Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

martes, 17 de febrero de 2015

PACASMAYO Y SUS TESOROS

La primera semana de diciembre del 2013 también nos dimos un salto a Pacasmayo, San Pedro de Lloc y Chicama para visitar sus lugares históricos, que los hay, y las bellezas naturales que toda ciudad marítima puede encerrar. Para esto fuimos en mi auto, María, Isabelle y Marc, un profesor francés de la Alianza Francesa. Salimos el sábado 07 de diciembre temprano para poder llegar antes de mediodía a Pacasmayo y buscar un buen hotel. Nos habían dado varias referencias, pero elegimos el Pakatnamú, un hotel en el que había estado antes. El viaje fue tranquilo, se veía en ese entonces los escasos avances de la Autopista del Sol. Llegamos sin contratiempos y, felizmente, hallamos cupos en el hotel. Una vez acomodados, decidimos salir a almorzar y nos dirigimos a la plaza de armas a buscar un restaurante. El almuerzo no fue tan notable, pero sí lo fue la caminata que hicimos luego por la ciudad. Fuimos caminando por las estrechas calles en dirección al muelle. En el trayecto fuimos descubriendo casas bellas, escondidas, algunas con un pequeño patio exterior con azulejos. Antes de ir al muelle, nos dirigimos al mercado a ver qué había en sus instalaciones. El mercado central tiene instalaciones antiguas; sé que ahora hay uno nuevo  denominado zonal, además de la llegada de los supermercados que se irán instalado en las afueras del viejo Pacasmayo; sin embargo, lo viejo tiene su encanto. En este compramos frutas, algunas nuevas para María, como la chirimoya. Tan sorprendida y alegre estaba, que contagió a Marc y celebraban el descubrimiento con muchas risas. Una de las vendedoras pensaba que estábamos ebrios. En fin.




La ciudad vive de su actividad marítima, aunque muchas de estas se han ido extinguiendo por la decadencia de su extenso muelle. Luego del mercado, nos enrumbamos a esta construcción. María había estado en esta ciudad pocos meses antes con el fin de tomar fotos para su investigación comparada de arquitectura mediterránea y marítima.  En el muelle hay numerosas aves guaneras que están a la caza de peces o mariscos que caigan accidentalmente de los pescadores artesanales. Caminamos hasta el extremo del muelle para ver las instalaciones, las vías abandonadas del tren, las cuales se oxidan irremediablemente. Hay una campaña intensa de rescate de estas instalaciones históricas que generan identidad visual a Pacasmayo. 



Esta zona es muy antigua, tiene rastros de haber sido ocupada desde épocas prehispánicas, pero no llegó a ser zona importante como lo fue San Pedro de Lloc o zonas cercanas como Pakatnamú, por ejemplo. Pero es en la colonia que le da relevancia al construir y declararla  zona portuaria, más precisamente en  1785. Y en la época republicana va a tener su apogeo, sobre todo cuando se convierte en el principal punto de salida de la azúcar en la época de las grandes haciendas del XIX y XX.  La construcción del puerto de Salaverry inició el debilitamiento de su comercio; posteriormente se comenzó a desmantelar muchas vías ferroviarias costeras en casi todo el país. Así cayó en el olvido el tren de Pacasmayo. Para ver su magnificencia hay que ir a la casa estación convertida en centro cultural; aquí se puede ver una interesante colección de fotos que muestran el esplendor de esta vía ferroviaria que iba hasta Chilete. Este lugar debe ser rescatado, puesto que hay muchas más cosas para ofrecer. Es usado como centro para dictar clases de danzas u otras artes. Vimos un grupo de niñas en sus prácticas. 




