Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta región Piura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta región Piura. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de septiembre de 2021

AYABACA Y LA ODISEA CELESTIAL (CRÓNICA DE VIAJE)

 




Domingo 29 de agosto. Ayabaca. Aypate. Un viaje alucinante entre frustraciones y maravillas. Tesoros y peligros que íbamos a conocer. Salimos temprano con cosas calientes para el frío y la lluvia y dejamos en casa de Vania lo que no íbamos a usar. Recogimos a las chicas de su hotel y nos enrumbamos hacia nuestro objetivo. Para ir a Ayabaca hay dos formas de acceder desde Piura: desde Sullana (un poco más larga y con más tráfico) o por Tambogrande, un descubrimiento personal. En la ida fuimos por Sullana y cruzamos el gran valle fértil que ha hecho de Piura una zona rica en agricultura durante todo el año. Esta zona es conocida por su notable producción de limones y mangos. Con un intenso tráfico que une poblados y zonas de producción nuestra ruta se hizo un poco lenta. De aquí llegas a Tambogrande, ciudad a la que no ingresas, pues tomas la mano izquierda en dirección a Las Lomas, siempre por una buena carretera asfaltada que llegará hasta Macará, la frontera con el Ecuador. La carretera atraviesa muchos pequeños poblados que viven de una agricultura rica y diversa. La carretera nos llevó hasta un puesto de vigilancia fronterizo en el cual hicimos un alto para usar los servicios higiénicos; ahí preguntamos por el camino a Ayabaca y los policías nos indicaron que nos faltaban por lo menos un par de horas; a unos cuantos kilómetros más teníamos que tomar el camino hacia la derecha. Así que seguimos adelante. Pero el paisaje natural se fue poblando por una serie de personas que llevaban un hábito de color morado, el hábito de los fieles del Señor Cautivo. Vania nos comentaría luego que esto estaba pasando ahora, pues en las celebraciones centrales del mes de octubre, la iglesia había decidido restringir dichas celebraciones masivas por temor al COVID19; por esas razones los peregrinos habían decidido hacer su marcha con anterioridad; y esto nos iba a traer algunos problemas en nuestro destino. En el trayecto veíamos personas de todas las edades haciendo la marcha, incluso algunos llevando una cruz de madera. El trayecto es asfaltado hasta un poco más allá de Paimas, desde donde continúa una trocha bastante afirmada, pero con unas curvas espeluznantes. Desde ahí, literalmente, empieza un ascenso marcado hasta llegar a Ayabaca (2,722 m.s.n.m.). Aunque Piura no tiene las alturas colosales de Ancash o la Sierra sur, los caminos sinuosos no dejan de depararnos sorpresas nada agradables. La afluencia de peregrinos que van en buses, mototaxis, camionetas y autos en ambos sentidos hacen la ruta un poco tediosa, pues uno está en permanente alerta por la forma de conducir sobre todo en las cerradas curvas que hay en una zona en la que se halla un pequeño caserío llamado Arreypite Bajo. En una de las curvas nos encontramos con un bus que bajaba a toda velocidad y no hizo sonar su claxon para advertir a otros vehículos como el mío: encontrarse con semejante bus en medio de una curva en ascenso no es nada agradable. La imprudencia se ve reflejada en la cantidad de cruces que pueblan los senderos de esta ruta. Al llegar, después de una ansiada llegada al lugar nos recibió un primer impacto: lluvia. Luego nos indicaron que no podíamos ingresar por la vía principal, pues había demasiados vehículos para el lugar. Nuestros nervios ya estaban crispándose. Ingresamos, a