Huanchaco, el balneario que ha dado bastante identidad a nuestra ciudad y Región, se halla en situación crítica desde hace muchas décadas por una serie de desaciertos y gestiones no culminadas que han ido agravando diversos problemas sociales, logísticos y de planificación. Huanchaco era un apacible pueblo de pescadores que utiliza una herramienta ancestral, el caballito de totora, el que ha dado identidad y organización a su sociedad. El crecimiento de Trujillo dio un coletazo contra la tranquilidad de este pueblo y pronto surgieron diversas edificaciones alrededor de la antigua villa de pescadores. El antiguo Huanchaco tuvo que lidiar con un crecimiento desordenado, pues hubo muchos intereses que alentaron la informalidad y la construcción en zonas no propicias para la edificación de casas e, incluso, edificios. Las gestiones ediles recientes ayudaron a incrementar esa suerte de anarquía alentando un tráfico de terrenos, conocido por todos y callado por la justicia; y la mala implementación de servicios básicos para la comunidad, como agua y desagüe, que fue caótico, con claros visos de corrupción en su licitación y edificación. A estos problemas endógenos, tenemos otros que son muy graves como el de erosión costera que va engullendo playas y servicios de manera sostenida a causa del Molón de Salaverry y el cambio climático (un problema agudo del litoral liberteño); y el avance de Chavimochic que ha comprometido diversas zonas de contención en torno al cerro Campana, íntimamente ligado al ecosistema natural y social del balneario. En este espacio hay restos arqueológicos y es complementario con una reserva natural que es la base de la identidad y la fuente de trabajo de muchos habitantes: los totorales. Este sitio emblemático huanchaquero ha sufrido diversos embates contra su existencia: incendios, una carretera mal tenida que permite tránsito pesado, invasiones. Y para poner la “cereza en la torta”, aguas residuales los han inundado y dañado. Peor, estas aguas servidas están siendo lanzadas al océano contaminando el litoral, ya bastante venido a menos. Las excusas de SEDALIB desde el mes pasado cuando sucedió este primer incidente no son las correctas, ni tampoco las medidas que quieren adoptar su municipio con el gobierno regional de querer traspasar su manejo a este último, obviando a los principales beneficiarios y afectados: los pescadores. Cabe recordar que es el carácter ancestral y las bondades de sus playas las que hacen conocida nuestra ciudad ante viajeros que buscan identidad y cultura viva (que son muchos). Por eso es importante que la situación de Huanchaco debe también preocupar a los trujillanos en general; es una simbiosis cultural que debemos proteger presionando a las autoridades para que actúen en pro de la comunidad. El bienestar huanchaquero es también nuestro bienestar. Por eso, nuestra solidaridad con Huanchaco, hastiado de corrupción e ineficiencia.
6 comentarios:
Problema al que no hay intención de resolver. El origen no es solo la construcción del Molón de Salaverry. Mucho antes se fue agudizando por la negligencia, la desinfección, el perfíl inadecuado de las autoridades municipales, que no coordinaron un Plan para que el crecimiento de las ciudades sea ordenado.
Nuevas felicitaciones y nuevo abrazo.
El caballito de totora es patrimonio nacional y del mundo. Por lo que de acuerdo a mi humilde opinión esta situación debería ser vista por el gobierno central en vista que el gobierno regional es parte del problema.
El molón de Salaverry ha fracturado la facultad turística de las playas de Trujillo, ha desaparecido Las Delicias, Buenos Aires y también desaparecerá Huanchaco. Triste desición para los Trujillanos.
Gracias, Packo, por tus felicitaciones. Lo del molón es palabra prohibida en nuestra ciudad.
Al paso que vamos es la ciudadanía la que debe plantarse, pues tanto el gobierno regional como el central son parte del gran problema que nos aqueja como sociedad.
Lo es, pero la ciudadanía ha preferido callar, pues hay intereses económicos más fuertes que la situación del litoral. Y no lo van a cambiar, habida cuenta la fuerte inversión que ha tenido el puerto de Salaverry en estos últimos años.
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