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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 6 de agosto de 2017

OPORTUNIDADES PERDIDAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 06 DE AGOSTO) POTENCIAL TURÍSTICO EN PELIGRO

Viajar en Fiestas Patrias puede ser una experiencia frustrante y fascinante. Es una oportunidad excelente para visitar diversos lugares fascinantes que te ofrece el amplio territorio peruano y también, para bien o para mal, constatar cuánto hemos desarrollado como país diversos conceptos con los que nos llenamos la boca o nos saturan por diversos medios. Desde el punto de vista del lugar visitado, es un verdadero desafío poder constatar de manera directa y sin atenuantes todo aquello para lo cual, hipotéticamente, se han estado preparando: es la verdadera prueba de fuego por la que pasan todas las instituciones ligadas a diversos ramos. En este caso, a los servicios turísticos.
En un viaje a la ciudad de Chiclayo con un grupo de amigos, tuvimos la oportunidad de visitar varios lugares  interés histórico que circundan a la capital de la amistad, como la llaman. Pensábamos que el reciente fenómeno del Niño costero había afectado la integridad de los principales monumentos turísticos de la zona; sin embargo -salvo Huaca Chotuna, zona seriamente afectada- los monumentos, casas y edificios coloniales, o museos que tuvimos oportunidad de visitar habían sobrevivido al fuerte embate de la naturaleza. Túcume, Museo Brüning, Lambayeque, Mórrope, colmaron nuestras expectativas con creces. Y lo más grato fue ver una Lambayeque como ciudad más simpática, atractiva, con monumentos coloniales restaurados como la bella capilla de San Francisco; o un siempre interesante Museo Brüning con la exposición permanente de la Dama de Chornancap. Perú es un país viejo; recuerdo que una revista europea de viajes interesantes por el mundo llamó a nuestro país El viejo nuevo mundo.
Pero, nuestra riqueza no es por todos apreciada. Muchas son las personas aún que ven un monumento histórico como una gran pila de piedras. En otros lugares, espacios como estos son rápidamente convertidos en conceptos culturales turísticos, acompañados de una fuerza comunicativa e incluida en un circuito turístico mundial. He estado en lugares en los que el verdadero valor no radicaba en los objetos de sí, sino en la idea creada y consumida por uno. Se paga por un concepto. Perú puede tener miles: naturales, históricos, de aventuras, místicos, etc. Falta imaginación, una dosis de riesgo, más un trabajo en conjunto, en equipo, para que una maquinaria así eche a andar.
Todo esto debe de ir acompañado de un buen servicio. De manera directa, experimentamos la frustración de ser testigos o víctimas de un mal servicio. Desde la limpieza de un lugar hasta la atención recibida en un restaurante son claves decisivas para una buena impresión. O una pésima. Mala o tergiversada información, o incapacidad de plantear soluciones ante una simple carencia son factores por los cuales tuvimos que visitar cuatro diferentes restaurantes hasta hallar el adecuado. Los tres primeros restaurantes ya están fuera de nuestras agendas en futuras visitas. Como matar la gallina de los huevos de oro.

