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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 1 de marzo de 2009

VALLE DEL COLCA, GARGANTA DE LOS ANDES

La reciente visita de unos amigos de Arequipa a mi casa me hizo rememorar uno de los viajes más bello que haya hecho en mi vida, no sólo por las experiencias humanas que puede encontrarse ahí, sino por el impresionante paisaje que ha dejado, deja y dejará abrumado a todo viajero que lo visite. Pese a que había vivido por 11 años en dicha ciudad, la difusión de esta belleza era aún escasa y los medios para llegar a éste eran rudimentarios. Mi primer viaje a esta increíble zona fue en 1985. Ya el Cañón sonaba por los medios turísticos y ya muchas agencias lo promocionaban como una de las maravillas de nuestro país; y no les faltaba razón. Mi primer viaje fue de un solo día, un poco agotador; pero bien valió el trote. Salimos a las 6 de la mañana aproximadamente para poder aprovechar el día al máximo. Con Nancy y su esposo, más otros pasajeros fuimos en un combi manejada por un señor que resultó ser amigo de mi padre.El viaje es de por sí extraordinario y la ruta que tomamos no la volví a hacer en la segunda oportunidad que fui. El auto tomó una carretera de grava que iba entre los volcanes Misti y Picchu Picchu; cuando uno está en medio de estos dos gigantes, uno ve un cráter lateral del Misti que siempre emite humo (las llamamos fumarolas). La majestuosidad de estos volcanes conmueven y nos va preparando para lo que vendría después: Pampa Cañahuas.



Antes de ingresar a Cañahuas, pasamos por dos grandes peñascos como si fueran celadores del ingreso a esta extensa pampa poblada por cientos de auquénidos. Me dicen que en verano se suele cubrir de hielo (noches de helada) y algunas veces de nieve. En el camino pude contemplar cascadas de agua congeladas. Impresionante. Pero lo más bello es ver alpacas (como si fuesen pelotas de pura lana) y las gráciles vicuñas corriendo libres por la inmensa pampa; algunas corrían cerca al vehículo y las podías fotograriar con calma. Extraordinario.


Llegamos a Chivay, la capital de la provincia que tiene por nombre mi apellido, Caylloma. Hicimos un alto breve para dirigirnos a ver dos momentos impresionantes de este lugar. En mi segundo viaje, nos quedamos a pernoctar en Chivay, era mejor y además te permite aclimatarte con cierta facilidad, si no tienes la costumbre de caminar más allá de los tres mil metros de altura.


Seguimos camino a un bello paraje desde el cual vislumbras un sistema de andenería impresionante; algunos son de origen preinca (Pueblo Colla) y que los pobladores los siguen manteniendo. Sacan de ahí, papa, oca, ollucos, muña y otras variedades de vegetales, sobre todo tubérculos. En este lugar, vimos una piedra que asemejaba a una maqueta, pues mostraba en pequeño lo que veíamos delante de nosotros: todo el sistema de andenes. Girando y mirando hacia la parte superior había una construcciones que se usaban tanto como tambo (para guardar sobre todo granos) o como tumbas. Nos contaba el guía que se generaba una suerte de microclima que permitía la preservación de alimentos por largo tiempo. Era del pueblo Colla y fueron empleados por los incas como una estrategia en la expansión de su ejército. Interesante, ya que algunas tumbas que vimos en Cajamarca, tanto en Otuzco y sobre todo Combayo, se asemejaba a esta técnica. La vi también en Macro y Rejía en Chachapoyas.


Nuestro destino final era La Cruz del Cóndor, lugar estratégico desde el cual puedes ver volar a los cóndores. El primer viaje no me dio ese placer, pero el segundo (por la pernoctada en Chivay) sí vimos a varios volar. Lo que sucede es que estas tímidas aves salen muy temprano a volar. Por eso es que estuvimos en pie a las 5 de la mañana. Ver planear a estas aves es un placer visual. Otra ave que tiene elegancia para volar es el pelícano, aunque su caminar por tierra sea penoso y desgarbado. Nada es perfecto.


Mi retorno del primer viaje no lo tengo en el recuerdo, ya que caí en un profundo sueño. Del segundo, sí: teníamos una luna llena que iluminaba los cerros dándoles un color plateado, cruzando Cañahua por la noche, pensabas atravesar un lago; acompañado de la música de Rubaja y Hernández, ese retorno se volvió en un sueño.


Colca es lo máximo. Voy a ir otra vez.




miércoles, 18 de febrero de 2009

PASTORRURI, UN TRISTE FIN Y GRAVES EFECTOS COLATERALES




LO IMPOSIBLE HECHO REALIDAD

Lo que alguna vez se comentó y pasaba por nuestros oídos como Ciencia Ficción, se está haciendo realidad inexorablemente. La primera vez que fui al Callejón de Huaylas en 1985, veía para mí uno de los lugares más bellos del país. Al toparme por primera vez con Huaraz, nuestro nudo de comunicación, fue encontrarme con una ciudad a medio construir: habían pasado 15 años desde aquel nefasto 31 de mayo del 70 y la ciudad aún mostraba grandes solares en pleno centro de la misma, solares que habían albergado casas que se habían caído o derruido por el violento terremoto. Huaraz había sido una ciudad bella con sus techos con tejas rojas y con sus estrechas calles (las que se convirtieron en una trampa mortal para cientos de huaracinos que murieron ese día)

Una de las visitas que más me sorprendió fue la de Llanganuco. En esa época, la laguna era límpida y el día que fui con 3 amigos más éramos los únicos que habíamos ido a visitarla. El encuentro con este celeste espejo de agua a los pies del nevado Huacarán, fue una de las emociones que aún guardo con mucho cariño y respeto por la monumentalidad del lugar. Tengo una foto ampliada de una de las laderas del Huascarán (impresionante), y la mostré a un amigo de la zona; él me explicó que la zona fotografiada mostraba el camino que el glaciar había trazado al desprenderse y caer sobre las aguas del lago para después deslizarse como un "huayco" (alud) inmenso que destruyó a Yungay y Ranrahirca minutos después. Esa zona (tal como la tengo en la foto) aún permanecía bastante yerma con escasa vegetación, 15 años después.


En 1992 volví a ir a estos parajes con un poco más de tiempo, pero con más gente (casi 80). Esta vez la visita incluía Pastorruri, sitio que no había sido explotado como recurso turístico hacia los 80. Pastorruri era un lugar simpático, pero el sitio se hallaba saturado de visitantes; algunos de ellos bajaban con trozos de hielo del glaciar para "llevárselos de recuerdo". Las personas ascendían sin ningún control y varios, por la altura, alquilaban una acémila para tratar de subir un poco más (como falda de una suerte de colina de hielo no era notable un "pico")

En 1999, volví esta vez con un grupo más pequeño y ascendimos un poco más, logré entrar a una suerte de caverna en la que veías estalagtitas y estalagmitas, y aún el suelo mostraba signos de congelamiento. Pero ya recordaba que la nieve "había subido" lo suficiente como que para el terminal de buses y camionetas improvisado (con basura, bulla, vivanderas, caballos, burros, gasolineras informales) se encontrara bastante más alejado de las primeras muestras de nieve.

