El lunes 09 de diciembre celebramos el bicentenario de la Batalla de Ayacucho en la que se sella definitivamente la independencia política de las excolonias españolas en Sudamérica y concluyen las celebraciones oficiales bicentenarias. Con el fin conmemorar el largo bicentenario iniciado en diciembre del 2020 por el grito libertario de la Intendencia de Trujillo y que culminan con la famosa batalla de la Pampa de la Quinua, se esperaba una serie de festividades, edificaciones relevantes alusivas y eventos populares masivos del nivel necesario para resaltar esta efeméride tan importante no sólo para los peruanos, sino para el mundo americano y para todos los hombres que abrazan el ideal de la libertad. Además, como sucedió con el centenario de Leguía y el sesquicentenario de Velasco, era una oportunidad para mostrar un programa oficial propagandístico que mostrase a la sociedad y al mundo una imagen positiva de la sociedad peruana y su casta política. Sin embargo, los eventos realizados en estos últimos cuatro años no son más que el reflejo del caos político y la anomia social en la que nos hemos convertido. Cierto es que la pandemia estropeó las festividades del 2020 y 2021 limitándose muchas de ellas a la virtualidad, pero la caótica situación política vivida desde el breve gobierno de PPK hasta nuestros días (¡6 presidentes desde entonces!), más una serie de factores socioeconómicos nos muestran el deterioro de la sociedad peruana en su conjunto; todas en su conjunto han dado un golpe certero a estas galas americanas. Con una economía en “piloto automático”, las celebraciones se vieron muy afectadas cuando nos enteramos de que el Perú, “puma americano”, fue herido de muerte por la grave crisis sanitaria que desnudó la vileza y errores estructurales en cuanto, sobre todo, a la salud y educación nacionales: estos pilares quedaron muy debilitados por un sistema que postergó lo público. Los “micro” gobiernos de turno estaban más preocupados por sobrevivir que trazar verdaderas políticas de toda índole. Las deficiencias y vacíos en todo campo se han acentuado mucho más por las decisiones de una casta política impopular y avezada por los fines que busca, encabezada por la presidente más impopular del orbe. Quizás este sea nuestro máximo logro para nuestro Bicentenario: mostrar la sociedad fallida que somos a través de la podredumbre de un congreso, ejecutivo y presidencia que reúne todo lo fallido de nuestra nación tras doscientos años de vida republicana. Pero, en medio de la desastrosa infraestructura de los JJ Bolivarianos de Ayacucho (Oscorima de por medio), son los jóvenes deportistas quienes rescatan nuestro orgullo como nación. Son jóvenes que llegan con escaso o nulo apoyo público o privado, se sobreponen a toda adversidad y se logran colgar una medalla en su pecho para alegría de todos. Ellos son, realmente, el verdadero Bicentenario, luces con las cuales me identifico. ¡Qué duda cabe!
Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
Datos personales
- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 8 de diciembre de 2024
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