Mañana, lunes 15 de agosto,
Arequipa celebra un nuevo aniversario de su fundación, celebración en la que la
ciudad recuerda su creación hispana, aunque sus orígenes se remontan en el
mundo prehispánico sureño. Viví más de una década en esta bella ciudad al
desplazarse mi familia norteña por cuestiones laborales de mi padre. Años
maravillosos. En 1970, la ciudad experimentó un vuelco en cuanto al tratamiento
de la ciudad y el abrir nuevas propuestas para hacer de esta un potencial
turístico que trató de involucrar a la mayoría de sus ciudadanos del Centro
Histórico. La apertura del claustro de Santa Catalina y la restauración de
varios barrios emblemáticos como el de Yanahuara, por ejemplo, significó no sólo el aporte de
la empresa privada, sino el apoyo de sus ciudadanos y el poder municipal que
hizo suya esta propuesta para crear un nuevo rostro de Arequipa. Fueron años
movidos, pero la población hizo suya esta idea y es ese sueño hecho realidad el
que ahora muchos visitantes ven de esta ciudad. Desde la señora que salía a
barrer un buen tramo de la acera de su casa hasta las autoridades que
entendieron que el bien común era el bienestar de todos. Hubo y hay problemas,
como en toda sociedad; pero hay que reconocer que la visión de una idea, su planificación
y organización, más la presión colectiva (importante) para lograr el objetivo
hizo una transformación relevante que han hecho que la ciudad sea considerada
una de las más bellas del Perú. No es acción divina, ni regalo de los dioses;
es el trabajo colectivo que hace que esta ciudad sea lo que es. Lastimosamente
la profunda corrupción de las últimas décadas ha afectado a esa región; pero,
pese a todo, es el carácter de su gente, de su visión cívica y ciudadana, de su
identidad regional, de su orgullo de pertenencia (esa que tanto usan como
caballito de batalla en diversos lugares); todo esto combinado les ha permitido
colocarse en un buen puesto en lo económico como cultura y social en el país.
Aunque no soy muy simpatizante del fútbol, escribo esta nota también por la alegría por un equipo de fútbol, el Melgar Fútbol Club, quizás desconocido para la mayoría de personas pendientes de las notas centralistas en los medios. Ese equipo ha arrancado gritos y llantos de alegría a miles de peruanos necesitados de algo positivo mientras los políticos deshacen nuestro país. Que ese puñado de jugadores represente el espíritu de los demás ciudadanos, aquellos que no queremos ser aplastados por la miseria que representa el mundo político. Que los jóvenes tengan un momento de orgullo y satisfacción frente a los fracasos y podredumbre de los personajes de moda en los medios (¿Ya se olvidaron de Kimberly García?). Lima no es la vara que mide el éxito de nuestra realidad. Así como Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, incluso Chile y Argentina, tienen ciudades contrapesos a sus capitales; sueño el día en que Trujillo pueda convertirse en una. Ojalá llegue a vivir esa experiencia.