La liberación de Maritza
Garrido Lecca, fuera del circo mediático que se generó, fue también una
demostración de las fobias y frustraciones que arrastra nuestra sociedad y que
se desencadenan de vez en cuando en situaciones como estas. Extrapolando todos
los elementos y por antítesis, hace recordar la triste historia de Jorge
Villanueva Torres, denominado Monstruo de Armendáriz, a quien se le imputó el
asesinato de un niño de 3 años en 1954, y que tras la falta de pruebas
contundentes, surgió la propuesta para absolverlo póstumamente 60 años después
de su fusilamiento. Aunque ambos, Maritza Garrido Lecca (MGL) y Jorge
Villanueva (JVT), distan mucho en sus móviles y acciones, pues MGL sí reconoció
su militancia política y JVT negó su crimen; las interpretaciones contextuales
se les asemejan y, por oposición, los igualan. Ambos representaron o
representan grupos humanos débiles en una sociedad como la nuestra clasista y
racista: JVT era pobre y negro/MGL es blanca y mujer. El factor raza o sexo
dirigió y dirige los sentimientos de animadversión de una población asustada
que reclama venganza y permite que estos personajes reúnan todas las
características que hagan desencadenar mis temores y mis fobias inconscientes.
Mientras que las evidencias del asesinato de JVT eran débiles y se iban cayendo
en el tiempo; en el caso de MGL, sorprende que la prensa escrita y hablada haya
hecho todo un revuelo circense por su liberación convirtiéndola en una suerte
de vedette, sea por su estrato social de origen, sea por haber trasgredido los
cánones de mujer atractiva, blanca y frívola. La forma de enfrentar ambos
acontecimientos por los medios de comunicación fue cuestionable por su falta de
equilibrio, la actitud tendenciosa y la escasa ponderación necesaria para una
población desinformada. Uno podría deducir que los medios se ensañan con los
más débiles de la sociedad: así los pobres y las mujeres son más propensos a
ser convertidos en chivos expiatorios de nuestros miedos y temores. Añadamos nuestras
oscuras frustraciones con esta bailarina de la sociedad limeña; esta no solo ha
trasgredido la justicia formal peruana, sino que quebró el orden o estatus que
le compete a cada persona en la sociedad peruana, sobre todo a una mujer. Su
situación se asemeja a la de Adela Quested, personaje de la novela Pasaje a la India de E. Foster, quien
por un acontecimiento y su desenlace pasó de heroína inglesa a una mujer defenestrada
y humillada por su grupo social. Además, solo comparemos la cobertura de prensa con
el caso de la liberación de Lori Beredson, norteamericana ligada al MRTA, quien
salió en libertad condicional tras 15 años de prisión.
Interesante hubiera sido que
los medios actuasen con la misma diligencia e indignación frente a los
escandalosos indultos o liberaciones de probados delincuentes y de gente ligada
al narcotráfico; o el reciente asesinato de 6 campesinos en Ucayali por
posesión de tierras.
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