En octubre de 1994, gracias a una beca de DANKS AFS, tuve la oportunidad de hacer una residencia laboral en Dinamarca por cuatro meses. Llegar a un país reconocido por su alta calidad de vida fue un interesante aprendizaje para desaprender muchos vicios y malos hábitos adquiridos a lo largo de nuestra vida ciudadana. Uno de ellos fue la cultura de la bicicleta. No bien llegué con los responsables de mi estadía a mi primera reunión pude constatar mi desconocimiento de reglas de tránsito sistémicas que hacen que en una ciudad con más de dos millones de habitantes en ese entonces y sin ningún servicio de subterráneo las cosas marchen puntualmente como un cronómetro: al momento del descender del taxi, abrí la puerta por el lado equivocado, pues esta daba directamente a una ciclovía intensamente transitada; felizmente, no causé desgracia alguna salvo el fastidio de un ciclista el cual casi choca con la puerta que había abierto de manera intempestiva; tanto el chofer como la señora que acompañaban me llamaron la atención por lo que cerré la puerta súbitamente. Copenhague tiene todo un sistema ordenado, pulcro, preservado y respetado por toda esta sociedad que convirtió a la bicicleta en un medio de locomoción masivo e incluido en cualquier planificación urbana como lo vi no solo en esta ciudad, sino en otras ciudades grandes de este y otros países europeos. La señalización y semaforización para las bicicletas son respetadas por todos: autos, tranvías, buses e incluso los peatones. Los daneses, como los neerlandeses, muestran respeto por las reglas, que es respeto de los demás ciudadanos para tener una buena vida comunitaria y un sentido arraigado del cuidado social y ecológico como nunca lo había visto. El uso de la bicicleta ha hecho, a la larga, de este país un modelo de sostenibilidad, respeto al medio ambiente. También uno de los países con mejor calidad de vida y uno de los más felices.
¿Y Trujillo? ¿Podemos atrevernos?
Muchas personas dicen que es nuestra idiosincrasia lo que impediría ese logro.
Ecuador y Colombia son países que rebaten esa insostenible justificación. Sin
ir muy lejos, Cuenca en Ecuador es una ciudad que nos podría servir como
referencia. O Medellín, una ciudad que es 4 veces más grande que Trujillo. Pero
demanda, eso sí, dos voluntades que trabajen en conjunto: ciudadanía y
autoridades. La primera en ir desaprendiendo diversos errores aprendidos en la
jungla que es nuestra ciudad; no solo a los conductores de transporte público,
sino para aquellos que han crecido con la idea de que el espacio es suyo y no
respeta a los demás: como no cuidar a los vehículos denominados menores. Por el
lado de las autoridades es fajarse con este compromiso que tendrá que ejecutar
acciones que serán impopulares: reglamentar, por ejemplo, el transporte público
plagado de mafias que están en contra de cualquier alternativa que ponga en
peligro sus monopolios privados. Veamos cuánto podemos hacer.
2 comentarios:
Estimado Gerardo, muy interesante tu experiencia en esa maravillosa ciudad de Copenague, sucede que existen diversos factores que permiten esas condiciones de vida. que lamentablemente en nuestras ciudades no se dan como: autoridades improvisadas, con intereses personales; educación deficiente tanto por los "contenidos" desfasados de la realidad de los estudiantes, así como por las "metodologías" tan obsoletas; demasiadas "brechas" existentes entre las zonas rurales y urbanas; universidades; ciudades mal planificadas y que tan solo persiguen intereses económicos de los grupos interesados (profesionales (¿arquitectos, ingenieros, ...?; instituciones de "alto nivel"; autoridades y gobernantes; empresas inmobiliarias y de venta de materiales, etc., la lista es muy extensa y tu las conoces. Pero lo mas grave es la "población" que anda distraída, mal informada, perturbada, confundida y en un "estado de inconsciencia terrible". esto lo podría solucionar la "Educación", pero no la que tenemos actualmente, que solo responde a "intereses económicos y privados". Pronto se vienen las elecciones municipales, y en Trujillo no existe ningún candidato que pueda sacar adelante a esta ciudad, tampoco hay que pensar que un solo hombre podría hacerlo, sobre todo en esta situación de "Pandemia" y Crisis Social y Económica" que el país atraviesa, lo cual pienso que va a continuar or mucho tiempo mas. En estos momentos se necesita la colaboración, participación activa y solidaria de todos, pero no veo eso por ningún lado de nuestra ciudad y del país en su conjunto. Como dice el periodista Andrés Openheimer en su libro: !Sálvese quien pueda!.
Es muy interesante conocer los intereses de mirar a Trujillo como una ciudad sostenible. Pues casi alberga el millón de habitantes (sin contar el contingente migrante). Debería multiplicarse la difusión de estas experiencias para que las autoridades se den cuenta que hay una demanda existente sobre la necesidad de contar con vías amigables a los usuarios de las vías más vulnerables (peatones/caminantes y ciclistas)y al medio ambiente.
Cada municipio es un gobierno autónomo por la Ley de Municipalidades y la CPP concibe en sus primeros artículos que estado es el responsable de la integridad física, psicológica y moral de cada habitante. En ese sentido, cada municipio tiene la imperante responsabilidad de planificar, auditar e inspeccionar en seguridad vial cada construcción de metro de vereda y pista en su jurisdicción.
En un sistema político gubernamental tan desordenado e improvisado, la Sociedad Civil, adquiere un papel no solo regulador, también asesor que oriente los conciudadanos a visionar el Bien Común.
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