Este artículo surge tras varias conversaciones en diversos círculos de amigos, preocupados por el deterioro acelerado de nuestra ciudad. Concluimos coincidentemente que este deterioro tiene sus orígenes en ciertas condiciones que se han ido acentuando en las últimas décadas y que son, también, el reflejo de nuestro país que tiene su máxima expresión en el congreso actual. Hace varios años se hablaba de La Rinconada, una suerte de ciudad ubicada en Puno, y que es considerada la ciudad más alta del mundo, pese a las condiciones infrahumanas de todo tipo en las que se vive por la minería ilegal. Por un momento, esta clasificación se volvió motivo de orgullo e, incluso, se hacían videos comparativos para ubicar a este lugar contra otras ciudades de China, Bolivia o el mismo Perú. Pero, luego, tras varias visitas de viajeros, comunicadores y personas de todas las ramas sociales y del derecho, esta fama se “despintó” para mostrarnos el nuevo rostro que invade todas las ciudades, regiones, espacios geográficos de nuestra nación (https://www.youtube.com/watch?v=azDeltdy9-E, https://www.youtube.com/watch?v=WSXAlyYmJ6k). El modus vivendi (ley de la selva) lleva consigo lacras sociales y ambientales como se ven en los videos. Ese estilo de trabajo y vida, más las abundantes ganancias obtenidas han cambiado el panorama social de nuestras ciudades y generan grandes amenazas no sólo por la violencia que la acompaña (sicariato, por ejemplo), sino por las distorsiones generadas en la vida económica de cualquier ciudad como Trujillo. En las conversaciones sostenidas con mis amigos, me comentaban que Trujillo tiene algunos centros en los cuales el consumo de licores de alta gama es el más alto en todo el país, pero en los cuadros de desarrollo social, La Libertad tiene regiones con alto índice de analfabetismo y riesgo alimenticio. Estas distorsiones en el consumo han hecho que nuestra ciudad se haya convertido en una de las más caras de la nación, encareciendo servicios y la adquisición de bienes, así como el manejo nada transparente de dinero que ingresa al mercado sin bancarización. Cada vez más escucho historias sobre adquisición de inmuebles con el dinero en efectivo en maletas o bolsas. La apertura de diversos tipos de locales y la oferta de cierto tipo de espectáculos con escaso público (a la pérdida) es una competencia desleal contra los negocios formalmente establecidos que se ven en la necesidad de limitar sus servicios o, en el peor de los casos, cerrarlos. Las personas involucradas en ese tipo de actividades ilícitas han logrado colocar a muchos congresistas gracias a los partidos políticos que han surgido con ese veleidoso propósito en procura de leyes a favor de ellos y abiertamente en contra de la ciudadanía. En situaciones tan complejas que han deteriorado a nuestra ciudad plagada de informalidad y violencia, el eslogan “Perú, país minero”, a la larga, es una pesadilla más que un bien para nuestro bienestar. Lástima.