causa de la obligada desviación, por el estadio de la ciudad. Allí empezó otra odisea: tratar de ingresar a la plaza para buscar un hotel. Esto se convirtió en una pesadilla: Laura había intentado hacer reservas para nosotros, pero fue infructuoso; así que a buscar un hotel a esas horas que significaron momentos valiosos perdidos para ir a nuestro principal objetivo: Aypate. Hay una oficina de turismo en plena plaza principal, pero por nuestra urgencia de hotel no fuimos a buscar información y ayuda. Craso error. Por fin hallamos un hotel con precios desorbitantes para una habitación sencilla: 140 soles. A las chicas les quisieron cobrar en otro hotel 100 soles a cada una: una locura y una vil estafa. Otros llaman a esto la ley de la oferta y demanda: el mercado. Saque cada uno su conclusión (algo así como el comportamiento de muchos establecimientos y personas ligadas a la salud en plena pandemia). Luego ir a almorzar: otro error. Los restaurantes estaban llenos y muchos, como sucedió por la noche, agotaron su existencia del día rápidamente. Fuimos a uno recomendado, Tradiciones Ayabaquinas, agotado; buscamos otro y fue la muerte lenta: la carta era un rosario de platos que se ofrecían, pero no tenían disponibles: al final nos conformamos con unos chicharrones de pollo. ¡Salimos a las 4 pm bajo lluvia! Queríamos ir a Aypate de todas maneras, pero decidimos preguntar en la oficina de turismo de la Municipalidad Provincial de la ciudad: la noticia no podía ser más nefasta, pues la carretera estaba en mantenimiento y era abierta por ciertas horas; si nosotros decidíamos ir al lugar, no hubiéramos llegado por el horario de atención y con la posibilidad de que nuestro retorno sea penoso al tener que respetar los horarios de apertura por el mantenimiento. Cabizbajo les comenté al grupo que nos causó frustración y decepción. Incluso se sugirió regresar a Piura en esos momentos. De pronto decidimos ir nuevamente a la oficina de turismo para tener más información y saber a qué atenernos. Nuestra segunda visita fue todo un vuelco. Uno de los jóvenes que trabaja en el lugar, Antony Flores, se ofreció a acompañarnos a un lugar que iba a ser todo un descubrimiento: el Bosque de Cuyas, actualmente reserva natural protegida. Primero nos llevó a conocer la iglesia en la que se encuentra la imagen del Señor Cautivo, razón por la que muchos hacen el peregrinaje a este lugar. Por razones sanitarias, la visita es restringida por lo que tuvimos que tomar nuestras medidas de prevención. La imagen atrae a muchos fieles de todas partes y edades, condiciones económicas e, incluso, es venerado fuera de nuestro país. Hay una leyenda sobre su origen: esta se remonta a 1751, cuando se pidió hacer una imagen en cedro de Jesús; unos escultores se ofrecieron y pidieron como pago que les pasasen alimento, pero que no ingresasen; al día siguiente, los vecinos se acercaron para hablar con los artistas tanto por los alimentos como el precio por acordar, pero no hallaron a nadie salvo la imagen de un Cristo atado. La leyenda dice que fueron ángeles quienes hicieron la talla. Aquí más detalles: https://eltiempo.pe/senor-cautivo-ayabaca-historia-santo-piura-mp/. La iglesia tiene numerosas imágenes de santos europeos como locales y es un monumento de fines del siglo XVIII: hay varios altares interesantes, fuera del dedicado al Señor Cautivo. Hay una imagen de Cristo Crucificado de buena factura en bello altar. Aquí más datos de la iglesia: https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-matriz-del-distrito-de-ayabaca.htm