Como comentaba María, y como se vio en Chicama al día siguiente, estas construcciones tienen la influencia alemana por su bloque principal y su suerte de domo mayor. Es un bello monumento de madera  y adobe que no debe perderse. Antes de ir a descansar un rato, nos fuimos a comprar algunas cosas del supermercado. Luego de un breve descanso y una buena ducha, salimos a cenar. Nos dirigimos al restaurante del hotel Estación. Luego dimos un paseo por la ciudad nocturna, sus calles y su interesante iglesia con una plaza escalonada muy peculiar. Hay bellas casas, aunque algunas ya se las ve deterioradas. Su malecón tiene casas bellas, pero algunas construcciones afectan su equilibrio. Aún en nuestro país no existe un orden urbano que se respete para no permitir la construcción de cosas desafortunadas que solo satisfacen el ego de nuevos ricos, pero que afean la ciudad. Los ciudadanos no nos merecemos eso.




lunes, 2 de febrero de 2015

RECUENTO CAJAMARQUINO: EN DEFENSA DE SU PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

Visita de dos días a Cajamarca. Gracias a una gestión que se hizo entre la Universidad Privada del Norte y la Alianza Francesa, tuve oportunidad de viajar a Cajamarca para participar activamente en las actividades promovidas por la Facultad de Arquitectura en las tres sedes y en las que la Alianza Francesa de Trujillo colaboró de manera activa con una exposición de arquitectura sostenible con obras de arquitectos europeos, sobre todo franceses, en la recuperación de edificios y espacios libres. En octubre 2013, durante los días 23 y 24 se iniciaron las actividades de la Semana de la Arquitectura y la inauguración de la muestra era el 23 por la noche. Salimos en el auto de Maxime, Director de la Alianza Francesa de Trujillo, temprano por la mañana, con Diana, su esposa, y el hijo de ambos, Lucien. El viaje fue confortable, puesto que hay una carretera asfaltada; además nos permite viajar de manera independiente y detenernos en diversos lugares; así pudimos tener vistas del río Jequetepeque, la represa de Gallito Ciego, los diversos pueblos como Tembladera, la tristemente famosa Choropampa y la impresionista vista de Cajamarca desde el cerro Gavilán. Es precisamente en este punto que la carretera se torna peligrosa no solo por el tráfico de vehículos pesados, sino por la cantidad de piedra extraída de las laderas de estos cerros que desmedra la consistencia de las mismas y permite que haya deslizamientos de tierra en periodo de lluvias afectando la carretera. Por eso se ha sugerido cambiar esta vía de acceso a una ciudad de densa población y de riqueza mineral a una que salga a las alturas de Cumbemayo, una joya ecológica e histórica que podría verse amenazada por un tráfico intenso, sobre todo de carga mineral. La empresa Yanacocha, dedicada a la extracción de oro en la zona, empresa que ha tenido diversos problemas con la población, construyó una carretera para su uso por la zona de San Pablo y que va hasta Cajamarca, saliendo por Porcón. Esta vía puede ser aprovechada, también,  para ir al bello museo de Kunturwasi, y cuya accesibilidad es precaria.

Llegamos a Cajamarca un poco más allá del mediodía. Nos fuimos a hospedar al hotel Costa del Sol en la plaza de armas, hotel que queda literalmente al costado de la catedral. Almorzamos algo ligero y coordinamos todas las actividades para la noche, puesto que el “plato de fondo” era la exposición virtual con la cual María Ramos y Maxime habían estado trabajando en los últimos meses. La actividad se realizó con bastante éxito por la noche y hubo un lleno total de estudiantes y docentes de la Universidad. Luego de ellos nos fuimos a cenar algo ligero. La idea era salir temprano al día siguiente para conocer Porcón y por la tarde recorrer algunos monumentos históricos del Cajamarca monumental con Eduardo Barrantes, quien fue un estudiante aquí y que en la actualidad se desempeña como docente de arquitectura en UPN de Cajamarca.



