Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

miércoles, 1 de abril de 2009

MUSEO DE LA MEMORIA, ¿PARA QUÉ?



Hace aproximadamente un mes una amiga virtual, Meg, me escribía desde el país vasco donde reside en la actualidad sobre la idea e importancia de un museo. En esos momentos en nuestro país se hablaba de la postergación de un proyecto de edificar e implementar un museo, llamado de la Memoria, en el cual se mostraría los años de barbarie que nos tocó vivir los peruanos durante casi tres lustros, desde los 80 hasta los mediados de los 90.

En los años 80 tuve oportunidad de visitar dos veces Israel, país en el que permanecí varios meses por motivo de trabajo. Por todos es conocido que esa nación cuenta con un museo dedicado a la memoria de los casi seis millones de personas que fueron exterminadas bajo el régimen nazi y sus seguidores. El museo es impactante, está hecho para recordar el Holocausto y muestra una serie de fotos de por sí locuaces y demoledoras. Los israelíes son conscientes de que este museo no es sólo para recordar sino para enseñar a su población y al mundo de lo que la humanidad puede ser capaz, que los descensos a los infiernos no sólo es para el que es torturado sino el que decide tomar ese camino que arrastra la esencia de lo humano hasta niveles más allá de lo animal. La museografía tiene un impacto en el visitante, que apunta hacia la vergüenza de la especie. YAD VASHEM, el museo de la vergüenza, tiene por objetivo educar directamente al intelecto, a la psique y al alma humanas para hacerles recordar de lo que puede hacer sin medir las consecuencias, ni analizar las acciones que puede uno ejecutar. Al mostrar las imágenes, la persona reacciona o puede tomar una actitud cínica de indeferencia (la cual algunos sombríos personajes de la política israelí han adoptado, pese a tener en casa los tristes ejemplos que hubieron sufrido su pueblo).

Uno ingresa a una sala pequeña sólo iluminada por algunas velas, cuyas luces que han sido refractadas por espejos, mientras voces en 4 lenguas (hebreo, alemán, francés e inglés) van recitando los nombres de los casi 200 mil niños que fueron masacrados en el Holocausto. En el lugar también se encuentra una sala especial en el que vemos llamas votivas perennes, rodeadas por figuras en estrella (Magem David); estas figuras recuerdan a los campos de concentración más importantes, como Dachau, Treblinka, Birkenau o Auschwitz, en los cuales fallecieron cientos de miles de judíos, gitanos, comunistas, religiosos, homosexuales, líderes de oposición o discapacitados físicos. Cuando vi por primera vez este lúgubre lugar, recordé al maestro Brecht y su poesía de compromiso. Tras casi un par de horas de visita incómoda (no es agradable), salí con mucha rabia y pena.

Había leído sobre el tema, conocido sobrevivientes, visto filmes al respecto. Pero luego de esta dolorosa visita, lo humano te duele.

Sé que todas nuestras sociedades han cometido errores; algunos queremos negarlos para sentirnos bien en el cinismo. Pero también nos toca enfrentarnos sin temores a nuestros terribles demonios de la locura demencial que vivimos en esos años. Viví años duros en Lima y nos insensibilizamos para seguir viviendo; hacíamos chistes de los apagones, de las bombas. Todo nos resultaba remoto. Luego íbamos conociendo gente, exmilitares que habían estado en zona roja, venían con sus demonios; creo que uno queda marcado de por vida cuando uno ve la muerte violenta de otro, peor si uno la inflinge.

Lo que nos va a suceder es dar un gran paso para comenzar a entendernos más, para advertirnos que debemos estar atentos a lo que vivimos y entender nuestra sociedad para desarrollar la tolerancia y la justicia social y económica, que fueron los principales puntos flacos de los que adolece nuestra sociedad. Espero que el museo tenga esa intención educativa en nosotros para abrirnos los ojos de lo que algunos hicieron y lo que nosotros dejamos hacer. Es también un museo a la Responsabilidad, a mi compromiso como ser social.

Muchas cosas no nos van a gustar, pero es nuestra memoria.

7 comentarios:

Carlos Zeballos dijo...

Gerardo.
Muy interesante tu post, y gracias por compartir tu experiencia.
Podremos haber visto muchas imágenes por internet, revistas o libros, pero un museo es un espacio donde todo aquello toma un sentido y un simbolismo especial.
Yo ví el museo del holocausto en Washington, no ha debido ser tan impactante como el de Israel, o el de Auschwitz, pero definitivamente es algo conmovedor.
He visto muchos documentales sobre la guerra mundial y los ataques de las bombas atómicas, pero nada podría haberme preparado para la experiencia del Museo de la Memoria en Hiroshima.
Por eso es que importante que las décadas de violencia en nuestro país sean expuestas de manera simbólica y rigurosa en un espacio arquitectónico diseñado para tal fin.
Un saludo.

Dante dijo...

