Trujillo, como casi todas las ciudades peruanas, parecieran ser grandes basureros que tienen forma de calles, avenidas, parques, servicios diversos. Las ciudades norteñas, sobre todo, muestran un deterioro acelerado por diversos factores, uno de los cuales es precisamente el uso inadecuado de los miles de kilos de desechos que una ciudad, como Trujillo, genera diariamente. El desconocimiento y el interés de muchas mafias que lucran con estos (el relleno sanitario, por ejemplo) juegan un rol importante, fuera de la débil o nula campaña del manejo de estos tanto en el sector público como privado (caso las constructoras, por ejemplo). La ciudad desecha mucho plástico u otros artículos que podrían ser reutilizados en vez de ser desechados en tachos de basura, lo que atrae a muchos recicladores que suelen generar todo un desorden que agrava la suciedad de calles, avenidas y parques. Por otro lado, la presencia de objetos grandes deteriorados también comienza a ser común en esquinas de calles o avenidas, o parques en los que solemos ver muebles (sillas, sofás), colchones, excusados y artefactos eléctricos (televisores, diversos artículos del hogar) ya comienzan a ser parte del paisaje urbano de nuestra ciudad y lo estamos aceptando como tal. Antes estos estaban en las azoteas. Además, debemos pensar urgentemente en el manejo responsable de los desechos eléctricos como pilas, baterías u otros que son altamente contaminantes: en los tachos de basuras vemos pilas de todo tamaño que van con los demás restos. Y ni qué decir de otros servicios o empresas tan contaminadoras con residuos sensibles como hospitales, clínicas y restaurantes. Muchas personas ya ni se inmutan cuando dejan grandes bolsas de basuras en avenidas y parques. Otro factor que incrementa los residuos es la poda de árboles y plantas que se apila en lugares “asignados” con rara lógica que desconozco. Por ejemplo, el colegio Liceo, ¡un centro educativo!, decidió botar irresponsablemente mobiliario vetusto a la calle sobre el montículo de ramas y tallos podados, justo en la entrada de sus alumnos. ¿Ni el SEGAT ni ninguna otra institución municipal ligada a la salubridad y seguridad, han sancionado a este centro escolar? Muchas veces vemos rodeores merodeando por el lugar. Me comentaba César Arellano de Traperos de Emaús, la necesidad de hacer campañas agresivas de sensibilización del manejo de residuos a la comunidad desde los colegios u otras instituciones educativas para que generar cambios paulatinos en los hogares. Nosotros debemos presionar a las autoridades respectivas para planificar urgentemente una verdadera planta de reciclamiento. Hay muchas instituciones que hacen campañas internas para separar los residuos y en el cambio de recojo de basura (cambiar el término), pero esta termina mezclándose nuevamente. Un fiasco. Bastante irresponsabilidad.
Los ciudadanos debemos educarnos en familia y trabajo para mejorar nuestra ciudad. Así Trujillo será el espacio en el que todos queremos vivir.
8 comentarios:
Cuanta razón en tus palabras. Tomemos conciencia
Hola Gerardo. Desafortunadamente y con toda la vergüenza que esto genera tengo que darte toda la razón; la otrora hermosa y limpia Trujillo se ha convertido, o la han convertido, en un basurero público sin ninguna vergüenza. Y las autoridades ( tenemos?) hacen poco o nada por solucionarlo; más bien pareciera que se placen en agravar ésta situación.
Y ni que decir del parqueo de carros tanto públicos como privados, más estos últimos, que con la mayor frescura e impunidad han convertido las avenidas y calles en sus estacionamientos privados, hasta con cuidadores. Un ejemplo: en la Av Nicolás de Pièrola, donde desenboca el tobogán de Acuña, a partir de las 9:30 am es una via de dos carriles por que gran parte de la pista está sirviendo de estacionamiento. Y la policía de tránsito ya ni se inmuta.
Lástima.
Gracias por ser la voz de la cordura en esta ciudad - aldea.
Brillante como siempre
Gerardo, Esperar tanto responsabilidad de autoridades me parece un poco idealista. La gente Y su economia de consumerismo se deben de cambiar . Recién leí que la mitad de los 367 millones de toneladas de plástico que se producen anualmente están para un solo uso.