Una vez terminada nuestra visita, nos fuimos al bosque de Cuyas (https://www.sernanp.gob.pe/noticias-leer-mas/-/publicaciones/c/bosques-de-cuyas-cuchayo-y-ronsoco-cocha-dos-nuevas-areas-de-122581 ). Antony nos llevó hacia una suerte de estación y en el camino nos fuimos percatando por qué se llama un bosque de nieblas de unas 600 ha. Es una zona con una gran riqueza en fauna y flora. Muchas plantas e insectos aún por estudiar. La visita, en realidad, amerita casi toda una mañana, pero lo que vimos fue lo suficientemente bello como para redimir nuestra pena por no haber ido a Aypate. Al retorno, nos fuimos a una suerte de mirador que se halla en el cruce entre Ñebros y Aypate: la vista fue espectacular. Ahora bien, esta zona amerita mucha atención, pues tiene un ecosistema frágil. El Perú es un país rico en zonas naturales y que acompañan nuestra historia prehispánica. Cuyas también encierra secretos arqueológicos, pues tiene dos cerros frondosos, apus, que fueron lugares sagrados y en uno de ellos se realizaron sacrificios humanos. Somos una cultura vieja que aún no se consolida como nación. Del asombro creo que es momento que pasemos a la acción. Aypate será para un próximo viaje, pues también hay otros secretos como los petroglifos de Samanga. Ayabaca bien vale una misa y la visita a la Oficina de Turismo de la Municipalidad de Ayabaca te puede aligerar el camino. Esta es su cuenta Facebook: https://www.facebook.com/111981006994852/posts/378674313658852/.







