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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 8 de septiembre de 2019

PERCEPCIONES DESTRUCTIVAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 08 DE SETIEMBRE)


Durante los tiempos de las cruzadas europeas y la reconquista hispánica contra la ocupación islámica, surgió un mito en el noreste de la península ibérica: el de Santiago apóstol. Este personaje, quien nunca estuvo en esa zona, fue transformado en una marca de cristiandad por el arzobispo de Santiago de Compostela, Diego Galmírez. Fue el promotor de la idea que iba a convertir a su pequeña ciudad en un centro de peregrinación que le trajo grandes réditos políticos y económicos. Se crearon rutas de acceso, llamados “caminos”, en torno a los cuales surgió todo un activo comercio y un fuerte intercambio de ideas y migraciones. De un dato falso, se creó una marca de identidad del mundo occidental la cual se fue adecuando a las necesidades de un mundo bélico, como lo era entonces. Tal fue el cambio que la misma esencia de este apóstol, Santiago de Zedebeo (apodado el Mayor), se convirtió de un hombre que predicaba el amor a ser un adalid de la guerra: Santiago Matamoros. Luego, llegó a América, donde pasó a llamarse Santiago Mataindios. Su espíritu ecuménico fue totalmente tergiversado para justificar otros propósitos. Interesante transformación. La verdad siempre estuvo en retirada.
Durante la Revolución Cultural china, los famosos Guardias rojos comenzaron a gestar este periodo duro tomando como fundamento el famoso Libro Rojo de Mao Zedong. Pese a que no era un ejército constituido, este movimiento fue creciendo entre los jóvenes estudiantes, quienes se dejaron arrastrar por la efervescencia doctrinaria y la pasión juvenil hasta llegar a los atroces excesos que provocaron que el mismo Mao deportase a muchos de ellos. El dogmatismo y el culto a la personalidad de este movimiento hicieron tambalear la sociedad china. Cualquier persona que no pensase al igual que ellos se convertía en un disidente y un claro enemigo de sus causas. Bajo esta perspectiva, la desaparición del oponente era posible e, incluso, hasta recomendable. La verdad, nuevamente, estuvo fuera de esos confines.
Los intentos absurdos de cambiar la verdad se evidenciaron escandalosamente en el caso Richard Nixon, quien no solo negaba las masacres de Vietnam, Laos o Camboya; sino que hizo una campaña sucia contra el partido rival con robo de documentos y encubrimiento de los autores: el famoso caso Watergate. La mentira y la negación eran armas poderosas.
El caso Odebrecht ha abierto una grieta que ha arrastrado a casi toda la clase política, económica y social de la sociedad peruana. Tras ella, más escándalos comenzaron a salir a flote, pese a las negaciones de todos los comprometidos: financiamientos de campañas; coimas a autoridades; compra de políticos, jueces y empresarios de todos los niveles son parte de la verdad de la corrupción. Aunque la verdad se va abriendo paso, hay muchos intereses que abogan por obstaculizar el acceso a los hechos o los tergiversan groseramente a su favor. Hora ya de sacar la basura de casa.