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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

miércoles, 17 de julio de 2019

TOULOUSE, UNA SEGUNDA VEZ





Viernes 25 de enero. Toulouse. Ya me estaba despidiendo nuevamente de Francia. Isabelle había arreglado con su sobrina para quedar en su casa y de ahí nos íbamos al aeropuerto. El día anterior había enviado una caja de libros, revistas y estampillas para aligerar el peso. Salí de Perú con 19 kilos y quería regresar con esa cantidad: pero los libros, las revistas de historia…más las películas, los CD de música bella. Ah. Pude mandar una caja con 23 kilos, demasiado peso. Pero esa es otra historia. Preparé mi maleta el día anterior, algunas cosas iba a llevarlas en una bolsa. Salimos temprano de La Primaube. Habíamos dejado todo en orden. En Francia, la gente se moviliza mucho; además con esa magníficas carreteras y autopistas, yo lo haría también. Tomamos la ruta que lleva a Albi, cruzando Baraqueville. Felizmente el día anterior no había nevado. Manejar ahí, como en Portugal o España es un placer. Pasado Albi, tomé el timón y un poco antes de llegar a Toulouse volvimos a nuestras posiciones iniciales. Dejamos el auto en un estacionamiento. De todas maneras, hay mucha más seguridad en Francia que en Perú. Teníamos que tomar el metro para ir al centro donde se encontraban nuestros objetivos. Lo simpático del metro de Toulouse es que anuncian los lugares de las estaciones, sean plazas o calles, primero en occitano y luego en francés. Me hace recordar al de Barcelona que primero es en catalán y luego en español (no sé cómo será ahora con todo este jaleo que se ha hecho con el movimiento independentista. Llegamos a la Place Esquirol y de ahí nos echamos a andar en la búsqueda de la Fundación Bemberg, donde íbamos a hallar bellezas. En el camino, fuimos viendo algunos estragos causados por algunos encuentros violentos callejeros con los chalecos amarillos. Francia estaba alterada en esos días y ya lo había visto en Montpellier. En nuestra caminata nos fuimos alejando un poco de nuestro destino final. Isabelle preguntó a un transeúnte y nos indicó el camino correcto. Llegamos a nuestro destino. Rue de l’ Écharpe. Este lugar solía ser un hotel de lujo en el siglo XIX hasta que se convirtió en el espacio que acoge esta bella colección de una familia judeo-argentina que, en forma de agradecimiento a la ciudad, dio esta magnífica colección de arte y un fino mobiliario. El edificio se construyó en el siglo XVI y este alberga pinturas de Pierre Bonnard, 30 en total, y de Canaletto, Francesco Guardi, Tièpolo, François Boucher, Elisabeth Vigée-Lebrun, Hubert Robert, Pieter de Hooch, Jean Clouet, François Clouet, bocetos y estudios de Rogier Van der Weyden, Lucas Cranach, Gérard David, Adriaen Isenbrandt, Pieter Brueghel el joven, Tiziano, Paolo Veronese, Tintoretto, Henri de Toulouse-Lautrec, Eugène Boudin, Claude Monet, Henri Fantin-Latour, Edgar Degas, Edouard Vuillard, Odilon Redon, Paul Gauguin, Louis Valtat, Alfred Sisley, Camille Pissaro, Berthe Morisot (una pintora impresionista opacada por el mundo masculino de entonces, así como la escultora Camille Claudel), Paul Signac, Paul Cézanne, Georges Rouault, André Derain, Henri Matisse, Raoul Dufy, Albert Marquet, Maurice de Vlaminck, Kees Van Dongen, Pablo Picasso, Georges Braque, Othon Friesz, Amedeo Modigliani, Maurice Utrillo, entre otros más. Las salas se denominan de acuerdo a las obras que se ubican ahí: Los antiguos venecianos, Luis XVI, Los antiguos: Europa, Los antiguos: retratos, Sala de la Coursière, Los modernos: los puntillistas, Los modernos: Henri Fantin-Latour, Los modernos: fauvismo, Los modernos: los impresionistas, Los modernos: Pierre Bonnard, Sala de los diseños. Aquí más datos (https://elviajero.elpais.com/elviajero/2016/02/17/actualidad/1455707262_196688.html) (http://www.fondation-bemberg.fr/fr/gbemberg/oeuvres.html). Una buena visita. Además, la gente es muy amable. La tentación era comprar libros de arte…






De ahí salimos en dirección de la Basílica de la Dorada de la ciudad, a orillas del Garona, río que cruza a la ciudad. La primera que estuve en esta ciudad, en 2013, no alcancé a verla. Pero esta vez también la mala suerte nos lo impidió: estaba en reparación. Queda para una próxima vez. Aquí algo de datos (https://www.fotonazos.es/2013/07/la-basilica-de-nuestra-senora-de-la-dorada-de-toulouse-y-la-virgen-negra/). El hambre apretaba, pues ya era hora de almuerzo. En el camino a nuestro destino cruzamos la Plaza del Capitolio, es bella. Pero vi un escena que me llamó mucho la atención: vi un hombre sin camisa y sin zapatos sentado en el piso; la gente no le dejaba nada y me preocupaba su situación. Luego Isabelle me contó que son mafias de Rumanía o Rusia que tiene a esta gente así para recaudar dinero a través de la pena y el sentimiento. Y están atentos, pues al llegar la policía, estos corren. Isabelle me llevó a un lugar donde se comen mejillones y te los traen en un inmenso cubil que puedes repetir (obvio que lo hice). Isabelle me contaba que ella iba de joven ahí, cuando estudiaba en la universidad: el Huguette Café Bar du Bon Vivant. Perfecto.
Ya con la barriga llena y el corazón contento buceamos un lugar más: iglesia de San Saturnino (San Sernín) o Sant Sernain. Regresamos nuevamente hasta la Plaza del Capitolio e ir por la calle tradicional del Toro. Hay una pequeña iglesia que recuerda el martirio de San Saturnino (Sernín), el cual por negarse a hacer sacrificios a los dioses romanos fue atado a un toro y destrozado. Esa calle fue la ruta que tomó el toro. Su cuerpo fue recuperado y enterrado en esa pequeña iglesia (Notre Dame de Taur) y después fue llevado a excelente basílica que fue mi objetivo final. Estuve aquí en 2013. Recuerdo que ese día llovía un poco y otro detalle: me había comprado un Astérix en occitano. La iglesia es grande, su torre se puede divisar a los lejos. Esta iglesia tiene un interesante tesoro, que obviamente visité nuevamente mientras Isabelle me esperaba. La iglesia es una de las más antiguas de Francia, ser una de las iglesias románicas más grandes del Sur y ser la iglesia que, después del Vaticano, tiene el mayor número de reliquias de santos y santas; por esa razón, era un alto obligado en el peregrinaje a Santiago de Compostela. Es una visita imprescindible en esta ciudad llena de sorpresas (https://es.aleteia.org/2018/12/06/esta-basilica-alberga-la-mayor-concentracion-de-reliquias-despues-del-vaticano/). 





Tras nuestra visita y antes de partir a casa de su sobrina, decidimos ir al FNAC a comprar películas o libros. Me encontré con dos joyas que estuve buscando siempre: Venga a tomar café con nosotros y Yo acuso. Una cacería perfecta.
Nos fuimos a buscar el auto para ir a la gran casa en la que habitan sus sobrinos. Es inmensa, cómoda. Antes de dormir, arreglé mis cosas para mi viaje a Madrid. Mis últimas horas en Francia.







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