11 de abril 2021 pasará para la historia. Millones de peruanos han decidido entre 19 candidatos los dos que pasarán a segunda vuelta para ver quién será el presidente del Bicentenario y el que nos gobierne por cinco años, si antes no pasa algún raro incidente en un país en el que pueden pasar tantas cosas. Acostumbrados a votar por el mal menor para evitar al mayor, tenemos en el escenario a dos posibles males mayores, según sus lamentables recorridos políticos a la fecha. Hay muchos factores que han jugado de por medio como la pandemia, los impedidos de votar por estar contagiados y los temerosos de contagiarse, así como el prurito de generar pánico en unas votaciones que a la larga han sido más tranquilas de lo esperado. De manera personal y tal como pregunté a varios amigos por redes, las elecciones fluyeron rápido después de los problemas iniciales como suelen suceder en cualquiera de los procesos electorales previos, como el caso de las mesas no constituidas. Del total de votos válidos emitidos, los dos candidatos que pasan a segunda vuelta, Pedro Castillo y Keiko Fujimori, reciben un respaldo bastante débil pues ninguno de ellos llega al 20 % deseado; si los nulos y blancos representasen a un candidato, este era un bolo fijo para la segunda vuelta y posible ganador de la banda presidencial. Juegos de la democracia.
El ascenso de Castillo ha sido
insospechado. Quizás haya sido inflado por los estrategas de campaña de
partidos de derecha que fueron minando a la posible rival: Verónica Mendoza.
Pero también indica un total desconocimiento de una fuerza social que ido
creando conexiones que los demás desconocían. Por otro lado, la antigua
costumbre de la izquierda de desmembrarse en pequeños partidos ahora ha sido asimilada
por la derecha; tantos candidatos de esta tendencia han hecho que se
canibalicen entre ellos y las de ganar las tenía el fujimorismo que, pese a
todo, cuenta con un aparato político mejor constituido y presente a nivel
nacional que los otros partidos que surgen solo para estos momentos. Si
analizamos en frío, Castillo hubiera podido haber barrido a otros
contrincantes, pues tiene más presencia que los otros partidos de derecha
centrados en Lima y algunas grandes ciudades. Así de improvisada y frágil es la
política peruana. El caso de Keiko es interesante, pues llega a esta segunda
vuelta gracias al socavamiento sistemático de personajes como López Aliaga,
Soto, Lescano y Forsyth.
Tenemos dos opciones de
espanto. Una ya mostró las facetas que la hacen un peligro; por ejemplo, lo
vivido en este último lustro con sus lamentables congresistas. El otro tiene pasado
turbulento que aterroriza a muchos. Queda un poco más de un mes para ver qué
conceden ambos candidatos. Hay algo que sí es preocupante y de lo cual poco se
ha hablado en estas elecciones: el narcotráfico. La pregunta está saber con
cuál de los dos legitimaríamos un verdadero narcoestado y, de paso, nuestra
perdición.
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