Las últimas semanas han estado muy movidas para
la Iglesia Católica peruana. La cancelación definitiva de la congregación
Sodalicio de Vida Cristiana y el escándalo del ex arzobispo de Lima, Juan Luis
Cipriani, han causado revuelo entre la feligresía nacional y sus ondas sísmicas
han afectado a no muchos sectores de la política conservadora nacional. En el
caso del Sodalicio, la noticia no ha sido una novedad, pues era motivo de una sólida
e intensa investigación por parte de un grupo de periodistas entre los cuales
destacaron Pedro Salinas, quien fue incluso una de las víctimas; y Paola Ugaz.
Salinas escribió un libro Mitad monjes, mitad soldados (2015) en el que nos
cuenta, a través de diversos testimonios, todas las acciones lesivas y
agravantes contra jóvenes de la alta sociedad limeña por parte de diversos
miembros religiosos de dicha congregación, quienes los sometieron a diversos
abusos psicológicos, físicos e, incluso, sexuales. Este sonado caso vio a lo
largo de la investigación una serie de amenazas por parte de dicha congregación
o sus feligreses, las que tuvieron un impacto internacional e hicieron que el
Vaticano ahondase en las pesquisas recabando testimonios y evidencias de las
víctimas con el fin de tomar una acción; en este caso, drástica: su disolución.
A estas alturas, los miembros de esta ex congregación han aceptado la decisión
tomada, reafirmando “su obediencia al Santo Padre”. ¿Será un caso cerrado? El
caso del ex cardenal Juan Luis Cipriani sí es de remarcar. Primero, Cipriani
había sido separado de la iglesia de manera discrecional aprovechando su edad
de jubilación; pocas personas estaban al tanto de lo que había sucedido con su
suerte y llamó mucho la atención el hecho de su súbita partida dejando una
serie de actividades que solía tener en Lima. Una condecoración por parte del
alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, feligrés de su misma congregación, el
Opus Dei, desató una tormenta en la cual Cipriani ha terminado mal parado. Su
presencia en Lima motivó una publicación en el diario El País de España en la
que se explicaba las razones por la que el ex cardenal no debería haber estado
en Lima para un acto público mostrando una investidura que ya no le corresponde.
Lo penoso fue la reacción de muchas personas de tratar de defenderlo negando las
evidencias del caso de pederastia que lo involucra. La gente olvidó la
institución protegiendo a una persona que cometió actos graves reñidos con la
moral y su investidura, actos por los que la iglesia está luchando para evitar
caer en desgracia como sucede en otras partes del planeta. Casos como Fernando
Karadima en Chile o Marcial Maciel Degollado de México, verdaderos
depredadores, son una profunda estaca en la iglesia católica. Estos personajes
también fueron defendidos a rajatabla por numerosos feligreses para evitar el
escándalo en desmedro de la situación en la que quedaron las víctimas de los
pederastas. ¿Cielo o infierno?
3 comentarios:
Una raya más al tigre. Uff!
Infierno y tiene que ser aquí en la tierra
Querrán tapar el sol con un dedo pero lamentablemente salió a luz una raya más de nuestra Iglesia.
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