El año pasado fui a Huaraz. Pastorruri ya está cerrado (espero que definitivamente para evitar que lo poco que queda sea depredado por el turismo rapiña que existe en el Callejón de Huaylas). Lo que por mucho tiempo era el "producto de bandera" (eufemismo que emplean para sobreexplotar algo) del turismo, terminó por ser destruido e irremediablemente perdido. Como este glaciar, otras zonas nevadas del famoso Callejón de Huaylas, la famosa Cordillera Blanca, se está irremediablemente perdiendo.

No hace mucho discutía con algunas personas sobre el tema del calentamiento global y la destrucción irreversible de muchos de nuestros recursos. Es obvio, por ejemplo una especie cuyo último ejemplar (sea animal o vegetal) sea destruido, esta especie desapareció del planeta. Pero esta gente (al igual que el obispo famoso, Richard Williamson, niega el holocausto) me comenta muy suelta de huesos que todo lo del calentamiento global es producto de mentes aviesas, ONGs ambientalistas de izquierda o gente que quiere negar el progreso (como ellos lo entienden, por supuesto). Muchos arguyen que los datos son falseados, que son cosas cíclicas u otras hipótesis peregrinas que están más ligadas a lo apocalíptico que a un estudio científico. Bueno, uno con sensatez y quien haya visitado este ex bello paraje de la sierra peruana tendrá, lamentable, una demostración válida del deterioro que causa el deshielo de nuestros glaciares, adosado con el pillaje que el ser humano hace de cualquier lugar que visita y depreda.

Nuestro país, como cualquier país del Tercer Mundo (mejor dicho, pobre) está siendo víctima de un pillaje sostenido de todos sus recursos para satisfacer apetitos inmediatos y con poca planificación por la errada concepción de desarrollo y la idea de acceder a la modernidad a como dé lugar.

Para un ejemplo notable es lo que se viene con el contexto de nuestro ex glaciar.

Todos los peruanos sabemos, creo, que el río Santa se alimenta (sus aguas) de los deshielos de estos glaciares alguna vez llamados perpetuos (así lo conocí cuando estaba en el colegio). Todos los costeños norteños soñaron tener agua para sus desiertos y en un momento se hizo realidad. Se construyó un megaproyecto (Chavimochic) con la idea de la perpetuidad acuífera. Los estudios jamás hicieron consultas de rigor científico que hablara de todos los cambios y probabilidades que todo proyecto de tal envergadura, creo, debe tener; por ejemplo, un escenario en el cual el principal recurso escaseara.

Como parte de nuestra cultura general, en la cual todos tenemos miles de derechos y escasos deberes y responsabilidades, los agricultores de la zona sur del río Santa reclamaron (y por años) otro proyecto hídrico: CHINECAS. El río Chinecas en realidad es un gran canal de origen mochica que por su envergadura se convirtió en un cauce natural. Miles de agricultores y sobre todo, empresarios que ven una suerte de gallina de huevos de oro, han puesto la mira en las aguas del Santa para este proyecto.

Y así nacen los interesantes futuros problemas que ya están a la vuelta de la esquina. Pastorruri y sus demás "compañeros" glaciares están exhaustos. Cuando joven pasaba por el puente sobre el Santa y uno veía el caudal permanente de ese río; ahora hay periodos en que ya no fluye mucha agua. Los factores anteriores lo están haciendo desaparecer: pocos glaciares, Chavimochic y dentro de poco, Chinecas.
Si los glaciares se extinguen (les queda a lo más 15 años), ¿qué va a pasar con esos proyectos? La razón que se le dio es para un cultivo intensivo que genera una buena renta por abundante agua, mano de obra barata, buen clima, tierra buena; sobre todo, agua. Si ésta se hace casi inaccesible, ¿qué va a suceder? Alguien me dijo que ya tenían aguas alternativas para el proyecto, pero este proyecto también nos da agua potable; entonces, ¿quién tendrá prioridad? ¿un espárrago o yo? Actualmente somos una población que casi bordea el millón de habitantes por día. Una vez oí a un alumno del colegio, muy suelto de huesos y convencido de lo que decía, que la prioridad era el capital (esto es, la agricultura de exportación): tal imbécil recibió un abucheo general de sus demás compañeros. Pero espero que ese rechazo a la idea haya quedado grabado en la conciencia de los demás alumnos para que cuando vayan a tomar decisiones, no las tomen como ahora lo hacen muchos idiotas. Basta ver qué pasa en todos los países de este lado del hemisferio y la actitud complaciente y hasta cómplice de muchos de nosotros frente a problema como el de las minas, transgénicos, patentes biológicas ancestrales, etc..

Esta narración me ha enseñado (y la comparto con quien quiera leerla) lo íntimamente ligados que estamos con nuestro planeta: lo que haga a mi entorno, volverá a mí como un boomerang, inexorablemente. Cuando dejé Pastorruri la última vez aquel 1999, me iba con la certeza que ya no lo vería más. Por mi mente corre ese temor que muchos de los bellos lugares que he estado en mi país o en otros lugares del planeta serán también parte del rincón triste de mis recuerdos. Ojalá no sea así.

sábado, 7 de febrero de 2009

LA PERVERSIÓN DE UN SISTEMA




Desde pequeño, muchos años ha, educado en colegio religioso y rodeado de personas con ciertos criterios de las relaciones interpersonales, crecí con la idea de lo pernicioso y maligno que era el comunismo o cualquier otra ideología que no se acerque al capitalismo; desde las series como Pasmarote, los comics que nos enseñaban el estilo de vida ideal (llámese Archie, por ejemplo), la anatematización de los curas a todo lo que pudiera significar "social" y las frases consabidas dichas por todos nosotros de querer conservar el statu quo, crecí con esa idea de que lo comunista era pérfido y ligado al diablo.
Irónicamente, crecí en una sociedad muy conservadora, la arequipeña (mis padres y nosotros los hijos mayores nos fuimos a vivir a esa linda ciudad por trabajo de mi padre). Pero estudié en un colegio donde las ideas fluían: había padres lasallanos cuyos orígenes catalanes los hacía animadversos contra Franco y sus películas de propaganda fascista (como Joselito, Marisol o las aburridas Pili y Mili); había además hijos de gamonales, cuyos padres no vivían en la ciudad sino en sus haciendas, así como minifundistas, cada uno defendiendo sus propios intereses; y estaba además como profesor de historia un dirigente sindical del Sutep; todo este mundo de campos ideológicos diversos eclosionó más con la llegada de Velasco al poder. Fueron mis épocas escolares.

