Este año he sido un asiduo visitante de mi
ciudad de nacimiento. Dos veces realicé buenos periplos con amigas que han sido
simpáticas compañías en ambas ocasiones. Estos viajes me han permitido conocer
varios lugares que por una u otra razón tenía postergado, sobre todo lugares de
la costa. En realidad no soy muy afecto a las cosas del mar, pero la costa
ofrece bellos lugares para visitar y también para descansar (cuando no hay una
gran cantidad de personas que buscan “la paz” en lugares como Máncora. Ya había
estado en Zorritos hace unos años y hacía tiempo que la brisa marina de otros
lares no me refrescaba como lo suele hacer en días calurosos. Piura es un
departamento de amplio frente costero y disfruta de calor y sol casi todo el
año. Y así fue. Mayo y julio fueron los meses que partimos hacia la tierra del
sol. En ambas oportunidades alquilamos un auto para poder desplazarnos mejor y
tener la independencia que te puede dar un vehículo para entrar a los lugares
más insospechados como así lo hicimos. Había estado revisando diversas guías de
viaje, como la de Rafo León y armé extensos y organizados planes de ruta.
Al día siguiente,
fuimos a recoger el auto para dirigirnos hacia las playas del sur: la idea era
visitar Sechura y su bella iglesia; y luego bajar hasta Parachique. Sechura tuvo
un sismo en marzo de este año, que provocó daños en su bella iglesia. Esta la
había visitado por primera vez en 1984, y luego en el 2008. Ya había pasado,
pues, un buen tiempo y en verdad el paisaje natural y urbano han cambiado
mucho. El sistema vial ha mejorado considerablemente en el Dpto. (como lo
constatamos en ambos viajes) y hay algunas vías alternativas que conectan
pueblos y ciudades. Sin embargo, la ciudad de Piura sí estaba en problemas debido
al cambio de las redes de agua potable y desagüe o por la reparación de sus calles.
Pese a todos estos obstáculos en las rutas de la salida de la ciudad hacia el
sur, salimos airosos y nos dirigimos
hacia Sechura.
En el camino decidimos cortar por una carretera asfaltada con el fin de evitar los diversos poblados como La Arena entre otros; casi nos perdimos, ya que hay carencia de señalización en las rutas alternas. Llegamos a nuestra meta final. Anteriormente, la iglesia de Sechura era perceptible como una gran atalaya solitaria en el desierto; ahora, la ciudad ha crecido y cuenta con varios servicios y algunos edificios. Sechura cuenta con un gran movimiento comercial y se ha expandido gracias al comercio y agricultura; además cerca de Sechura, en Bayóvar, hay una gran fábrica de fosfatos y la nueva planta de cemento Pacasmayo. Esta planta irá paulatinamente reemplazado la de la ciudad de Pacasmayo, puesto que ya se está siendo rodeada por la ciudad misma. Esto va en desmedro de la economía laboral de la Región La Libertad y va convirtiendo a la Región Piura en uno de los más ricos del Perú.
En el camino decidimos cortar por una carretera asfaltada con el fin de evitar los diversos poblados como La Arena entre otros; casi nos perdimos, ya que hay carencia de señalización en las rutas alternas. Llegamos a nuestra meta final. Anteriormente, la iglesia de Sechura era perceptible como una gran atalaya solitaria en el desierto; ahora, la ciudad ha crecido y cuenta con varios servicios y algunos edificios. Sechura cuenta con un gran movimiento comercial y se ha expandido gracias al comercio y agricultura; además cerca de Sechura, en Bayóvar, hay una gran fábrica de fosfatos y la nueva planta de cemento Pacasmayo. Esta planta irá paulatinamente reemplazado la de la ciudad de Pacasmayo, puesto que ya se está siendo rodeada por la ciudad misma. Esto va en desmedro de la economía laboral de la Región La Libertad y va convirtiendo a la Región Piura en uno de los más ricos del Perú.
El ingreso a la inmensa iglesia sechurana
está prohibido; los daños se pueden percibir, sobre todo en una de sus torres
(la de la izquierda). En visita que hice en el 2008 ingresé a sus instalaciones
e, incluso, subí a sus campanarios. Una vez culminada nuestra mirada al
monumento, decidimos enrumbarnos hacia Parachique. En el trayecto, vimos varias
filtraciones de agua que parecían lagunas de escasa profundidad; y lo más
interesante, pobladas de parihuanas (flamenco). Parachique es un puerto
relativamente grande, zona de pesca intensiva en la que hallas todo tipo de
embarcaciones, lanchas, bolicheras; toda la población vive de ello. No sé si
habrá existido veda alguna aquí; pero, de existir, afectaría profundamente la
economía de la población. Sin embargo, el mar piurano es generoso y eso lo constatamos
con sus suculentos productos que apreciamos en sus fascinantes platos.
Culminada nuestra breve visita al lugar, ahora nos dirigimos hacia un lugar que
no pensaba hallar: los manglares de San Pedro. A través de una carretera bastante bien pavimentada alternativa hacia Catacaos (ya no entras en Sechura) llegas a un cartel que señala su entrada de trocha. Esta está bastante cimentada y es muy accesible. La visita es fascinante. Ves diversas aves que utilizan este lugar como zona de reposo y alimentación; en realidad es un estuario de un extinto río, pero que conserva sus aguas y mangles. Las aves pasan en todas direcciones y hay abundantes cangrejos de mangles. Hay una abandonada construcción que alguna vez se usó, creo, para albergar a los guardianes de este bello parque natural. Es el último manglar en la costa peruana y no habrá otro espacio natural de gran vegetación hasta las costas sureñas de Chile. Es, pues, el último manglar austral americano. Ahora es una zona protegida. La pregunta es cuánto durará en este mundo tan depredador como en el que vivimos ahora.
no pensaba hallar: los manglares de San Pedro. A través de una carretera bastante bien pavimentada alternativa hacia Catacaos (ya no entras en Sechura) llegas a un cartel que señala su entrada de trocha. Esta está bastante cimentada y es muy accesible. La visita es fascinante. Ves diversas aves que utilizan este lugar como zona de reposo y alimentación; en realidad es un estuario de un extinto río, pero que conserva sus aguas y mangles. Las aves pasan en todas direcciones y hay abundantes cangrejos de mangles. Hay una abandonada construcción que alguna vez se usó, creo, para albergar a los guardianes de este bello parque natural. Es el último manglar en la costa peruana y no habrá otro espacio natural de gran vegetación hasta las costas sureñas de Chile. Es, pues, el último manglar austral americano. Ahora es una zona protegida. La pregunta es cuánto durará en este mundo tan depredador como en el que vivimos ahora.
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