jueves, 24 de diciembre de 2015

CRÓNICAS DE LAMBAYEQUE 1

Sábado 21 y domingo 22 de noviembre. La visita de Isabel a Trujillo propició otra salida a la Región Lambayeque. Un par de días antes, el miércoles 18 había ido de visita a dos museos de la Región: Sicán y Tumbas Reales de Sipán. Esta visita de un día fue demoledora, ya que era una jornada intensa que, pese a todo, no logró concretarse la visita al Museo de Sitio de Túcume, que era otro de los museos a visitar. Siempre es bueno volver a estos museos, pues muchas veces en las anteriores visitas realizadas vas perdiendo detalles por diversas razones o apuros. Un detalle: en el Museo Nacional de Sicán, ubicado en Ferreñafe, uno visita la reconstrucción de las tumbas de dos grandes soberanos de esta cultura (http://www.go2peru.com/spa/guia_viajes/chiclayo/chiclayo_sican.htm).  Desde el 2001, año de su inauguración, se muestra una tumba (la occidental) que tiene, desde su origen, una hipótesis errada. Pareciera que este señor hubiese sido enterrado de tal forma que replicase el acto del nacimiento. Pero, según me han comentado varios arqueólogos, esta tumba sufrió antaño un deslizamiento y por tal motivo quedó en una posición que hizo suponer un entierro bastante peculiar y nunca visto en el mundo, cuando todo indica que estuvo enterrado como el otro gran señor cuyo entierro visitamos en la sala contigua. (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1226909850672367&set=pb.100000600914417.-2207520000.1450963229.&type=3&theater). Ojalá se corrija esto, puesto que, como se indica, los mismos guías destacan esta modalidad supuesta. Este viaje sí te permite descubrir situaciones de nuestra educación. Muchos de los chicos no conocían estos lugares, pese a que ya habían estado en otros lugares del Perú e, incluso, de América, pese a ser casi vecinos.
Volvamos a nuestro viaje de dos días. En realidad, nuestra meta era Laquipampa, un refugio de silvestre que queda cerca de Íllimo, en la ruta entre Chiclayo y Olmos (http://www.rutasdelperu.org/rvs-laquipampa/).  Habíamos hecho todas las coordinaciones previas para quedarnos una noche y un par de días en el albergue de este refugio. Viajamos el sábado por la mañana. La expedición estaba conformada por Isabel, María, Lorena y yo. El paquete incluía el recojo, el hospedaje, un desayuno, almuerzo el domingo, pago de entradas y la visita a todo el santuario (lo accesible). Llegamos casi a mediodía, pero hubo un incidente con los lentes de Isabel por lo que al llegar tuvimos que buscar un lugar para poder repararlos. Una vez concluida la misión y haber cancelado lo que faltaba para pagar los servicios de los cuatro viajeros, salimos con destino a Lambayeque para almorzar ahí. Como el miércoles estuve en el lugar y había sugerido un restaurante al cual fuimos hace un par de años, nos dirigimos ahí por la variedad de precios y diversas alternativas. No hay pierde. Se llama El Pacífico (https://www.tripadvisor.com.pe/Restaurant_Review-g1926372-d6966971-Reviews-El_Pacifico_Lambayeque-Lambayeque_Lambayeque_Region.html) y tiene precios imbatibles para la calidad y cantidad de los platos ofrecidos en la carta. Una vez concluido nuestro opíparo almuerzo nos fuimos a Íllimo. La carretera es fatal, es bastante estrecha y en los pequeños pueblos de la ruta, el tránsito se hace pesado y peligroso. Esta carretera a Olmos se ve cargada de vehículos pesados (ómnibus, camiones de todo tipo de carga y dimensiones) y he visto a varios turistas aterrados, no solo por ello, sino por la velocidad en la que van los mismos transportes turísticos. El nuevo museo de Túcume atrae un interesante tráfico de turistas, pero si no mejorar la infraestructura vial, estos se van a pasar la voz sobre los riesgos que esto conlleva. Ya en el 2014, en otra visita, la ciudad de Ferreñafe era una polvareda. Y la carretera a Olmos debe ser ensanchada, señalizada y con permanente conservación. Llegamos con cierta comodidad a nuestro albergue, donde ya nos estaban esperando. Atravesamos un cementerio abandonado de la ciudad. Ha caído en el olvido luego del último Niño de 1998 y el saqueo hecho por los brujos de la zona.



Como habíamos disfrutado un par de cervezas, decidimos descansar un poco y luego ir a la piscina del lugar. En el local había un chileno que estaba por negocios ahí. Se hospedaba desde hacía un mes. Iba por la agricultura de Olmos. Salimos a la pequeña alberca; las chicas decidieron no bañarse, así que entré solo. El agua tibia y rodeados de árboles y aves. Cenamos algo ligero y nos preparamos, ya que salíamos temprano a la reserva y nos llevábamos nuestro equipaje. Las historias que nos contaba el señor que cuidaba el albergue eran interesantes. Él fue un sobreviviente del terrible Niño que tuvimos en 1982-83. Estuvo aislado por casi tres meses sobre una colina con su hermano menor por el desborde del río La Leche. Pensaba que sus padres se habían ahogado, pero sobrevivieron. Esta zona vive el trauma de un posible nuevo mega Niño.

Sin embargo, los planes cambiaron. Toda la noche llovió y las carreteras de trocha que tiene la Reserva quedaron hechas un lodazal. Así pues, nuestro guía nos propuso dos opciones: devolvernos el dinero o hacer un plan alterno de lugares que no habíamos visitado. En general, había visitado todo lo posible de Lambayeque, pero las chicas no. Propuse Mórrope y su iglesia, Ventarrón, Huaca Rajada y el museo de sitio, y Saña. Iba a ser un bonito viaje. Comenzamos con San Pedro de Mórrope. Originalmente era una reducción indígena creada en el siglo XVI (1566-67). La iglesia se comenzó a construir por esos años, pero fue muy afectada, según  los datos del libro Templos virreinales de los valles de Lambayeque de Castañeda, Espinoza y Pimentel (edición 2015) (http://libros.fcctp.usmp.edu.pe/templos-virreinales-de-los-valles-de-lambayeque/).  Luego de diversos avatares, en 1751 se logró la bendición por parte de un arzobispo limeño que se hallaba en tránsito. Y se logró que el interior estuviese cubierto de una extensa pintura mural, de la cual quedan interesantes restos en diferentes muros de la iglesia. Esra la visitamos como última lugar, pero el párroco nos atendió de manera amable y muy honesto en sus observaciones sobre el trato de estos espacios históricos. Además, a la mano derecha hay una capilla doctrinal que fue utilizada como cementerio hasta entrada la República. Esta capilla, la de la Ramada, recibió una atención especial por parte del equipo de la revista National Geographic que sacó una edición especial para “presentar” las investigaciones hechas sobre el descubrimiento del Señor de Sipán y todo el entorno lambayecano (junio 1990, vol. 177, No 6). Lo que llama poderosamente la atención es el tramado del techo y las columnas que lo sostienen, hecho en troncos de algarrobo; según la revista, esta capilla se construyó siguiendo el estilo arquitectónico moche, como se puede ver en su cerámica. Para entrar nos acompañó un grupo numeroso de niños que iban al catecismo. Uno de ellos nos trajo la inmensa llave que aún se emplea para abrir las puertas de la capilla. En esta vimos una excavación que, de acuerdo al párroco que nos acogió en la visita a su iglesia, no estaba permitida. Cosas que se ven en nuestro país. La capilla también es el lugar para un pequeño centro de interpretación donde vimos cómo manufacturan flores de papel o trabajan con el algodón original de la zona y que casi fue extinto por la campaña que se hizo para difundir el de calidad Pima. En realidad, luego de visitar esta iglesia y haber visto las muchas que hay en los pequeños pueblos, una ruta interesante sería esta: tour eclesiástico. Incluso visitar aquellas que la desidia han dejado caer en el olvido y en el desastre (como Eten o los abandonados restos de varias iglesias de Saña). 