La Universidad fue otro gran espacio de eclosión; un momento histórico tan movido como fueron los últimos años de Morales Bermúdez, y los inicios de Belaunde y Sendero Luminoso, ponía a toda la gente entre la espada y la pared. El ascenso de Belaunde y la apertura pálida de una economía de mercado hizo a los peruanos vivir la magia rutilante de la importación de todo, hasta agua. La confusión de un gobierno tan corrupto e inepto como fue Alan García (no ha cambiado nada) permitió el avance de la violencia senderista, así como una suerte de caza de brujas solapada entre gente con tendencias izquierdistas, en un conjunto de ideas y leyes erráticas que, lejos de buscar un camino hacia la concordia social, generó toda una debacle socioeconómica de la cual nos estamos "reparando".


La caída de los regímenes llamados socialistas de la Europa del Este, así como el rutilante éxito del Chile de Pinochet (imagen muy vendida), más la violencia vesánica de Sendero, permitió el ascenso indirecto del libre mercado a través de Fujimori (en principio lo iba a instalar MVLL y ya sabemos lo que pasó). El libre mercado entró para felicidad de todos: los precios de los artículos importados bajaron (previo impresionante paquetazo económico de Hurtado Miller) y la algarabía de la privatización llegó a todos los niveles. En nuestro país todo se privatizó, y se exaltó todo lo que era privado, por ejemplo el transporte público (que es una verdadera muestra de lo que es la libre empresa) para felicidad de todos. Pero veíamos que cada vez más gente salía del nuevo sistema, esto es, despedidos. Palabritas como Reingeniería se creaban para tratar de asimilar a todos los desechados. Pero la verdad que el excedente excede a las capacidades del mercado (vale el juego de palabras). Lo que personalmente buscaba como una solución a la sociedad, pese a mis iniciales reparos, se fueron desmoronando lentamente. Tenía cierta fe en que la economía de mercado era lo que necesitaba nuestro país. Nos habían llenado la cabeza con eso. FREDEMO nos vendió la idea en su propaganda. Y además teníamos varios ejemplos que podían acompañar el modelo como Corea del Sur, Chile u otras economías (las cuales irónicamente tenían como gobierno modelos militares o gobiernos de mano férrea con una peculiar interpretación de lo que es democracia, p. e. Corea del Sur). Creo que lo que nos dijeron e hicieron creer a la humanidad fue, es y será un gran embuste.

El libre mercado y la libre empresa nos han dejado una bella joya para la alegría de la humanidad: una recesión en la que muchos excedentes deben ser eliminados para que las cosas se vuelvan a ajustar. De manera práctica, hay que eliminar cuanto pobre o desocupado esté caminando por el planeta. He oído a mucha gente decir eso, sobre en todo en nuestros países donde la vida no vale nada (ergo, bajos salarios, servicios de salubridad miserables, educación deficiente y poco atendida, aparato judicial corrupto, irrespeto por las reglas y por los derechos de los ciudadanos). Nuestros países han sido propensos a haber recibido estas recetas del libre mercado, gracias a nuestros ministros de economía; pensadores tipo Büchi, de la escuela de Chicago (qué serán de ellos, espero oír alguna receta para el momento); el FMI (que casi se declara en bancarrota, la crisis lo ha salvado). Y el concepto, acompañado de una gran campaña mediática caló en varios sectores de la sociedad, sobre todo en aquellos que iban a sacar jugoso provecho del mismo, así como miles de personas que creyeron hallar un refugio para su desesperación. La promesa del Libre Mercado era tan igual como lo que prometía Sendero.

Todo este preámbulo lo hago con el fin de poder centrar más mis reflexiones de las observaciones personales que voy a hacer. Quiero ver cuán pernicioso es el sistema que se ha generalizado en el mundo, que tiene a miles de adeptos ciegos (e incluso que han sido desechados por el mismo sistema, pero creen a pie juntillas en él) y qué nos puede venir, si seguimos enfrascados en esta terrible opción económica. Espero que haya personas en el espacio virtual para poder responder o criticar de manera sustentada lo que expongo:
1) El Capitalismo necesita del mercado, esto es clientes; por eso exige el crecimiento poblacional, incluso de manera indiscriminada. A fin de cuentas, todos podemos convertirnos en uno, tal como ha pasado con las subprimes. Esto ya de por sí es un grave atentado a nuestro entorno, por la exigencia de espacios para más humanos, destruyendo zonas naturales; además surge (ya lo estamos viendo) tensiones por apropiarse de medios primarios de subsistencia como el agua. De buscar un mayor orden demográfico coherente, sería atentar con el principio de elección de una persona (eso siempre arguyen). Siempre se tildó al gobierno de Mao e Indira de inhumanos, pero ellos tenían dos países que exigen políticas demográficas concretas. Además, no sé si entenderá sobre tal elección libre de un hijo, una familia que tiene 14 hijos en un pueblo joven, o los curas que su religión les prohíbe tenerlos. En este lóbrego trabajo, juega un rol importante la religión como institución, ya que su subsistencia dependerá de cuántas almas capte para su pecunio.

2) El mismo mercado te exige alta rotación de productos para continuar con la lógica del consumo. La humanidad bota ingente cantidad de basura, de productos desechables (como los humanos) e incluso, en la lógica de la producción, los bienes tienden a ser cada vez más fungibles para su descarte y renovación. Como consecuencia de sus tiempos, esa es la forma cómo ve la juventud ahora su entorno: alta rotación de cosas, todo es descartable, por eso el poco apego que tienen con todo, incluido su entorno social. La gente ahora es dirigida de manera compulsiva a adquirir cosas que quizá las use una vez o nunca, y alimentado por el concepto de moda, pronto todo lo adquirido entra en el imaginario de "descartable". Es impresionante ahora lo que un joven de clase media genera como basura: ropa, celulares (peligroso), ipod y todos esos juguetitos de "fantasía" (como decíamos los de más de 40).
3) De lo anterior se desprende la exacerbación por lo individual, la idea de autonomía que se ha trasladado ahora a la filosofía de vida de los jóvenes, incrementado con la parafernalia tecnológica que incrementa su "honguización" (un término que me parece aparente). Eso los aísla de todo lo social, les genera indiferencia y confinamiento, finalidad de este sistema para evitar que hagan causa común por la defensa de sus derechos o el de otros. La idea de lo rápido y adrenalínico se ha "institucionalizado", volviéndose rentable para aquellos que han visto en estos extraviados jóvenes "un atractivo segmento de consumo". Es increíble ver cuánto producto ha surgido para ellos y los niños, quienes ahora ejercen una fuerte presión sobre los padres para el consumo. Cualquier psicólogo o educador ve el inmenso riesgo en esto, ya que asocia cariño y amor al consumo, y terriblemente estos productos son de fácil descarte (como el amor del padre y madre, así de sencillo).
4) La marcada contradicción de este sistema se ve en la competencia: se predica la libertad de competir (en principio con equidad), pero lo que vemos es la tendencia a los megapolios diversificados que engullen una empresa tras otra. Esa es la naturaleza de la corporación, quizá la más tenebrosa forma de control que existe en la actualidad. Creo que ya sería demasiado necio negar que dichas corporaciones son las que controlan las movidas políticas en pro de sus intereses. Basta nomás ver qué intereses corporativos se han movido tras Obama, por lo que personalmente tengo mis reparos a futuro. Personalmente veo en la corporación quizá la más siniestra forma de control de la que alguna vez se habló en la obra 1984 de Orwell o Mundo Feliz. Esos libros, en su realidad, ya están aquí.
5) La expansión del mercado con el fin de satisfacer las necesidades que nos han creado mueve a que las empresas transformen su entorno sin medir las consecuencias: he visto zonas totalmente abandonadas por explotación irracional sea en la minería o en la agricultura. En los últimos años se ha incorporado, por presión externa, la idea de RESPONSABILIDAD SOCIAL, un término aún débil de definir y de aplicar. Es como una medida correctiva ante tantos errores y abusos hechos sobre el medio ambiente y sobre el entorno social. Lo malo que este está amarrado a los términos económicos de cualquier empresa; ahora bien, en un momento como el actual de recesión creada por el mismo mercado, ¿qué irá a pasar con el rubro de responsabilidad? ¿será lo mismo que va a pasar con todos esos cientos de trabajadores que ya están despedidos para optimizar costos, ergo ganacias? Al final de cuentas la responsabilidad no es tal en situaciones como estas. Por eso, indago qué se entiende por Responsabilidad; no creo que la entiendan como bien la explicó Sartre.

