Una
enfermera fallece tras una violenta violación y un bastante raro descuido
médico en Puno. El líder indígena Ulises Rumiche Quintimari, protector del
medio ambiente amazónico, es asesinado por posibles traficantes ilegales o
narcotraficantes. Los vegetales bandera que exportamos al mercado internacional
y que ofrecen al mercado interno presentan altos índices de pesticidas,
intolerables para el consumo humano, y son vendidos en grandes cadenas de
supermercados en Lima (¡cómo será en el resto del país!). Mujeres. Indígenas.
Consumidores locales. En un país que desprotege a sus mujeres, sus comunidades
nativas; que deja en el desamparo sus grupos étnicos a merced de traficantes
ilegales; que desprotege a las mujeres,
jóvenes y niñas violadas por criterios ajenos a los derechos básicos de su
integridad física; que permite que grandes empresas lucren de sus usuarios; que
estas mismas ofrezcan material que no sería permitido en otras latitudes o que
aún no se prohíba el uso de elementos contaminantes de toda índole e, incluso,
haya partidos políticos que traten de eliminar leyes que protejan la salud del
usuario y el medio ambiente; podemos, pues, indicar que hay una clasificación
discriminatoria muy marcada de los ciudadanos que vivimos en esta extensión
geográfica que excede el millón de kilómetros cuadrados.
El
respeto por el individuo como tal, del cual muchas personas e instituciones se
jactan de defenderlo, es bastante débil en nuestra sociedad. Hubo y hay avances
que tratan de cerrar brechas profundas que lastran a los peruanos. Hay
organismos y personas que buscan el bien común y la protección de las personas
como individuos; pero otros, por diversos intereses (sobre todo, económicos),
se vuelven enemigos acérrimos de diversos grupos sociales de diversa índole. Así,
diversos inescrupulosos buscan favores políticos y económicos para seguir actuando
impunemente contra los ciudadanos, contra nosotros. La sociedad se ha vuelto
incrédula, escéptica de cualquier institución pública encargada de velar los
derechos básicos de cualquier ciudadano. Un total descrédito, bien ganado a
pulso por el sentido de impunidad y privilegios.
Pero, hay algunas buenas noticias jurídicas que esperamos prosperen. La justicia está cayendo sobre dos peces gordos: Alejandro Toledo y Joaquín Ramírez, y la posibilidad de que, con ellos, caigan una numerosa recua de corruptos de su entorno. Las redes han estallado con optimismo, pero también con una buena dosis de escepticismo cuando hablamos de justicia peruana. Muchos comentan que caerán otros peces gordos y medianos de todo bando, promotores de diversas formas de corrupción en todos los campos de la sociedad peruana. Se está tocando a poderosos que detentan el poder de una manera u otra, y mueven sus hilos para atenuar el control de daños. Es un momento decisivo para volver a creer en nuestra institucionalidad, tan venida a menos por décadas.
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