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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

lunes, 2 de febrero de 2015

RECUENTO CAJAMARQUINO: EN DEFENSA DE SU PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO

Visita de dos días a Cajamarca. Gracias a una gestión que se hizo entre la Universidad Privada del Norte y la Alianza Francesa, tuve oportunidad de viajar a Cajamarca para participar activamente en las actividades promovidas por la Facultad de Arquitectura en las tres sedes y en las que la Alianza Francesa de Trujillo colaboró de manera activa con una exposición de arquitectura sostenible con obras de arquitectos europeos, sobre todo franceses, en la recuperación de edificios y espacios libres. En octubre 2013, durante los días 23 y 24 se iniciaron las actividades de la Semana de la Arquitectura y la inauguración de la muestra era el 23 por la noche. Salimos en el auto de Maxime, Director de la Alianza Francesa de Trujillo, temprano por la mañana, con Diana, su esposa, y el hijo de ambos, Lucien. El viaje fue confortable, puesto que hay una carretera asfaltada; además nos permite viajar de manera independiente y detenernos en diversos lugares; así pudimos tener vistas del río Jequetepeque, la represa de Gallito Ciego, los diversos pueblos como Tembladera, la tristemente famosa Choropampa y la impresionista vista de Cajamarca desde el cerro Gavilán. Es precisamente en este punto que la carretera se torna peligrosa no solo por el tráfico de vehículos pesados, sino por la cantidad de piedra extraída de las laderas de estos cerros que desmedra la consistencia de las mismas y permite que haya deslizamientos de tierra en periodo de lluvias afectando la carretera. Por eso se ha sugerido cambiar esta vía de acceso a una ciudad de densa población y de riqueza mineral a una que salga a las alturas de Cumbemayo, una joya ecológica e histórica que podría verse amenazada por un tráfico intenso, sobre todo de carga mineral. La empresa Yanacocha, dedicada a la extracción de oro en la zona, empresa que ha tenido diversos problemas con la población, construyó una carretera para su uso por la zona de San Pablo y que va hasta Cajamarca, saliendo por Porcón. Esta vía puede ser aprovechada, también,  para ir al bello museo de Kunturwasi, y cuya accesibilidad es precaria.

Llegamos a Cajamarca un poco más allá del mediodía. Nos fuimos a hospedar al hotel Costa del Sol en la plaza de armas, hotel que queda literalmente al costado de la catedral. Almorzamos algo ligero y coordinamos todas las actividades para la noche, puesto que el “plato de fondo” era la exposición virtual con la cual María Ramos y Maxime habían estado trabajando en los últimos meses. La actividad se realizó con bastante éxito por la noche y hubo un lleno total de estudiantes y docentes de la Universidad. Luego de ellos nos fuimos a cenar algo ligero. La idea era salir temprano al día siguiente para conocer Porcón y por la tarde recorrer algunos monumentos históricos del Cajamarca monumental con Eduardo Barrantes, quien fue un estudiante aquí y que en la actualidad se desempeña como docente de arquitectura en UPN de Cajamarca.



