El domingo pasado, tras la
presentación un cuarteto limeño ante un público entusiasmado, se anunció una
temporada teatral en la que veremos a diversos grupos trujillanos e, incluso,
un trabajo personal (https://www.facebook.com/teatroupao/). Viernes
25 de marzo. Continuando con las actividades de reapertura del Gran Teatro de
la UPAO, directivos y los responsables de la programación de la cartelera se
han lanzado a una audaz iniciativa; personalmente diría “cruzada” por los
riesgos que esta conlleva: el rescate y la institucionalización del Festival de
Teatro de Trujillo. Como primera obra, tuvimos la puesta en escena de la obra
de MVLL, La Chunga, pieza teatral cargada de erotismo, violencia y de rescate.
Bajo la conducción de Sonia Rodríguez, su elenco conformado por Aldo Polti, Yusepi
Díaz, Jim Pflücker, Ronal Salinas y Lesli Lazo, nos llevan a la Piura de 1945,
en el bar regentado por esta mujer identificada como la Chunga. La violencia y
el erotismo juegan sus papeles a través de los diversos personajes masculinos
y, sobre todo, la dupla femenina que van desarrollando el tema: la desaparición
de Meche, una joven atractiva, vendida por Josefino, su amante y proxeneta, a
la Chunga. A lo largo de la hora y media que transcurre la obra, vamos
conociendo historias a través de las cuales conoceremos las frustraciones y
demonios que cargan José, Lituma, el Mono y el mismo Josefino, conocidos como
los Inconquistables. Cargados de un machismo rampante, sexismo y clasismo (tal
como se ve en su novela que le sirvió de inspiración, La Casa Verde), los
cuatro varones tratan de mantener ese statu quo de su mediocridad que les
permita existir. Frente a esos arrebatos violentos y extraños dislates, la
Chunga emerge como un muro que recibe el embate de agresiones verbales y
físicas, humillaciones y complicidades de los actores en escena; pero, poco
conocemos de ella, salvo la censura de un personaje al recordarle su pasado. El
machismo cómplice se fue aceptando entre muchos espectadores que censuraban más
el beso lésbico de la Chunga y Meche, que las vejaciones que esta última
recibía por parte de su “amado”. Sintomático en una sociedad que censura
manifestaciones homosexuales, pero hace la vista gorda ante evidentes
agresiones de los varones hacia las mujeres o miembros de comunidades LGTB; y
estas evidencias las vemos en los círculos gubernamentales, partidos políticos
y sus cuestionados líderes, y la vida cotidiana en la que los feminicidios y
cualquier forma de acoso y segregación contra la mujer están tolerados e,
incluso, justificados.
Estas iniciativas culturales, fuera de la necesidad de contar con grupos teatrales de buen nivel, necesitan de un público muy activo, el que se irá formando con buenos espectáculos que este espacio ofrezca y, sobre todo, de autoridades y empresas que apuesten por este rubro. Sólo así ese eslogan, un poco chauvinista, será válido: “Trujillo, la capital de la cultura”.
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