Para terminar mi racha de viajes, y
gracias a la iniciativa de César Alva, decidí hacer un viaje de fin de año a la
ciudad de Tarapoto, la principal ciudad de la Región San Martín, gran emporio
comercial, ganadero y agrícola. Estuve en esa ciudad por primera vez en 1993.
En esa oportunidad nos fuimos varias personas a una ciudad pequeña, mal
comunicada por vía terrestre y con carencia de muchos servicios. Pero, pese a
todo, había comunicación aérea desde Trujillo (este es un grave problema para
una ciudad que se jacta de ser la segunda o tercera y tiene una pobre
comunicación aérea). La segunda vez fue en el 2010, mas estuve por unas horas,
ya que nuestro lugar de acción era Moyobamba, la capital de esta Región. En esa
oportunidad, visitamos las cataratas de Huacamaíyo. Pero 21 años después iba a
ver un Tarapoto diferente, grande y muy ruidoso (las mototaxis son útiles, pero
a la vez una pesadilla por la bulla que hacen).
El viaje hasta Tarapoto por Movil Tours es
largo y tedioso. Puede durar hasta 20 horas, más por las frecuentes paradas que
hace el bus que por los problemas que pueda haber en la carretera. Esta forma
parte de la Interoceánica que parte desde Paita y llega a Yurimaguas.
Prácticamente, este año he recorrido toda su extensión, salvo el tramo
Chulucanas-Olmos. La carretera está en
perfecto estado y amerita recorrerla lentamente para poder apreciar todos los
paisajes que uno puede disfrutar desde Olmos hasta Tarapoto; pero, siempre y
cuando, lo hagas con tu vehículo. La carretera la tiene un consorcio brasileño
y la mantiene permanentemente. Salimos el día 30 de diciembre, desde el
Terminal de Buses, una simpática construcción que puede dar más en cuanto a
servicios y mejores vías de salida. Salimos casi a la hora, pero en Chiclayo se
hace una larga parada. En fin. Llegamos el 31 a Tarapoto casi a las 11 de la
mañana. Ya habíamos hecho reserva de nuestras habitaciones en un céntrico hotel
(el Nilas, a media cuadra de la plaza de armas), así que nos enrumbamos para
dejar cosas, hacer compras de algunas cosas que había olvidado y luego ir a
almorzar. Tarapoto ha mejorado considerablemente en sus servicios, hay un
restaurante, La Choza Náutica, en la plaza de armas que te sirven comida tanto
típica como internacional de manera generosa.
Una vez terminado nuestro almuerzo, nos
fuimos al paradero de colectivos para Lamas. En las cercanías están todos las
demás estaciones de colectivos para diferentes ciudades o poblados de la zona.
Así logramos averiguar que sí había servicios para Yurimaguas, que era nuestro
objetivo el primer día del 2015. Como estábamos un poco apurados, arreglamos
con el conductor para comprar los otros sitios vacantes del colectivo. (5 soles
por persona); la ventaja es que nos dejó en el mismo lugar que queríamos ir.
Volver a Lamas luego de 21 años es bastante interesante. El pueblo que dejé en
ese entonces tenía asfaltadas pocas calles y con veredas construidas. Este
ahora tiene mejores servicios, tiendas en las que puedes hallar artesanía de la
zona, así como servicios que te hacen más placentera la visita.
