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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 3 de marzo de 2019

ADIÓS A CUZCO (ÚLTIMO DÍA EN CUZCO, HASTA LA PRÓXIMA VEZ)




03 de octubre, último día en Cusco. Inicialmente iba a ser un día libre para todos, pero como el primer día perdimos la visita de cuatro lugares por las demoras de los chicos, decidimos hacer las visitas pendientes a Qenqo, Puka Pucara, Tampumachay y a un centro criaderos de auquénidos (llamas y alpacas) antes de ir al aeropuerto. El día iba a ser intenso y lo fue.
Me había levantado temprano. Decidí dar una vuelta para ver un gran mural que se halla en la Av. El Sol y dos iglesias que no habíamos visitado en la gira: Compañía de Jesús y La Merced. Antes de tomar desayuno con el grupo, tomé una de mis cámaras y salí a caminar por las siempre interesantes calles de Cuzco. Felizmente el hotel estaba muy cerca tanto del casco histórico, así como de la Avenida en la que se ubica un inmenso mural de la historia de la ciudad y con ella del Imperio Inca. Mi primer objetivo fue este gran mural que mide un poco más de 50 metros y que narra visualmente los mitos de la creación de la ciudad desde la prehistoria; el mural fue hecho durante nueve meses exactos por el artista Juan Bravo Vizcarra (cuzqueño). 







Este mural tiene más de 26 años y fue el más grande cuando fue hecho. En la actualidad, el más grande se halla en Trujillo, iniciado por Rafael Hastings. He aquí más información de este bonito mural cuzqueño que no hay que perder en la visita a esta ciudad (https://muralesdelcusco.wordpress.com/mural-historia-del-cusco/). Luego de las fotos, me dirigí a tomar algunas a estos dos monumentos religiosos previamente mencionados, no sin antes pasar por la Iglesia de Santo Domingo para unas últimas tomas. Lo bonito es ir por el Calle (Callejón) Loreto que va paralela a toda la majestuosidad de la Iglesia de la Compañía. Sales a la Plaza de Armas y te encuentras con todo el conjunto monumental: la plaza en sí, la Catedral y la soberbia iglesia de la Compañía. Este es un monumento que debe de ser visitado con calma. Estuve en este muchas veces desde la primera vez que fui en 1973, pero siempre hay cosas nuevas que mostrar, restauraciones hechas y otros bellos detalles. A diferencia de Europa, Cuzco prohíbe tomar fotos a los interiores de sus iglesias, no sé por qué razón. La Compañía es una iglesia imponente. Ubicada en la Plaza de Armas (como en Trujillo, Arequipa), es un regio monumento religioso edificado sobre el antiguo palacio Amaru Cancha (dios Serpiente de la sabiduría y astucia). Este monumento tuvo una primera versión que se comenzó a construir en 1571, pero tuvo un colapso total en el terremoto del 31 de marzo de 1650. Tras este sismo, se construyó este nuevo edificio que utilizó las piedras del Cuzco incaico y que mandó a edificar una serie de bellos altares, que tuve oportunidad de ver con anterioridad. El edificio cuenta con el altar barroco más grande del Perú. Imagino cuál habrá sido su belleza interior antes de la expulsión de los Jesuitas, cuyas iglesias fueron desmanteladas y muchos de sus tesoros enviados a España. Aquí hay más datos sobre esta magnífica construcción (http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2009/09/27/la-iglesia-de-la-compania-del-cuzco/). Algunas iglesias, como la de Trujillo, no volvieron a ser retomadas por la congregación a su retorno al país. Las portadas (principal y lateral) son impresionantes, pero algunas intervenciones (cables eléctricos, por ejemplo) han afeado su aspecto general y varios de sus detalles; igualmente, la presencia de muchas palomas (no solo en esta iglesia) ha generado un daño paulatino en la piedra por sus excrementos. Tengo entendido que están buscando algunas estrategias para ahuyentar estas aves que han proliferado de manera considerable.
Como era muy temprano, la iglesia estaba cerrada y no se ofrecía culto. Sin embargo, sí encontré la iglesia La Merced con misa, lo que me permitió entrar a ver esta iglesia tan poco visitada en los circuitos, pese a tener una de las más bellas custodias del país en su museo.  Esta custodia la pude ver en 1973, 1977 y en mi visita de 1991. Cuzco es una ciudad que tienes que visitarla por lo menos durante tres días para ir viendo sus viejas casas, sus barrios antiguos y sus bellas iglesias. Aquí hay más información sobre La Merced, la cual con la de San Francisco, son dos bellas iglesias poco visitadas. (http://www.qosqo.com/qosqoes/merced.html). Regresé para tomar desayuno, uno consistente, pues ya retornábamos a Trujillo, vía Lima.