Por la mañana, lo que hicimos fue alquilar un servicio de auto privado para ir a Porcón. Así no nos preocupábamos del auto de Maxime y podíamos detenernos donde quisiésemos para aprovechar la visita. El camino desde Cajamarca es un ascenso interesante en el que vas atravesando pueblos pintorescos, cada uno con su propia tradición (tal es el caso del pueblo de Porcón, ubicado antes de nuestro lugar de visita, que celebra las fiestas de las cruces en semana santa). He visitado Granja Porcón muchas veces. Este lugar es un éxito de gestión cooperativista, el cual ha sido satanizado en las últimas décadas por haber identificado esta forma de organización social laboral con las formas estatistas; es como el modelo kibutz en Israel el cual coexiste con las otras formas y se comportan como una empresa más. Y así lo han entendido los habitantes de esta granja. Hace muchos años comenzaron con el cultivo de pinos, haciendo sus propios aserraderos, y al ganado del cual sacaron todos los productos que puedan obtenerse como queso (gran diversidad) y mantequilla. Crearon un mini zoológico (no tan pequeño) y es un lugar en el cual puedes caminar cerca de vicuñas (usualmente en estado salvaje) y ñandúes. Antes para llegar cruzabas un largo camino de trocha, rodeado de pinos, algunos de los cuales llevan colgado frases bíblicas; la disciplina de esta gente está en su evangelismo. No digo que sea una condición, pero explica la cantidad de referencias de la Biblia por todas partes: tiendas con letreros bíblicos, dichos colgados para identificar una planta de producción, cualquier actividad que se halle en esta granja tiene hasta las más graciosas referencias bíblicas. Accedimos al lugar por una nueva vía asfaltada construida por las empresas mineras. Lo que no indagué es cómo se relaciona esta institución con las empresas mineras, puesto que todos estos suelos son ricos en oro y son codiciados por estas empresas. Cajamarca vive una fuerte tensión desde hace meses por las rotas negociaciones en cuanto al oro y, sobre todo, el agua, recurso valioso para una zona en la que la mayoría de su población local es campesina. La visita fue rápida, puesto que ahora puedes ingresar con tu vehículo hasta muchas partes que solías recorrer a pie. En cierta manera, tuvimos que recurrir a esta estrategia tanto por tiempo como por la lluvia que nos recibió en cuanto llegamos. Fuimos a recorrer la parte del zoológico y ver las vicuñas, osos y los ñandúes que deambulan por los alrededores. La sección de aves es la más interesante. La gente del lugar está creando diversos servicios como hacer un hotel de reposo (no es lugar para juerga como algunos podrían especular). Es un lugar, además, que ha comenzado a ofertar paquetes de aventura, como, por ejemplo, visitar algunas ruinas incas cercanas (http://www.granjaporcon.org.pe/planea-tu-aventura.php?id=88&tit=Paquetes&ft=). Decidimos regresar temprano, puesto que Maxime, Diana y Lucien ya debían regresar a Trujillo. Yo viajaba por la noche con María en la empresa Línea. Regresamos para almorzar en el Cascanueces y despedirnos. Mudé mis cosas al cuarto de María en un hotel cercano al nuestro y llamamos a Eduardo Barrantes.

Eduardo está trabajando en Cajamarca desde hace un par de años y estuvo vinculado a proyectos de restauración en la ciudad. Con él nos fuimos a visitar el Complejo Belén, al cual accedimos sin problemas. El conjunto o complejo (lo suelen llamar así), alberga una monumental iglesia, bello monumento barroco tardío, un hospital para hombres, actualmente usado como museo de exposiciones permanentes o itinerantes; un hospital de mujeres que está separado por una estrecha calle. La iglesia tiene en su cúpula mayor unos angelitos tallados en altorrelieve y poli cromáticos.  La oportunidad que tuve de visitar este lugar en 1986 me permitió tomar fotos del lugar; ahora está prohibido. Los detalles más bellos son la primorosa portada labrada en piedra. El conjunto es del siglo XVIII, salvo el altar mayor. Hay algunos detalles de varios salones que muestran problemas de reconstrucción; por ejemplo, las instalaciones eléctricas, sobre todo en aquellos lugares que son utilizados para hacer diversas actividades artísticas como exposiciones o conciertos. El hospital de mujeres también una exposición permanente de arqueología cajamarquina, muy interesante. Las salas acondicionadas nos muestran, solo en algunas partes, las formas polícromas que era la usanza de la época. Actualmente la mayoría de iglesias ha pintado sus paredes con un solo color. Se han perdido bellas manifestaciones del imaginario de entonces. Había un interesante nacimiento que se halla al costado de una suerte de pared natural, una gran piedra sobre la cual han construido esta sección del conjunto arquitectónico.