6) La idea de globalización se acerca cada vez más a la estandarización de la gente para que sea fácilmente "estimulada" para el consumo. La facilidad radica en que se nos ha hecho creer que es más rápido, mejor y útil. Bajo ese criterio hemos desechado tanto territorios como lenguas, como especies de animales y vegetales, como ideas. El triunfo de este sistema será la estandarización de las ideas como ellos las quieren. El primer paso está en la estandarización de los jóvenes, se está logrando. Como reza el proverbio árabe: "el hombre se parece más a su tiempo que a sus padres"

7) En la ironía del mercado, todo puede ser comercializable, incluso el hambre, la enfermedad y la muerte. Negarlo es hacer el papel de ingenuo o hacer el tonto para seguir con sus oscuras intenciones. ¿Por qué demoramos con la energía solar? ¿se está esperando para ver cómo controlarla y después vender dicha energía como sucede ahora con el petróleo?
Como ha escrito Óscar Ugarteche en su artículo en PUNTO DE VISTA en El Comercio (sábado 07 de febrero), es el momento de pensar ya en otras cosas, pero la gente tiene miedo de dar el paso; volvemos a los fantasmas de los cuales mencionaba al inicio de esta reflexión. Valientemente Ugarteche pone los puntos sobre las íes. Un experimento más no va a poder aguantar la humanidad, dejar todo en manos de imbéciles que han salido libres de polvo y paja (y además, tengo entendido, recompensados, cosa que ha irritado a Barack Obama) y que tengan aún un gran grupo de ciegos que apoyen dicho sistema (caso el gobierno de Alan García y su gabinete). En su filosofía, lo social y ambiental NO encajan, son palabras vacuas y pueden ser utilizadas como maquillaje para tapar cicatrices.
Tengo el presentimiento que muchas cosas más se ocultan al ciudadano de a pie. Ahora vemos a los personajes nefastos de nuestro gobierno haciendo campaña para que el motor de ese tipo de economía no se pare, mejor dicho: haz mercado con productos peruanos. Pero como bien ha escrito Hildebrandt en su blog ¿qué producto comprar? Después de todo, atrás de ese producto habrá un tipo que estará gozoso que le llenes sus arcas, sea peruano, chileno, ecuatoriano, japonés o chino. En fin.

lunes, 12 de enero de 2009

RESPONSABILIDAD SOCIAL, CHAVIMOCHIC, SARTRE Y OTROS MENESTERES


La definición de la responsabilidad social de la empresa admite varias acepciones, pero todas coinciden en que se trata de un enfoque que se basa en un conjunto integral de políticas, prácticas y programas centrados en el respeto por la ética, las personas, las comunidades y el medio ambiente. Se emplea para describir una amplia variedad de iniciativas de orden económico, social y medioambiental tomadas por empresas, que no se fundan exclusivamente en requisitos jurídicos y son, en su mayoría, de naturaleza voluntaria (tomado del CINTERFOR, centro creado por la OIT) Quiero usar literalmente esta descripción bastante rica y exacta de los conceptos generados por estas dos palabras (RESPONSABILIDAD SOCIAL). Me gusta mucho ver que el tema central se enfoca en el respeto por el entorno.