Listos ya, salimos hacia Q´enqo o Kenko. Este no se halla lejos de Cuzco (unos cuatro kilómetros) y está cerca al parque Sacsayhuaman. El significado de este lugar es “laberinto”. Y lo es, casi natural por la disposición de las grandes rocas e intervenido respetando las formas de las piedras que conforman este interesante monumento. Como muchos monumentos y la cultura Inca en proceso de investigación más detallada sobre la cosmogonía y su funcionalidad en la vida diaria, este parece vinculado al culto de la serpiente o Amaru. Es un templo para vincular la deidad con la tierra, con el Kaypacha. Era un lugar de sacrificios, sobre todo de animales de pelambre oscura o negra. Es posible que se hallan sacrificados niños recién nacidos. Se sacrificaban “los más bellos”, según la crónica de Juan de Betanzos. Ingresar a las galerías estrechas y oscuras es una experiencia interesante. Hay una piedra de especial pulido en una suerte de sala principal adecuada por la forma de la roca. Viendo los monumentos incaicos, es bastante sorprendente los logros hechos con el delicado tallado lítico sin haber contado con herramientas sofisticadas u otros equipos que hubieran ayudado a hacer estos primorosos trabajos en menos tiempo. Pero pensar de esa manera nos demuestra lo miserable que se ha vuelto nuestra vida de apurado, de rapidez, de hacer cinco cosas a la vez, de “ahorrar tiempo” … y no sabemos para qué. Contemplar las obras arquitectónicas incaicas debería ser nuestra terapia contra la modernidad. Ya regresando al bus, se podía ver una buena vista panorámica de la ciudad. Aquí información del lugar (https://arqueohistoriaperuana.blogspot.com/2016/11/sitio-arqueologico-de-qenqo-cusco.html)
 Seguíamos nuestra ruta ahora hacia Puca Pucara. “Fortaleza Roja”, construcción tampoco alejada del Cuzco, pues se ubica a unos seis kilómetros. Posiblemente tenía una función militar, la de acoger las tropas del Inca cuando iba a los baños de Tampumachay, lugar bastante cercano. El monumento en sí está asentado sobre una formación rocosa irregular; esa es la razón por la cual es bastante accidentada la distribución del espacio. Hay un muro externo de piedras de tamaño regular. Ninguna de las construcciones pétreas tiene rocas labradas grandes como se ve en lugares como Sacsayhuaman. Los incas acoplaron sus construcciones al espacio que iban ocupando; como los jardines japoneses, los pueblos andinos no violentaban el espacio natural, por el contrario, aprovechaban sus formas para ensamblar las construcciones que tenían variado uso: religioso, militar, económico. 



El nombre de este sitio arqueológico deviene del color rojo que tiene la piedra caliza que es la base del mismo. No fui testigo de ese color rojo, razón por la cual lleva ese nombre, pero comentan que es importante verlo al atardecer casi anocheciendo, momento en el cual se puede observar ese espectáculo. Debo admitir que, aunque haya venido numerosas veces a este lugar, incluso en horas vespertinas, no tengo un recuerdo de esa explosión cromática. Espero volver para retener con mayor atención esos momentos. La visita a este lugar estuvo planificada por la tarde del primer día que llegamos a Cuzco. Aquí dejo un vínculo para mayor información (https://arqueohistoriaperuana.blogspot.com/2016/11/sitio-arqueologico-de-puca-pucara-cusco.html) (https://www.boletomachupicchu.com/datos-fortaleza-puca-pucara/).
El último lugar a visitar en cuanto restos arqueológicos fue Tambomachay o Tampumachay. Este es un lugar de un evidente culto al agua y se halla a solo 7 kilómetros de Cuzco. Las aguas solo podían ser usadas por el soberano y quizá la panaca real. Se ve un complejo de canales y cascadas en el marco de un espacio geográfico simpático. La cascada principal tiene unas hornacinas en la parte superior. No llega a ser tan impresionante en el manejo de aguas como Tipón, pero sí se ve mucho esmero en los muros acabados, así como en los canales. El sistema aún funciona, no sé si ha sido reconstruido íntegramente o se mantiene tal como está a través de los siglos. Imagino cierta intervención en su mantenimiento. Es un monumento que, en conjunto con Puca Pucara, recibía a los visitantes que llegaban del Antisuyo, de la selva, en dirección al Cuzco. Aquí más datos para estudiar el lugar: http://repositorio.uandina.edu.pe/bitstream/UAC/886/3/Pavel_Tesis_bachiller_2017.pdf