Por la mañana, lo que hicimos fue alquilar un servicio de auto privado para ir a Porcón. Así no nos preocupábamos del auto de Maxime y podíamos detenernos donde quisiésemos para aprovechar la visita. El camino desde Cajamarca es un ascenso interesante en el que vas atravesando pueblos pintorescos, cada uno con su propia tradición (tal es el caso del pueblo de Porcón, ubicado antes de nuestro lugar de visita, que celebra las fiestas de las cruces en semana santa). He visitado Granja Porcón muchas veces. Este lugar es un éxito de gestión cooperativista, el cual ha sido satanizado en las últimas décadas por haber identificado esta forma de organización social laboral con las formas estatistas; es como el modelo kibutz en Israel el cual coexiste con las otras formas y se comportan como una empresa más. Y así lo han entendido los habitantes de esta granja. Hace muchos años comenzaron con el cultivo de pinos, haciendo sus propios aserraderos, y al ganado del cual sacaron todos los productos que puedan obtenerse como queso (gran diversidad) y mantequilla. Crearon un mini zoológico (no tan pequeño) y es un lugar en el cual puedes caminar cerca de vicuñas (usualmente en estado salvaje) y ñandúes. Antes para llegar cruzabas un largo camino de trocha, rodeado de pinos, algunos de los cuales llevan colgado frases bíblicas; la disciplina de esta gente está en su evangelismo. No digo que sea una condición, pero explica la cantidad de referencias de la Biblia por todas partes: tiendas con letreros bíblicos, dichos colgados para identificar una planta de producción, cualquier actividad que se halle en esta granja tiene hasta las más graciosas referencias bíblicas. Accedimos al lugar por una nueva vía asfaltada construida por las empresas mineras. Lo que no indagué es cómo se relaciona esta institución con las empresas mineras, puesto que todos estos suelos son ricos en oro y son codiciados por estas empresas. Cajamarca vive una fuerte tensión desde hace meses por las rotas negociaciones en cuanto al oro y, sobre todo, el agua, recurso valioso para una zona en la que la mayoría de su población local es campesina. La visita fue rápida, puesto que ahora puedes ingresar con tu vehículo hasta muchas partes que solías recorrer a pie. En cierta manera, tuvimos que recurrir a esta estrategia tanto por tiempo como por la lluvia que nos recibió en cuanto llegamos. Fuimos a recorrer la parte del zoológico y ver las vicuñas, osos y los ñandúes que deambulan por los alrededores. La sección de aves es la más interesante. La gente del lugar está creando diversos servicios como hacer un hotel de reposo (no es lugar para juerga como algunos podrían especular). Es un lugar, además, que ha comenzado a ofertar paquetes de aventura, como, por ejemplo, visitar algunas ruinas incas cercanas (http://www.granjaporcon.org.pe/planea-tu-aventura.php?id=88&tit=Paquetes&ft=). Decidimos regresar temprano, puesto que Maxime, Diana y Lucien ya debían regresar a Trujillo. Yo viajaba por la noche con María en la empresa Línea. Regresamos para almorzar en el Cascanueces y despedirnos. Mudé mis cosas al cuarto de María en un hotel cercano al nuestro y llamamos a Eduardo Barrantes.

Eduardo está trabajando en Cajamarca desde hace un par de años y estuvo vinculado a proyectos de restauración en la ciudad. Con él nos fuimos a visitar el Complejo Belén, al cual accedimos sin problemas. El conjunto o complejo (lo suelen llamar así), alberga una monumental iglesia, bello monumento barroco tardío, un hospital para hombres, actualmente usado como museo de exposiciones permanentes o itinerantes; un hospital de mujeres que está separado por una estrecha calle. La iglesia tiene en su cúpula mayor unos angelitos tallados en altorrelieve y poli cromáticos.  La oportunidad que tuve de visitar este lugar en 1986 me permitió tomar fotos del lugar; ahora está prohibido. Los detalles más bellos son la primorosa portada labrada en piedra. El conjunto es del siglo XVIII, salvo el altar mayor. Hay algunos detalles de varios salones que muestran problemas de reconstrucción; por ejemplo, las instalaciones eléctricas, sobre todo en aquellos lugares que son utilizados para hacer diversas actividades artísticas como exposiciones o conciertos. El hospital de mujeres también una exposición permanente de arqueología cajamarquina, muy interesante. Las salas acondicionadas nos muestran, solo en algunas partes, las formas polícromas que era la usanza de la época. Actualmente la mayoría de iglesias ha pintado sus paredes con un solo color. Se han perdido bellas manifestaciones del imaginario de entonces. Había un interesante nacimiento que se halla al costado de una suerte de pared natural, una gran piedra sobre la cual han construido esta sección del conjunto arquitectónico.


El chapuzón que caía sobre la ciudad no nos impidió en nuestro siguiente objetivo: el convento y claustro de San Francisco.  La historia de este convento está muy ligada a su congregación y la ciudad.   El conjunto es mucho más impresionante que la iglesia catedral que se halla al frente de este monumento. La iglesia la he visitado con mucha frecuencia en viajes anteriores y había visitado este museo religioso una sola vez. La colección que se tiene es interesante, tiene varias pinturas (muchas en mal estado) de diversas escuelas barrocas, como Quito; además tiene pinturas del maestro Mario Urteaga. Antes de ingresar al claustro a ver la pinacoteca, se visita la cripta, la cual es una construcción muy usual en las iglesias coloniales. 



