1. Semana de la Canción Criolla. “La jarana va a empezar al golpe de un buen cajón” y, luego, una parada de burro por las idas y venidas para autorizar eventos artísticos relacionados a la fecha. 2. La Reforma Política Electoral, ¡ay! Siguió muriendo en un espectáculo desfachatado en Cajamarca, burlándose de la ciudadanía al evitar el control positivo de esas entidades llamadas partidos políticos. 3. Nuestro alcalde es acusado de actos fraudulentos en su gestión en Huanchaco por lo que entramos en otra espiral de escándalos que dejarán a la ciudad en ascuas ante las urgencias en seguridad, infraestructura vial y otros baches citadinos. En todos estos casos, el gran perdedor es el ciudadano de a pie.
En el primer caso, las
indecisiones gubernamentales y la falta de coordinación entre sus ministerios
(en este caso, Interior, Salud y Cultura) han dado cuenta de una situación
lamentable impidiendo a muchas personas del sector musical poder trabajar en
momentos tan críticos como los que están pasando. Y peor aún al ver que otras
actividades masivas, incluidas fiestas con vigilancia policial incluida, se
vienen realizando en diversos espacios públicos en nuestra y otras ciudades.
Una gota más que rebalsa el vaso de la indignación y frustración. En el segundo
caso, el Congreso está actuando en contra de los intereses de los ciudadanos.
Vemos la mediocridad en la que se han convertido los partidos políticos, a los
cuales podríamos llamar bandas organizadas: el dinero y el interés de clanes de
poder hacen que estas instituciones, la base del sistema democrático, hayan
caído en manos de personas que crean partidos de última hora en torno a grupos
familiares o económicos. No se puede tapar el sol con un dedo ante las
escandalosas evidencias que tenemos. Vargas Llosa dice que no sabemos elegir
bien; creo que debería de empezar por ver los partidos políticos que son los
que nos dan una lamentable lista de personas cuestionadas que han de dirigir
los destinos de nuestras ciudades, regiones o país. Y son los mismos candidatos
electos (congresistas) los llamados a hacer esa reforma que atentaría contra
sus propios intereses. Estos son los cuestionamientos de una democracia
enclenque que han crecido en una ciudadanía incrédula, desarraigada políticamente
y encerrada en la cápsula de descrédito creada en las últimas décadas
intencionalmente. Y lo último se desprende de la mediocridad de dichos partidos
políticos que ponen a candidatos que arrastran problemas de diversa índole. Los
cuestionamientos ya venían desde la gestión edil en Huanchaco, pero se hizo
caso omiso a estos. Los ciudadanos se están organizando para exigir la función
principal de estos políticos: servir a la ciudadanía. Ni el partido gobernante,
ni los que se hallan en diversos puestos públicos están a la altura de las
funciones que les compete. ¿Las elecciones del año entrante nos volverán a
mostrar la mediocridad de siempre?