Los resultados del referendo británico han sacudido el mundo
entero. Desde las grandes bolsas y monedas de todos los países hasta el simple
ciudadano a pie están sufriendo una ráfaga de consecuencias cuyas repercusiones
recién han empezado con la renuncia de su Primer Ministro, impacto en diversas
cotizaciones de las bolsas mundiales, incluida Lima, y millones de personas en
riesgo de su estatus laboral desperdigados por el mundo y en la misma Gran
Bretaña. La famosa campaña Brexit (Britain Exit - “salida de Gran Bretaña”) apuntó
a los sentimientos del nacionalismo y del miedo, los que están siendo
capitalizados por líderes de extrema derecha a lo largo de la Europa actual. La
movilización de estos viscerales sentimientos hace peligrar la Comunidad
Europea, ese sueño de varios líderes de post guerra, testigos de la masacre que
fue la Segunda Guerra Mundial, quienes idearon y comenzaron a ver sus frutos desde
1951 cuando se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Una hecatombe
mundial enseñó a los europeos que era mejor vivir en comunidad que vivir
aisladamente. Desde ese entonces, el mundo político, económico, social y
cultural de 28 países de la vieja Europa estuvo trabajando para poder adecuar
sus particularidades a un nuevo concepto filosófico y jurídico que englobase a
estas comunidades multiétnicas y plurilingüísticas. Es un logro alcanzado tras
una serie de sacrificios y privaciones que cada uno de los países miembros tuvo
que asumir desde la creación de la Unión Europea en 1993. Ahora este delicado
equilibrio ha sufrido un fuerte golpe que puede tener consecuencias
insospechadas y que se avizoraron en la crisis económica en 2008 y la crisis
griega de 2010-2014.
Las consecuencias de este evento, como ya se dijo, recién han
empezado. Pero lo interesante es oír los comentarios que han surgido de
diversos ciudadanos británicos por el mundo. Hay jóvenes voluntarios
desperdigados por el mundo que se sienten golpeados por la brusca decisión de
convertirse nuevamente en una isla. O de un ciudadano residente en Trujillo
sentirse como un refugiado o exiliado; u otro que se lamenta de ser testigo de
dos momentos históricos de su patria: votó por la unión con Europa en 1973 y
ahora se siente frustrado que sus compatriotas hayan decidido separarse. O el
reclamo de muchos jóvenes que se vieron en la necesidad de salir de su patria
para ir a trabajar en otros países de la Comunidad gracias a los beneficios de
su membresía. Las consecuencias externas son más oscuras, ya que fortalecen a
políticos separatistas y aislacionistas del continente. Candidatos
nacionalistas la van a tomar como caballito de batalla en sus promesas
electorales: el móvil será el miedo que acentuará la xenofobia y el
aislacionismo. Para nosotros, los peruanos, incluso se ensombrece el panorama
desde la posible desaparición del espacio Schengen hasta los posibles nuevos
criterios de migración y desplazamiento por Europa. Una ventana a lo desconocido
se ha abierto.