Eran los primeros cementerios de la ciudad y luego, ya totalmente lleno. Ya a finales del siglo XIX, se comenzaron  a construir los modernos cementerios que nos acompañan. Pero la cripta aún es usada por los padres de la congregación. Da mucha pena que el edificio necesita urgente una profunda restauración. Hubo salas en las que se ve que la construcción está colapsando. En una se veía las fuertes filtraciones de agua, que dejan unas oscuras marcas de humedad. Quería tomar fotos para mostrar estas marcas, pero tomar fotos está prohibido.


Como nos quedaba varias horas más por delante, fuimos a ver la catedral, la cual está muy bien iluminada. En las paredes y techos se ven los problemas de humedad.

Hay mucho por qué preocuparse del patrimonio arquitectónico de esta ciudad.                                                                                                                                                                 



                                                                                                                                             

domingo, 25 de enero de 2015

CRÓNICAS SANMARTINESES II: JUANJUÍ O JUAN HUIDO

Viernes 02 de enero. Primer viernes del año. Luego de la alucinante visita a Yurimaguas el 01 de enero, esta vez nos enrumbamos al sur, hacia Bellavista y Juanjuí. César me había comentado sobre Bellavista y la construcción de un nuevo puente que conecta a este poblado con diversos poblados más pequeños. Y también lo que me había comentado una amiga que había vivido su niñez en Juanjuí. En realidad, el camino hacia el sur lo había transitado hace 21 años cuando fui con otros amigos a la famosa Laguna Azul en Sauce. En ese entonces, nos fuimos en una camioneta a través de un camino no pavimentado, “encalaminado” como le decían, y se tenía que cruzar el río Huallaga con una balsa. En esta oportunidad, ya toda la ruta al sur está pavimentada, aunque hay tramos dañados por deslizamientos (cuando escribo esto, leo en diarios y veo en noticias que la zona de Yurimaguas y Juanjuí han sido severamente afectadas por lluvias); había tramos que casi se hallan al nivel del río Huallaga y me temo que en una crecida de este, la ruta se ve damnificada.



Salimos relativamente temprano. La distancia a Bellavista desde Tarapoto es de casi 76 kilómetros. El paisaje es feraz, verdura. Casi a la mitad del camino a Picota, se halla el desvío a Sauce. A lo lejos se podía ver la hilera de vehículos que iban a subir a una balsa. Quizá con el tiempo se haga necesario construir un puente, puesto que toma su tiempo hacer el cruce en este medio, aunque sea simpático hacerlo. Hicimos una parada en Picota, ya que íbamos en colectivo. Lo simpático es que los choferes tienen el encargo de llevar cartas o pequeños paquetes a empresas o personas de los pueblos en los que el servicio se halla. A lo largo de la carretera cruzas camionetas que llevan pasajeros, tanto en la cabina como en la tolva. Es una forma frecuente, barata, pero peligrosa de transporte. La sensación de inestabilidad por tu vida es muy latente y forma parte de un concepto de resignación por las circunstancias de la vida: si sufriste un accidente, este no es producto de un grave descuido (seguridad, por ejemplo), sino porque el destino lo quiso así. Por esas razones, la gente no reclama seguridad en el transporte. Cruzamos varias camionetas abarrotadas de mujeres y hombres, e incluso niños aún en brazos. Me contaba César que hay una diferencia significativa entre viajar en la cabina o “colgado” en la tolva, con paquetes, cajas e incluso animales. 

Llegamos a Bellavista, promediando las 11 de la mañana. No hay mucho que ver, salvo el puente nuevo construido y la ciudad en su actividad de primer año (el 01 es feriado). Lo interesante de Bellavista es la presencia de pisos (como Lamas) y, en el último, tienes un mirador natural, el cual podría ser explotado para un mejor turismo en la zona. Para llegar, tomamos un mototaxi. Lo habíamos decidido antes de irnos a Juanjuí y fue una buena idea. Cuando estábamos ascendiendo, vimos un cortejo fúnebre, el cual se dirigía al cementerio, cuyo camino era el nuestro también. Gracias a un giro hábil del chofer, salimos de la silente procesión y nos enrumbamos a nuestro objetivo. Este se halla cerca de un cuartel. Misión cumplida. De ahí, nos fuimos al terminal de autos para ir a Juanjuí. Interesante, Bellavista es un poblado un poco más pequeño que Juanjuí, pero este último es capital de la provincia. Tomemos en cuenta que Bellavista tiene otras vías de comunicación y es un interesante nudo comercial y agrícola. Ahí me encontré con algunos estudiantes de la Universidad en la que trabajo y nos aconsejaron ir hasta Tocache. Para la próxima vez será.