Retornamos a Ayabaca a pernoctar. Antes decidimos luego de un buen duchazo caliente. Como comenté líneas arriba, el servicio de restaurantes había colapsado por la presencia de tanto peregrino. Salimos para tener una cena ligera, pero no había muchos restaurantes. Felizmente hallamos un pequeño café que tenía unas deliciosas croquetas con queso de la zona. Vania nos había regalado pan que llevamos desde Piura; en conjunto ese fue nuestra cena.

Al día siguiente desayunamos temprano para estar a la hora de almuerzo en Piura. Nuevamente unos panes con queso iluminaron nuestra mañana, pero lo malo fue el café: Piura tiene en sus tierras uno de los mejores cafés del mundo, pero no hay el hábito de consumirlo y la gente prefiere Nescafé. Una lástima. Nos fuimos a la camioneta y salimos hacia nuestro destino bajo una mañana lluviosa. Sólo saliendo una camioneta nos hizo una señal que no tomamos en cuenta. Ya transcurridos unos 16 kilómetros otra camioneta nos detuvo e indicó que la llanta izquierda trasera estaba literalmente en el suelo, totalmente desinflada. Inexpertos nosotros, tratamos de sacar la llanta y la parte más complicada fue descender la llanta de repuesto, pues el mecanismo fallaba. Pedimos ayuda a algunas personas y, de repente, se detuvo una camioneta de la cual bajaron dos jóvenes: sin perder tiempo, comenzaron a hacer todos los cambios necesarios, expertos pues ellos están trabajando en la rehabilitación de la carretera Ayabaca-Aypate. Gracias a ellos, cuales ángeles llegados, nos ayudaron en todo. Hubo otro vehículo que también bajó a ayudar y un camión nos ayudó con un destornillador que se necesitaba en ese momento. Una solidaridad que la vives en ese momento. Subimos la gran llanta para que nos la cambien en Paimas, donde se iniciaba el asfalto. Nos despedimos de estos dos ángeles anónimos. El descenso fue mejor, pero siempre tomando las precauciones del caso. Es increíble la cantidad de mototaxis que suben y bajan a Ayabaca. La vista es impresionante y la estrechez de la carretera en algunos sectores también lo es. 





Ya llegando al cruce de Montero el camino se agilizó y ya tocamos asfalto hasta llegar a Paimas. Aquí nos sucedió otra anécdota: revisar la llanta y cambiar con la de repuesto. Fuimos a pedir los servicios del llantero quien estaba durmiendo la resaca de las fiestas (30 de agosto). No sé cómo, pero se despertó; comenzó a hacer su trabajo y logró terminar todo a tiempo: hábito. Vimos el inmenso clavo que había atravesado a la llanta. El pequeño poblado se ve aturdido por el tronar de las mototaxis. Estos aparatitos hacen de Piura y de cualquier población (me vienen a la mente Tarapoto e Iquitos, por ejemplo) ciudades y poblados ruidosos. En Paimas trataba de hablar con alguien, pero era acallado por la bulla descontrolada de estas máquinas. Terminada nuestra estancia en este poblado salimos en dirección de Tambogrande, la ciudad por la cual íbamos a ir ahora. La geografía iba cambiando a medida que íbamos descendiendo. Más allá de Las Lomas hay una extensa zona agrícola de intensa intervención humana. Tambogrande ya es una ciudad muy activa, ruidosa y con gran movimiento agrícola. Pese a ser día de fiesta, había profusa actividad comercial. Ya desde aquí a Piura el viaje era más rápido, salvo la entrada a la misma Piura por el intenso tráfico. Nuestro objetivo, y ya con un hambre galopante, nos fuimos a almorzar al Caracol Azul, donde nos esperaban langostas, cebiches, sudados y todas las maravillas que puede dar un mar tan generoso como el de Piura. Una vez concluida el opíparo almuerzo, fuimos a la agencia a dejar a la directora de Chiclayo y nosotros nos fuimos a casa de Vania para dejar las otras cosas y que Laura pueda tomarse un delicioso duchazo. Nosotros nos fuimos a dejar la camioneta y cerrar prácticamente esta buena jornada que nos trajo aventuras y experiencias. Por la noche nos fuimos a ITTSA para retornar a Trujillo. Hasta el próximo viaje.






