Marzo, retorno a aula tras 2
años de encierro y alejamiento escolar y universitario de los claustros
académicos. Salvo excepciones contadas en el mundo escolar, toda la vida estudiantil
se fue a lo virtual por la situación crítica sanitaria que expuso la triste
realidad que viven nuestros sistemas básicos sociales: la salud y la educación.
Las medidas adoptadas por la virtualidad pusieron en jaque a muchos colegios
pequeños y medianos tanto privados como públicos, y desnudó las grandes
falencias de la implementación de procesos virtuales en el mundo
universitarios. En este artículo, abordaré un tema de manera descriptiva y
reflexiva el mundo escolar y observaré algunos puntos vinculantes con el mundo
universitario.
Para muchos colegios del
sistema privado, las clases presenciales comenzaron desde el 01 de marzo, la
mayoría de manera híbrida. Los casi 8 millones de estudiantes de educación
básica, y los padres y profesores de estos (una gran masa de nuestra población)
comienzan a desaprender y reaprender protocolos. Salvo una mínima población
estudiantil del 2.6 % del total que llevó clases semipresenciales el 2021, el
resto tiene delante de sí nuevos desafíos desde lo sanitario hasta lo
pedagógico en sí. Todos hemos sido testigos del duro proceso que ha sido para
docentes, sobre todo, de saltar abruptamente a la virtualidad. En el 2020,
muchos colegios particulares pequeños y medianos cerraron, pues no tenían los
medios para implementar esta modalidad. Muchos profesores fueron a la calle, difícilmente
absorbidos por el sistema; algunos cambiaron de rumbos. Los alumnos fueron a
diversos colegios, la mayoría nacionales. El surgimiento de colegios virtuales (sin
ningún tipo de instalaciones) pudieron haber surgido en este proceso de
reacomodo. Esta migración por parte de los docentes fue todo un reto y
evidenció hondas brechas generacionales; además de otras brechas entre los
colegios con recursos (privados o nacionales) frente a aquellos que recurrieron
al celular o la laptop compartida con hijos o parejas que realizaban trabajo
remoto. En otros casos fue peor el panorama. Fisuras latentes que deben
reducirse urgentemente.
Por otro lado, se tomaron medidas transitorias como la de aprobación escolar automática en estos dos años, medida que debe ser descartada, salvo alguna otra emergencia. La exigencia académica debe retomarse paulatinamente para ayudar no sólo al alumno, sino a la sociedad en sí, pues su futuro depende de los estándares académicos. Esta situación abre, también, grandes preguntas al sistema universitario que recibe a esta población en sus aulas. Conociendo la política de muchas universidades privadas preocupadas por la rentabilidad y el reclutamiento de alumnos- clientes, cabe preguntarse las estrategias que estas emplearán para suplir las deficiencias de muchos estudiantes graduados durante el 2020/21. ¿Habrán tomado precauciones? Pero, hay más pendientes por discutir.
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