El año pasado, antes de la
segunda vuelta de las elecciones presidenciales, era interesante leer los
planes gubernamentales de ambos postulantes al Gobierno peruano en lo que
respecta a educación; era una declaratoria sobre la misma que implica un arduo
camino por trazarse y una fuerte inversión en el recurso humano. Sin embargo, al
leer ambos planes en los que se hacían variadas propuestas para mejorar este
rubro sensible; el plan de gobierno de Peruanos Por el Kambio presentó 19
páginas dedicadas al mismo (pág. 20-39), mientras que el de Fuerza Popular
contenía solo 6 páginas (13-19). El plan de PPK se centraba en cuatro
lineamientos estratégicos para la educación básica: Aprendizajes, Docencia,
Gestión y Calidad, e Infraestructura. Estos lineamientos tratan de atacar el
agudo problema en que se ha convertido la educación peruana que se presenta
como obsoleta en diversos sectores y actores.
La educación es el sector
menos favorecido en cuanto a la inversión pública en las últimas décadas. Hay
un incremento de la población estudiantil, pero el crecimiento de la inversión
por cada estudiante ha ido en línea contraria. Esto se ve también en el
deterioro de los sueldos de los docentes; esta realidad ha devenido en que sus
sueldos promedios frente a los de sus colegas de otras realidades sudamericanas
sean irrisorios comparativamente hablando. Esta situación hace que la carrera
magisterial peruana sea poco atractiva para buenos potenciales.
Otro problema es no tener un
rumbo claro de lo que se quiere hacer en este campo estratégico. El DCN viene
sufriendo cambios estructurales que desconciertan a los docentes y se refleja
en los estudiantes. Y lo paradójico, a todo lo anterior, hay que agregar en las
últimas décadas la burocratización que existe en toda el área educativa, pues
en esta área intervienen más administradores, psicólogos e ingenieros, que
educadores, cada uno aportando ideas más ligadas a sus profesiones que a la
docencia en sí. Se pierde valioso tiempo en llenar formularios, cuestionarios u
otros documentos con el fin de cumplir con requisitos que son más de trámite
procedimental que realidad educativa en sí. Y la burocratización se ve en la
creación de una serie de servicios y su respectiva burocracia que atenazan la
labor del docente. Las áreas de apoyo, más que ayudar la labor docente, se han
vuelto en una pesada carga para el profesor que debe de cumplir con su labor
propia más la de las áreas de soporte a las que les destinan “metas”. Esta última
palabra es la pesadilla en el sistema educativo de todos los niveles (básico,
técnico y superior) pues por lograr sus objetivos se ven distorsiones y
aberraciones que los docentes tienen que abordar día a día haciendo pesado su
trabajo.
Esperemos que en los planes de
este Gobierno cumpla con los planes iniciales y se destine más del presupuesto
nacional para mejorar las condiciones de los docentes y la infraestructura, y
no en la burocracia en torno a ella.