jueves, 9 de septiembre de 2021

PIURA NUEVAMENTE (CRÓNICA DE VIAJE)




Sábado 28 de agosto. Tras un viaje tranquilo desde Trujillo vía ITTSA, llegamos a Piura muy temprano. Habíamos viajado durmiendo en sus cómodos bus cama. Al llegar pude apreciar el interesante sistema vial que tiene la ciudad con numerosas vías a desnivel, algo aún impensado para Trujillo. Había llamado a mi amiga Vania Távara donde íbamos a pasar la primera noche para ordenar nuestras cosas y medir tiempos. Al grupo inicial se nos unía la directora de la Alianza Francesa de Chiclayo en esta nueva aventura que nos iba a llevar a la sierra de Piura: Ayabaca. En el año 1986 estuve en Canchaque y el 2000 fui a Huancabamba para hacer el viaje ritual a las lagunas de las Huaringas, viaje que quedará siempre en mi memoria. Era, pues, un tercer viaje a la sierra piurana, lugar que encierra novedades y bellezas. En el 2005 estuve en Poechos, pero eso no puede ser considerado sierra propiamente dicho. Piura es un departamento o región rico, poblado, con marcados contrastes, dos ríos generosos y peligrosos a la vez (el Piura y el Chira, este último con caudal todo el año), con una pujanza increíble pese al abrasador calor. Por otro lado, tiene el problema de la basura y los desechos que malogran sus ciudades, campos y carreteras; y un desorden urbano que caracteriza mucho a las ciudades costeras.

Una vez instalados, nos fuimos a tomar un opíparo desayuno al estilo piurano y a recoger la camioneta de alquiler que usaríamos por 3 días completos. Ya todos instalados en nuestra “casa rodante”, nos fuimos a Narihualá, nuestro primer objetivo. Retorno a este lugar luego de casi quince años. La primera vez había almorzado con un grupo de amigos en Catacaos y en un mototaxi nos fuimos a este lugar. Ya había el museo de sitio, pero el lugar estaba muy descuidado. Aquí están mis impresiones de entonces (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2008/08/narihual.html). El sitio ha mejorado en cuanto a servicios y hubo varias personas visitando el lugar. El pequeño poblado ha mejorado en torno al monumento: hay un pequeño mercado de venta de recuerdos y miel, más otros productos que ofrecen a los turistas. Lo que sí no ha desaparecido es la mendicidad que vimos en la primera visita; siempre están los niños guías que se ofrecen para darte explicaciones del lugar. En el museo de sitio hay una interesante exposición de fotos antiguas reproducidas que muestran el lugar en los años 20 y 30, y diversas escenas que muestran cómo hilaban, cómo hacían la chicha, entre otras. En el edificio se ve una grieta causada por el último sismo que afectó a la zona (30 de julio); la museografía ha mejorado, pero un poco más de cartografía actual, maquetas o versiones en 3D serían ideales para poder tener una idea del lugar que está muy afectado por ser un conjunto de barro. Además, una página virtual sería ideal (no la hay, sólo información de horarios y entradas, pero no contenido específico). Entre los terribles Niños de siglos pasados (imagino qué daños habrá causado el del 2017), la destrucción humana (las personas usaban sus adobes para construir sus casas) y la expansión agrícola, más la erosión eólica, todo esto se ha confabulado contra este sitio arqueológico; pero ahí están las ruinas como mudos testigos de su esplendor. Luego iniciamos la visita al espacio en sí: hay una señalética más atractiva y el espacio ha sido cubierto para protegerlo de las lluvias y la inclemencia del sol abrasador que también juega su papel en la erosión. El conjunto es un grupo de terrazas, siendo la mayor la que tiene una capilla en la parte superior como una muestra de ¿extirpación de idolatrías? Ingresamos inicialmente a una explanada o patio ceremonial y, luego, hacemos el ascenso en dirección a la capilla. La vista desde esta parte superior es extraordinaria: tienes una vista del valle del río Piura en este sector. Imaginar cómo habrá sido este en tiempos prehispánicos con otros cultivos, otro idioma, otra cultura. La visita es rápida, pues las investigaciones no han avanzado mucho en descubrir más partes del conjunto. Lo que sí hay que resaltar es la cantidad de lechuzas que hay en el lugar, así como las dañinas palomas que con sus heces van dañando el lugar: otra forma de erosión. Aquí datos históricos del lugar: https://arqa.com/actualidad/colaboraciones/narihuala-principal-asentamiento-arquitectonico-de-la-cultura-tallan.html. Otro más:  https://turismoi.pe/arqueologia/sitio-arqueologico/fortaleza-de-narihuala.htm






