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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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viernes, 22 de marzo de 2019

LISBOA Y SU DURA HISTORIA: CARMO Y EL 01 DE NOVIEMBRE DE 1755.





Lunes 07 de enero. Día feriado para España luego de Bajada de Reyes. En Portugal las actividades transcurren normalmente. Es el día que vamos a almorzar con los amigos de Maria, del trabajo que tuvo en una empresa alemana que tenía sus instalaciones y fábrica en Lisboa y luego se mudó a China. Interesante es cuando las historias que uno lee en otras latitudes, las experimentas de manera directa y con testigos que te narran detalles. Ese día fuimos a hacer algunas compras, pues nos íbamos el martes y miércoles a varias ciudades y atracciones del Norte portugués. El almuerzo fue en un simpático restaurante y con unos amigos que comentaban diversas historias y viajes que habían hecho. Una pareja contó sus experiencias en Cuba, país al cual fueron para un tratamiento que les resultó gratuito y con éxito. En cierta forma de agradecimiento, retornan con cierta frecuencia a la isla y nos dijeron para ir al paraíso en alguna oportunidad. Habrá que planificarlo, pues sí quisiera ver la parte histórica colonial de Trinidad, Santiago de Cuba y La Habana. Terminado el opíparo almuerzo, siempre rociado de vino portugués, nos fuimos al ex Convento del Carmo, un gran convento y claustro que quedó totalmente arruinado tras el terremoto del 01 de noviembre. Ese fue nuestro objetivo inicial el día anterior, pero llegamos un poco tarde. Ahora tomamos todas las medidas de precaución.
Antes de ir a nuestro museo, fuimos a un restaurante que tiene una vista privilegiada: el Bellalisa. La vista es bonita. Se ve el Lisboa viejo. Es lo bueno de la ciudad, sus colinas ayudan a ofrecer un bello espectáculo del lugar. Uno puede ver las construcciones principales con lo principal: con las paredes enlucidas y algunas rescatadas con murales. Lo malo en nuestro país, en todas sus ciudades es ver las paredes laterales sin enlucido lo que da la sensación de una ciudad a medio hacer o arruinada. Tras dejar este mirador, nos fuimos a la plaza a ver la fuente de la plaza que da a la iglesia. 





Estas fuentes se llaman Chafariz y hay varias de estas por diversos barrios en sus respectivas plazas. Cerca de la casa de Maria hay uno. Sin mucho preámbulo, compramos los boletos para visitar el monumento arruinado que ahora es un gran museo “al aire libre”. El convento y claustro se han convertido un gran espacio de exhibición que no solo muestra lo rescatado de este espacio, sino de muchas iglesias que también colapsaron ese 01 de noviembre fatídico para Lisboa. Las consecuencias de ese terremoto las iba a conocer también en otras partes de Portugal y en España, tanto en Segovia como en Sevilla. Ubicado en el barrio del Rossio, este convento perteneció a la orden de los carmelitas. Durante el sismo, muchos feligreses acudieron a la iglesia pensando guarecerse contra la violencia del movimiento, pero el techo colapsó matando a casi todos los que estaban ahí. Desde ese entonces, esta iglesia está a techo abierto. Se quiso restaurarla, pero quedaron tan debilitadas sus estructuras que desistieron del proyecto. Pese a todo, se siguió con la posibilidad, pero en 1834 Portugal secularizó todas los conventos y claustros, por lo que se suspendió definitivamente. Se preserva sin techo y le da un aire muy especial. En las instalaciones del claustro se halla un interesante y pequeño museo con varios sarcófagos reales, escudos, lápidas, panoplias en piedra, fuentes, restos de columnas y capiteles. Tiene una sección que muestra los antiguos orígenes prehistóricos, del paleolítico de la zona (se verá con mayor profusión en el Convento de los Jerónimos). Hay una sección romana. Una dedicada a los fundadores y antiguos benefactores de este monumento religioso. Además, tiene una sección de objetos precolombinos, entre estos un par de momias peruanas que enriquecen su colección y que llama mucho la atención a los visitantes de este bello lugar.  Tras el terremoto, el Marqués de Pombal realizó una serie de cambios que transformaron a la ciudad de Lisboa, a la arquitectura y la ciencia. Fueron las bases de la sismología y replanteó el papel de la ciencia occidental. Tras los terremotos de Lima (1746) y Lisboa (1755), el pensamiento occidental se inclinó por la racionalidad para entender los eventos, más que dejarlos a la "acción divina", como aún pensamos aquí. En la tienda del museo no aguanté la tentación de llevar varias cosas. Aquí dejo la página del museo que vale la visita: http://www.museuarqueologicodocarmo.pt/mac.html. Otra página sobre el convento: https://www.diariodelviajero.com/europa/descubriendo-lisboa-convento-do-carmo.