De ahí nos dirigimos a esta simpática ciudad, la cual fue fundada por un español rebelde, Gaspar López Salcedo, que no quiso unirse a la causa independista y se refugió por Moyobamba, Lamas hasta recalar en este lugar. La ciudad no tiene, pues, más de 200 años (los va a cumplir en 2027). Es una ciudad dinámica y con interesante oferta ecológica y arqueológica; bajo su velada jurisdicción está en el Gran Pajatén, sueño de todo aventurero arqueológico. Pero tiene muchas cosas más que dar y creo que ameritaría una visita más larga y una camioneta a tu disposición. En realidad, en este viaje no visité catarata alguna, y estas regiones, tanto San Martín como Amazonas y la región selvática de Cajamarca las hay en cantidades y atractivas. Algunas han desaparecido como Gera, aunque aún se oferta. En el viaje que hice a Moyobamba en el 2010 nos contaron que por la construcción de una pequeña hidroeléctrica, algunas cataratas ya no existen. Pero yendo hacia el sur de Juanjuí hay varios tesoros que valdría la pena buscarlos. Llegamos a almorzar e hicimos el arreglo con una persona para que nos lleve a lugares de atracción. Nombraron algunos recreos de comida y diversión. Pero queríamos algo más agreste y natural que un paseo campestre (y encima ruidoso). Felizmente conocimos a un chico quien procuró darnos la mano e hizo diversos contactos para ir a un lugar de aguas termales casi paradisíaco: Sacanche, cerca del poblado del mismo nombre. Ir a este lugar fue toda una odisea previa y hasta llegar al lugar (y diría el retorno también).





Nos fuimos en un mototaxi hasta el lugar, que está a unos diez kilómetros por la carretera por la que habíamos venido. Felizmente no había mucho tráfico pesado, pero hay muchos colectivos que corren desenfrenadamente y un vehículo en el que íbamos no era nada seguro. Además en el viaje comentaba que había habido un reciente accidente en dicha carretera. Aunque el paisaje bonito, la sensación de inseguridad lo empañaba un poco. Al llegar a la zona, debes recorrer un camino de trocha por unos dos kilómetros. Aquí hubo momentos en los que el mototaxi no podía remontar la pequeña colina. Gracias a la ayuda de nuestro joven guía, logró hacer un contrapeso para poder subir sin tanto problema. El lugar es bastante sencillo y hay un pequeño puente para unir la zona de encuentro y estacionamiento con el ojo de agua caliente. Se puede ir más allá, el lugar donde han canalizado el agua para evitar desbordes. Un buen baño hubiera sido ideal, pero no tenía ropa de baño. Pena, puesto que después de la caminata, habíamos sudado un montón. Luego de un merecido descanso, iniciamos el retorno. Hay que ir con unas zapatillas que no te dejen deslizar, ya que debes saltar entre piedras que tienen musgo o están mojadas. En el camino de retorno nos encontramos con ganado que cruzaba nuestra ruta. Lo interesante era ver el lomo de muchos de estos toros o vacas (incluso novillos) que tiene las marcas de mordeduras de vampiros; aunque pequeños, sus mordeduras pueden causar hemorragias a estos animales e incluso pueden transmitirle rabia u otra enfermedad. Se han hecho campañas para que los ganaderos y campesinos no dejen pastando libremente al ganado, ya que así son fácil víctimas de estas pequeñas arpías. Incluso no solo es beneficioso para la salud del ganado, sino que así evitas una erosión no controlada del terreno y haces efectiva la producción láctea, ya que colocas las vacas en lugares más limpios, salubres y donde puede colocar cualquier tipo de remedio que sea necesario para tratamiento de los vacunos.