Salimos del lugar para dirigirnos a Sechura, nuestra siguiente meta.

Piura tiene un interesante sistema vial en la costa. Tomé una ruta alternativa para llegar a la ciudad, siempre con un paisaje feraz, agricultura diversa y pequeños poblados agrícolas. Desde La Unión ingresamos por la ruta a Bellavista, La Rinconada y Llicuar hasta Sechura. Llegamos a nuestra meta para almorzar: el hambre apretaba. Pedimos información para ir a un buen lugar y nos metimos en calles estrechas, algunas difíciles de pasar: pero las chicas eran de armas tomar y movimos todo lo que se ponía en nuestro camino, ante el asombro y apatía de algunos lugareños (pena). Nos dieron el dato de un lugar: Los sabores de mi tierra. Buena elección. Un almuerzo como se debe. Habíamos dejado la camioneta cerca y decidimos dar un paseo en la plaza cuando me acerqué a la iglesia San Martín de Tours (con torres impresionantes). Y para sorpresa nuestra, ¡nos dejaron entrar! Es una iglesia con tanta historia, vinculada a Martínez de Compagnon y el Norte peruano (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-iglesia-san-martin-de-tours-es-parte-de-la-historia-de-sechura-noticia-542719?ref=rpp). La primera vez que fui a esta iglesia fue en 1984. Recuerdo que tomé un colectivo desde una Piura dañada por el Fenómeno del Niño del 82-83 y logré visitar su interior. Luego en 2008, regresé a la misma y logramos subir hasta el campanario. En el 2014, poco después de un sismo, con un grupo de amigos llegamos, pero el edificio estaba cerrado. Habían caído muchas partes de las cornisas y una de las torres estaba afectada. En esta oportunidad, todo el conjunto está siendo restaurado por una empresa minera (https://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/695/RESTAURACI%c3%93N%20INGLESIA%20SAN%20MART%c3%8dN.pdf?sequence=1&isAllowed=y). Estuve tomando fotos a la portada y nos permitieron acceder al interior y vimos la restauración de altares (el altar mayor ya está acabado y el acceso a la sacristía muestra su belleza pictórica; además hay un conjunto de cuadros que representan el Vía Crucis con motivos de la zona: pobladores, formas de casas, paisajes (como se ve en la iglesia de Huanchaco también). Pero uno de los secretos que nos mostraron fueron las catacumbas en las que se han hallado túneles que conectan con diversos lugares estratégicos. No pudimos subir al campanario, pero la visita nos satisfizo un montón. Aquí datos de los túneles: http://gonzalo-elobservador.blogspot.com/2012/04/hallazgo-en-obra-municipal.html.







Salimos hacia la plaza principal en la que había una feria de productos del lugar. Pero queríamos a ver la playa cercana que la visité por primera vez en 2008: Chulliyache. Piura tiene un litoral fascinante. Ensenadas, bahías, algunas islas, playas extensas, aguas cálidas, deltas de ríos como el Chira o el Piura.  Algunas lagunas se formaron con el último mega Niño del 1997-98. Además, Sechura es el desierto más grande de Perú y es una gran depresión en algunas partes que encierran alturas por debajo del nivel del mar (Depresión de Sechura que está a -34 metros b.n.m.). Tiene varios manglares, no tan grandes como los de Tumbes, pero sí los últimos que se verán hasta llegar a las zonas verdes de Chile. La primera vez que fuimos a este lugar cruzamos unas lagunas que ahora son de oxidación (lástima) y que llevan carteles advirtiendo el peligro de estas aguas. Hace 15 años, las aguas eran transparentes y había muchas aves que buscaban peces o pequeños gusanos. Nos fuimos por el camino de trocha y cruzamos la entrada a los manglares del lugar (imagino que estarán contaminados con las aguas servidas). Así llegamos a Chulliyache, también conocida como Sechura la vieja, un pueblo fantasma que se sigue usando como balneario (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-chulliyachi-la-ciudad-fantasmapero-que-se-resiste-a-morir-noticia-557123?ref=rpp). Había varias personas en la playa; dejamos la camioneta y nos fuimos a caminar, disfrutar la arena, la brisa marina cargada de yodo y ver cómo se iba poniendo el sol. 





