Lo de siempre. Como mediocres personajes de la novela 1984, nuestros representantes son un calco de un rancio cinismo que recorre la política peruana, cinismo que debilita la democracia cada vez más ante la ciudadanía. Si vemos todo lo que ha pasado en esta última semana, son cada vez más claras las intenciones de los personajes siniestros que pululan los Poderes Legislativo y Ejecutivo de nuestro mundo político: perpetuarse lo más posible para fagocitar al Estado y protegerse en todo, una vez culminadas sus labores políticas partidarias o funciones. Es evidente y notoria la actitud de congresistas y ministros de manipular a su antojo a la presidente más impopular del mundo, como lo informa el medio norteamericano The Intercept. Ya ni se preocupan en disimularlo como lo declaró abiertamente la congresista Patricia Chirinos. La alianza de partidos para cubrir a la Boluarte sigue impertérrita, así insulten a sus líderes en cualquier lugar. Las movidas que estos están dando contra los poderes aún algo autónomos como el Judicial y el Electoral apuntan a que la mesa esté servida de acuerdo a su propio menú, ese que está muy reñido con la sociedad en general. Lejos de que el Legislativo haya oído y actuado derogando las leyes impopulares que avalan el crimen organizado, ese que está corroyendo a los peruanos; los del Ejecutivo se la han pasado justificando y derivando la culpa contra las verdaderas víctimas de las bandas delincuenciales: los ciudadanos. Ante los ojos de estos personajes, por cuyas bocas circulan los sonsonetes de terruco o caviar (vaya pobreza argumentativa que muestran), nada se ha hecho para sacarnos de encima semejantes bodrios legales. Por el contrario, durante las manifestaciones en diversas ciudades peruanas de una sociedad harta de la inacción y complicidad por parte de los “padres de la patria”, la preocupación del Legislativo ha sido el Poder Judicial que ha actuado en algunos casos para contener la angurria de los todopoderosos congresistas y modular el debilitado equilibrio de poderes en la enclenque democracia peruana, mientras trataban de maquillar sus mamotretos legales “para calmar al vulgo”. Sin embargo, hay mucho por destacar y de lo cual poco se ha difundido en los medios masivos “oficiales”: el poder de las movilizaciones. Mientras Dina censura a los medios en una ridícula conferencia y acalla a artistas como Juan Acevedo por sus agudas historietas, la sociedad civil se ha dado cuenta de que sí puede hacer escuchar su voz. Los paros anunciados han dado muestras de un avance necesario de organización social para que los reclamos sean justos y apropiados. El derecho a la protesta contra todo aquello que nos hace daño es justo en búsqueda del bien común. Por eso, tal como van las cosas, sólo la sociedad civil puede lograr lo que ella necesita, pues de los personajes que pululan los corrillos del poder (salvo destacadas y pocas excepciones) no podemos esperar mucho.
2 comentarios:
Ciertamente estimado profesor Cailloma, nos encontramos en una anarquía total en la cual la gran víctima es el pueblo peruano rodeado de autoridades insensibles y nefastas, que solo velan por sus intereses personales olvidándose del fin para el cual fueron elegidos.
De acuerdo con tan acertados comentarios. Nos corresponde a cada uno desde nuestra trinchera denunciar los actos de corrupción del gobierno y del congreso, y generar una toma de conciencia en la población.
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