Momento decisivo. El Perú va a las urnas. Tras los resultados de la primera vuelta, la sociedad peruana se ha visto envuelta en uno de los procesos más conflictivos y dolorosos de los que yo recuerde. El lunes 07, Día de la Bandera, dos medios Perú estarán en posiciones encontradas. Ad-portas de nuestro Bicentenario.
Las condiciones para estos
enfrentamientos incluso familiares no han sido generadas en estos últimos días;
en las últimas elecciones el desarrollo de los medios virtuales de información
y comunicación ha permitido la expansión de un uso inadecuado de estos para
difundir sentimientos, emociones y posiciones. Adjetivos de todo calibre han
circulado por las redes para acallar a la persona que no concordaba con las
ideas de uno u otro candidato. Todavía está fresco el recuerdo de los PPKausas
que generaron todo un discurso de odio racial y cultural tras la pérdida de su
candidato, PPK, en la contienda en la que salió presidente Ollanta Humala.
Lejos de haber abordado este sensible tema con el fin de moderar mensajes subjetivos,
la técnica ha ido prosperando como lo hemos en las versiones electorales
restantes, incluida esta. Esta pesada situación ha ido invadiendo todos los
campos de nuestra vida cotidiana; no se ha modulado nuestra comunicación, sino
que se ha visto invadida por mensajes amenazantes de uno y de otro lado,
forzando a todos a tomar partido por alguno de los candidatos que, a decir
verdad, no tuvieron una aceptación política de resaltar. Ha invadido nuestros
trabajos, nuestra conversación por chat, las reuniones familiares. Vemos a
personajes famosos tomando partido, algunos con posturas humillantes y
vergonzosas. Los mismos medios de comunicación, lejos de actuar con neutralidad
informativa, han tomado una actitud oprobiosa que ha ahondado más el desasosiego
de la sociedad nuestra. Con mensajes nada claros, apuntando a los sentimientos,
los medios en general han generado desconcierto y contribuido a una mayor
ignorancia cívica, la cual arrastramos por décadas. Muchos de nuestros mensajes
fueron construidos por otros y replicados sin ningún tipo de cuestionamiento;
pero al replicarlos, les dábamos nuestros sentimientos negativos.
Estas elecciones están enmarcadas en una terrible pandemia, esa que nos ha mostrado la peor cara de la sociedad, pero también actos que han trascendido a la miseria. Todos anhelamos una recuperación económica, pero también debemos de ser conscientes que esta sólo se logrará cuando haya un crecimiento mundial (somos dependientes) y esto no será posible por un buen tiempo. Fuertes demandas sociales han sido destapadas con tantas promesas y eso sí da mucho miedo, pues se ha apuntado a una vena sensible social: la desesperación. No cumplir con estas pueden abrir una espiral de violencia que será difícil contener; eso debe ser claramente leído por cualquier de los dos que suba al sillón presidencial. Hay que trabajar en cerrar grietas urgentemente.