Pero no podíamos quedarnos mucho tiempo ahí, pues las chicas querían hacer sus compras en Catacaos: joyas o carteras. Retornamos por la “vía oficial” y llegamos cerca de las 7:00 a nuestro destino. La visita fue a la Calle Comercio, por obvias razones. Al final, fueron carteras de cuero lo que compraron las chicas. Felices. Regresamos a Piura y dejamos a las chicas en el Hotel Mango Verde (http://www.mangoverde.com.pe/) donde pasaron la única noche, pues al día siguiente nos íbamos a Ayabaca. Fuimos a casa de Vania a ducharnos y de ahí salimos a cenar todos al Tao. La noche piurana era increíble: un montón de gente que iba y venía a diversos lugares. Mucha crisis no se veía. Cenamos bien unos makis deliciosos y sangría de vino blanco para la noche fresca piurana. De ahí a dormir, pues salíamos temprano a nuestro nuevo destino.




martes, 28 de marzo de 2017

PIURA EN SU HORA (SUMA DE ERRORES EN UNA RICA REGIÓN)

Nací en Piura hace casi 60 años. Nací un mes después y el mismo año en que los soviéticos pusieron el primer artefacto humano en órbita fuera de la atmósfera. La era espacial había empezado. El hombre comenzaba a irse más allá de nuestros confines para dominar (esa es nuestra filosofía) otros lugares allende nuestro planeta. Piura fue mi lugar natural durante mis tres primeros años. Cálida, recuerdo dos hechos memorables de mi niñez: mi primer film en algún cine de la ciudad (un film de Chaplin) y ver a Xiomara Alfaro, quien había impuesto dos canciones de moda en esa época (Nunca en domingo y Moliendo café). La mudanza familiar a Arequipa hizo que me alejase de Piura. Retorné en 1967 a recoger una simpática herencia que incluía un piano de cola, el cual nunca pudimos trasladar a Arequipa. Sí recuerdo el problema del agua: riesgo de insalubridad. El agua de Piura, extraída de subsuelo, era muy salobre.  
Por muchos años solo sabía que cosas que sucedían en Piura por noticieros o diarios. Por mis tíos escuchaba todo lo que había sucedido en la inundación de 1972, cuando las aguas del río Piura llegaron más allá de la plaza de armas. Recuerdo lo de la Represa Poechos, toda la construcción hasta su inauguración en 1976. Ese año con un amigo decidimos ir a Ecuador y visitamos Piura tras una ausencia personal de 9 años. Piura había crecido, pero desordenadamente. Lo del Niño del 82-83 fue un golpe mortal para la ciudad y región; recuerdo situaciones como la de encontrarme con muchos piuranos en Lima (estudiaba en ese entonces en esa ciudad), familias de clase media, quienes habían dejado Piura para instalarse en la capital; los identificaba en los micros y era difícil para ellos: gente mayor a la cual le iban enseñando cómo desenvolverse en una ciudad nueva y grande, por ejemplo, para tomar un micro. Era fácil reconocerlos por su hablar y su desplazamiento tímido en una ciudad que no manejaban. En el 85 retorné a Piura. Ciudad que se levantaba, fue el año que conocí Canchaque y la bella sierra de esta Región; y la zona de Sechura con la impresionante iglesia mandada a construir por Martínez de Compagnon. Piura aún mostraba las heridas de ese duro Niño que le tocó vivir. Calles en mantenimiento, cambios de tuberías, reparación de edificios. En el 93 regresé nuevamente a la ciudad y había signos de progreso. Hasta el 98. Después estuve visitando a un amigo, ya que se había mudado a Piura y pude conocer la vastedad y riqueza, con mayor presencia. Vi el puente caído y la placa que recordaba a todos los que murieron ahogados o arrastrados por las aguas. Ese 2000 hice un viaje alucinante a las lagunas de las Huaringas. Para cruzar un tramo de la trocha, tenías que ir vadeando un río. Le pregunté al chofer cómo lo hacían en temporadas de lluvias a lo cual me respondió tranquilamente que se quedaban aislados hasta dos semanas. También veías cómo la ciudad vieja iba siendo demolida para dar paso a la modernidad: el viejo Piura caía para permitir que edificios reemplacen bellas casas semiabandonadas o semiderruidas. 
Estuve por Piura llevando a amigos para que conozcan Paita, Parachique, Sullana, Talara, Negritos, Cabo Blanco, Narihualá, Colán, Máncora, Chulucanas, Manglar de San Pedro, playa Cangrejos, Yacila, Yapatera, etc. Hemos cruzado por un bosque de postes de energía eólica inactivo aún cerca de Talara; hemos visto la nueva planta de fosfatos y la que estaba en construcción de Cementos Pacasmayo, empresa que se está mudando a esta Región. He visto Poechos, que acompaña a otra represa más pequeña: San Lorenzo. La ciudad se ha plagado de nuevas edificaciones, crecen malls por todas partes, algunos mucho más grandes que los que Trujillo o Chiclayo, ciudades más grandes poblacionalmente hablando; la ciudad y la Región son ricas. Pero, ¿qué ha pasado con toda esa riqueza? ¿Para qué ha servido este boom de todo nivel para una zona que ha sido doblegada por este último Niño? Como de costumbre, se han construido edificaciones sin criterios ni orden, se han zonificado espacios de alto riesgo sin medios de amortiguación (como bosques o grandes parques, por ejemplo)
El Gobierno Central, en 2015, destinó mucho dinero para esta Región pues se sabe que es una de las afectadas. ¿En qué se ha invertido el mismo siendo responsable del mismo el Gobierno Regional de entonces? Se está difundiendo por redes que en el 2007 se rechazó un proyecto de prevención para ser aplicado al río Piura y todo su cauce, y fue rechazado por no tener retorno económico  (como pasó, en cierta forma, con el rechazo al pedido para la zona de El Porvenir).
La gente comenta la ira divina para apuntar los ojos hacia el lado incorrecto; lo que debe de entenderse que más grande y peligroso es la estupidez humana o, lo que me parece más viable, la corrupción de esas personas que a la larga son las causantes de pérdidas humanas y materiales que ahora estamos sufriendo. ¿Prescripción para estos casos? Si el asesinato intencional está incluido ahora dentro de los delitos que pueden prescribir, bueno. La sociedad civil tiene la palabra. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

