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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 28 de abril de 2019

ALENTEJO, ALGARVE, EL SUR DE PORTUGAL, VIAJE A LA AMISTAD Y A LOS RECUERDOS






Sábado 12 de enero. Sur de Portugal. Días atrás me había comunicado con mi ahijada Vanessa Weber, quien ya vivía hace varios años en Portugal. Con el tiempo, mis compadres, Sophie y René, también levantaron su casa en Lima y se mudaron hacia el sur portugués, en Tavira. Estando en Portugal, era una buena oportunidad de reencontrarnos. En Porto vive otro amigo de los tiempos de la PUC, Diego Martínez Lora, quien por lo visto tiene un restaurante. Luego me iría a enterar que una exalumna mía del colegio Fleming, Gisela La Cruz, vivía en Cascais. En un segundo viaje, me “nivelo”. Maria coordinó todo para que salgamos temprano ese día hacia el sur. Esta vez nos íbamos cruzando el puente 25 de abril y tomar algunas de las buenas autopistas que tiene Portugal que comunican casi todas las ciudades y pueblos de norte a sur, de este a oeste. Tomamos la A2 y conectamos con la A6 con destino a Évora. Los peajes son caros, pero necesarios para mantener este sistema activo y, de paso, poder sostener el sistema nacional de carreteras que se usa en paralelo. Lo que sí se ve cada vez más es la supresión de puestos de trabajo, puesto que los peajes son cada vez más automáticos. Hay zonas en donde ya no hay persona alguna, salvo el sistema de vigilancia o ni eso. Aquí dejo algunos datos (https://www.guiadeviaje.net/portugal/carreteras-peajes.html). Otro más detallados que indican dónde hay peajes manuales y dónde los electrónicos (https://mochilerosdospuntocero.com/tips-viaje/transporte/guia-autopistas-peaje-electronico/).
Ahora nos íbamos al Alentejo (Más allá del Tajo) y a Algarve. El camino a Évora y hacia el Sur en general, es bastante diferente al del Norte. En la ruta norteña hay más población, más pequeños pueblos que surgen en el camino. Hay más tráfico, por ende. Hicimos un alto en el camino para tomar café y cambiar la conducción. Al llegar a Évora, nos dirigimos al casco urbano antiguo para hacer las respectivas visitas. Como Évora es una ciudad que se halla en una zona alta, serrana, el frío es más fuerte que en Lisboa. Una vez parqueado el auto nos dirigimos a nuestro primer objetivo: las ruinas del templo de Diana (también conocido como el Templo romano de Évora), cerca del corazón de la ciudad. En el trayecto cruzamos algunas iglesias, calles y plazas muy bien conservadas por lo que esta ciudad, la “ciudad museo”, es considerada Patrimonio de la Humanidad, y con justa razón. Las ruinas romanas demuestran que esta ciudad tiene una historia vasta de ocupación. Este monumento, posiblemente construido en homenaje de César Augusto, fue ocupado de manera prosaica para las bases de un castillo medieval y posteriormente para una carnicería. Vaya uso de la historia. Felizmente ahora está rescatada esta interesante obra en la que se ven columnas corintias y que tiene por capiteles otros instalados posteriormente. Las ruinas son pequeñas y de fácil exhibición, pues están para la visión pública. Más datos aquí (http://www.visitevora.net/es/templo-romano-evora-diana/).



Lo que hay frente a ellas es también muy interesante. Hay un hotel que se llama Pousada (posada) dos Loios, el cual era un convento con una pequeña iglesia, cargada de historia, azulejos y pan de oro: Igreja de San João Evangelista. Ingresamos a esta pequeña iglesia de estilo manuelino para admirar tan bello espacio. El complejo conventual ahora es un hotel de lujo desde 1965. Évora fue una residencia de los reyes portugueses y fue muy importante en el siglo XVI, de ahí el boato de palacios, casas, iglesias y conventos. En el camino nos íbamos a encontrar con otra gran belleza por el gran patrimonio que encierra: Museo de Évora. Este contiene más de 20 mil piezas de corte arqueológico, artístico, religioso, tradicional y político. Un museo que vale la pena visitar, tiene guías de audición y uno puede escoger el camino que desee. Había una exposición temporal, la del escultor João Cutileiro, de quien vimos muchos de sus trabajos en piedra y que se hallan no solo en Portugal, sino en otros países europeos. Aquí más información de este artista (https://observador.pt/2018/12/17/escultor-joao-cutileiro-recebe-distincao-e-formaliza-doacao-de-espolio/) (https://www.msn.com/pt-pt/video/sicnoticias/%C3%A9vora-homenageia-escultor-da-terra-jo%C3%A3o-cutileiro/vi-BBMgtub).






