Estamos cerrando un año en el que tuvimos dos presidentes. Un año en el que hemos sido testigos de la anomia política que el Congreso ha logrado promover y legitimar, y que dicha anomia es la que va a regir el comportamiento de las próximas elecciones generales del 2026. Se nos viene un año muy agitado y, espero que no, con muchos visos de violencia. La clausura de la presentación de las candidaturas partidarias y los procesos electorales previos internos de algunos partidos políticos nos han traído algunas sorpresas, así como los marcados cacicazgos modernos de algunas agrupaciones que más parecen clanes familiares y que no permiten (ni permitirán) el surgimiento de potenciales candidatos con mejores perfiles que los actuales que se están lanzando a la Presidencia y, de paso, al nuevo senado. El mundo interno político formal que han ido creando en los últimos años les ha permitido construir un andamiaje que les permita perpetuarse (como antaño) en el seno del Estado. Y necesitan validarse, legitimarse con el voto de la ciudadanía. Los actuales candidatos de las planchas presidenciales y las listas de las nuevas cámaras tienen varios rostros que cargan un pesado bagaje, el cual van a maquillar a como dé lugar para tratar de atraer a un electorado totalmente escéptico y bastante dubitativo. Habrá un sinfín de encuestas y pronunciamientos altisonantes para apoyar a tal o cual candidato para generar una suerte de amnesia entre los ciudadanos. Los marketeros políticos tratar de crear una narrativa que niegue todos los exabruptos y declaraciones que han dado la mayoría de candidatos que afirmaban no querer presentar sus candidaturas en esta contienda. Es la formalización de una neoverdad o la aceptación de la mentira como una forma de hacer política en nuestro país. Y los actuales congresistas estuvieron a la cacería de los vientres de alquiler que son casi todos los partidos políticos. Algunas candidaturas se van a ver muy afectadas al recibir a personajes tan pocos populares que pueden hundir la campaña desde el arranque. Tanto los partidos de derecha hasta la siempre atomizada izquierda presentan un grave riesgo de no pasar la valla ante tan pesado pasivo que están aceptando. La reacción de algunas bases partidarias debe ser un buen campanazo para lo que están llevando. Y ojalá fuese así con todas las demás tiendas políticas, pues varios congresistas actuales han tenido un comportamiento por lo demás reñido y lamentable que no debemos pasar por alto. Los votos serán, pues, muy peleados y muchos harán ofrecimientos impensables con fastuosas campañas que deben generar mucha suspicacia en el electorado; las malas costumbres han generado toda esa increíble camada de mochasueldos de todos los partidos que actúan con la mayor impunidad del mundo y quieren repetir el plato. Esta campaña será de vida o muerte para muchos de estos nefastos personajes. En nosotros está si los queremos nuevamente.
