El presente artículo surge de
una conversación informal con tres compañeras de trabajo de diversas edades. De
manera franca, comentaron situaciones embarazosas de tocamientos indebidos que
les tocó la mala suerte de vivir en diversos espacios a través de sus vidas: la
calle, el cine, el transporte público. Mientras comentaban sus lamentables
experiencias, la impotencia, la inseguridad, el miedo y la vergüenza eran las cuatro sensaciones preponderantes que ellas sintieron
en esas desagradables circunstancias. Cuando tuvimos esa conversación, ese
mismo día se difundió la noticia de la sentencia a muerte de 4 jóvenes hindúes
que habían violado y asesinado atrozmente a una estudiante y golpeado
mortalmente al novio de esta. Los atacantes actuaron cruelmente contra la chica
a vista y paciencia del chofer del bus en el que se realizó tan cruenta
transgresión. Aunque es una solución extrema, sí es un logro para una sociedad
que tolera y justifica vejámenes contra las mujeres por su condición como tal
en un contexto cultural.
Estas dos experiencias me trajeron
a la mente la tonada y letra del himno creado por el colectivo chileno Lastesis
que removió la sociedad latinoamericana y mundial (España, Francia, USA,
Turquía y Líbano) cuando comenzaron sus numerosas performances, Trujillo
incluida. El texto es muy directo y nos involucra a todos, pues no se hace
preguntas sino afirmaciones; estas identifican a diversos estamentos de nuestra
sociedad que, en su accionar, han permitido a lo largo de los siglos acciones
contra no solo las mujeres, sino contra grupos socialmente débiles como los
niños. Ejemplos cunden entre nosotros. Comencemos con uno reciente: los “pacos”
(policías) en Comas no atendieron el caso de violación de una niña de 13 años,
vejada por su primo; tampoco lo hizo un hospital que tiene la obligación de
atender a una persona vulnerable. En el caso de los jueces (aparato judicial),
basta recordar las actividades oscuras del exjuez César Hinostroza quien negoció la
pena para el violador Alfonso Ruiz Grández. El Estado y su cabeza: hay muchos
ejemplos; en 2017, un buen número de congresistas votó en contra de una ley que
quitaba beneficios a violadores sentenciados sosteniendo una argumentación
lamentable; entre estos estaban Nelly Cuadros y Tamar Arimborgo. Otro caso,
ad-portas de las elecciones de este mes: la candidata para el Congreso por
Avanza País, Beatriz Mejía, declaraba que las víctimas de violación en nuestro
país no eran tantas, fuera de otros comentarios desafortunados; u otras
declaraciones de otra candidata quien ha llegado a confundir el término
“empoderar” a los jóvenes con incitarlos a la masturbación. Sus reflexiones son
desopilantes, pero hay muchas personas que se identifican con ella. Pueden
llegar al Congreso.
Así, las amargas sensaciones
vividas por mis colegas pueden continuar entre miles de mujeres, pues nos vamos
convirtiendo en cómplices de diversos tipos de violación.