Una vez culminada nuestra visita de dos horas, salimos a recorrer el Chiado para ver sus tiendas y atractivos. Regresamos temprano, pues al día siguiente íbamos a hacer un viaje de ensueño. Una cena casera cerró el día.






domingo, 29 de abril de 2018

CAJAMARCA EN SEMANA SANTA: UN BUEN VIAJE A TIERRAS CAJACHAS Y CHILICAS





El miércoles 28 de marzo, María y yo enrumbamos a tierra cajachas. Había coordinado con muchos amigos para poder reservar un buen hotel y una camioneta para visitar diversos lugares de Cajamarca, con muchos lugares escondidos aún. La reservación la hicimos en el Hotel El Cabildo. Habíamos planificado alquilar la camioneta por los tres primeros días, pues el cuarto íbamos a recorrer la ciudad por sus portadas y casonas. Nuestro plan era conocer algunos lugares de los cuales hemos oído mucho como Celendín o llevar a María a conocer algunos ancestrales como Kuntur Wasi, cerca de San Pablo que fue nuestro primer objetivo. Cajamarca es una ciudad que apostó hasta el exceso a la minería, y se olvidó o postergó todas aquellas actividades por las cuales también era conocida. El turismo dependía mucho de tener sus hoteles llenos de mineros y se olvidaron de los turistas que aman la naturaleza, la buena comida natural, el paisaje, la artesanía, la buena calidad de vida.
Luego de haber tomado un suculento desayuno y de habernos instalado en el hotel, tras nuestro viaje nocturno, esperamos al Sr. Cieza que no iba a alcanzar la camioneta. Luego de haber visto todos los detalles del contrato y la camioneta, nos fuimos a llenar el tanque para poder salir lo más pronto posible. Pedimos algunos datos y nos fuimos a Metro a comprar algunas cosas para el camino, prácticamente nuestro almuerzo. Salimos en dirección a Porcón, pues era la ruta natural. Sin embargo, por una confusión nos dirigimos hacia Hualgayoc, zona minera que se ubica a 79 kilómetros. La zona es minera y famosa por sus quesos; pero ese no era nuestro objetivo. Previamente, en el camino nos detuvimos en Porcón Bajo para ver un simpático desfile de cruces ingeniosas, zona por la que es conocida a nivel nacional por este tipo de celebraciones.  Tras haber pasado el ingreso a Porcón alto, seguimos el camino con la idea de que íbamos en el sendero correcto. Felizmente, en la ruta preguntamos a un conductor quien nos dio la información correcta; teníamos que desandar lo caminado y retornar hasta la entrada de Porcón. Eso hicimos: retomamos la ruta de Porcón; luego vemos el desvío hacia la granja y la continuidad hacia San Pablo. Una de las cosas que nos impresionó era ver la cantidad de cerros y colinas completamente desnudas, sin vegetación, producto de la extracción del oro. No sé si lograrán reforestarse.Tengo entendido que la comunidad de Porcón negoció algunas hectáreas de sus famosos bosques de pino para que sean usadas para la explotación minera. El espectáculo era un poco desolador. Ya en el camino la lluvia volvió a caer. Felizmente íbamos en camioneta, pues el aguacero estaba causando algunos problemas con la carretera que estaba un poco dañada. Sin embargo, eso no impedía ver el paisaje nuboso en la carretera por lo que varias veces hicimos un alto.Nos habían advertido que era zona de niebla y lo que vimos valido lo dicho. Al principio nos recibió una lluvia intensa una vez llegados a San Pablo, ya a un paso de Kuntur Wasi. Pensábamos que nuestra visita a las ruinas se iba a cancelar por lo denso de la lluvia. Entramos al museo para conocer la historia de este importante sitio arqueológico y recorrer las pequeñas instalaciones que han mejorado de la última vez que estuve en el año nuevo del 2009 al 2010. Este sitio lo he visitado ya tres veces. Las primeras veces, la visita era prácticamente en soledad, pues el acceso era difícil, sea por San Pablo o el otro acceso que se hacía más largo. La primera visita fue bastante interesante: el museo estaba casi recién inaugurado y usé la misma vía; pero el retorno fue por Chilete. En el camino de retorno, vi una mina abandonada. La visita a San Pablo fue interesante, pues pude visitar su cementerio muy variopinto, además de ver el monumento erigido al costado del camposanto para conmemorar el triunfo de esta batalla durante la ocupación chilena en el Norte peruano (http://gdp1879.blogspot.pe/2013/07/parte-de-santillan.html) (http://www.cajamarca-sucesos.com/efemerides/batalla_de_san_pablo/el-cupo.htm) y una muy conmovedora, pues comprometió a varios estudiantes de un colegio de la localidad (https://diariocorreo.pe/columnista-web/san-pablo-cuando-los-escolares-pelearon-602308/). San Pablo de Chalaques es una localidad muy bonita, tranquila; sin embargo, la niebla no nos permitió ver el tamaño de la ciudad desde las alturas. El atractivo de la zona era Kuntur Wasi; nos dirigimos hacia el sitio arqueológico, bajo la lluvia. De pronto la lluvia cesó momentáneamente. Dejamos la camioneta a la entrada del museo y vi con satisfacción que había más vehículos y varias personas que se dirigían o salían del sitio. Buen síntoma. Me apena que museos tan interesantes como, por ejemplo, el de Leimebamba, extraordinario museo de Amazonas, tengan tan pocas visitas anuales, lo que hace su sostenimiento un poco difícil en un mundo en el que prima la rentabilidad y el lucro.



