito viaje. Comenzamos con San Pedro de Mórrope. Originalmente
era una reducción indígena creada en el siglo XVI (1566-67). La iglesia se
comenzó a construir por esos años, pero fue muy afectada, según los datos del libro Templos virreinales de
los valles de Lambayeque de Castañeda, Espinoza y Pimentel (edición 2015) (http://libros.fcctp.usmp.edu.pe/templos-virreinales-de-los-valles-de-lambayeque/).
Luego de diversos avatares, en 1751 se
logró la bendición por parte de un arzobispo limeño que se hallaba en tránsito.
Y se logró que el interior estuviese cubierto de una extensa pintura mural, de
la cual quedan interesantes restos en diferentes muros de la iglesia. Esra la visitamos como última lugar, pero el párroco nos atendió de manera amable y muy honesto en sus observaciones sobre el trato de estos espacios históricos. Además, a
la mano derecha hay una capilla doctrinal que fue utilizada como cementerio
hasta entrada la República. Esta capilla, la de la Ramada, recibió una atención
especial por parte del equipo de la revista National Geographic que sacó una
edición especial para “presentar” las investigaciones hechas sobre el
descubrimiento del Señor de Sipán y todo el entorno lambayecano (junio 1990,
vol. 177, No 6). Lo que llama poderosamente la atención es el tramado del techo
y las columnas que lo sostienen, hecho en troncos de algarrobo; según la
revista, esta capilla se construyó siguiendo el estilo arquitectónico moche,
como se puede ver en su cerámica. Para entrar nos acompañó un grupo numeroso de niños que iban al catecismo. Uno de ellos nos trajo la inmensa llave que aún se emplea para abrir las puertas de la capilla. En esta vimos una excavación que, de
acuerdo al párroco que nos acogió en la visita a su iglesia, no estaba
permitida. Cosas que se ven en nuestro país. La capilla también es el lugar para
un pequeño centro de interpretación donde vimos cómo manufacturan flores de
papel o trabajan con el algodón original de la zona y que casi fue extinto por
la campaña que se hizo para difundir el de calidad Pima. En realidad, luego de
visitar esta iglesia y haber visto las muchas que hay en los pequeños pueblos,
una ruta interesante sería esta: tour eclesiástico. Incluso visitar aquellas
que la desidia han dejado caer en el olvido y en el desastre (como Eten o los
abandonados restos de varias iglesias de Saña).