Viernes 25 de enero. Toulouse.
Ya me estaba despidiendo nuevamente de Francia. Isabelle había arreglado con su
sobrina para quedar en su casa y de ahí nos íbamos al aeropuerto. El día
anterior había enviado una caja de libros, revistas y estampillas para aligerar
el peso. Salí de Perú con 19 kilos y quería regresar con esa cantidad: pero los
libros, las revistas de historia…más las películas, los CD de música bella. Ah.
Pude mandar una caja con 23 kilos, demasiado peso. Pero esa es otra historia.
Preparé mi maleta el día anterior, algunas cosas iba a llevarlas en una bolsa.
Salimos temprano de La Primaube. Habíamos dejado todo en orden. En Francia, la
gente se moviliza mucho; además con esa magníficas carreteras y autopistas, yo
lo haría también. Tomamos la ruta que lleva a Albi, cruzando Baraqueville.
Felizmente el día anterior no había nevado. Manejar ahí, como en Portugal o
España es un placer. Pasado Albi, tomé el timón y un poco antes de llegar a
Toulouse volvimos a nuestras posiciones iniciales. Dejamos el auto en un
estacionamiento. De todas maneras, hay mucha más seguridad en Francia que en
Perú. Teníamos que tomar el metro para ir al centro donde se encontraban
nuestros objetivos. Lo simpático del metro de Toulouse es que anuncian los
lugares de las estaciones, sean plazas o calles, primero en occitano y luego en
francés. Me hace recordar al de Barcelona que primero es en catalán y luego en
español (no sé cómo será ahora con todo este jaleo que se ha hecho con el movimiento
independentista. Llegamos a la Place Esquirol y de ahí nos echamos a andar en
la búsqueda de la Fundación Bemberg, donde íbamos a hallar bellezas. En el camino,
fuimos viendo algunos estragos causados por algunos encuentros violentos
callejeros con los chalecos amarillos. Francia estaba alterada en esos días y
ya lo había visto en Montpellier. En nuestra caminata nos fuimos alejando un
poco de nuestro destino final. Isabelle preguntó a un transeúnte y nos indicó
el camino correcto. Llegamos a nuestro destino. Rue de l’ Écharpe. Este lugar
solía ser un hotel de lujo en el siglo XIX hasta que se convirtió en el espacio
que acoge esta bella colección de una familia judeo-argentina que, en forma de
agradecimiento a la ciudad, dio esta magnífica colección de arte y un fino mobiliario.
El edificio se construyó en el siglo XVI y este alberga pinturas de Pierre
Bonnard, 30 en total, y de Canaletto, Francesco Guardi, Tièpolo, François
Boucher, Elisabeth Vigée-Lebrun, Hubert Robert, Pieter de Hooch, Jean Clouet,
François Clouet, bocetos y estudios de Rogier Van der Weyden, Lucas Cranach,
Gérard David, Adriaen Isenbrandt, Pieter Brueghel el joven, Tiziano, Paolo
Veronese, Tintoretto, Henri de Toulouse-Lautrec, Eugène Boudin, Claude Monet,
Henri Fantin-Latour, Edgar Degas, Edouard Vuillard, Odilon Redon, Paul Gauguin,
Louis Valtat, Alfred Sisley, Camille Pissaro, Berthe Morisot (una pintora impresionista
opacada por el mundo masculino de entonces, así como la escultora Camille
Claudel), Paul Signac, Paul Cézanne, Georges Rouault, André Derain, Henri
Matisse, Raoul Dufy, Albert Marquet, Maurice de Vlaminck, Kees Van Dongen,
Pablo Picasso, Georges Braque, Othon Friesz, Amedeo Modigliani, Maurice Utrillo,
entre otros más. Las salas se denominan de acuerdo a las obras que se ubican
ahí: Los antiguos venecianos, Luis XVI, Los antiguos: Europa, Los antiguos:
retratos, Sala de la Coursière, Los modernos: los puntillistas, Los modernos:
Henri Fantin-Latour, Los modernos: fauvismo, Los modernos: los impresionistas,
Los modernos: Pierre Bonnard, Sala de los diseños. Aquí más datos (https://elviajero.elpais.com/elviajero/2016/02/17/actualidad/1455707262_196688.html)
(http://www.fondation-bemberg.fr/fr/gbemberg/oeuvres.html).
Una buena visita. Además, la gente es muy amable. La tentación era comprar
libros de arte…
De ahí salimos en dirección de
la Basílica de la Dorada de la ciudad, a orillas del Garona, río que cruza a la
ciudad. La primera que estuve en esta ciudad, en 2013, no alcancé a verla. Pero
esta vez también la mala suerte nos lo impidió: estaba en reparación. Queda
para una próxima vez. Aquí algo de datos (https://www.fotonazos.es/2013/07/la-basilica-de-nuestra-senora-de-la-dorada-de-toulouse-y-la-virgen-negra/).
El hambre apretaba, pues ya era hora de almuerzo. En el camino a nuestro destino
cruzamos la Plaza del Capitolio, es bella. Pero vi un escena que me llamó mucho
la atención: vi un hombre sin camisa y sin zapatos sentado en el piso; la gente
no le dejaba nada y me preocupaba su situación. Luego Isabelle me contó que son
mafias de Rumanía o Rusia que tiene a esta gente así para recaudar dinero a
través de la pena y el sentimiento. Y están atentos, pues al llegar la policía,
estos corren. Isabelle me llevó a un lugar donde se comen mejillones y te los
traen en un inmenso cubil que puedes repetir (obvio que lo hice). Isabelle me
contaba que ella iba de joven ahí, cuando estudiaba en la universidad: el Huguette Café Bar du Bon Vivant. Perfecto.
Ya con la barriga llena y el
corazón contento buceamos un lugar más: iglesia de San Saturnino (San Sernín) o
Sant Sernain. Regresamos nuevamente hasta la Plaza del Capitolio e ir por la
calle tradicional del Toro. Hay una pequeña iglesia que recuerda el martirio de
San Saturnino (Sernín), el cual por negarse a hacer sacrificios a los dioses
romanos fue atado a un toro y destrozado. Esa calle fue la ruta que tomó el
toro. Su cuerpo fue recuperado y enterrado en esa pequeña iglesia (Notre Dame
de Taur) y después fue llevado a excelente basílica que fue mi objetivo final. Estuve
aquí en 2013. Recuerdo que ese día llovía un poco y otro detalle: me había
comprado un Astérix en occitano. La iglesia es grande, su torre se puede
divisar a los lejos. Esta iglesia tiene un interesante tesoro, que obviamente
visité nuevamente mientras Isabelle me esperaba. La iglesia es una de las más
antiguas de Francia, ser una de las iglesias románicas más grandes del Sur y
ser la iglesia que, después del Vaticano, tiene el mayor número de reliquias de
santos y santas; por esa razón, era un alto obligado en el peregrinaje a
Santiago de Compostela. Es una visita imprescindible en esta ciudad llena de sorpresas
(https://es.aleteia.org/2018/12/06/esta-basilica-alberga-la-mayor-concentracion-de-reliquias-despues-del-vaticano/).
Tras nuestra visita y antes de
partir a casa de su sobrina, decidimos ir al FNAC a comprar películas o libros.
Me encontré con dos joyas que estuve buscando siempre: Venga a tomar café con
nosotros y Yo acuso. Una cacería perfecta.
Nos fuimos a buscar el auto
para ir a la gran casa en la que habitan sus sobrinos. Es inmensa, cómoda.
Antes de dormir, arreglé mis cosas para mi viaje a Madrid. Mis últimas horas en
Francia.
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