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Trujillo, La Libertad, Peru
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sábado, 5 de diciembre de 2015

CRÓNICAS AREQUIPEÑAS 2

Domingo 18 de octubre.  Mañana libre. Se había reservado el lunes 19 y martes 20 para visitar el Colca. Visitar lugares de interés de la ciudad es poco complicado, pues hay varias opciones: caminar por sus viejos puentes y calles, visitar varias iglesias que siempre he querido regresar como La Recoleta o La Merced. Por la tarde, nos íbamos a visitar los entornos de la ciudad, aquello que la ha hecho famosa: sus barrios campestres, su campiña. Pero, qué visitar esa mañana. Nos focalizamos en dos objetivos: Convento, Claustro y Museo de Santa Teresa; y la momia Juanita.
Santa Teresa es una iglesia la cual poco conocía; creo nunca haberla visitado en mi niñez e inicios de adolescencia cuando vivía en Arequipa. Además siempre permanecía cerrada. La primera vez que la visité en el 2011 quedé gratamente impresionado con los tesoros que encerraban sus paredes. Pero esta reciente visita ha sido una mayor impresión positiva. Han incluido los interiores de la iglesia carmelita y la museografía ha mejorado ostensiblemente. Este gran monumento se comenzó a erigir en 1710 y cuenta con varias salas y espacios en los que hallas pinturas, objeto de culto religioso, vestuario, maquetas, estatuas y yeserías. Aquí hay más datos (http://rpp.pe/peru/actualidad/el-museo-de-santa-teresa-de-arequipa-un-museo-de-historia-religiosa-noticia-483593). La visita al coro alto me permitió curiosear la acústica del lugar. Hay instrumentos musicales, como salterios y órganos de la colonia. Siendo una iglesia carmelita, hay diversas obras que destacan a notables integrantes de la orden como Santa de Teresa de Ávila (Jesús) o San Juan de la Cruz, grandes doctores en mística. Además este año es el Quinto Centenario de Teresa de Jesús, y las iglesias católicas celebran esta festividad. Por eso había toda una sala implementada para su recuerdo y homenaje. Debido a la premura, tuvimos que acelerar nuestro recorrido para poder llegar a nuestro segundo objetivo.









Nos dirigimos a pie al Museo de Santuarios Andinos. Como la visita estaba programada por bloques y había una pausa de casi una hora, nos dimos un breve escape para una transacción. María necesitaba sacar una cierta cantidad y nos fuimos a un mall que solía ser el hipódromo de la ciudad, el de Porongoche. Arequipa y Chiclayo eran las dos únicas ciudades, fuera de Lima, que contaban con hipódromos. Ahora son un mero recuerdo. Retornamos a nuestro objetivo para hallarnos con Juanita, la momia preservada por más de 500 años y descubierta en 1995, en una expedición hecha en plena etapa activa del volcán Ampato, donde se halló esta momia y varios objetos  más. Esta expedición fue financiada por National Geographic y apareció publicada para la comunidad internacional en el vol. 189, No. 6 de junio del 1996. Este descubrimiento dio pie a la construcción de este museo que es administrado por la Universidad Católica de Santa María en una casa colonial del centro de la ciudad en la que se han adecuado cuatro grandes salas para ubicar todos los descubrimientos y colocar la museografía respectiva. La primera sala que se visita es la que se proyecta un breve documental que propone la hipótesis del sacrificio de esta adolescente hace ya varios siglos como pago a la bravura del volcán. Y con ella, hubo otros niños más sacrificados, pero sus momias han sido destrozadas por la inclemencia o las posteriores erupciones (http://www.fogapi.com.pe/assets/santuarios-andinos2.pdf). A mis amigas les chocó el triste fin de esta niña que tuvo que ascender más de 5 kilómetros para finalmente ser sacrificada con un fuerte golpe en la cabeza luego de haberla emborrachado. Las instalaciones tienen baja iluminación y la cámara en la que se halla la momia está climatizada para evitar su deterioro. Hay vestigios interesantes que nos permiten tener una idea de la forma de vida, hábitos y visión del mundo de la cultura inca. Perú es un país, como lo dijo Steven Birbaum en su libro de viajes, donde puedes dejar libre tu imaginación por el pasado. Recuerdo una revista coleccionable de la Enciclopedia Aguilar que denominaba a nuestro país como “el viejo nuevo mundo”. Un par de semanas después iba a Chiclayo para visitar un par de museos y ver otros vestigios más viejos. Lo que me llamó la atención es que todo dato sobre la participación de Miguel Zárate en el descubrimiento de la momia se haya borrado en toda la información del museo. En la revista antes mencionada aparece en una página entera sosteniendo la momia. Hice la pregunta, pero la respuesta fue un poco esquiva.
Nos fuimos a almorzar al Crepísimo, un menú genial. Es un excelente restaurante que se halla en la Alianza Francesa de esta ciudad. Octubre es un mes de procesiones y Arequipa, ciudad muy religiosa, celebra todas las procesiones posibles. En nuestro camino al restaurante, nos topamos con la procesión del Señor de los Milagros, por lo que el acceso estaba casi interrumpido y teníamos premura, ya que a las 2 p.m. nos esperaban para visitar la campiña a través de la famosa carretera paisajista. La recuerdo hace muchos años, en el 72 cuando la inauguraron como tal. En ese entonces veías campiña; ahora, casas de asentamientos humanos e invasiones. Arequipa está perdiendo su verdor para ser reemplazado por cemento o sillar. A causa de la procesión, los tiempos no se cumplieron; tuvimos que ir hacia el hotel para que nos recojan. 
Así, con todo, nos fuimos a Sabandía y su famoso molino, restaurado en los 70 y que atrae un montón de turistas. El edificio fue restaurado por un arquitecto, Luis Felipe Calle, quien decidió asentarse ahí hasta su muerte. Ahora ya cuenta con un pequeño zoológico hasta con un pavo real. En los alrededores se han instalado un gran hotel, varios restaurantes y personas que alquilan caballos para dar una vuelta por el lugar. Se ha tornado en un espacio un poco caótico, desordenado y, pese a todo, mantiene su limpieza (aunque ya se ve muchos objetos desechados de plástico, como bolsas y alguna que otra botella. He aquí más detalles (http://www.viajeros.com/diarios/arequipa/el-molino-de-sabandia). 