Entramos al Museo: como primer paso, se nos pidió ver un video en el que mostraba los descubrimientos y los avances de este lugar. De ahí pasamos a ver la colección que tiene el museo entre huacos, monumentos líticos (que merecen estar mejor ubicados como los tiene el Museo de Chavín de Huántar) y su colección de objetos de oro, ahora celosamente guardados en una sala especial con luz tenue. La primera oportunidad no tenía esos detalles. Se nos pidió no tomar fotos en dicha zona, pero hubo un grupo de jóvenes que hizo caso omiso a la instrucción. Tenemos problemas por respetar reglas, ¿o será que no entienden los mensajes? La sección que muestra los ceramios, diversos huacos restaurados son interesantes: muchos tienen rasgos felínicos, y son cromáticos; se ve la influencia chavinoide; hay delicadas piezas que representan rostros humanos fusionados con feroces felinos de los Andes peruanos; es el hábitat de esta cultura. El uso de la piedra y hueso era frecuente. La sección de oro tiene piezas muy interesantes. Una vez culminada la visita al museo, procedimos ir a las ruinas. La lluvia amainó y pudimos subir hacia el sitio, pero rodeados de una densa niebla. A medida que nos acercábamos al sitio, la niebla despejó, nos hizo una tregua. Pagamos la entrada al sitio (el pago es por separado) y subimos a ver los cambios hechos en los últimos años. Una cultura lítica que recién se está estudiando en su dimensión. (http://www.arqueotur.org/yacimientos/complejo-ceremonial-kuntur-wasi-y-museo-de-sitio.html) Terminada la visita al lugar, procedimos a descender y nuevamente la niebla nos envolvió un poco, el paisaje era alucinante. Ya llegando a la camioneta, comenzó a llover. 