El chapuzón que caía sobre la ciudad no nos impidió en nuestro siguiente objetivo: el convento y claustro de San Francisco.  La historia de este convento está muy ligada a su congregación y la ciudad.   El conjunto es mucho más impresionante que la iglesia catedral que se halla al frente de este monumento. La iglesia la he visitado con mucha frecuencia en viajes anteriores y había visitado este museo religioso una sola vez. La colección que se tiene es interesante, tiene varias pinturas (muchas en mal estado) de diversas escuelas barrocas, como Quito; además tiene pinturas del maestro Mario Urteaga. Antes de ingresar al claustro a ver la pinacoteca, se visita la cripta, la cual es una construcción muy usual en las iglesias coloniales. 



Eran los primeros cementerios de la ciudad y luego, ya totalmente lleno. Ya a finales del siglo XIX, se comenzaron  a construir los modernos cementerios que nos acompañan. Pero la cripta aún es usada por los padres de la congregación. Da mucha pena que el edificio necesita urgente una profunda restauración. Hubo salas en las que se ve que la construcción está colapsando. En una se veía las fuertes filtraciones de agua, que dejan unas oscuras marcas de humedad. Quería tomar fotos para mostrar estas marcas, pero tomar fotos está prohibido.


Como nos quedaba varias horas más por delante, fuimos a ver la catedral, la cual está muy bien iluminada. En las paredes y techos se ven los problemas de humedad.

Hay mucho por qué preocuparse del patrimonio arquitectónico de esta ciudad.                                                                                                                                                                 



                                                                                                                                             

domingo, 25 de enero de 2015

CRÓNICAS SANMARTINESES II: JUANJUÍ O JUAN HUIDO

Viernes 02 de enero. Primer viernes del año. Luego de la alucinante visita a Yurimaguas el 01 de enero, esta vez nos enrumbamos al sur, hacia Bellavista y Juanjuí. César me había comentado sobre Bellavista y la construcción de un nuevo puente que conecta a este poblado con diversos poblados más pequeños. Y también lo que me había comentado una amiga que había vivido su niñez en Juanjuí. En realidad, el camino hacia el sur lo había transitado hace 21 años cuando fui con otros amigos a la famosa Laguna Azul en Sauce. En ese entonces, nos fuimos en una camioneta a través de un camino no pavimentado, “encalaminado” como le decían, y se tenía que cruzar el río Huallaga con una balsa. En esta oportunidad, ya toda la ruta al sur está pavimentada, aunque hay tramos dañados por deslizamientos (cuando escribo esto, leo en diarios y veo en noticias que la zona de Yurimaguas y Juanjuí han sido severamente afectadas por lluvias); había tramos que casi se hallan al nivel del río Huallaga y me temo que en una crecida de este, la ruta se ve damnificada.



