El jueves 26 se realizó en las
instalaciones de la Alianza Francesa de Trujillo un interesante debate sobre la
migración de ideas y personas europeas (y de otras latitudes) que llegaron a
nuestro país y, en especial, a nuestra ciudad a finales del siglo XIX e inicios
del XX. Se centró en tres derroteros: sociología, filosofía y arte, todas
vistas desde la perspectiva histórica. Por más de dos horas, Juan Gamarra
Nieto, Alfredo Alegría y Hugo Florián Orchessi, integrantes de la mesa, expusieron
ese interesante caudal de ideas y hechos que marcaron la vida social, política
y cultural de nuestro país durante el siglo XX en adelante. Hechos como la
Guerra con Chile, la segunda Revolución Industrial, la Revolución Rusa (este
año cumple su primer centenario), la Primera y Segunda Guerras Mundiales
desencadenarán cambios violentos en la aletargada Trujillo de esos años. La
expansión productiva capitalista reflejada en las haciendas azucareras que agobiaban
el crecimiento físico de la ciudad encontraban su justificación en clases
sociales arraigadas en la posesión de la tierra y sus especiales relaciones
laborales; como lo dijo un espontáneo espectador del público durante el debate, un espíritu gamonal de
hacendado marcaba a la ciudad y al país entero. Así surgen los movimientos
políticos como el APRA y el Partido Comunista que tratarán de remover al país desde sus cimientos.
No en vano la Revolución del 32 marcará al Sólido Norte, aunque ese espíritu inicial haya cambiado tanto. Las migraciones
trajeron varios cambios positivos: desarrollo industrial (dirigido principalmente en los ingenios azucareros) y comercio, ingreso de tecnología en un mercado muy virgen, desarrollo
del intelecto y nuevos movimientos artísticos (llega la fotografía, el cine,
importación de libros y obras de arte), continuidad de corrientes literarias
europeas o nuevas propuestas como las hechas por el Grupo Norte o el
Indigenismo. Perú entraba, quiérase o no, en el concierto mundial; pero también
acentuaron algunas lastras y taras que marcan a la sociedad peruana hasta
nuestros días: una de ellas, el racismo.
La migración de ciudadanos
hacia una sociedad no tan xenófoba como la nuestra fue positiva en su gestión,
pero un fracaso en cuanto a planificación estatal. La emigración europea fue una migración
voluntaria, pero no halló un Estado organizado y con capacidad de respuesta ante la llegada de los foráneos; muchos emigrantes fueron
abandonados a su suerte, como sucedió con los alemanes de Oxapampa y
Pozuzo. Las migraciones japonesa y, sobre todo, china fueron promovidas por enganches
laborales que rayaban con la esclavitud. Durante la IIGM, hubo un movimiento
xenófobo y racista contra la comunidad japonesa. La historia está llena de sorpresas y nos permite entender la realidad que nos rodea.
Aunque pasado más de un siglo,
las ideas siguen vigentes y se sofistican. Se usan para excluir e incluso
construir barreras y muros, no solo mentales, sino físicos. Las ideas se
convierten en herramientas o armas, depende cómo las usemos: para construir o
destruir. Al concluir el debate y con las reflexiones finales de los participantes, pese a las perspectivas sombrías actuales, se otorgó la esperanza de una vida mejor para nuestras sociedades. Depende de nosotros.