Como íbamos contra el tiempo, nuestra visita fue un poco rápida, puesto que nos faltaba un último lugar: un centro dedicado a la crianza de auquénidos (sobre todo, alpacas) y productos manufacturados de su lana y otras artesanías: Textiles Ccori Vicuña. La visita fue simpática, las alpacas ya están muy acostumbradas a recibir visitas de toda índole. En el lugar de ventas, había un bello retrato de madera que representaba la figura de Santiago Mata Indios. El precio me pareció módico.





Ya todos en el bus para ir al aeropuerto, con nuestras maletas y todo lo necesario, nos dirigimos al terminal aéreo para hacer nuestro chequeo y dejar las maletas que iban de tránsito por Lima en dirección a Trujillo. Así terminé mi reencuentro con Cuzco. Hay que volver.





domingo, 25 de noviembre de 2018

MACHU PICCHU, EL REENCUENTRO





Lunes 01 de octubre. Casi dos décadas después retornaba a Machu Picchu. La primera vez que estuve fue en 1973, en mi viaje de promoción.  Como imberbe que era, no aprecié en toda su dimensión el bello lugar que estaba visitando entonces. Lo aprecié mucho más en 1977 en una segunda visita y luego en años posteriores. Los primeros años era alucinante ir a la estación de tren en Cuzco para salir a Machu Picchu y La Convención por una ruta de ascenso loquísima: subíamos en zigzag alternando la dirección del tren de acuerdo al momento de cambio de riel. Era una bonita experiencia, pero demorabas una eternidad. Ya en los 90 se iba desde el Valle de Urubamba a visitar este sitio arqueológico. Y el punto de partida y retorno es Ollantaytambo.
Ese día, todos nos levantamos temprano, preparamos nuestros maletines y listos para la caminata del lugar. La idea era dejar el mayor número de cosas en nuestros buses para hacer la visita de manera ligera y apurarnos en los controles que suelen ser engorrosos. Dejamos atrás nuestro simpático hotel, pese a que a los chicos no les gustó mucho por la cena (gourmet) que molestó a adolescentes hambrientos como lo son ellos. Pero las instalaciones, los servicios en general fueron buenos. Ya el desayuno calmó un poco los ánimos. Nos dirigimos a Ollantaytambo, lugar que habíamos estado el día anterior. El tren ya estaba en la estación y solo era cuestión de buscar nuestro vagón. Dejamos nuestros buses en el estacionamiento asignado y nos dirigimos al único andén. Luego de corregir algunas situaciones con nuestro grupo, nos ubicamos casi todos en uno intermedio. El viaje dura casi una hora y atraviesas una vegetación feraz, muy verdosa. La verdura te rodea, ya estás en ceja de selva. Sé que esta zona ha estado muchas veces sometida a un estrés hídrico, además de fuegos intencionales y naturales que han dañado el ambiente. Pero la verdura cubre rápido la zona y el verde es el color que descuella por sobre todas las cosas. Y esa es la característica notable de Machu Picchu; no solo la piedra se destaca, sino la armonía entre esta en las construcciones y la naturaleza verde, invasiva, imponente que la rodea. Es el orgullo de la técnica inca, de la cultura precolombina y cuyas estelas quedan en nuestros días.
Llegamos a Aguas Calientes, la parada definitiva para comenzar nuestro ascenso a Machu Picchu. Felizmente el grupo numeroso se movió rápidamente y logramos ingresar relativamente temprano al santuario. Los guías ya nos esperaban, la gestión fue rápida, salvo un incidente que fue rápido solucionado. Ingresamos rápidamente al santuario y seguimos los senderos que están muy bien delimitados. La primera vez, recuerdo, los caminos eran más “libres” e, incluso, uno podía subir al Huayna Picchu sin tanto control. Ahora hay más control, pero también más gente, mucha gente, olas de personas que entran al lugar. Machu Picchu sigue siendo un misterio, hay tantas hipótesis, algunas tan chifladas como la que fue hecho por extraterrestres y otras locuras. Sé que Choquequirao es igual de fascinante, aunque las formas de acceso aún son difíciles. Machu Picchu tiene tantas cosas para la imaginación. Y lo más soberbio es el paisaje que le da un aire especial.  





