Una semana pasada las accidentadas elecciones presidenciales
y congresales, ya tenemos un panorama político de interesante lectura. Elecciones
en las que hubo “heridos” de muerte que ya se cuentan como cadáveres políticos,
así como ganadores insospechados que han cambiado el contexto social de nuestro
país.
Para los muertos de esta contienda, estas elecciones han
significado, para varios de ellos, su definitivo retiro de la política peruana;
pero también ha significado, para desgracia de sus correligionarios, la casi o
total extinción de otrora partidos poderosos que animaban las campañas
electorales pasadas. El gran favor del JNE de mantener la valla mínima salvó a
dos partidos que habían acuñado laureles políticos: APRA y PPC. La alianza
formada para estas elecciones fue el clarinazo que pasó dura factura a sus
ambos líderes. Tanto Alan García como Lourdes Flores Nano ya están dando pasos
al costado para que sendos partidos traten de salvar lo que se pueda en la
debacle. Sin embargo, la peor parte la llevó el PPC, puesto que ha perdido a
buenos congresistas que tenían una buena carrera política para permitir que
asuman escaños otros de dudosa capacidad del partido acompañante. Los
militantes del partido limeño no se lo perdonarán a su lideresa. En el caso de
AGP, su ego no le permitió ver el antivoto que carga históricamente y que tiñe
a todo su partido. El hecho de que en enero la cúpula partidaria no le haya
permitido su renuncia a esta contienda ha sido una interesante forma de desembarazarse
definitivamente de este personaje. Otro dato interesante es el hecho de que el
partido de Castañeda no va más allá de su cuestionado líder y, para Nano Guerra,
fue el momento para darse cuenta de que ya es momento de que baje del bus y
siga otro camino. El caso de Toledo ya linda con la lástima. Su obcecada actitud
lo ha dejado en maltrecha posición y el poder judicial estará determinando su
suerte.
En saldos positivos tendríamos a Acuña que, aunque separado
por medidas que no se aplicaron por igual a los demás candidatos, vio que era
posible “oler a popularidad”. Sus estrategias son las que han empleado
descaradamente los otros contendientes. Si la sociedad acepta fácilmente este
tipo de acciones ilícitas, Acuña puede tentar para la próxima contienda. El
populismo asistencialista es una buena arma. Keiko y Acuña lo comparten.
Barnechea trajo a un partido que lo rescató de los últimos rincones: ACCIÓN
POPULAR. Sus últimos errados desplantes lo hicieron trastabillar, pero estuvo
presente en la contienda. El otro es Verónika Mendoza (FRENTE AM, quien subió de
un casi 2 % en diciembre a 18 %. El contendor a quien pisaba los talones, PPK,
no dormía en calma. Y si la campaña demoraba un par de semanas más, quizá los
resultados hubieran sido otros.
En realidad, los dos candidatos de segunda
vuelta casi se mantuvieron iguales. Ahora comienza el segundo tiempo.
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