Una vez concluida la visita, dejamos nuestras audioguías y nos fuimos a la catedral vieja de Évora: la Sé (http://www.visitevora.net/es/catedral-evora/). Esta es una construcción que empezó como estilo románico y en el andar del tiempo concluyó como gótica. Un sólido monumento en el corazón de la vieja ciudad, mantiene un riquísimo patrimonio. Es la historia misma de esta ciudad. Contiene un claustro y un museo en el que exponen su patrimonio que no es nada pobre. Hay que ir al piso superior, se asciende por la torre de la mano derecha desde la entrada. No es apto para cardiacos o fumadores. No es tan alto como la torre de la iglesia de Colonia o la Giralda de Sevilla, pero esta es estrecha y un claustrofóbico puede tener sensación de pánico. Aquí más datos de este interesante lugar (https://myportugalholiday.com/es-evora/catedral-se-evora-es.html). 










El tiempo corría rápido por lo que nos dirigimos a ver la Iglesia de San Francisco (São Francisco) y su interesante osario (como el Convento de San Francisco de Lima); no solo la iglesia y el convento son interesantes, sino que la máxima atracción aquí es la Capilla de los Huesos (Capela dos Ossos) (https://myportugalholiday.com/es-evora/capela-dos-ossos-evora-capilla-de-huesos-es.html). Es interesante anotar que casi todos los monumentos religiosos fueron secularizados en 1834, algunos de los cuales nunca volvieron a sus congregaciones de origen. En el caso de esta iglesia, sí retornó a la orden franciscana. La construcción de este convento data del siglo XIII. Cuenta con un bello claustro y la iglesia es de apariencia sencilla, pero sus altares laterales están llenos de pan de oro e importantes estatuas religiosas. Esta fue la última visita, pues aún nos quedaba un buen tramo a nuestro objetivo final de ese día: Tavira. Aquí tienen más información de Évora en general (https://www.publico.es/actualidad/evora-historia-del-alentejo.html) (http://www.visitevora.net/es/evora-unesco-patrimonio-mundial/) (https://www.youtube.com/watch?v=aEzJ1Fm0fXU)








Tomamos la ruta hacia Beja donde hicimos un alto, no sin antes habernos perdido un tramo, pues se quiso ir por una ruta alterna para dirigirnos al sur. Llegamos a Tavira bastante tarde. Fuimos a casa de mis compadres con quienes no nos veíamos por años. Simpático ambiente familiar, cenamos recordando los buenos momentos en Lima y los planes de cada uno. Maria estaba encantada con ellos. Luego de la larga sobremesa, nos fuimos a dormir para que al día siguiente podamos disfrutar la ciudad y regresar cómodamente a Lisboa.
Domingo 13, desayuno contundente luego de una buena ducha. El plan era ir a Cacela Velha, camino hacia Huelva, España. La frontera está muy cerca y es una natural: el río Guadiana. El lugar tiene todo un pasado musulmán, algunas calles mantienen tanto nombres en portugués como en árabe, tiene una fortaleza (estaba cerrada) una pequeña iglesia medieval reconstruida tras el fuerte terremoto de 1755 que desoló Lisboa. Desde ahí veíamos las albuferas, las cuales surgieron por los desplazamientos y hundimientos a causa de ese famoso terremoto del 1 de noviembre. Fuimos a su simpático cementerio. El día estaba brillante, esplendoroso; el mar se veía tras la albufera. Aquí más datos del lugar (https://www.naturalezayviajes.com/2016/06/cacela-velha-algarve.html).