Terminada nuestra breve visita, nos enrumbamos hacia la Mansión del Fundador, que se ubica sobre la misma carretera paisajística, cerca de Hunter. Da mucha pena ver cómo se ha ido perdiendo ese verdor que caracterizaba la campiña arequipeña. La mansión, que estuvo abandonada desde inicios del siglo XX, fue rescatada y puesta en valor en 1981. Es otro interesante espacio de arquitectura arequipeña que vale la pena visitar. Hay una colección de fotos que muestra el estado en el que estuvo y cómo el olvido, el tiempo y los terremotos la afectaron. Este edificación perteneció al fundador de la ciudad,  Manuel Garcí de Carbajal, de ahí el nombre en la actualidad (http://www.lamansiondelfundador.com/es/ubicacion.php). 




Antes de retornar a nuestro hotel, pedimos pasar por el puente de fierro o Bolívar. Algunos le dan la autoría a Gustave Eiffel y este sería el único puente construido en nuestro país de su autoría. Era la época de las construcciones en metal y el desarrollo del ferrocarril. Pero parece ser que esta obra fue por ingenieros norteamericanos, sobre todo de Henry Meiggs (esto había oído hace un buen tiempo) que participaban en el boom de la riqueza peruana del guano, aunque esta construcción fue iniciada en 1870, pero concluida en 1882, en plena ocupación de las tropas chilenas, y la estación quedaba en lo que es actualmente el Mercado San Camilo(http://www.nytimes.com/2014/10/29/world/americas/despite-rumors-not-everything-that-towers-is-eiffels.html?_r=0). Fuera de estos datos, este puente lo crucé, quizá, un par de veces en mi vida. Había sido poco cuidado y estuvo un buen tiempo cerrado por el peligro de colapso. En esta oportunidad  nos dimos el gusto de cruzarlo a pie. El cruce fue gracioso; parece ser que los conductores no ven a muchas personas hacerlo (aunque en el camino nos cruzamos con un sacerdote), pero Soraia caminaba feliz y su frescura y belleza perturbaba a los pilotos jóvenes; uno de ellos se la quiso dar de galán y lo que hizo fue que los aros de su auto chocasen con la vereda alta que este puente tiene. Muy gracioso, los tres (María, Soraia y yo) nos reíamos a carcajadas por lo ridículo de la escena; mejor aún, fue el caso del encuentro de dos autos al inicio del puente en una calle perpendicular que se hallaron cara y cara, y no querían dar su brazo a torcer para dar pase. Casi 10 minutos de discusión. En fin. Hacia el otro costado donde nos esperaba nuestra movilidad, vimos en las barandas varios candados (como en París) para sellar el amor eterno. Bonito gesto. Creo que en París los van a sacar. Espero que en este puente, no.





Hicimos las últimas coordinaciones, puesto que al día siguiente salíamos para Chivay a las 8 a.m. Además teníamos que llevar todas nuestras cosas. Estuvimos en el hotel a las 6 p.m. Hicimos los últimos arreglos y salimos a cenar al Zigzag, un restaurante francés en la Plaza San Francisco. El día anterior habíamos estado con María para cenar algo ligero. Esta noche, con Soraia más, íbamos a cenar rico. Como siempre, cerramos con broche de oro.