Aquí algunos datos para leer o ver: (http://www.enjoy-machu-picchu.org/es/historia/historia.php), (https://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/esconde-algo-machu-picchu_7016/3) (https://www.youtube.com/watch?v=8hXb3dsLC1I) (https://historiaperuana.pe/periodo-autoctono/machu-picchu/) . Casi al final de la visita, cayó una ligera lluvia que no prosperó. Un poco antes de terminar la visita, una de nuestras alumnas tuvo una descompensación y tuvimos que acortar el recorrido; ya en la salida, actuamos rápidamente para poder descender a Aguas Calientes e ir a almorzar con todo el grupo a un buen restaurante. Recuerdo en mis primeras visitas, Aguas Calientes no pasaba de ser un mero poblado. Ahora está lleno de hoteles y diversos servicios a los turistas de todas las categorías, para todos los bolsillos. Fuimos a un buen restaurante con un buffet extraordinario. Los chicos comieron hasta el hartazgo, lo único que no estaba incluido era la bebida gaseosa, pero todo lo demás había en abundancia. Varios chicos salieron con los profesores a caminar; quedé con Maricé a conversar y a seguir disfrutando del buen café de La Convención, cerca de Aguas Calientes. Luego de un rato, salimos a caminar con el resto de chicos que quedaban una vez que acabó de escampar las últimas gotas. Durante el almuerzo cayó una fuerte lluvia, habitual en la zona. Nosotros, guarecidos y engordando, veíamos las gruesas gotas que caían.



A cierta hora nos fuimos ya a la estación para retornar a Ollantaytambo, donde nos esperaban nuestros buses. El retorno fue un poco agotador. Ya en Ollantaytambo abordamos nuestra movilidad y nos dirigimos al Cuzco. A medida que avanzábamos, íbamos sintiendo la altura. Llegamos directamente a una pizzería para cenar. Luego nos fuimos a nuestro hotel para descansar luego de la extenuante jornada. El martes 02 nos íbamos al sur de Cuzco. Allí vería una belleza que nunca había visitado antes: Tipón.   






sábado, 24 de noviembre de 2018

CUZCO. SEGUNDO DÍA. POR EL VALLE SAGRADO




Domingo 30 de setiembre. Nos levantamos temprano, pues este día nos íbamos del hotel dejando las maletas en custodia para hacer un viaje por el Valle Sagrado y cerrar en un hotel en Urubamba de donde saldríamos temprano el lunes 01 de octubre para visitar Machu Picchu. El desayuno en el lugar era suculento, diversos jugos, frutas, mermeladas. Ricos panes. Para no quejarse. Sin embargo, varios alumnos se levantaron con malestar y tuvimos que ir a la clínica por dos de ellos. Eso nos iba a tomar un tiempo y se perdió la visita a dos interesantes lugares: Chinchero (lugar que había estado en varias visitas previas) y Moray, lugar que era nuevo para mí. Ya habrá otra oportunidad. Tras salir de la clínica, nos fuimos en un taxi a Maras, donde íbamos a encontrarnos con el resto del grupo.
Maras, un nombre que había oído hablar con regular frecuencia iba a ser un verdadero descubrimiento. Un salar que gracias a su distribución por pisos escalonados se ha hecho famoso mundialmente; llegamos cuando el grupo ya estaba terminando su visita. Como estábamos en periodo electoral municipal y regional en todo el país, esta zona no era la excepción. Y como era el último domingo electoral (las elecciones fueron el 08 de octubre), las calles de pueblos y las carreteras estaban pobladas de caravanas electorales y sus candidatos. Todo era una fiesta.