Luego nos fuimos a caminar a Tavira, pues no la conocía. Es un pueblo lleno de extranjeros, varios retirados ingleses, que han encontrado un refugio tranquilo para descansar. Es interesante, en la iglesia más grande, la Santa Maria do Castelo, ofrecen servicios religiosos en inglés, imagino para los feligreses católicos de esa nacionalidad. En todo el tiempo que estuve en Portugal, las noticias se centraban mucho en el famoso Brexit, el cual ya está por cumplirse y que está trayendo todo un gran quebradero de cabeza para los europeos. El gobierno portugués, que se vería muy afectado, ha propuesto varias condiciones especiales a los ciudadanos ingleses, pues estarían en una suerte de limbo; y esas retribuciones también esperan los portugueses y demás europeos que están estudiando o trabajando en territorio británico. En España se hacen la pregunta con los habitantes de Gibraltar, por ejemplo. Portugal es un refugio para muchos europeos retirados que buscan un país cálido (no es zona muy fría, pese a ser invierno) y que tengan una buena calidad de vida. Alguna vez se pensó en territorios en Perú, pero la violencia, falta de infraestructura y el deterioro de calidad de vida por el excesivo centralismo limeño no ofrecen buenas garantías que podrían darse en zonas como Tarapoto, Tumbes o la costa de Piura; incluso zonas como Arequipa o Trujillo serían ideales por no tener climas extremos. La caminata por Tavira fue amena, es una pequeña ciudad cargada de cultura, ideal para la familia Weber que ha decidido quedarse ahí. La ciudad tiene el corte antiguo medieval y musulmán. Calles estrechas, tortuosas, que ascienden y bajan. Una vez terminada la visita a algunas iglesias, nos fuimos a ver el Castillo de Tavira. Paseamos en sus muros defendidos por paredes gruesas y almenaras para los arcabuces. Aquí más detalles (https://miscastillos.blog/2017/09/14/castelo-de-tavira/). Las casas de la ciudad son simpáticas, hechas para el fuerte calor veraniego y el tenue frío amainado por el Atlántico. La ciudad está atravesada por un río pequeño, pero con caudal permanente: el Gilão. Este río tiene un puente de origen romano y otro más moderno, ubicados en el casco histórico. Hay un puente ferroviario muy antiguo que permite el acceso de un tren antiguo simpático que viene desde Fuseta. Hay una gran torre de agua que ya está en desuso y, lejos de haber sido demolida, se ha convertido en un centro cultural. Algo ingenioso. Sería ideal que muchos promotores turísticos y culturales se den algunas vueltas para poder ver algunos proyectos concretos interesantes y que puedan ser adaptados a nuestro país.  
De ahí nos fuimos a almorzar, este iba a ser la sorpresa de mis compadres: nos fuimos a Santa Luzia, una suerte de balneario lleno de restaurantes cuya especialidad es el pulpo (polvo, en portugués). Y sí que fue toda una orgía de sabores. Mesa colorida, bien rociada. Buena conversación. Pero ya el tiempo se nos estaba haciendo corto, nos quedaba poco tiempo. Llegamos a su casa para recoger nuestras cosas y el auto para regresar a Lisboa: un fuerte abrazo, gestos para preservar la amistad de años y que las distancias no cortan. Tengo que volver.
Así retornamos a Lisboa, en el camino nos turnábamos la ruta. Una sola cosa nos molestó: tanto a la ida como al retorno, el brillante sol nos daba de lleno cuando nos dirigíamos por la A22 hasta llegar a la 62, que indicaba el “ascenso” hacia Lisboa. Llegamos a Lisboa cerca de las 9 de la noche. Un buen y sentido viaje.
Desde el lunes 14 hasta el jueves 17 íbamos a visitar lo pendiente en Lisboa. El 18 me iba para Francia.