Nos fuimos a la Plaza de Armas a tomar un buen jugo, algún helado y gelatina para refrescar. De ahí nos fuimos a la estación de colectivos para retornar a Tarapoto; felizmente no hubo mucho que esperar. El camino fue más tranquilo y pausado. Llegamos casi a las 7 de la noche. Luego de un buen baño, habíamos quedado en ir a cenar al Chalet Venezia, manejado por descendientes de italianos. Incluso tiene una buena panadería al costado. Cenamos con Alfredo Bartra, amigo de César, quien nos contaba de sus peripecias en la construcción de esta zona. Aunque en la costa hay alguna recesión en este rubro, parece ser que aquí está de lo más boyante. Volviendo al restaurante, el lugar es muy simpático y, obviamente, bastante ventilado. Inevitable encontrarse con familias cargadas de hijos que hacían un ruido endemoniado; felizmente estos se quedaron a cenar fuera de la zona techada y nos permitió hablar con calma. La carta era variada, pero por esos días (imagino que por fiestas de fin de año) no había mucho pescado regional. Unos buenos vinos regaban la comida. Previamente, y pese al calor, comí un chupe de camarones a un precio increíble. Tarapoto tiene criaderos de estos crustáceos y de ahí el precio módico. Luego un salmón grillado. Fue una buena cena y buena conversación. Y para cerrar el día nos fuimos al Suchiche Bar, un lugar simpático para tomar unos tragos con la gente. Lástima que se queda solo hasta medianoche en servicio; pese a que tuvimos un malentendido, el lugar es simpático y los tragos son generosos. Además hay una serie de ambientes decorados con cuadros y algunos refranes en la pared  muy simpáticos. Esta fue, pues, mi última noche en Tarapoto, lugar que amerita regresar.



El día sábado regresaba solo, ya que César tenía otros asuntos que ver. El bus salía a las 3 de la tarde. Aproveché la mañana para leer bastante y disfrutar el aire acondicionado y dormitar algo. Me estaba preparando para el largo viaje de regreso.

Llegué el domingo 04 de enero a Trujillo; entramos al terminal terrestre y ahí nos demoramos una barbaridad. Falta mucho para que un servicio como este mejore. Imagino el día en que todas las empresas de transporte terrestre se instalen aquí, va a ser un caos total.

CRÓNICAS LORETANAS: YURIMAGUAS Y LA REGIÓN OMAGUA

01 de enero 2015. Primer día de un año que lo quiero bueno. Como habíamos decidido ir a dormir temprano, nos levantamos con buenos bríos para ir a Yurimaguas, ir hacia la región Loreto. Tras hacer algunas gestiones en el terminal de colectivos, nos embarcamos hacia este puerto fluvial. El camino es también usado para ir a las cataratas de Ahuashiyacu, la cual visité en el 1993. Ahora la carretera está muy bien asfaltada, aunque nos tocó la mala suerte de un derrumbe; pero ahora, como está una empresa brasileña a su cargo, esta tiene que responsabilizarse de su mantenimiento. La ruta sufre algunos derrumbes en temporadas de lluvia, pero el bloquea no debe pasar de más de una hora. Ya habíamos pasado este lugar, cuando unos cuantos kilómetros más allá nos detuvimos en caravana para esperar el paso. Casi una hora después. Era un tramo de unos 50 metros que estaban afectados. Proseguimos nuestro camino hasta llegar a una zona bastante tenebrosa: el cerro Paredón. El chofer nos contaba todas las historias que hay en torno a este lugar que fue empleado, parece, como lugar de ejecuciones por parte de los terroristas, narcotraficantes e, incluso, las fuerzas de orden. Lo que sí es cierto es que se hallaron en las profundidades cuando se estaba edificando la carretera una serie de cadáveres que eran lanzados al precipicio (pero tenían heridas de bala, es decía). Se halló incluso motos de los dueños ultimados sabe dios por qué decisión. Ahora luce como una pared pelada rodeada de una frondosa vegetación. Seguimos nuestro camino y a medida que nos acercábamos a la región Loreto iniciábamos un marcado descenso. Es la región Omagua. Veíamos muchos aguajales en el camino, además plantas de palma aceitera, producción que surgió como una alternativa a los cultivos de coca, pero que también depreda mucho la tierra en la que se cultiva. La amenaza de nuestras selvas no solo está en la explotación ilegal de la madera o la producción clandestina masiva de cocaína (el uso de elementos químicos contaminan tierra y vegetación), sino en la presencia de ciertos cultivos intensivos que debilitan la riqueza  de la tierra y la vuelven solo para monocultivo. Hay muchas amenazas tras esos bellos paisajes que cruzamos en el camino a nuestro destino final. Ya llegando a la zona de Shanusi, la carretera es más plana, pero pronto se vuelve sinuosa (antes de llegar a Yurimaguas) para aprovechar la suerte de islotes que se han formado entre los aguajales.




