Reza el refrán popular: “nadie sabe para quién trabajar”. La campaña electoral que hemos vivido en lo que va del año ha sido una muestra de ello. Una vez iniciada la contienda electoral, hemos visto diversas campañas poco imaginativas y sí muy directas para despotricar al o a los contrincantes en ciernes, y campañas de desgaste contra los que iban ocupando los primeros puestos de las encuestas que reventaban en las portadas de todos los diarios, las redes sociales y los diversos canales de TV tanto de señal abierta como cable. La clásica fragmentación de la izquierda también la ha heredado la derecha y el centro por lo que tuvimos un alucinante número de candidatos; esto también hizo su labor, pues todo prometía que los votos iban a estar bastante dispersos. La accidentada campaña tuvo a Forsyth, López Aliaga, De Soto y Lescano como candidatos ganadores turnándose el pináculo de la fama y todos auguraban una segunda vuelta con la posibilidad de la participación de Verónica Mendoza en dicha competencia, todo esto en medio de una feroz segunda ola de la pandemia en la cual cayeron muchas personas conocidas y buenos amigos míos. Eso puede haber influido en la marcada ausencia de electores. Para sorpresa de muchos, nos quedamos con dos candidatos impensables para ciertos círculos de personas: Pedro Castillo y Keiko. Es el juego de la democracia.
La segunda vuelta fue un viaje
más turbulento: el electorado fue expuesto a todo tipo de información, entre
veraz y falsa, entre completa y parcial, que aún nos inunda de diferentes
maneras. Los medios no jugaron honestamente, y las noticias del miedo y la
incertidumbre aún pueblan portadas y nuestros celulares. Se fragmentó más la
sociedad con argumentos (si se les puede llamar como tales) racistas y
clasistas de ambos lados. Los resultados dieron pie a situaciones cada vez más
cuestionables y tomaron un cariz bastante peligroso, violento bajo el manto de
la palabra fraude. Los ataques iban y venían: ambos aglutinaron diversos
partidos y personajes para hacer campaña de mutuo desprestigio. La reaparición
interesante de Montesinos y el respaldo de la comunidad internacional a los
resultados dieron un giro con la situación de Keiko. El escenario ahora es otro
y los apoyos “incondicionales” toman otro rumbo. Lo que podría haber sido una
posibilidad de triunfo para ella se cierra y sus antiguos socios “zafan cuerpo”.
Tras últimos papelones internacionales, alea jacta est.
Por otro lado, Cerrón, reo fundador del partido ganador, busca un espacio posible para legitimarse. A cerrarle puertas. Político peligroso y corrupto, comportamiento de cabecilla. Al final, insólita verdad de nuestra vida pública: ambos líderes y muchos seguidores de los partidos finalistas quizás tengan un punto de confluencia: la cárcel. Ironías de nuestra increíble política. Así, Keiko y Cerrón verían toda ceremonia política futura desde los barrotes de una prisión. Simpático escenario.
1 comentario:
Keiko ya tiene acusación y está en etapa de control. Cerrón, una condena suspendida y una investigación que recién empieza.
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