Salimos relativamente temprano. La distancia a Bellavista desde Tarapoto es de casi 76 kilómetros. El paisaje es feraz, verdura. Casi a la mitad del camino a Picota, se halla el desvío a Sauce. A lo lejos se podía ver la hilera de vehículos que iban a subir a una balsa. Quizá con el tiempo se haga necesario construir un puente, puesto que toma su tiempo hacer el cruce en este medio, aunque sea simpático hacerlo. Hicimos una parada en Picota, ya que íbamos en colectivo. Lo simpático es que los choferes tienen el encargo de llevar cartas o pequeños paquetes a empresas o personas de los pueblos en los que el servicio se halla. A lo largo de la carretera cruzas camionetas que llevan pasajeros, tanto en la cabina como en la tolva. Es una forma frecuente, barata, pero peligrosa de transporte. La sensación de inestabilidad por tu vida es muy latente y forma parte de un concepto de resignación por las circunstancias de la vida: si sufriste un accidente, este no es producto de un grave descuido (seguridad, por ejemplo), sino porque el destino lo quiso así. Por esas razones, la gente no reclama seguridad en el transporte. Cruzamos varias camionetas abarrotadas de mujeres y hombres, e incluso niños aún en brazos. Me contaba César que hay una diferencia significativa entre viajar en la cabina o “colgado” en la tolva, con paquetes, cajas e incluso animales. 

Llegamos a Bellavista, promediando las 11 de la mañana. No hay mucho que ver, salvo el puente nuevo construido y la ciudad en su actividad de primer año (el 01 es feriado). Lo interesante de Bellavista es la presencia de pisos (como Lamas) y, en el último, tienes un mirador natural, el cual podría ser explotado para un mejor turismo en la zona. Para llegar, tomamos un mototaxi. Lo habíamos decidido antes de irnos a Juanjuí y fue una buena idea. Cuando estábamos ascendiendo, vimos un cortejo fúnebre, el cual se dirigía al cementerio, cuyo camino era el nuestro también. Gracias a un giro hábil del chofer, salimos de la silente procesión y nos enrumbamos a nuestro objetivo. Este se halla cerca de un cuartel. Misión cumplida. De ahí, nos fuimos al terminal de autos para ir a Juanjuí. Interesante, Bellavista es un poblado un poco más pequeño que Juanjuí, pero este último es capital de la provincia. Tomemos en cuenta que Bellavista tiene otras vías de comunicación y es un interesante nudo comercial y agrícola. Ahí me encontré con algunos estudiantes de la Universidad en la que trabajo y nos aconsejaron ir hasta Tocache. Para la próxima vez será.


De ahí nos dirigimos a esta simpática ciudad, la cual fue fundada por un español rebelde, Gaspar López Salcedo, que no quiso unirse a la causa independista y se refugió por Moyobamba, Lamas hasta recalar en este lugar. La ciudad no tiene, pues, más de 200 años (los va a cumplir en 2027). Es una ciudad dinámica y con interesante oferta ecológica y arqueológica; bajo su velada jurisdicción está en el Gran Pajatén, sueño de todo aventurero arqueológico. Pero tiene muchas cosas más que dar y creo que ameritaría una visita más larga y una camioneta a tu disposición. En realidad, en este viaje no visité catarata alguna, y estas regiones, tanto San Martín como Amazonas y la región selvática de Cajamarca las hay en cantidades y atractivas. Algunas han desaparecido como Gera, aunque aún se oferta. En el viaje que hice a Moyobamba en el 2010 nos contaron que por la construcción de una pequeña hidroeléctrica, algunas cataratas ya no existen. Pero yendo hacia el sur de Juanjuí hay varios tesoros que valdría la pena buscarlos. Llegamos a almorzar e hicimos el arreglo con una persona para que nos lleve a lugares de atracción. Nombraron algunos recreos de comida y diversión. Pero queríamos algo más agreste y natural que un paseo campestre (y encima ruidoso). Felizmente conocimos a un chico quien procuró darnos la mano e hizo diversos contactos para ir a un lugar de aguas termales casi paradisíaco: Sacanche, cerca del poblado del mismo nombre. Ir a este lugar fue toda una odisea previa y hasta llegar al lugar (y diría el retorno también).





