Por tres días,
Trujillo fue sede de la quinta y última fase del Encuentro Nacional de las
Artes 2025, ENA, descentralizado en diversas regiones del Sur, Oriente y Norte
peruanos. Este es “un proyecto que surge
en respuesta a la necesidad de contar con plataformas sostenidas de encuentro y
articulación que fortalezcan el desarrollo del sector artístico en el Perú; conectando a
múltiples agentes culturales de diversas disciplinas, promoviendo el
intercambio de conocimientos entre dichos agentes y artistas de diversas
disciplinas, y dando a conocer las nuevas tendencias e innovaciones en el
sector cultural y creativo”, un nutrido espacio de talleres, conferencias y
conmemoraciones en el que diversas personalidades, se han encontrado para oír
propuestas, intercambiar experiencias y profesionalizar su trabajo bajo los
ejes temáticos que orientan sus contenidos: diversidad cultural, fomento y
creación de la actividad artística, gobernanza cultural, desarrollo de
públicos, y cultura comunitaria. Trujillo es una urbe dinámica en la que
conviven diversos micro Perúes que conviven o luchan entre sí en este ámbito. La
ciudad fue, es y será un espacio abierto de creatividad que sus ciudadanos
muestran cotidianamente. Aunque sombras varias han azotado a nuestra metrópoli,
terremotos y lluvias intensas que la quisieron doblegar, sus habitantes no se
rindieron por ello. Los hombres y mujeres de esta tierra recurrieron no sólo a
su ingenio empresarial o de otra índole, también recurrieron a sus artes,
construyeron respuestas a la adversidad a través de su literatura, su música,
sus artes visuales o sus danzas. Sin embargo, tuvimos un momento difícil: la pandemia. Esta epidemia desnudó
cuán frágil puede ser el tejido humano cuando le faltan los recursos básicos de
su existencia. Fui testigo de la situación crítica que músicos, escritores,
actores, hombres y mujeres de artes audiovisuales tuvieron que pasar. Algunos
de ellos fallecieron en el olvido, sin apoyo. Agremiarse fue una respuesta
urgente y la necesaria profesionalización que permite construir propuestas
sólidas y fortalecen el crecimiento artístico. Estos espacios han permitido,
pues, a diversos actores y gestores de todas las localidades de nuestro país
hacer una autorreflexión de su trabajo y crecimiento personal. Es también una
consolidación del respeto que se debe tener por nuestra cultura diversa, pero
tan poco comprendida por muchas personas que toman decisiones políticas,
económicas, educativas y sociales. Hay camino por delante aún. Estos espacios permitirán
acortar esas brechas para consolidar a la cultura como el verdadero motor de
cambio que es y así esquivar esas ideas lesivas y vigentes de que la cultura es
postergable, prescindible o suprimible. Estos espacios son esos puentes
generacionales, geográficos, lingüísticos, étnicos o religiosos que forman
nuestra sociedad. Todas las voces deben sumar, no restar ni dividir.

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