Un hecho ha conmovido a la
opinión pública peruana en el cual se ha evidenciado el peligro del abuso del
poder, el uso de este por personas inadecuadas a determinado puesto y el escaso
sentido del diálogo por las personas que detentan cualquier tipo de poder en
una sociedad.
La Comisión de Educación, una
bizarra comisión presidida por Milagros Salazar e integrada por disímiles y cuestionados
congresistas nada vinculados con el tema educativo como Leila Chihuán y ¡Tamar
Arimborgo! (titulares) o Héctor Becerril o Karina Beteta (accesitarios); citó
para el último miércoles 22 de mayo a dos profesoras para explicar el caso de
textos de secundaria con contenidos de connotación sexual. La reunión fue tensa
y nada cordial. La postura de la congresista Milagros Salazar puso en
manifiesto el torcido sentido del poder de aquellas personas que gustan
ostentarlo y que, incluso, aducen usarlo correctamente en cualquier acto en el
que este sea necesario manifestarlo. Se evidenció en el maltrato verbal con el
cual la presidenta de esta comisión hizo sentir su investidura sin ninguna
necesidad de hacerlo. Era demostrar a los demás quién tenía el mango de la sartén
y la sartén también, como cantaba María Elena Walsh.
Las sustentaciones explicadas
por la congresista tras su desafortunada sesión no hacen sino comprender la
lógica de estas personas que dicen tener la razón a cualquier costo. En este
listado de argumentos expuestos, está el de la razón y la verdad; este es el que
sostienen también otros grupos como los religiosos a ultranza, los políticos
dogmáticos, los sectarios de un movimiento u otro tipo de fanatismo social. Los
religiosos conservadores toman posturas intolerantes como las posiciones
fanáticas de los temidos senderistas. Los nazis y los fascistas eran más
drásticos, pues utilizaban la violencia física legal para hacer entender al
adversario o disidente de su ideología y poder, así, cumplir con la ley de la
jungla que ellos implantaron. Es la lógica que se quiere emplear para encontrar
soluciones simples y tajantes a complejos problemas sociales. Ante esta
posición, el diálogo es imposible, puesto que una de las partes ya de por sí
niega toda posibilidad de razón a su contraparte.
Pero esto debe de servir de
reflexión para observar con la misma lupa todo quehacer humano, no solo el político
o el religioso. Lo vemos en lo cultural, social y económico. Es fácil
identificarlo en cualquier chauvinismo nacionalista manipulado por diversos
grupos de interés. Lo vemos en el trato a las minorías sociales de cualquier
índole como la comunidad LGTB; lo vemos en la construcción de la percepción de
ciertos grupos a los que convertimos en marginales (como pasa con los migrantes
venezolanos) con el fin de hallar culpables fáciles de la violencia que nos
aqueja; o en el de determinados grupos económicos poderosos que usufructúan su
posición para sacar escandalosas ventajas contra la sociedad en general.