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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 17 de marzo de 2019

BICENTENARIO COPIOSO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 17 DE MARZO) ¿CÓMO VAMOS A RECIBIR NUESTRO BICENTENARIO?


2020. La ex Intendencia de Trujillo festeja su independencia como una declarada rebeldía contra la corona española. Todo esto en un agitado 1820, cuando casi todas las otrora posesiones ibéricas en esta parte del mundo habían cortado el cordón umbilical con la metrópoli. Muchas ciudades y naciones, desde 2010, han venido celebrado sus respectivos bicentenarios preparando actividades a la altura de una conmemoración de este nivel. ¿Qué estamos haciendo como ciudad para nuestras actividades conmemorativas?
Gobiernos y ciudades trazaron planes para embellecer sus espacios geográficos, mejorar las condiciones sociales y trabajar con diversos actores sociales (culturales, académicos, empresariales, educativos, religiosos) una serie de grandes y pequeñas propuestas con el fin de recibir tan importante acontecimiento que marcó la historia de nuestros países. Recuerdo que, para los sesquicentenarios de nuestra independencia en 1971 y la batalla de Ayacucho en 1974, el gobierno de turno embelleció Lima, Ayacucho y otras ciudades; hizo una intensa campaña de información en diversos medios para sensibilizar y educar a la población.
Trujillo es una ciudad de rápido y caótico crecimiento, desbordada en muchas de sus funciones básicas. Ha carecido de una planificación, pues ha ido parchando los problemas generados en las últimas décadas, incluso autorizando y legalizando situaciones insostenibles como el haber otorgado licencias de construcción en zonas de alto riesgo y haber invertido dinero público en instalar servicios de agua y luz en dichas zonas. Este desorden tiene un alto costo económico y social que pasa una pesada factura a todos los ciudadanos por no haber actuado con autoridad y decisión a quienes les compete. Trujillo es una ciudad que debe de aprender a vivir con el agua: estrategias para evitar su erosión costera y construcciones para preparar a la ciudad con su nueva realidad climática. El litoral es cada vez más estrecho y nuestra falta de planificación acentúa este fenómeno. Las lluvias estivales, con o sin Fenómeno del Niño, son una realidad trastocando nuestro diario quehacer.
¿Cuál sería el mejor regalo de la ciudad? Una solución holística a esa realidad. Un sistema de drenaje que implicaría rehacer las lamentables calles que tenemos y revisar el colapsado sistema de desagüe. Arborizar la ciudad, crear grandes parques como una forma de reciclaje natural de agua, así como una verdadera planta de tratamientos de aguas servidas para dejar de contaminar nuestro océano, obviamente vinculado a una verdadera planta de reciclaje de residuos.
Alguien me dijo que eso era imposible para Trujillo. Otras ciudades peruanas lo han hecho de manera silenciosa. Ni qué decir de otras ciudades sudamericanas: ejemplos como Cuenca, Guayaquil y Arequipa deberían de ser nuestro derrotero y superarlo. Pero, es innegablemente decisión política que tomar. Este sería el mejor obsequio por nuestro Bicentenario.