En los últimos años, luego de haber negado por mucho tiempo la implicancia que cualquier empresa genera (o inflinge) en su entorno social y físico, la toma de conciencia ha ido paulatinamente ganando terreno en el empresariado y los gobiernos, ya que los cambios que se han ido gestando en el tejido social y el medio ambiente han ido pasando la factura a los gestores de dichos cambios y a la sociedad en su conjunto. Así pues, cualquier hecho que el ser humano realice ha de provocar algún tipo de cambio, desde el más pequeño hasta el más grande y dramático.
Quiero ahora tomar a un filósofo, Jean Paul Sartre, para poder explicar, aunque no se crea, de manera más sencilla lo que es RESPONSABILIDAD. Tomemos un sencillo ejemplo: cuando uno come una cáscara de plátano y la lanza al piso e inmediatamente no ve a nadie caerse, resbalar o algo por el estilo, el causante del hecho no percibe cambio alguno y se va con la conciencia de no haber hecho nada que lamentar; pero, 3 ó 4 días después, por desgracia una persona resbala. Generé esta pregunta a varios alumnos míos y la mayoría respondió, tal como lo sospechaba, que el que había lanzado la cáscara no era culpable por el tiempo transcurrido; esta ha sido la forma de pensar de muchas personas, entre ellas las del mundo empresarial; en el mundo de la minería, industria, pesquería, agricultura, etc. hemos visto siempre el lado creativo y ejecutivo de las personas, pero poco nos hemos detenido para ver las consecuencias de sus accionares; peor aún cuando dichas consecuencias no se manifestaban en el tiempo de la conciencia inmediata; tendemos a olvidarlas. Sin embargo, el avance de la ciencia en los últimos dos siglos nos ha permitido identificar con más certeza y coherencia los efectos causados por los hombres sobre su entorno. Esto ahora no lo podemos negar. Frente a esto, he leído algunos textos necios que quieren rechazar esto aduciendo que es una suerte de propaganda de personas que estaban en contra del progreso. De todas maneras, quisiera preguntarles qué es lo que ellos entienden por progreso.
Hace muchos años, cuando el proyecto CHAVIMOCHIC aún no era una realidad, una persona me alcanzó un texto sobre este proyecto soñado por la colectividad liberteña. Al leerlo, recordé que en Arequipa se había llevado a cabo un proyecto bastante caro y descomunal, el MAJES, que implicaba desvío de ríos para irrigar un gran valle desértico. Era el año 1971. Este proyecto generó varios cambios sociales en la región, una fuerte migración de la cual mucha gente se quejaba; pero, como se hallaba relativamente lejos de la ciudad (accidentes orógraficos la separan), no fui testigo de cambios climatológicos notables. Ahora bien, quizá sería interesante ver si las recientes y secuenciales sequías de las zonas aledañas tengan alguna relación con este megaproyecto. El equilibrio climatológico nos puede dar tremendas sorpresas insospechadas.
Desde la construcción de las etapas I y II del proyecto CHAVIMOCHIC en los años 80 en adelante, nuestros pequeños y raquíticos valles comenzaron a cambiar; ahora uno puede ver un nuevo color, el verde, a lo largo de la Panamericana sur hasta Chao. Nuestra Región se volvió en una zona agroexportadora (ahora en crisis a causa de nuestras marcadas dependencias con el mercado exterior). La Región comenzó a recibir ingentes cantidades de migrantes, cambiando la fisonomía social de nuestros valles; no en vano se van a construir casi 3000 viviendas entre los valles de Chao (con el megaproyecto habitacional Ciudad del Valle del Sol) y Virú. Mas, algunas zonas urbanas de Virú se vieron afectadas por el crecimiento desmedido de la napa freática, causando el colapso de varias construcciones de material noble, inclusive; o generando una elevada salinización de algunos suelos, volviéndolos estériles. La construcción del gran canal colector que transvasa las aguas del Santa a nuestros ríos ha cambiado profundamente el contexto físico de nuestros valles. En varias oportunidades, hablé con gente ligada a Chavimochic y me comentaron la necesidad de trabajar en drenajes a lo largo de dichos valles con el fin de descolmatar sus napas, algunas peligrosamente cerca de la superficie. Sé que algunas ya se acercan a los cimientos de casas y edificiones, no sólo en zonas urbanos marginales sino en zonas residenciales como el Golf con los consiguientes daños que esto puede provocar en las construcciones. Además, el afloramiento de ciertas aguas subterráneas en zonas que fueron pantanos son una velada amenaza no sólo contra las construcciones, sino por la salubridad de nuestra ciudad; la presencia de pantanos hace generar un riesgo sin precedentes a nuestra sociedad, condenada a algunos males endémicos, como el paludismo (el cual incrementa alarmantemente de manera silenciosa).
Ahora estamos viviendo un fenómeno que se irá recrudeciendo según pasen los años: las lluvias regulares de cierta intensidad. Recuerdo cuando llegué a vivir a Trujillo mi primera vez (1973) la ciudad tenía un clima seco, bastante benigno, lo que permitía la presencia acentuada del adobe en sus construcciones. Cuando me instalé en 1992, la ciudad ya mostraba ciertos cambios; humedad, lluvias esporádicas casi monzónicas (pero breves, felizmente). La ciudad ha crecido de manera violenta y, en muchos casos, sin un orden. Se han ocupado zonas de alto riesgo (quebradas, por ejemplo) así como se han hecho obras de servicio vial sin contemplar las condiciones en las que estamos viviendo. Cualquier persona que conoce geografía y con sentido común sabe que la situación de humedad nos ha convertido en más "tropicalizados". Ahora se está hablando con cierta ligereza y vehemencia de una tercera etapa de este megaproyecto, sin haber arreglado lo causado por las dos primeras etapas.
Toda esta extensa introducción y explicación nos permitirá entender la razón por la cual escribí esta opinión basada en la Responsabilidad Social y su vinculación a Chavimochic; este proyecto ha generado grandes cambios que amerita la participación directa de sus directores y ejecutores en los planes de prevención en la expansión de la ciudad. Esto, sin embargo, nos permite discutir de un concepto más, la prevención. Mucha gente se va a comenzar a reunir para dar medidas de prevención. A estas alturas, eso es ya una equivocada idea. Lo que se va a hacer es tratar de dar alguna solución a los problemas críticos que se nos vienen: algunos ya son inevitables e irreversibles. Pero deben ser enfrentados con inteligencia y no con criterio político o meramente económico mezquino.
Es una crisis que nos va a enseñar (y espero que de una vez por todas). ¿Por qué estamos frente a una crisis? Creo que la mayoría de casas no están preparadas para soportar un mes intermitente de lluvias; personalmente, esto me va a implicar un fuerte gasto en la construcción. Algunos dirán que será un gran motor de la alicaída economía; esto lo será para la gente ligada al ramo; pero los demás no lo vemos así: creo que nadie había previsto hacer un fuerte gasto en la casa de uno para reparar techos, abrir zanjas de desfogue, calafatear ciertas partes de la casa, etc.. Por otro lado, la Municipalidad y su plan vial deben ir tomando medidas en pro de la ciudadanía; no sólo el agua de la lluvia embalsada es una molestia para el ornato de la ciudad; es también foco de infecciones, así como un causal directo y grave del daño del ya venido a menos parque automotor de nuestra ciudad; hay que replantear el uso de rompemuelles y la urgente necesidad de crear una efectiva red de alcantarillado. Veámoslo así, el entorno físico de la ciudad ha cambiado y esto lo debemos asumir.
Queda pues trabajar duro en la preparación de nuestra ciudad con los agentes que han promovido dicho cambio, entre ellos el Proyecto Chavimochic. Reunirse a ver planes efectivos de contingencia y hacer las inversiones necesarias sin mezquindades. Nuestra ciudad está en juego, y es la ciudad en la que no sólo viven los empresarios que han rentado de dicho proyecto sino gran parte de sus trabajadores que les permiten acumular sus riquezas. Y una de las grandes metas en la Responsabilidad Social es la calidad de vida de los trabajadores de cualquier empresa. Y Chavimochic lo es.
He aquí una gran oportunidad, el momento está dado; espero que lo sepamos aprovechar.