Visitamos con mis hijas El Ojo que Llora y les era difícil comprender que cada piedra representaba a una víctima del terror, que cada piedra podía llevar un nombre...
No debemos olvidarlo, hacerlo nos expone al riesgo de repetirlo.
Tampoco debemos tomarlo como algo pasado, es actual, la exclusión, la intolerancia, el racismo, la violencia contra lo indígena, contra las mujeres, contra los homosexuales, los pobres.
Debo lamentar que algunos que ahora apoyan las conclusiones de la CVR, en los 80's hacían escarnio de quienes denunciaban las violaciones y los asesinatos, quienes denunciaban la Guerra Sucia, la irracionalidad de Sendero y el MRTA. Quizás hay cosas que solamente se pueden ver de lejos.
O quizás faltó fuerza para gritarlo, faltó valor para denunciarlo, quizás se debió empeñar la vida en esa tarea, y hoy serían menos las víctimas, quizás habría un huérfano menos, una viuda menos, una madre sufriendo menos.

Meg Mamede dijo...

Hola Gerardo,
Primero me gustaria hacer lo que no he hecho antes, agradecerle por contestar mi correo cuyo tema era em Museo y sobretodo por su sincera opinión. Nosotros en Brasil también pasamos por lo llamado "años de plomo" y en S.Paulo el antiguo Edificio del DOPS fué cambiado en Museo, la sensación al visitar algunas salas es agobiante, todavia el espacio abriga otras exposiciones y haz parte del proyecto de revitalización del Centro de S.Paulo. Aqui en España, además de todo el proceso de rescate de la memória historica del régimen Franquista, hay otros temas, como en el País Vasco algo sobre las victimas del terrorismo del ETA, o sea unos quieren olvidar y otros recordar según sus intereses propios, así que, siempre habrá museos para todos los gustos. Creo que a nosotros (como educadores) nos cabe sacar provechó, siempre que posible. Gracías por abordar el tema. Saludos desde País Vasco.

Gerardo Cailloma dijo...

Lo que sí me hace dudar mucho sobre la efectividad de este importante y vital museo es quien preside la comisión. Vargas Llosa me parece el menos aparente para dirigir este proyecto. Calló en todos los idiomas con el asunto de Uchurahay. no es digno de hacerlo.

rimenzap dijo...

Querido Schultz, todo Museo es en cierto sentido "de la memoria". Creo que has captado bien lo que busca preservar la memoria en lugares como el que visitaste en Israel. Debe haber sin duda un museo de la memoria en el Perú.
A ninguno nos gusta recordar nuestro "lado oscuro", por ello lo callamos, lo ocultamos, hasta terminar por engañarnos y creer que no existe. Esta conducta neurótica no sólo ocurre a nivel de personas, sino de comunidades, sociedades y países. Por la salud mental de nuestro pueblo debemos tener presente nuestro lado oscuro, para evitar caer en el error nuestro o de terceros.
A propósito de los museos de la memoria ¿Como catalogar la "sordera" de quienes decidieron bombardear la franja de Gaza?. El mundo gritó pidiendo el cese al fuego y los gritos no fueron escuchados. ¿No es más grave esa falla de la memoria, disfrazada de una falla en el oído?

Ela dijo...

Querido Schultz:
Muy atinado tu post sobre este Museo. Al menos para mi, para todos nosotros, que tenemos estampada en la memoria esos años de terror, es IMPRESCINDIBLE la construcción de este espacio para recordar, pero tambien para enseñar. Tus hijos, mis hijas, no pueden ni siquiera aproximarse a sentir lo que significó todo ese periodo. Claro, nosotros tampoco, aquí desde Lima, estábamos con el espíritu cicatrizado de tanta noticia sobre muertos, atentados, viudas, huérfanos, tanto que ya casi ni dolía, solo algunas veces. Pero un Museo tiene esa virtud. Hacer sentir el escalofrío y pensar - comprender, diría yo - aunque sea por unos minutos, lo que era ver y vivir esos momentos. Es necesario saber que tambien todo eso somos nosotros mismos. Lizardo estuvo en el Museo del Holocausto en Francia y no lo soportó, se fue al poco rato. En nuestro caso, nosotros, los que vienen, deben saber que todo esto forma parte de nuestra historia, de nuestro ser, para que nunca, pero nunca mas se vuelva a repetir.
Saludos!!

Gerardo Cailloma dijo...

Sí, estoy totalmente de acuerdo, pero espero que esto no se convierta, como dijo Gilles Lipovetsky, en algo que celebramos para no cumplir, como saldar deudas con nuestra conciencia y nada más. Por eso duele lo de Israel, que habiendo vivido esa masacre, justifique lo que ha hecho con el pueblo palestino. Sé que Israel tiene derecho a vivir, les ha costado caro; pero no justifica las acciones cometidas. Y eso es algo que temo con nuestra sociedad, algo así como que ya está el museo, sigamos con nuestras acciones, un poco como el pensamiento protestante que aduce Max Weber. Tenemos, todos los peruanos, mucho por hacer.