Llegamos cerca  de las 11 de la mañana. Estuvo lloviendo temprano. Se sentía la humedad en el ambiente. César había contactado un amigo quien nos iba a guiar en algunos lugares. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al corazón de la ciudad, a la plaza de armas. Hay una bonita iglesia que está en restauración, pero interesante es ver las casas de los alrededores, ya que, como Iquitos y Pucallpa, Yurimaguas es un importante puerto fluvial. Según me comentaban, este puerto va a ser repotenciado puesto que Brasil quiere sacar todos sus productos hacia el Pacífico a través de este puerto y Paita. He ahí el interés de mantener estas instalaciones portuarias como de carreteras para tener arterias por las que fluyan todas sus mercaderías. Es una buena oportunidad para hacer crecer esta ciudad que se ha estancado un poco en el pasado. La carretera ha revitalizado también el comercio y las comunicaciones con las otras ciudades de la selva norte peruana. La distancia entre Tarapoto y Yurimaguas no es más de 140 kilómetros. Pero también va a ser necesario activar la vida aérea. Pasé por esta ciudad en 1986 con mi hermana, cuando fuimos a Iquitos desde Trujillo. Además, AeroContinente, una línea que se vino abajo por vínculos del narcotráfico, unía varias ciudades del Norte peruano (sobre todo, Chiclayo) con varias de la selva. La línea aérea que ofrecía vuelos con aviones de fuselaje mediano ya no tiene este servicio. Si se va a querer activar este comercio se debe ir pensando en vuelos que unan Tarapoto, Yurimaguas, Rioja con Piura o Chiclayo.



El atractivo de la vida fluvial es el viaje por barco de un puerto a otro a través de un río, en este caso el Huallaga, que luego se une con el Marañón (el que cruza La Libertad por Pataz y Bolívar) para que posteriormente, en Nauta, se una con el Ucayali para formar el Amazonas. Son ríos navegables. En el 2009 crucé el río Marañón por una ruta para alcanzar desde Jaén hasta Bagua. Muchos amigos me contaban sobre este alucinante viaje que es ir en estos barcos (precio, 40 soles más el alquiler de una hamaca por otros 40 soles) desde Yurimaguas hasta Iquitos.
El viaje toma dos días, ya que vas a favor de la corriente (viceversa te toma tres) y viajas con las personas de la selva que tienen una visión muy peculiar  de las cosas y de la vida. Hay una complementariedad con la naturaleza y sabes que con ella no te puedes enfrentar. Los barcos salen cada día y los hay de diversos tamaños y precios en cuanto a privacidad (hay camarotes). Pero vives con tus compañeros de viaje dos días intensos con noches estrelladas, así como amaneceres y atardeceres esplendorosos. En Iquitos vi atardeceres de otro mundo. La visita al muelle es clásica y ves la actividad de un puerto, así como sus cosas malas. El río sufre de fuerte contaminación y hay que ir pensando en planes de contención al respecto, habida cuenta que pronto se construirán espigones para acoderar barcos de transporte comercial. Alquilamos un bote para recorrer un breve tramo del río, cuando a lo lejos vimos nubes cargadas que se dirigían hacia la ciudad. Culminada nuestra visita en bote, nos fuimos caminando hacia la plaza cuando cayó un buen chapuzón. Refrescó el ambiente que estaba cargado de calor y humedad; fuimos a guarecernos en una tienda y aprovechamos para tomar algo fresco y matar la sed. Después de un rato, fuimos a ver una casa que tiene algunos azulejos simpáticos. Pero la ciudad tiene algunas construcciones interesantes que ameritarían una buena limpieza de fachada, como por ejemplo el edificio del Gobierno Regional, del siglo pasado. Nos fuimos a la estación y nos dimos con la sorpresa que, a diferencia de la mañana, ahora teníamos mucho más pasajeros que pugnaban por regresar a Tarapoto. Felizmente llegó una nueva unidad y así nos embarcamos para llegar más o menos temprano a nuestro hotel y salir a cenar algo. En este auto, venía toda una familia francesa que iba a viajar a Iquitos en los barcos mencionados. Así partimos. En el camino tuvimos que llevar a un policía de franco.









De noche salimos a cenar para armar nuestro viaje a Juanjuí al día siguiente. Un buen comienzo del 2015.