sábado, 3 de enero de 2009

EL CIELO CAPRICHOSO DE CAJAMARCA


30 de diciembre. Llegamos por Transporte Línea a la ciudad de Cajamarca. El viaje que solía durar 6 a 7 horas aproximadamente, ahora se hace en casi 9 horas. La carretera a partir de Tembladera es una penitencia. Felizmente iba lo suficientemente cansado como para no haberme dado cuenta. Desperté cuando el brillo del sol serrano daba contra el bus y ya sentías, además, otros aires. Tan pronto bajamos del bus fuimos a nuestro hotel. La sierra tiene otro brillo solar y te da otro semblante (tanto por la dinámica de la vida, así como la altura, factor que no hay que desdeñar, dicho sea de paso).
Caminar por Cajamarca me hace ver los cambios sustanciales que ha tenido esta ciudad; la primera vez que vine fue en 1984. Era una ciudad pequeña, agradable, segura. Ahora las cosas han cambiado; pese a todo, pese a la falsa modernidad que se quiere vivir, aún puedes ver gente sana (para muchos, ingenua) que creen en tu palabra y en los vínculos que establecen contigo.
La ciudad tiene muchos lugares en ella para visitarla, ya que tiene espacios transcendentales para nuestra historia: tal es el caso del Cuarto del Rescate (valioso por lo que simboliza, no hay otro tipo de atracción que la justifique) que en cierta manera inicia el desplome del antiguo sistema de ese entonces y comienza a gestarse lo que somos ahora (muchos creen que lo que somos se inicia en la República: falso). Como era una suerte de centro inca reciente (antes estaba la cultura Caxamarca), la españolización no se hizo esperar y es por eso que esta pequeña ciudad tiene fastuosos monasterios y claustros como el de San Francisco y Belén, franciscanos y belenitas, encargados en la evangelización y planificación de los espacios que eran ocupados por los conquistadores. Esos eran sus trabajos. Interesante ver que la Catedral no es la iglesia suntuosa que debería ser, e incluso no tiene sus torres concluidos (eso era para evitar pagar impuestos). Una congregación evidenciaba su poder a través de la edificación de torres en sus iglesias; si eran dos, mejor marketing.
De este viaje debo rescatar dos interesantes visitas: las ruinas de Combayo, quizá una de las más interesantes necrópolis de nuestras antiguas culturas, situadas a unos 20 km. de Cajamarca, con cientos de nichos ubicados en las laderas de cerros bastante empinados. Hay una muestra de ello en la zona llamada Otuzco (en Cajamarca), pero su extensión palidece cuando nos dirigimos a Combayo. Hay, parece ser, aún zonas con tumbas aún selladas, algunas en lugares bastantes agrestes y con pequeños senderos trazados por pastores y su ganado de ovejas. La vegetación, incluso, protege a algunas tumbas de la simple vista de un visitante. La caminata para llegar a una ladera nos tomó algo de 2 horas. En el ascenso, veíamos al cielo lentamente oscurecerse. Nuestro guía, Segundo, nos había dicho que el cielo no nos iba a traicionar; ya lo había hecho el primer día, cuando llegábamos de Otuzco mismo (una lluvia refrescante para la caminata que hicimos); nos había sucedido al segundo día, luego de nuestras visita a la Granja Porcón (lugar siempre agradable en el cual sería ideal pasar nuestra vejez); nos sucedió por la mañana del mismo día que visitamos Combayo, luego de la visita a la siempre excitante visita a Cumbemayo. Para algunos las nomenclaturas y topónimos les toma algunos días aprenderlos y diferenciarlos, no escapé de ese grupo de viajeros. Al comenzar a descender, el cielo se iba oscureciendo paulatinamente, enviándonos sus señales de advertencia. Muy amable de su parte. Ya a pocos metros de nuestro auto, la lluvia se desató, caían gruesas gotas que hicieron que pronto mis pantalones estuviesen empapados. Rica lluvia que me hacía recordar a mi infancia en los meses de "verano serrano" en Arequipa. Ya en el auto, y con la música de Maná (el antiguo) la lluvia nos envolvía y de vez en cuando el sol nos golpeaba con sus rayos para darnos en bella y extraña sensación de luz entre las montañas con las gotas que caían por todas partes. Alucinante. Al llegar a Cajamarca, ya la penumbra de un cielo cargado de nubes había sumido a toda la ciudad en la oscuridad. Pronto el alumbrado público se encendió y era aún las 6 de la tarde.
Nuestro día de partida lo dedicamos a Kuntur (Cóndor) Wasi (Casa). Este viaje es sorprendente, tanto del punto de vista positivo como negativo. Debo empezar por lo negativo, ya que la carretera de acceso y salida hacia la costa es inefable. La recuerdo en 1998 y la belleza que esta carretera te daba: la sierra en un espacio de paisajes de carácter, no hay pierde. Cuando retornaba a la costa y veía esta suerte de llanura desértica, no podía evitar de hacer comparaciones odiosas. La sierra es un festín de imágenes para gran angular (el que hace fotografía lo entenderá bien). Ahora la carretera da lástima y temor (por un accidente). La primera vez que fui a Kuntur Wasi fui por el camino de Porcón. A pesar de ir por un camino de trocha, el viaje fue extraordinario. Así como en Cumbemayo se aprovecha el divortio aquorum de manera técnica, uno puede ver en esta ruta a la sabia naturaleza hacer esta división (la que ha hecho por millones de años). Y así es como llegamos al típico pueblo de San Pablo. En esta oportunidad, nuestra vía de acceso y salida fue por Chilete, feo típico pueblo que crece desordenadamente a los costados de la carretera a la costa. Nos comentaba el guía que esta va a ser la carretera alternativa que Yanacocha construye, debido a los conflictos con los pobladores de los pueblos de la carretera actual. Pero, valgan verdades, es el intenso tráfico pesado de camiones cargados de mineral que ha provocado el colapso de esta carretera. Hay tramos en los cuales dicha carretera desaparece y ves en el trayecto a vehículos con turistas aterrorizados que van en las camionetas Van especiales para ello. Ojalá que los tipos involucrados en este manejo (Ministerio de Transporte, Gobierno Regional y las compañías mineras -hay más de una-) se pongan de acuerdo y la arreglen de una vez por todas. Llegar a Kuntur Wasi es toda una "experiencia religiosa": rodeada de cerros y hondos abismos, vemos en la parte superior al centro ceremonial; la misión japonesa (cuándo no ellos, todos pulcros) tiene el lugar bien señalizado y en la medida de lo posible mantenido adecuadamente. Se han puesto réplicas para evitar algo muy frecuente en la zona: el cáncer de la piedra. De esto sufren tanto monumentos prehispánicos (hay que ver lo que pasa con las ventanillas de Otuzco) como coloniales (la iglesia de San Francisco y la Catedral tienen todas las evidencias, además de sufrir por la excesiva presencia de líquenes que se adhieren a la piedra). Es por ello que los encargados del museo nos explicaban que algunos monolitos han sido enterrados nuevamente para evitar la incontenible erosión de los mismos. Al finalizar la visita al santuario, unas esporádicas gotas nos anunciaban que el cielo estaba presto a desplomarse. A correr al museo de sitio. El pequeño museo de sitio muestra ya algunos deterioros de cuando lo vi por primera vez en 2001. Pero se ve mucho más esmero en la museografía, y aunque no cuente con muchas piezas, las pocas que tiene son impresionantes, tanto por el valor histórico como artístico. Es una cultura de casi 3000 años y muestra sofisticaciones de culturas actuales. Creo que estas dos visitas nos hicieron ver, pese a todos los problemas que uno pueda hallar en un viaje cualquiera que la belleza de los espacios pueden transcender la estupidez humana. Ojalá siempre sea así.



sábado, 20 de diciembre de 2008

AMOTAPE, MUNDO POR VER


Amotape, este nombre lo venía escuchando hacía años cuando iniciaba esta vida de errante alma por este bello espacio. Soñaba algún día asomarme por este interesante espacio para poder rascar un poco su identidad. En 1998 fui por primera vez a Máncora. En realidad, la playa fue por mucho tiempo un espacio poco grato, personalmente, para disfrutar. Es por eso que, mientras mis demás amigos iban a playa a surfear, prefería ir en mi auto a ver qué de interesante había por los alrededores. Mi segundo día en Máncora fue de un largo paseo que terminó en Tumbes; en dicho trayecto me encontré con diversos carteles que indicaban diversas entradas a Amotape; bueno, decidí ingresar unos 15 kilómetros tierra adentro y me iba topando con un interesante (y cada vez más amplio) bosque seco; veía pasar además a muchos ciclistas veraneantes de Máncora (se notaba a leguas) ingresando a esta reserva natural. Iba solo con mi cámara y filmadora, y me detuve a ver muchos lugares interesantes, llenos de aves. Este fue mi primer encuentro.