Llegamos a la entrada de las salinas y pudimos ingresar al lugar. La caminata no es tan accidentada, salvo de que llevábamos varias cosas que felizmente logramos dejar en el bus que nos estaba transportando en el viaje. En nuestro maletín llevábamos una muda de ropa para el día siguiente, además que íbamos a quedarnos a dormir en un simpático hotel ya en Urubamba. Descendimos al lugar a través de un camino ya cargado que tiendas que te venden la sal del lugar de todos los colores, pesos y precios. La comunidad le ha sacado provecho a esta riqueza que anteriormente no fue apreciada en toda su dimensión. Estuve leyendo algunos artículos al respecto, ligeros y de investigación, que comparto (http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/espacioydesarrollo/article/viewFile/10636/11107) (https://www.viajaporperu.com/blog/cusco-el-misterio-de-las-salineras-de-maras-y-la-deliciosa-sal/). Me gustaría leer el artículo Las salineras de Maras: organización y conflicto de Abdón Palomino Meneses, publicado en 1985 en la revista Allpanchis de Cuzco. Parece que para haber llegado a donde están ahora los de esta comunidad han tenido un accidentado camino por recorrer, sobre todo en la propiedad y el control de la misma. Para complementar la lectura del interesante uso de la sal, hay que leer la investigación de Bernhard Wörrle sobre el uso de la sal entre los indígenas y mestizos de América Latina (https://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?referer=https://www.google.dk/&httpsredir=1&article=1065&context=abya_yala). Se lee sobre el lugar en las páginas 34-35; 45; 70 (muy interesante); 98 - 100 (explica un grave conflicto de la zona con el gobierno y el monopolio de la sal, muy interesante); el texto sí vale leerlo. Una cosa que notamos fue que los lugares prohibidos para acceder (había carteles con esas instrucciones) era "invadidos" por turistas, sobre todo peruanos, que no acataban las reglas. Problema de compresión lectora o estupidez supina de algunos turistas que no lo son.




Como ya casi era mediodía, nos fuimos a almorzar en un lugar que servían un atractivo y diverso buffet. Ya todas las rutas están asfaltadas y el desplazamiento fue rápido a nuestro objetivo. La mayoría tenía un hambre de lobos. Nos tomó todo con una pequeña pausa, una hora aproximadamente. Luego del almuerzo, nos dirigimos a Ollantaytambo, la fortaleza del general inca Ollantay, quien se volvió en el principal personaje de la obra teatral anónima que lleva el mismo nombre y que, según la obra, se refugió en este lugar desde el cual realizó sus actividades rebeldes contra el Inca Pachacútec, quien le negó el permiso de casarse con la princesa inca Cusi Coyllur. Aunque todo apunta que el personaje sí existió, el final de la vida real difiere de la obra teatral: en la obra, este es perdonado por Túpac Yupanqui, hijo de Pachacútec; pero en la vida real, Ollantay fue ejecutado por Huayna Cápac en este pueblo que se llamaba Tambo, por lo que se comenzó a llamar Ollantaytambo. El texto de los hmos. Elorrieta habla de una zona áurea y mítica. Describe un personaje mítico llamado Tunupa, el cual puede “verse” en una gran formación rocosa opuesta a las ruinas del sitio. Aquí hay más datos al respecto ( http://blog.redbus.pe/lugares-turisticos-de/cusco/fortaleza-ollantaytambo-valle-sagrado/). Antes de llegar al lugar, pasamos por una pared escarpada de la cual penden las famosas habitaciones de este hotel de alturas, el famoso Skylodge (http://www.di-conexiones.com/skylodge-un-hotel-colgante-en-las-montanas-del-cusco-en-peru/). Ingresar a la población fue todo un rito: un domingo pueblerino, con mitin político en la plaza de armas y cientos de buses cargados de turistas de todo el mundo. Un mar de personas subía y bajaba las escalinatas de esta bella construcción lítica, con grandes construcciones. Aquí más reseñas de su historia, rica y compleja (https://www.arqueologiadelperu.com/ollantaytambo-la-ciudad-inca-viviente-en-el-valle-sagrado-de-los-incas/?print=pdf) (https://docplayer.es/37260356-Arqueologia-y-etnohistoria-de-ollantaytambo.html). En realidad, el ascenso puede ser penoso si no estás habituado a caminar. Hay senderos que ameritan recorrer con calma para apreciar no solo la magia de las construcciones, sino esa sabia simbiosis que logró esta gran cultura andina con su entorno: se alió con la naturaleza para que convivir en paz en la medida de lo posible. Una cosa preocupante: muchas piedras están saturadas de líquenes, y esto afecta a la piedra de manera paulatina. Urge una limpieza cuidadosa. Un texto más, muy interesante: (file:///C:/Users/Gerardo/Downloads/Construyendo_un_paisaje_inka_La_conversi__1_.pdf)  Al descender, compré un libro para ahondar más sobre esta zona. Retornamos a nuestros buses para irnos a nuestro hotel en el cual pernoctaríamos para salir temprano con destino a Machu Picchu.






Fin de nuestra segunda jornada.