¿Se puede decir que gestos como el de Manuel Liendo Rázuri
nos indica que estamos tocando fondo? No; ¿Como los comentarios xenofóbicos de
algunas personas, incluidas algunos candidatos al sillón edil limeño? Tampoco;
¿Como los enunciados encubridores a favor de algunos congresistas en cuanto a
las claras evidencias de corrupción con el fin de blindar a personas vinculadas
con el tráfico de influencias y el narcotráfico? Todavía. Pero vamos a en
camino a ello.
Las semanas últimas la sociedad peruana se ha visto sacudida
por una serie de acciones y gestos por lo demás censurables. Desde una
publicidad discriminatoria hasta la agresión verbal y actitud matonesca de un
ciudadano contra otro, estas situaciones han removido el concho de la
conciencia nacional; y la complicidad o distancia de las personas que habitamos
este espacio geográfico al cual denominamos nuestra nación. Hechos como los que
hemos sido testigos nos han cuestionado en cuanto a las propuestas y trabajos
recientes que tratan de involucrar al mayor número de peruanos en una sociedad
que pasó crudos momentos en los que las situaciones racial, cultural,
lingüística, geográfica, religiosa y de género han sido motivo de conflictos y
de propuestas para tender puentes con el fin de atenuar la honda y triste
brecha que se ha ido construyendo desde la época de Sendero en adelante. Se
pensaba que la bonanza económica iba a influir en la construcción de un nuevo
peruano. Nada más lejos de la verdad.
El boom económico solo ha generado una acentuación peligrosa
de la brecha en una sociedad todavía sensible por lo sucedido en los 80. La
brecha se evidencia como en los casos que pudimos contemplar en las redes
sociales estos últimos días. El personaje se hizo famoso por toda la labor de
censura (cierta o posera) generada en el mundo virtual. Sin embargo, este
incidente en solo una punta de uno de los hielos pendientes del iceberg social.
Brechas hondas aún existen, aunque haya cifras oficiales que hablan de mejorías
en ciertos estratos y zonas del vasto Perú.
Las labores de inclusión del mayor número de peruanos
marginados y maltratados son frecuentemente boicoteadas por diversas razones.
Posturas religiosas, tradiciones familiares o pueblerinas, influencias
económicas, recelos raciales, animadversión xenofóbica, desprecio por los
miembros de las comunidades LGTB, son muchas las actitudes y acciones que
movilizan a muchos peruanos contra el prójimo, sean diversas las razones.
La educación es un factor preponderante; pero también lo es un
aparato judicial y de cuidado ciudadano que sea vigente, transparente,
correcto; algo aún no vigente en nuestra sociedad, habida cuenta que uno de los
principales representantes negocia casos de violaciones con absurdos criterios
semánticos. Una soledad para una sociedad cada vez más escéptica, sin valores
ni controles.