El segundo encuentro fue casi de ubicuidad. Hace dos años fui al Bosque Seco de Pómac (en Lambayeque) y, aunque es más denso en vegetación, la presencia de numerosos algarrobos añejos me trajo a la memoria aquella ya remota visita a Amotape.

Este tercer encuentro -espero no sea el último - me tocó conocer el otro lado de este fascinante lugar, resulta que mi primer encuentro había sido con aquello que se llama BOSQUE SECO ECUATORIAL; esta última visita me ha permitido llegar al BOSQUE TROPICAL DEL PACÍFICO. Alucinante, dos ecosistemas relativamente próximos y con fauna y flora bastante distintas que muestran sus personalidades.


Habíamos llegado a Tumbes (ciudad un poco descuidada por las autoridades) luego de un día y medio de haber estado en un hotel en la playa de Zorritos (solaz esparcimiento, umm). Al llegar a Tumbes, buscamos el mejor hotel de la ciudad (Costa del Sol) para alojarnos. Estuvimos en este sólo 3 horas, ya que no había agua a nuestro arribo; luego de esas 3 horas sin líquido elemento (un buen baño y buen uso de los servicios era imposible y había gastado casi 300 soles por el día de hospedaje), decidimos mudarnos de hotel. Albricias. Esta gestión nos permitió hacer contacto con una agencia que hace viajes a Amotape: entre tanta situación sombría, aparecía una bella luz. Luego de comer en un restaurante simpático, nos encontramos con Yuri, quien iba a ser nuestro guía al día siguiente.
Lunes, nos levantamos temprano. Fuimos a ver la plaza de armas de la ciudad y lo que queda de algunas bellas casas que no cayeron durante el Fenómeno del Niño del 82-83 (fue desastroso). Una pena, ya que las nuevas construcciones no tienen un orden. Caminamos viendo algunos bonitos paisajes del río Tumbes desde el mamómetro de malecón que han hecho. Una cosa: Tumbes tiene un solo puente de conexión con el país. En el fondo creo que hay una sensación de pertenecer más a Ecuador que a Perú. El día que ese puente caiga, rompió su cordón umbilical con nosotros. Bueno.
Puntualmente, Yuri y nuestro chofer, Chapita, estaban en la puerta del hotel. Ya habíamos comprado galletas, fruta y rollos fotográficos, y sobre todo, agua (la íbamos a necesitar). Una vez ya premunidos, nos sentamos en la camioneta 4x4 que nos iba a llevar. En el camino nos detuvimos a cargar la camioneta con combustible de contrabando que viene del Ecuador; esto es terrible, pues ves a muchas personas vendiendo gasolina sin ninguna protección. El día que haya una tragedia (y la puede haber en cualquier momento) sólo todos se lamentarán. En realidad, la gente no aprende. El que haya muertos en un accidente así, la gente hallará una excusa (ese día me dieron varias: costo de vida, facilidad, etc.).
Dejamos ese triste incidente y salimos rumbo a una pequeña ciudad llamada PAMPAS DE HOSPITAL (recibió ese nombre durante el conflicto con Ecuador en 1941, donde se instaló un hospital de campaña); desde allí nos internamos por una trocha bastante accidentada, íbamos atravesando quebradas cargadas de arena y vegetación seca. Pero pronto la fisonomía de nuestro entorno iba cambiando. La vegetación se iba haciendo más densa. La trocha en algunos parajes es intransitable. Tuvimos que empujar el auto dos veces por causa de un enarenamiento. Salimos victoriosos, pese al ataque de los bichos y el calor. La trocha ahora se volvía más escarpada, huecos y ramas por todas partes. Excitante.
Ya la vegetación era otra, vimos los primeros ceibos, inmensos; en ellos veías también las salvajinas, una suerte de lianas pequeñas. También aparecían aves por todas partes.
De pronto, Gustavo vio un Pájaro Carpintero, totalmente rojo brillante, salvo su penacho y parte de su pecho. Quisimos tomarle una foto, pero hice una mala maniobra y huyó.
Unos minutos más y la trocha terminó. Hasta ahí llegaba la camioneta, el resto del camino lo teníamos que hacer a pie (un par de horas hasta EL CAUCHO, donde hay una estación de policía y una posada para biólogos y apasionados de la naturaleza). Nos contaba Yuri que el total abandono que existe por parte de las autoridades peruanas es increíble; los políticos se llenan de anuncios de apoyar a las provincias, mientras viven en Lima, henchidos de centralismo; mientras desde el lado ecuatoriano, la situación es diferente. Escuchaba esto con un tufillo de rencor y con bastante decepción de nosotros, sus compatriotas. Eso es verdad, la política de fronteras vivas no existe en nuestro país, sólo creen que esta es poner cuarteles y policías; pero no hay ni buenos colegios, ni maestros, ni hospitales ni buenos médicos. El maldito centralismo se siente aquí, donde el servicio de salubridad no existe y la infraestructura es sólo para los ecuatorianos. Indignante.
Pese a trago amargo de impotencia, la naturaleza te hace ver que lo que hagan unos pobres imbéciles desde Lima no llega a tocar la más pequeña rama de estos gigantes que ibas viendo por el camino.
Mariposas, aves, todos estos animales nos iban "pisando los talones". Los veías esconderse a la más pequeña hoja seca aplastada. Al llegar a la estación, nos encontramos con un bello remanso que resulta ser los inicios del río Zarumilla.
El retorno fue a paso sostenido, caminamos un poco rápido para llegar a nuestra meta. El calor era agobiante y sudábamos a chorros. El agua era una buena acompañante. Al llegar a la camioneta, sacamos el resto de víveres que habíamos dejado y comimos algo. Iniciamos el retorno.
La camioneta se movía ahora con más "agilidad". Chapita, nuestro chofer, ya recordaba mejor el camino. Ya llegados a Tumbes, conseguimos ir a un hotel barato, gracias a la gestión de Yuri, para tomar una buena ducha y descansar un poco. Habíamos cerrado un ciclo maravilloso.
Pero no puedo dejar de pensar que este lugar sería más bello y digno si la gente involucrada supiera valorar lo que uno tiene por delante; si a las personas que trabajan en esto se les diera un trato digno (sólo les pagan 50 soles por día y no les dan nada de comer ni aparejos para hacer el viaje); si los tumbesinos se dieran cuenta que hay que mejorar los servicios básicos para hacer un lugar agradable; si hubiera una mejor difusión. Muchos "si" para hacer un viaje extraordinario.
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lunes, 8 de diciembre de 2008

VIAJE SUFRIDO A HUARAZ



Huaraz es una ciudad extraña. Hacía exactamente 9 años que no había ido por esta parte del país y gracias a la insistencia de Melissa (¡cómo la extraño!) decidimos ir al Callejón de Huaylas. Como decidimos el viaje un poco precipitados, tuvimos que dirigirnos a una agencia de viajes. Eran los días feriados de año nuevo; íbamos a despedir el 2007 y recibir el 2008 en las alturas. Salimos el 29 de diciembre en un bus relativamente cómodo. Nos esperaba casi 8 horas de un viaje que podría ser más corto si las autoridades se decidieran hacer la carretera por Casma (muchos amigos me han dicho que ese sí es un viaje de paisajes extraordinarios). Llegamos a Huaraz a las 7 de la mañana e inmediatamente nos fuimos al hotel; un suculento desayuno después del merecido baño nos preparó para comenzar el día. No bien habíamos culminado nos dieron los nuevos datos, ya que nos habían dicho que por razones de fuerza mayor nuestro paquete había sufrido cambios. A remar.

