Según
una fuente, la expresión “ignorancia supina” significa la “ignorancia que
procede de la negligencia en aprender lo que debe saberse; ignorancia de lo que
puede y debe ser conocido”. Otra fuente identifica este tipo de ignorancia
como “la incapacidad llevada al extremo para comprender un determinado
asunto”. Agreguemos que “[..] aquel que incurre en esta ignorancia
muestra una clara falta de voluntad para adquirir los conocimientos necesarios
y una negligencia constante en aprender lo que debería saber”. Y en este
entorno se puede explicar el proyecto de ley del Cine Peruano que ha presentado
la congresista Adriana Tudela. El Proyecto de Ley 05903/2023-CR ha provocado el
justo rechazo de casi todas las personas, instituciones y asociados al gremio
del cine, pues ataca el sistema de incentivos promocionados por el MINCUL. En
sus argumentaciones para defender su propuesta legislativa incurre en una serie
de errores que sólo puede entenderse con aquel de tipo de ignorancia y que
arrastra, además, un tufillo racista cuando sostiene que muchos filmes están
hechos en lenguas que peruanos como ella no entienden. Imagino que, con ese
criterio, Bollywood y Nollywood deberían ir pensando en hacer exclusivamente un
cine hablado en una suerte de lengua oficial para no “discriminar” según la
congresista. Tamaña desproporción. Además, la mencionada congresista en una
entrevista televisiva reconoció no haber consultado con las personas indicadas.
Sin comentarios. Los que la secundan, como es el caso del congresista Alejandro
Cavero, presentan argumentos también débiles y fáciles de rebatir. Este afirmó
que los filmes peruanos no han logrado ningún reconocimiento internacional,
mostrando un total desconocimiento de la producción peruana reciente, esa que
ha dado cabida a películas en las otras lenguas de nuestro país logrando
reconocimiento internacional. Gracias a este cine en lenguas originarias vemos otras
realidades de nuestra nación, esas que obviamente el congresista desconoce.
Parafraseando a Abraham Valdelomar, llamado Conde de Lemos, “Lima es el Perú”.
Con un grupo de amigos hemos realizado nueve versiones del Festival del Cine Peruano (FECIT) en nuestra ciudad; en este espacio se ha dado mucha cabida al cine que se produce en regiones, totalmente desconocido para el circuito comercial y, por ende, para el público en general. Sabemos de primera mano todas las vicisitudes que pasa la producción nacional y, mucho más aún, la regional: la indiferencia y escaso apoyo de muchos sectores, tanto públicos como privados, con la producción y difusión; pero cuando ganan un premio, muchos aparecen “para la foto”. Los incentivos del MINCUL son decisivos para posicionar a nuestro cine ampliando la oferta y calidad frente al efectivo apoyo público-privado que tiene el cine chileno, colombiano y los pesos pesados: el argentino, brasileño y mexicano. Un poco más de información no le haría mal.