Nos percatamos que uno de nuestros faros neblineros estaba dañado. Un amable policía nos ayudó a colocarlo con el fin de no causar un corto circuito. Fuimos a San Pablo, a la Plaza de Armas a comer un sánguche y tomar una cerveza. Nos tocaba el camino de retorno. María condujo hacia Cajamarca. La lluvia retornaba de vez en cuando. Decidimos regresar temprano para poder guardar la camioneta, cenar temprano y ver algo de la ciudad. Llegamos a las 6 pm. Luego de una ducha, nos fuimos a hacer las famosas visitas de 6 o 7 iglesias. Entramos a algunas, siendo la que mostró más actividad, la Recoleta. esta estaba primorosamente iluminada y estaba en pleno movimiento; mientras que la Catedral y San Francisco permanecían oscuras. El parque que está al frente de la iglesia Recoleta tiene intensa actividad de grupos de jóvenes danzarines de saya y otros ritmos. Pese a la lluvia incipiente, seguían con sus ensayos al aire libre. También ingresamos por la puerta lateral de la Iglesia de la Concepción, o de las monjas; la iglesia estaba en reparación; el último día íbamos a entrar parcialmente a su claustro. De ahí nos fuimos a cenar a una simpática pizzería cerca del hotel y de la Plaza de Armas. 





Fue tanta la pizza que la guardamos para el día siguiente, que la íbamos a necesitar. Fin del Jueves Santo.  




https://www.youtube.com/watch?v=n2GzuB-Ox0o


miércoles, 7 de febrero de 2018

EL NORTE CHICO LIBERTEÑO (VIAJE A PACASMAYO Y ALREDEDORES)




Escapar a lugares cercanos de vez en cuando no es una mala idea, tanto para cambiar de aires, así como para descubrir tesoros que uno nunca deja de hallar en nuestra Región. Con María decidimos hacer una breve pausa desde el viernes 02 de febrero. Alquilamos una camioneta para desplazarnos con mayor comodidad y poder ingresar a zonas a las cuales no accederías tan fácilmente con tu auto. Fuimos temprano ese día para recoger el vehículo en el aeropuerto. De ahí tomamos la frustrante carretera Panamericana, tan cargada de tráfico y que cruza dos zonas que urge enmendar: Chocope y Paiján. Para nadie es desconocido, creo, que la carretera está aún a retazos. Además, las zonas dañadas por el último Niño costero permanecen en un estado lamentable, por lo que un tramo tan corto de 108 kilómetros puede tomar mínimo una hora y media. Pasar por Chocope o Paiján es una experiencia que te pone a prueba los nervios, ya que vas con microbuses que no respetan el tránsito ni qué decir de los mototaxis arriesgados que se cruzan en tu camino sin tener el más mínimo cuidado poniendo en riesgo la vida de los conductores, la de sus pasajeros y las nuestras. Espero que la autopista haga un desvío notable con el fin de no cruzarse con esas pesadillas de tres llantas. No sé por qué, al igual que México, no levantan muros en las zonas de tránsito rápido para evitar esos accidentes causados por la invasión de imprevistos peatones o vehículos menores que aparecen de manera intempestiva.