Subidos en una combi con otros pasajeros, nos fuimos a un bosque de rocas (Hatun Machay) que quedaba camino a la laguna de Conococha. Primero se hizo la gestión del almuerzo, teníamos que asegurarlo ya que se planeaba regresar tarde, exhaustos y hambrientos. Conococha es una laguna extraña, rodeada de un vegetación poco frondosa (por la altura) y presentaba algunas zonas de su espejo de agua con congelamiento. Cuando salimos, el frío y la lluvia corrió a algunos de nosotros a nuestra movilidad. Ahora sí, nos íbamos a nuestro objetivo principal. Pero ya en el camino nuestro guía nos iba advirtiendo que él había frecuentado escasamente este lugar, aún así abrigaba la esperanza de que la íbamos a pasar bien.
Encontramos la ruta y comenzamos a ascender lentamente por la sinuosa trocha. A medida que íbamos avanzando, una densa niebla comenzaba a caer sobre la zona. Muchos no nos dimos cuenta de que prácticamente con ese fenómeno climático, nuestro paseo había acabado. Seguimos ascendiendo un poco más para ver algo del impresionante paisaje. Sólo niebla blanca y algunas siluetas difusas de grandes piedras. Avanzamos casi media hora más y nuestro guía se declaró literalmente perdido. Ni modo. Algunos bajamos por apremios primarios. La niebla permitía a muchos de nosotros ocuparnos con comodidad; las chicas tenían un poco más de problema (Freud en estas situaciones tiene razón). Luego, cuando ya veíamos el paseo abortado, decidimos aprovechar algo; algunos soltaron la peregrina idea de caminar por ahí; Melissa, ducha en la materia, nos llamó a la reflexión: perderse en esa niebla era fácil y podía complicar a todo el grupo en su retorno. Así pues, decidimos nuestro regreso a Huaraz.

Almorzamos en el lugar pactado. Bastante decepcionados, regresamos a Huaraz, pero pedimos ir a Monterrey en vez. Un poco de aguas termales para relajarnos. Pero lo que vimos sí fue ahondar más nuestra colectiva frustración. Melissa, Gustavo y yo mirábamos lo que alguna vez fue un lindo hotel con cálidas instalaciones. No. De los baños queda poco, sus servicios dañados o casi colapsados; en algunas las herrumbres y los óxidos hacen de ese espacio un lugar peligroso. Los baños no tienen ni punto de comparación con los Baños del Inca de Cajamarca. Decadencia total. Así que resignados regresamos a nuestro hotel para comer algo. Con vino y simpática comida terminamos el primer día.

CHAVÍN DE HUANTAR

Luego de un nefasto primer día, salimos a Chavín. Recordaba la ruta como algo muy accidentado, sin pavimentar. La primera vez que fui fue en 1985. Chavín no tenía servicios básicos decentes; ahora es otra cosa. La carretera está en varios buenos tramos bien tenida. El ascenso es sorprendente y tienes paisajes extraordinarios que merecen que vayas observando todo para no perder detalles. Llegamos a la laguna de Querococha e hicimos un buen alto en el viaje. Alucinante, luz solar límpida en un aire frío (estamos a más de 3 mil metros de altura) irradiaba todas las cosas, animales, personas, el lago. Seguimos nuestro camino. nos detuvimos a comer en un buen restaurante en el camino, poco antes de ingresar a Chavín. Comimos bien y barato: trucha, chicharrones, frutas del lugar.

Culminada nuestra opípara comida, nos fuimos a Chavín: llena de negocios, hoteles, restaurantes, se ha vuelto una suerte de Meca del turismo nacional y del internacional que visita nuestro país. El lugar estaba lleno y eso hacía un poco difícil la visita de las instalaciones. Como teníamos varias guías (libros) buenas, decidimos ir por nuestro lado, ya que en el grupo iba un grupete de niños majaderos que interrumpían las explicaciones. Chavín sí es un lugar magnífico y ha sido muy grato para mí hacer este reencuentro con este mágico espacio. Hay ahora nuevas secciones abiertas, profundos túneles que han sido descubiertos, luego de haber estado miles de años en el olvido e incluso sepultados. Hay zonas que tienen buena iluminación eléctrica, pero siempre hay vándalos que quieren convertir algo de esta histórica zona en su recuerdito del viaje. Idiotas.

A lo lejos oíamos los truenos, se acercaba una buena lluvia; fuimos apretando el paso. Nos apuramos para ver el pequeño pero interesante museo de sitio; hay piezas hermosas que necesitan urgente una restauración; en verdad, están ahí perdidas en la nada y en otros lugares serían piezas valiosas de sus colecciones museográficas. Es notable el trabajo en piedra (lo vi en los Huamachuco, pero éste es un pueblo que se desarrolló casi 2 mil años después).

Nos fuimos a nuestro bus y, de repente, la lluvia comenzó a caer en toda su furia, pronto las calles de la ciudad se anegaron.

En el retorno hablábamos con el guía sobre otros interesantes viajes de la zona. Pero lo más interesante y bello estaba por venir. Antes de entrar al túnel, el guía nos dijo que si para la parte de donde nosotros regresábamos estaba bajo la lluvia, al otro lado del túnel nos íbamos a encontrar con nieve. Creo que pocos lo escucharon. Pasamos el túnel y un manto blanco cubría las laderas de las montañas como parte de la carretera. Simplemente bello. Melissa estuvo feliz y nostálgica. Creo que la naturaleza nos enseña que la belleza está ahí y que debemos regresar a ella. Con este viaje cerramos el 2007. Cuando llegamos a Huaraz, nos preparamos para nuestra última cena del año y comimos rico entre abrazos y buenos deseos. Chavín de Huántar nos enseñó que sí podemos cumplir con nuestros mejores deseos.

martes, 14 de octubre de 2008

Para los demás de 40….




Por Eduardo Galeano

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora está bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡Nos están fastidiando!¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 65 años! .Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.
La goma solo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el "guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tire que ya se viene el modelo nuevo".
Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) .
Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos...
¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con que intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "este es un 4 de bastos".Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden "matarlos" apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: "Cómase el helado y después tire la copita", nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Ah ¡ No lo voy a hacer!
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.