Más de un tercio de todos los plásticos producidos se utilizan en envases, incluidos envases de alimentos y bebidas ( haciendo de Coca-Cola la mas grande fuente de pollution en el mundo).
El 95 % de los envases de plástico acaban en vertederos, como basura en las carreteras o en el océano....y ahora saben que tambien se encuentra en el aire, el agua, la tierra y la comida- hasta en nuestros cuerpos! Aún en Europa, con sus contenedores en cada casa para reciclar, solo el 9% de todo el plástico que se ha fabricado ha sido reciclado. Paramos de comprar productos hechos de plástico, embolsados en plástico. Y seamos más responsables sin que unos Políticos nos dicen como estar.
Gracias por haber mencionado Emmaus - es un organización muy admirable.
Hay programas de reciclaje municipal (Segregación domiciliaria) qué tiene muchos años de creación, Víctor Larco reparte bolsas verdes, Trujillo, bolsas amarillas, desconozco resto de municipios... El de Víctor Larco, mí distrito, funciona bastante bien a pesar del cambio de autoridades, yo segrego hace más de 8 años y ese material (inorgánico: cartón, plástico botellas, envases, botellas de vidrio) son llevadas a la reciclado rato formal, Manuelita qué está en Parque industrial... He hecho el seguimiento, es una empresa que tritura ése material y envía a Lima... Pero sin duda, carecemos de cultura de reciclaje y de Limpieza
Estimado Gerardo, como siempre es un gusto leer tus observaciones.
He conocido Trujillo en el 2002 y en todos estos años siempre he visto montículos de basura. Un querido amigo un día me dijo desconsolado “no sé que les pasa a los trujillanos con el tema de la basura…” y creo que tocó el blanco: autoridades, administradores, políticos, en calidad de profesionales, no tienen nada que ver con todo esto. Está tan ocupados a inventar la siguiente inutilidad que no ven los problemas cotidianos y menos los que ellos mismos podrían resolver. Los trujillanos si pueden. Pero no quieren porque han comprendido la verdad sobre la raza humana como ninguna otra sociedad lo ha comprendido. La verdad es que todos los humanos somos indecentes: quién pasea su perro abandonando sus excrementos, quién cuadra en segunda fila, pero solo un ratito… esta indecencia se mimetiza mejor entre montículos de basura en una geometría inversamente proporcional: cuanto más alta es la indecencia colectiva, más baja parece la indecencia individual.
El plan, compartido directamente a nivel neuronal desde el nacimiento, es claro: cada ciudadano tiene un total de 5 basuritas tiradas del carro cada semana, 10 bolsas de basura al mes, 20 costales de desmontes al año. Todo lo que uno no utiliza en su plan anual se convierte en bonus por otras y más indecencias el año siguiente. Dedos en las narices, semáforos rojos, molestias, insolencias, vulgaridad, agresividad, ignorancia pueden aumentar entre montículos de basura sin ser notados.
Es por el tema de los bonus acumulados que en la ciudad pueden crecer los falsos ambulantes extensión de las tiendas fijas, letreros gigantes que tapan la ciudad, edificios multifamiliares de estética muy dudosa. Estos en específicos son geniales: para construir un edificio se demoran un par de años. En todo ese tiempo invaden la vereda y el carril contiguos a la construcción con materiales y desmontes, grúa, depósitos de agua, lo que les sobra y lo que usarán. Terminados los trabajos la entera ciudadanía está tan contenta del tráfico que finalmente fluye y de la vereda libre, que ni se dan cuenta tanta fealdad del multifamiliar terminado. Hasta mientras, los emprendedores se han forrado de plata y son aceptados en los clubes privados como héroes de la pequeña y mediana impresa en aplicación del casi bíblico “una mano lava a la otra y ambas la cara”.
La basura tiene la precisa función de controlar el índice promedio de lo que es decente. Si uno se siente indecente no puede admitir una urbe limpia y ordenada en la cual resaltaría como el trazo de un marcador. La semana pasada he regalado dos costales de desmontes a un vecino, para que pudiera hacer una fiesta muy ruidosa. Nadie se ha quejado y el día siguiente otro vecino me ha comentado “…bueno, en fin… hay cosas peores: mira los desmontes que han tirado a noche en la berma
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