Vivir en Trujillo se viene haciendo cada
vez más una experiencia más frustrante. Las fiestas, lejos de haber permitido
manifestaciones de solidaridad y fraternidad (que es el mensaje que encierran
estas festividades) entre todos los habitantes de esta ciudad, han sido el
contexto y pretexto en los cuales hemos visto flagrantes evidencias de deterioro
social que pasan desapercibidas a la mayoría. Es más alarmante cuando visitantes
comienzan a describir a la ciudad con rasgos más negativos que positivos. En
una reunión hablaba con una persona que regresaba luego de 6 años; a pocas
horas de su llegada le pedí sus impresiones citadinas, estas se redujeron a tres
adjetivos: ruidosa, caótica, sucia. Estas características no se manifiestan
solo en estas conmemoraciones. Es parte de nuestro panorama urbano.
Extrapolando la teoría de la “ventana
rota” sobre violencia y criminalidad, elaborada por J. Wilson y G. Kelling de
la Universidad de Stanford, esta explica que un contexto de desorden, suciedad
y bullicio transmite a cualquier ciudadano o un simple vecino, “una idea de deterioro, desinterés,
despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia”. (http://www.cel.edu.mx/servicios/La%20teoria%20de%20las%20ventanas%20rotas.pdf). En otras palabras, las situaciones
permisivas generadas en las últimas décadas han sido el caldo de cultivo en el
cual los trujillanos hemos ido generando una serie de inconductas que las toleramos
gracias al incremento del egoísmo y mal espíritu de competencia en nuestra
sociedad: todo vale.
Ejemplificando los tres adjetivos
iniciales, no faltan a la verdad. Lo ruidoso
se da no solo en el tráfico, sino en el uso comercial (léase tiendas de
electrodomésticos) o cualquier manifestación cívica o religiosa. El uso de
pirotécnicos ruidosos que, además de estar prohibidos (trasgresión de la ley),
ha sido una clara demostración que a varios les importa un bledo el llamado a
la conciencia del uso de los mismos o la tranquilidad de sus vecinos. Lo
caótico se da en el tráfico, en el abuso de particulares y transporte público-privado
quienes compiten entre ellos sin importarles peatones, usuarios o los otros
conductores; caótica en su construcción; caótico es el uso de espacios públicos
para parrandear. Y lo sucio surge en la ineficiencia de autoridades municipales
de cualquier distrito y, sobre todo, en nuestra capacidad para generar basura:
fiestas populares, comercio ambulatorio, el simple peatón son generadores de
basura. Los desechos en el piso no son problema de la autoridad, lo es de sus
habitantes: calles, parques, jardines, entidades y lugares públicos,
universidades, colegios; espacios en los que no faltan botellas de plástico,
descartables u otros restos.
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