sábado, 5 de abril de 2014

POR LAS PROFUNDIDADES DEL ROMÁNICO ARAGONÉS

Las actividades de AEPE de esa semana tuvieron sus momentos de esparcimiento con visitas a lugares destacados de Jaca y sus alrededores. Y este verano ayudaba para permanecer al aire libre más que estar recluido en nuestros aposentos. Luego de la visita del día lunes 22 a la antigua iglesia de Jaca y su Museo Diocesano, el miércoles 24 íbamos a hacer una extensa visita por la campiña y tres fueron los lugares escogidos: San Juan de la Peña, Ansó y el monasterio de San Pedro en la pequeña ciudad de Siresa. Se quería ir, inicialmente, hasta la selva de Oza, pero algunos contratiempos nos imposibilitaron llegar a este último destino.
La primera visita fue a San Juan de la Peña y Monte Oroel (es un conjunto). Este lugar es relevante para la historia aragonesa, fuera de contar con unas vistas de zonas montañosas en las cuales se halla ubicado. Nuestro primer destino fue el antiguo monasterio (o Real Monasterio) que se halla enclavado en una roca (peña) que data del siglo X. En este antiguo monasterio se enterraron reyes del linaje aragonés. Está muy ligado a leyendas y hazañas históricas relacionadas a las luchas seculares contra los musulmanes. En sus inicios era una cueva en la cual hallaron restos de un eremita que dedicó su soledad y meditación a San Juan (típico de la edad media que luego erigieron monasterio en medio del desierto como vi en Mar Saba en Israel). Los inicios de la construcción de este bello monumento datan por el 1,020 y luego se va a vincular a la vida política de la corona aragonesa, tanto así que se va a convertir en su panteón oficial. Hubo dos grandes incendios (1494 y sobre todo 1675) que causaron su decadencia como recinto habitable y se desplaza hacia monte Oroel, en el siglo XVII. El edificio antiguo es totalmente románico, las columnas de su claustro lo demuestran que muestran seres fantásticos o relatos de la Biblia, con unas imágenes bastante vivaces y con marcado movimiento. Pero hay otras cosas notables como la iglesia prerrománica que se halla en la planta inferior. Uno ingreso al monumento por la planta superior e inicia un recorrido hasta un gran espacio cubierto, la iglesia superior románica, bella. Hay muchos detalles que la ubican desde el punto de vista arquitectónico con la iglesia de Jaca. Luego de haber visto este espacio, el guía nos llevó a la planta inferior para ver el contraste con la iglesia prerrománica, llena de colores y restaurado con gusto y cuidado. Luego fuimos a ver la sala de concilios. Pese a hacer calor en los exteriores, el lugar era frío. Imagino cómo habrá sido vivir en ese lugar en invierno, cuando estas instalaciones eran usadas. Volvimos a ascender para ver con más detalles el panteón de los nobles (aquí se enterraba la nobleza aragonesa, como una suerte de peregrinaje final) y parcialmente el interesante panteón real. La iglesia fue adquiriendo gran relevancia, tanto así que la declararon cuna del reino de Aragón.  Además se convirtió en una parada obligatoria del camino de Santiago, de la ruta que partía de Arles, vía Toulouse.  Al ser el panteón de algunos reyes de Aragón, y pese a ser literalmente abandonado luego del último incendio (que duró tres días), el panteón fue restaurado y reformado en 1770. Luego pasamos a uno de los lugares más bellos del conjunto: el claustro. Según la historia, en el siglo XI se inicia una reforma benedictina (la orden que había recibido el convento) y esta reforma contemplaba un claustro. Guarecido por la gran peña, casi como un techo natural, se ven los restos de este notable patio, donde se yerguen varias columnas. Algunas de estas columnas  (las más dinámicas y reales, algunas sonriendo) fueron talladas por un artista desconocido al cual lo llaman el maestro de San Juan de la Peña o el maestro de Agüero, quien, parece ser, fue maestro en otros monumentos que muestran su calidad como escultor y arquitecto. Para cerrar la visita y luego pasar al museo del lugar, fuimos a ver una capilla, ya gótica, de San Victorián. Pero, el claustro bien “vale una misa”. Luego fuimos al museo de sitio para ver cómo era la vida en este monasterio. Una vez terminada nuestra visita, nos fuimos hacia el Monasterio Nuevo.