Pese a esos momentos, decidimos ir con la calma y paciencia necesarias. Antes de llegar a San Pedro de Lloc, decidí ingresar a Poémape para enseñar esta playa que ha tenido una interesante evolución. Hacía una buena cantidad de tiempo que no visitaba este balneario preferido por sampedranos y pacasmayinos. La visite hace muchos años en los 80, con un ingreso lleno de arena, dunas y basura. Ahora ya hay una pista relativamente bien asfaltada; lo que sí ha incrementado es la basura, que está por todas partes en el cruce con la Panamericana; pareciera que ese es el vertedero oficial o el relleno (¿?) sanitario. Ahora se ve más vegetación y se puede distinguir el parque eólico Cupisnique que se ha instalado en la meseta que da hacia este balneario y desde el cual se distinguen las torres con hélices claramente. No sé si este balneario recibe electricidad del complejo estando tan a la mano. La ruta atraviesa dunas, pero también campos de cultivo y granjas avícolas. La última vez que estuve en el 2003 no recuerdo haber visto todas estas instalaciones. Hay un tramo dañado de la pista, pero es salvable; además íbamos en una gran camioneta que nos permitía desplazarnos sin tantos problemas. Ahora el pueblo tiene algunas zonas asfaltadas y se ve con más orden. Nos fuimos hacia la playa en sí para deja el vehículo y poder tomar algunas fotos. Poémape tiene un gran sector rocosos, sobre el cual se ubica la parte “central” (por así decir) del balneario; se ve gente caminando por las peñas en las que se forman algunas pozas de agua que se van calentando poco a poco. Sin embargo, se ve un poco de suciedad e, incluso, hallé un trozo de vidrio (una botella rota), el cual recogí y eché en el tacho de basura. Un poco alarmante la situación, pues muchas personas caminan descalzas por el lugar. En nuestra caminata vimos a un pescador limpiando las escamas de una chita; el problema es que dejaba la basura en el mismo mar; no alcanzamos a ver si evisceraba al animal y botaba los restos en la misma playa. Imagino que sí. Pese a todo, la vista del lugar es bonita, tiene una pronunciación que forma una amplia ensenada. Antes de dirigirnos a su pequeña capilla y luego de ahí, hacia Pacasmayo. Antes de hacerlo, husmeamos por los restaurantes de la zona y fuimos a otra pequeña playa del mismo balneario. Nos dirigimos a su pequeña capilla, sencilla, con algunos elementos festivos aún colgados. Fue una visita relámpago, pues teníamos que ir a Pacasmayo para dejar nuestras cosas y seguir con nuestro periplo.
Tomamos nuevamente nuestra ruta para dirigirnos a Pacasmayo. Habíamos separado habitación en el Hotel La Estación que da sobre el malecón. Al llegar, bajamos nuestras cosas para instalarnos momentáneamente en la habitación, pues queríamos salir a almorzar. El hambre apretaba. Así pues, luego de algunas cosas pendientes, volvimos a la carretera Panamericana con destino a Ciudad de Dios a buscar los famosos camarones. Cuando íbamos la gente de la UPN a Cajamarca, ese lugar era el espacio que tomábamos para hacer un alto y almorzar o picar unos camaroncitos del lugar (río Jequetepeque, nombre que le parece muy gracioso a María). Fuimos al mismo restaurante de siempre (ahora un poco descuidado) y pedimos un sudado de chita (fabuloso) y camarones. Una verdadera orgía gastronómica.








Hacíamos fuerza, pues nos faltaba ir a Chérrepe y Guadalupe. Una vez concluida el opíparo almuerzo, nos pusimos en marcha nuevamente. Chérrepe está en el límite regional entre La Libertad y Lambayeque, es una pugna antigua. Pagamos un segundo peaje y pocos metros después estaba el desvío para este balneario. Pedimos ayuda a un señor, quien nos dijo que había otras entradas para la zona (por ejemplo, una más segura y más rápida por Guadalupe); en fin. Entramos y nos hallamos con un camino arenoso; felizmente la camioneta era de doble tracción por lo que el camino, pese a ser pesado, no era peligroso; pero un auto por estos lares, hubiera terminado atascado más de una vez. Lo malo que la señalización es pobre; un solo cartel indica el camino para nuestro destino. Pero es un albur. Gracias a la información que nos proporcionaron dos chiquillos campesinos logramos hallar la ruta. Les dimos un empujón y al momento de bajar nos indicaron el resto del camino. Pasamos por arrozales y luego una zona de pequeñas colinas con tierra y piedra de diferentes colores y, de pronto, el mar y el balneario. Hay dos pequeños carteles que no te dan mucha información. Quizá por esta disputa departamental, la zona no ha tenido trabajos notables para poder “incorporar” el lugar a la civilización. No existen calles, ni señalética alguna; hay casas de todo tipo, lujosas y grandes, pequeñas y en estado calamitoso. Se ve gente reparando las instalaciones, pero no hay orden alguno, las rutas están trazadas por el espacio creado entre casas o algo así de bloques o manzanas. La playa de piedras muestra suciedad; estuve hablando con una persona, un pescador que ha vivido toda su vida ahí, el Sr. Ysla, quien nos contó los desencuentros que tiene Chérrepe con la autoridad. Un dato sorprendente es que la zona tiene solo 10 personas residentes. Hay alcaldes que se turnan el poder (uno liberteño, otro lambayecano si entendí su explicación) que han sido un poco irregulares en conseguir logros para este lugar. Puede ser un bonito lugar de descanso, pero amerita tener la playa limpia mejorar las rutas de acceso y darle un orden en ese desorden; el Sr. Ysla explicaba que habían llegado invasores a instalarse en las playas para venta de comida y licor con los consiguientes problemas: violencia y basura. En realidad, se da esta situación al no existir un plan urbano del mismo; cada uno hace lo que mejor le parece. De seguir así, y como es la costumbre en nuestra idiosincrasia, va a tugurizarse pronto. Ya debe de haber algún lío de terrenos por ahí. Imaginar que Chérrepe fue un puerto muy importante en el periodo prehispánico y en la colonia. Fue zona moche y fue sometida por los Inca. Túpac Yupanqui la visitó. En la colonia era la comunicación marítima natural de la suntuosa ciudad de Saña. Era su punto comercial, incluido el de los esclavos. Sacando datos del libro El Perú a toda Costa de Ricardo Espinosa Reyes (1997), dice lo siguiente: “En 1564, al fundarse la villa de Santiago de Miraflores de Saña se le asignó Chérrepe como puerto. Esta villa, que se encuentra hacia el interior, fue fundada en 1563 por el virrey Diego López de Zúñiga, conde de Nieva. Saqueada el 4 de marzo de 1686 por el pirata Edward Davies, en 1720 fue arrasada por las aguas del río Saña, motivando su abandono definitivo”. Parece que la maldición de Saña (o Zaña) también lo fue para Chérrepe. Aquí tienen más datos del blog de Iván La Riva (http://ivanlariva.blogspot.pe/2009/05/cherrepe-historica-playa-nortena.html)