Nos fuimos en un mototaxi hasta el lugar, que está a unos diez kilómetros por la carretera por la que habíamos venido. Felizmente no había mucho tráfico pesado, pero hay muchos colectivos que corren desenfrenadamente y un vehículo en el que íbamos no era nada seguro. Además en el viaje comentaba que había habido un reciente accidente en dicha carretera. Aunque el paisaje bonito, la sensación de inseguridad lo empañaba un poco. Al llegar a la zona, debes recorrer un camino de trocha por unos dos kilómetros. Aquí hubo momentos en los que el mototaxi no podía remontar la pequeña colina. Gracias a la ayuda de nuestro joven guía, logró hacer un contrapeso para poder subir sin tanto problema. El lugar es bastante sencillo y hay un pequeño puente para unir la zona de encuentro y estacionamiento con el ojo de agua caliente. Se puede ir más allá, el lugar donde han canalizado el agua para evitar desbordes. Un buen baño hubiera sido ideal, pero no tenía ropa de baño. Pena, puesto que después de la caminata, habíamos sudado un montón. Luego de un merecido descanso, iniciamos el retorno. Hay que ir con unas zapatillas que no te dejen deslizar, ya que debes saltar entre piedras que tienen musgo o están mojadas. En el camino de retorno nos encontramos con ganado que cruzaba nuestra ruta. Lo interesante era ver el lomo de muchos de estos toros o vacas (incluso novillos) que tiene las marcas de mordeduras de vampiros; aunque pequeños, sus mordeduras pueden causar hemorragias a estos animales e incluso pueden transmitirle rabia u otra enfermedad. Se han hecho campañas para que los ganaderos y campesinos no dejen pastando libremente al ganado, ya que así son fácil víctimas de estas pequeñas arpías. Incluso no solo es beneficioso para la salud del ganado, sino que así evitas una erosión no controlada del terreno y haces efectiva la producción láctea, ya que colocas las vacas en lugares más limpios, salubres y donde puede colocar cualquier tipo de remedio que sea necesario para tratamiento de los vacunos.



Nos fuimos a la Plaza de Armas a tomar un buen jugo, algún helado y gelatina para refrescar. De ahí nos fuimos a la estación de colectivos para retornar a Tarapoto; felizmente no hubo mucho que esperar. El camino fue más tranquilo y pausado. Llegamos casi a las 7 de la noche. Luego de un buen baño, habíamos quedado en ir a cenar al Chalet Venezia, manejado por descendientes de italianos. Incluso tiene una buena panadería al costado. Cenamos con Alfredo Bartra, amigo de César, quien nos contaba de sus peripecias en la construcción de esta zona. Aunque en la costa hay alguna recesión en este rubro, parece ser que aquí está de lo más boyante. Volviendo al restaurante, el lugar es muy simpático y, obviamente, bastante ventilado. Inevitable encontrarse con familias cargadas de hijos que hacían un ruido endemoniado; felizmente estos se quedaron a cenar fuera de la zona techada y nos permitió hablar con calma. La carta era variada, pero por esos días (imagino que por fiestas de fin de año) no había mucho pescado regional. Unos buenos vinos regaban la comida. Previamente, y pese al calor, comí un chupe de camarones a un precio increíble. Tarapoto tiene criaderos de estos crustáceos y de ahí el precio módico. Luego un salmón grillado. Fue una buena cena y buena conversación. Y para cerrar el día nos fuimos al Suchiche Bar, un lugar simpático para tomar unos tragos con la gente. Lástima que se queda solo hasta medianoche en servicio; pese a que tuvimos un malentendido, el lugar es simpático y los tragos son generosos. Además hay una serie de ambientes decorados con cuadros y algunos refranes en la pared  muy simpáticos. Esta fue, pues, mi última noche en Tarapoto, lugar que amerita regresar.



El día sábado regresaba solo, ya que César tenía otros asuntos que ver. El bus salía a las 3 de la tarde. Aproveché la mañana para leer bastante y disfrutar el aire acondicionado y dormitar algo. Me estaba preparando para el largo viaje de regreso.

Llegué el domingo 04 de enero a Trujillo; entramos al terminal terrestre y ahí nos demoramos una barbaridad. Falta mucho para que un servicio como este mejore. Imagino el día en que todas las empresas de transporte terrestre se instalen aquí, va a ser un caos total.