El objetivo de
la visita fue el famoso castillo, construido por un italiano, Nicola Felice
Aquiliano, dedicado al cultivo del tabaco y que construyó este castillo en el
que fusiona conceptos medievales con los renacentistas. En realidad es una
feliz combinación de elementos oriundos con la imaginería europea, sobre todo
viniendo de un italiano, cuyo país es rico en historia y fue cuna del
renacimiento europeo. Ha logrado con artistas y edificadores elevar este
castillo de cinco plantas. Las paredes están profusamente pintadas por el
pintor autodidacta Archentti Flores. En la sala de entrada, en el techo se ha
pintado una gran cantidad de aves autóctonas con bastante profusión y cuidado
en detalles. Es un trabajo primoroso y paciente. Desde este patio puedes tomar
el camino que desees; puedes descender y hallas un espacio en el cual se ven pintadas
figuras báquicas, copias romanas o griegas, con el Baco encabezando el conato
de orgía. En el salón principal, hay una serie de réplicas de pinturas europeas
famosas del Giorgione, por ejemplo. Pero lo que más me llamó la atención fue
una pintura de Edmund Blair Leighton, llamada The Accolade (el Espaldarazo),
que fue usada como portada del libro Cordeluna de Elia Barceló, el cual usamos
como material de lectura en la Universidad hace un par de años. Ha hecho una
copia excelente de las dos figuras principales (la mujer es Leonor de
Aquitania), pero los personajes que se ven en el fondo, perdidos en la sombra
en el original, en la copia de Lamas hay otras personas, quizá personas del
lugar. Estuve tan gratamente impresionado que me tomé una foto con la pintura. Otro detalle en esta sala es el uso que se le ha dado al techo, como la antigua tradición de techos tachonados: en cada casilla está dibujado el escudo de cada ciudad importante del país. Según conversaba con César, anteriormente se podía visitar todas las instalaciones, incluso la torre superior. Pero parece que se están haciendo mejoras. Se ha preocupado por mantener todos los detalles de un antiguo castillo medieval prerrenacentista: almenaras, torres, relojes solares. Lo bonito es que, a medida que vas ascendiendo, tienes mejores vistas de Lamas y el río Mayo. La verdura es impresionante y sería un lugar ideal para descansar y pasar tu vejez con buen clima y tranquilidad. Solo la tranquilidad es perturbada por algunas oleadas de turistas y los famosos mototaxis (¿si les colocan un silenciador les iría mal?). En el lugar también puedes tomar un buen café; Tarapoto es una excelente tierra para el cultivo del café, además del tabaco y el cacao. Pese a todo, el narcotráfico sigue siendo un fenómeno socioeconómico que afecta a la zona. Por lo que escuchaba, la agricultura del cacao se había visto afectada por un hongo que había llegado de Colombia.
Espero que los logros hechos con los cultivos alternativos no se vean desplazados para recaer en el cultivo de coca, más barato y más rentable, lastimosamente.
Antes de retornar a Tarapoto, dimos una
vuelta por el simpático pueblo con tiendas limpias, simpáticas, con algunas
personas sentadas con sus sillas en las veredas para amainar el calor
sofocante. Nos fuimos a su simpática plaza de armas. Había varios turistas,
reconocimos algunos de ellos que habían venido con nosotros en el bus desde
Trujillo. Mientras los guías hacían las
respectivas explicaciones: origen chanca de Lamas, desplazados desde la sierra
central hasta esta zona por Pachacútec y Wiracocha; se instalaron ahí en su
huida y aprovecharon la estructura geológico para darle un sentido militar y de
defensa frente a la amenaza inca. Por eso está ubicada en una zona en cierta
forma difícil de ser ocupada. Es capital de la provincia que tiene el mismo
nombre. En esta oportunidad, no vi a las personas, sobre todo mujeres, ir
vestidas a su usanza; ahora solo vi un par de niñas en una fiesta que estaban
preparando en el restaurante El Mirador, lugar que fuimos para tomar mejores
tomas de la ciudad. Entre las estatuas
del monumento en la plaza de armas, unos graciosos habían colocado una botella
de cerveza vacía en una mano del conquistador que está estrechando con la otra
a un líder de la etnia chanca. Según la historia, las relaciones entre
españoles y aborígenes no fueron nada tranquilas, e incluso tuvieron que
construir un fuerte para aislarse de las tribus. Interesante historia.
Antes de irnos de Lamas fuimos por un
barrio en el que preparaban la Yunza y además decorado todo el lugar con globos
amarillos para un mejor año. Tomamos un colectivo e hicimos el mismo trato para
retornar más rápido.
Los 10 kilómetros que separan Lamas de Tarapoto tienen bonitos paisajes. Pero la ciudad grande se acerca al pueblo. Por la noche fuimos a cenar al Restaurante de Doña Zully para probar los pescados de la zona. Estaban esquivos. Luego nos fuimos al Suchiche y de ahí a los diversos bares que se hallan en esa calle, el Jirón Lamas. Así recibimos el año 2015, rodeados de gente y en tierras cálidas. Espero que sea un buen año.
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