Así, terminada nuestra breve visita al lugar y gracias a las amables indicaciones del Sr. Ysla, nos fuimos a través de un camino más breve y en mejor estado a Guadalupe para ver la iglesia y claustro de los agustinos. Chepén y Guadalupe son las capitales del arroz en el Perú. Guadalupe debe ese nombre a uno de los milagros que hizo esta virgen (no la de México, sino la de España) quien salvó a Francisco Pérez de Lezcano, su casual fundador, de una muerte por haber difundido libelos contra las autoridades de la conquista. Trajo una réplica de la virgen española y la instaló en una venta. Posteriormente Pérez de Lezcano donará la imagen y parte de sus propiedades y riquezas a los agustinos. Ellos primero edificaron un primer santuario en una zona llamada Anlape; luego se mudarían al actual Guadalupe tras un fuerte terremoto. La iglesia ha sido restaurada en parte, no así su claustro que se deteriora cada vez más. La iglesia estaba abierta y pudimos visitarla con comodidad a pesar de que había una breve ceremonia. Según leí, la construcción estuvo muy influenciada por sus pares de Saña, ciudad más boyante y rica. Los exteriores están retocados. Lo interesante es su torre, la que es de madera. No creo que eso se haya contemplado en la reconstrucción. Los altares están bien preservados (en la medida de lo posible en una zona que sufrió hurtos como la bella pinacoteca que tenían). Se ven partes de lo que fueron los muros pintados y bellos azulejos a modo de zócalos de la iglesia. Una vez concluida nuestra visita a la iglesia intentamos el claustro, logramos ver algo desde la Secretaría. La Municipalidad tiene un pequeño museo, pero ya estaba cerrado. El guardián nos indicó que había otro museo no muy lejos de ahí, la de 3 artesanos que murieron heroicamente durante la guerra con Chile: los hermanos Albújar y Manuel Guarniz. (https://www.deperu.com/cultural/museos/casa-museo-albujar-y-guarniz-4326) Fuimos al museo, pero ya estaba por cerrar. Así que nos fuimos a tomar una gaseosa, pues estábamos con mucha sed, pero no hambre. La zona es conocida por sus famosos sánguches de pavo. Terminada nuestra visita a Guadalupe, nos dirigimos a Pacasmayo. Allí nos fuimos de compras (fruta y atún) para nuestro paseo del día siguiente. Por la noche fuimos a cenar a una pizzería, la Piettra, en Pacasmayo. Una última caminata y luego a la cama: un largo y agotador, pero buen día.