CRÓNICAS PIURANAS VII: EN LA LUNA DE PAITA

29 de julio, nuestro último día en Piura. Ahora nos enrumbamos hacia Paita para ver esta ciudad portuaria de día. La visita de mayo nos permitió ver algo de ella, pero las visitas nocturnas son muy engañosas. “De noche, todos los gatos son pardos”, además la visita fue breve por la premura de retorna a Piura.
Tomamos la carretera a este puerto, extraordinariamente pavimentada y señalizada. En el trayecto vimos varias plantas industriales y de energía. Piura es una región con un desarrollo extraordinario en todos lo campos.
Antes de entrar a Paita, nos desviamos hacia la izquierda para ir a dos balnearios, cuyos nombres había oído con frecuencia: Yacila y Cangrejos. Entramos a este último inicialmente. La pequeña bahía se veía desde las altas dunas de la carretera: un mar azul y brillante y el pequeño balneario. Cangrejos tiene toda la pinta de un pueblo fantasma. Muchas casas están derruidas y parcialmente cubiertas de arena. No es temporada alta (julio), pero se ve el abandono del lugar. Sin embargo contrasta con la belleza de la playa en sí. Y como comentó una amiga al ver las fotos, en cierta manera es mejor que quede así para tener este remanso de paz cerca de las bulliciosas ciudades en las que se han convertido Piura, Paita, Sullana. Estuvimos no más de una hora y luego nos dirigimos hacia Yacila. Es un balneario que tiene más vida y cuenta con un pequeño puerto para lanchas. Esto atraía muchas aves guaneras.
Dejamos el auto en una zona cercana al muelle, pero nos dimos cuenta que había una zona residencial y que tenía movimiento. Retornamos al auto y nos metimos entre las estrechas callejas del balneario. Nos encontramos con una zona pequeña de restaurantes y amplias residencias de veraniego. Atractivo lugar para una caminata y eso hicimos. Vimos unas formaciones rocosas por las que nos escabullimos y pasamos por un breve túnel. Aquí nos dimos una sorpresa: mientras conversábamos y teníamos nuestras impresiones de tan simpático lugar, escuché la voz de una persona que me llamaba, era Pedro Mendoza. Pedro había sido Rector de mi Universidad hace varios años. Un hombre simpático y jovial, quien estaba acompañado de Marta, su esposa, y su hijo, quien estudia Ingeniería Marina en Italia. Un grato, gratísimo encuentro. No lo pensé. Luego de compartir nuestras experiencias, partieron para almorzar y nosotros proseguimos nuestra inspección del lugar. La zona es muy simpática, pero tiene ya los rastros de la “amable” civilización: basura plástica. Sería bueno que vayan tomando medidas y alertar a la población para no perder tan agradable lugar.


Culminada nuestra sesión fotográfica, nos dirigimos a Paita, nuestro objetivo principal y lugar de nuestro almuerzo. Fuimos hasta las instalaciones del Club Liberal. Subimos por unas escaleras que nos mostraban el esplendor que tuvo este Club y que tuvo entre sus miembros, dicen, a Don Miguel Grau. Los muebles, ya deteriorados, nos dicen lo bello que hubo sido con la vista hacia el mar. Ojalá alguien tome las riendas para tomar este edificio, el de aduanas y el de la vieja iglesia de madera para rescatarlos. Son bellas construcciones que nos hablan de una Paita esplendorosa.
Ahora hay una voluntad de hacer renacer económicamente este sector, pero ojalá no demuelan este bello patrimonio. Con la Compañía de Bomberos de Paita se hace un bello conjunto de inicios del siglo XX.  Caminamos por el muelle. Aquí fuimos, María y yo, bastante imprudentes. Hubo incluso un policía de turismo que nos acompañó por ciertas calles a cierta distancia para evitar ser atacados por ladrones. Es una ciudad portuaria. Orietta se reía de nuestra inconsciencia, pero seguimos adelante.
Creo que Orietta fue nuestro ángel de la guarda. Desde el muelle puedes ver un conjunto amplio de casas de madera que podrían ser tomadas por un patronato y darles vida. Algunas ciudades portuarias que reciben cruceros han estado trabajando en la restauración de sus centros históricos. Según la información de una amiga que opera en estas actividades, me contó que algunos de estos grandes barcos podrían acoderar en nuestras costas si tuviéramos la voluntad de convertir estas instalaciones en lugares atractivos que ameriten la escala. Todos estos son conceptos que se arman y que nuestro país, más rico en patrimonio, lo deja pasar para permitir el acceso a una modernidad mal concebida y a la larga dañina. Lugares hay, personas con ideas faltan.







Salimos de Paita e hicimos un alto para ver el puerto desde las alturas. Fue acción riesgosa. Incluso María fue a ver una barriada que estaba ubicada en una zona peligrosa, zona de deslizamiento. Me temo que las próximas lluvias de un Niño harán estragos en el lugar. Sin embargo, muchos incluso han construido casas de material noble al borde de un precipicio con poca tierra estable. Espero que no suceda nada grave. Quisimos ir a ver la iglesia de la virgen de las Mercedes, construcción moderna en la que se hallan los famosos vitrales de Adolfo Winternitz, abierta en 1974 y que es el actual santuario que reemplaza al que vimos frente a aduanas. Sin embargo, nos aconsejaron ya no ir por la hora. Una lástima.


Regresamos a Piura ya para arreglar nuestros últimos asuntos: dejar el auto, cancelar las deudas de hotel y cenar rico por última vez en esta cálida ciudad. Así cerramos el segundo periplo piurano.