Este “nuevo” conjunto se edificó casi en la parte superior de la peña a partir de 1676 en la llanura de San Indalecio. Aparte de la grandiosidad del monumento, está la portada de la iglesia, labrada con innumerables detalles, típica muestra del barroco. El sitio fue abandonado la segunda década del siglo XIX. Posteriormente este lugar fue rehabilitado para convertirse en diversos centros de interpretación como el del Reino de Aragón y el del monasterio viejo de San Juan de la Peña. La visita sí vale la pena hacerla, con su tiempo para ir leyendo la profusa historia de este viejo espacio de la historia aragonesa, así como la historia del reino. Cuando vamos ahondando vemos también la historia de España y, con ello, la historia que nos va a tocar a nosotros, los latinoamericanos. No en vano, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los reyes católicos, van a embarcarse en esa extraña empresa de ultramar. Y por ello, escribo estas memorias de viaje en su lengua. Más aún, cuando acababa de ver otra vez la serie Los Tudor y contemplo lo interesante que fue ese personaje que fue Catalina de Aragón, primera esposa de Enrique VIII e hija de estos reyes importantes para nuestra historia, muchas cosas de la vida pasada y actual se hilvanan para entender este mundo. Por eso me gusta ver estos lugares viejos, cargados de fantasmas y de recuerdos que se han extendido hasta nuestros días en nuestras memorias, en nuestras palabras.  


Terminada mi visita, regresé caminando hasta la estación en la que se habían quedado los buses en el convento viejo. Ver el paisaje jacetanio fue toda una recompensa. De ahí, todo el grupo se dirigió al almuerzo.




martes, 18 de febrero de 2014

JACA, EL ESPLENDOR MEDIEVAL ARAGONÉS


La rápida llegada al atardecer del 21 de julio a la pequeña ciudad de Jaca me permitió ver parcialmente esta joya del románico aragonés. Una vez instalados en nuestras habitaciones de la ciudad universitaria y luego de haber participado en un breve recibimiento, nos fuimos a
comer algo. Jaca había sido elegida por la AEPE para hacer su reunión anual que convoca por casi una semana a diversos docentes de español en el mundo no hispánico. Hubo gente que venía de Uzbekistán, Taiwán, Suecia u otros países. Éramos casi 200 personas. Las actividades empezaron el lunes 22 y hacia mediodía hicimos una visita a una de las joyas más bellas que hasta entonces había visto del mundo medieval románico: la Catedral de San Pedro del siglo XI y su extraordinario Museo Diocesano de Arte Románico. Entrar a esta iglesia es retroceder en el tiempo. Desde la portada ya nos iban dando datos importantes de este monumento integrante de la famosa ruta de Santiago. Al ingreso, en el pequeño depósito de piedra de agua bautismal, veíamos el desgaste de la misma por el constante uso de la misma para ungirse esta agua; pero más interesante era la piedra del arco de entrada que usaban para secarse esta agua, totalmente desgastada. Me hizo recordar la piedra (así dice la tradición) que se usó para embalsamar el cuerpo de Jesús, luego de bajarlo de la cruz, en la iglesia del Santo Sepulcro.

La iglesia es un muestrario de periodos históricos artísticos que mostraban su importancia para la corona aragonesa.  Hay manifestaciones góticas y renacentistas, sean en sus construcciones o en los altares que adornan diversas capillas. Pero luego de ingresar a la iglesia, hacia la mano izquierda, se puede visitar el museo que se halla en el claustro de este conjunto arquitectónico.  Al ingresar y recibir ayuda de los guías, pasas al claustro en sí. En sus alas laterales, hallas diversos capiteles que pertenecieron a la iglesia misma o de diversas iglesias de la región, ya perdidas para siempre.  Es una de las misiones de este museo: rescatar el patrimonio románico que se halla en diversas iglesias y capillas derruidas en pueblos y villorrios. Así tenemos la sala Bagüés, murales rescatados de la desaparecida iglesia de santos Julián y Basilisa, perteneciente a la región. Luego pasabas a las capillas claustrales, donde podías ver una extraordinaria muestra de escultura románica y gótica. Un Cristo mostraba un agujero, pensé que era producto de alguna bala o algún daño intencional. No, era una suerte de repositorio para “encargar” milagros a la imagen. Al momento de salir nos encontramos con un coro de la iglesia que ensayaba música sacra.. Es una visita obligada.