domingo, 12 de abril de 2009

MÓRROPE, EL SUEÑO SUSPENDIDO


Murrup, así la llaman. Al norte de Lambayeque, camino a Piura por Sechura, se encuentra esta pequeña ciudad que siempre despertó mi curiosidad por las fotos que alguna vez vi de sus antiguas iglesias, una al costado de la otra a la más bella usanza indígena con el esplendor del barroco en nuestro país.

Mórrope es una ciudad abigarrada y un poco fea de nuestra desértica costa, con mujeres de largos cabellos que suelen recogerse para hacerse grandes trenzas para llevar canastos sobre su cabezas. Esta trenzas quedaban como nidos y en ellos depositaban grandes cestos desafiando la gravedad. Este domingo de gloria pude ver a muchas de estas mujeres endomingadas con sus cabellos sueltos que las hacía parecer a una gran cofradía capilar (envidia particular) que destacaban el negro de los mismos sobre los coloridos y brillantes vestidos que llevaban: habían asistido a una boda y el momento ameritaba ajuares.
Murrup es un pueblo de pescadores, agricultores y comerciantes; día domingo, día de feria.
Nuestro objetivo, felizmente, estaba abierto. Había ido hace 5 años ahí, pero estaba en reconstrucción. Hoy tuve suerte.
La iglesia mayor es de siglo XVIII, 1756 para ser más exactos. Tiene algunos altares laterales bellos, uno de ellos encofrados y con puertas para proteger a la imagen que acoge. Hay dos altares que han perdido todo su esplendor, espero que pronto haya buenas manos que puedan restaurar estas joyitas como lo han hecho con los altares de la Catedral de Lambayeque hace 5 años. Las paredes han sido repintadas y tienen detalles hermosos que a pesar del tiempo y el pentimento aún se pueden observar. El altar principal ya no existe y es reemplazado por un altar del siglo pasado de muy mal gusto.

Pero el plato de fondo ha tenido que esperar. Es la iglesia lateral, la que National Geographic popularizó en los 80 del siglo pasado. Una iglesia que ha servido como base para que el museo de Túcume haya sido construido, respetando los materiales y los hábitos de construcción de la zona. Con grandes troncos de algarrobo (el celador nos cuenta que no crecen algarrobos de esa robustez), las alas centrales y laterales han sido marcadas por dos hileras de estos sólidos troncos que tienen casi 400 años. Las lluvias y el tiempo exigieron la restauración y ésta llegó; por eso la primera vez que fui estaba en restauración. Pero las recientes lluvias han dañado la reciente propuesta, ya que el agua logró filtrar; felizmente el techo ha sido limpiado nuevamente y será restaurado con barro para ver nuevamente su esplendor. Para hacer más atractivo este fascinante lugar, vale la pena que las autoridades trabajen en arreglar la ciudad, sus vías de acceso y asfaltado para hacer muy agradable la visita. Pero volvamos a la iglesia tan difundida fuera y tan poco conocida entre nosotros. No me extraña que en el mismo Chiclayo la gente no sepa sobre estas maravillas tan cerca a su ciudad.

La foto de la National la mostraba como el interior de una ballena, la leviatán de Jonás. Hoy hicimos la visita al interior, vimos su estructura; va a vivir por más siglos. De todas maneras, hay que regresar para verla en su esplendor.




domingo, 8 de marzo de 2009

CHICLAYO, NADA ES PERFECTO




Mi reciente visita a la Ciudad de la Amistad me ha permitido afianzar muchas ideas que me daban vuelta sobre esta ciudad. Chiclayo es un lugar interesante. Como ciudad es fea, su centro "viejo" es un conjunto de casas y edificios que han crecido "al paso", ya que sus orígenes la identifican como un lugar de tránsito desde remotos tiempos. Chiclayo no tuvo fundación ni prehispánica, ni rancio abolengo español (quizá, por eso, no sea una ciudad tan prejuiciosa como otras-por ejemplo, Trujillo). Sea por la razón que haya o no haya allí, la ciudad es un caos urbanístico en la que el barroquismo que hemos heredado por cualquiera de nuestros turbios o claros linajes ha dado rienda suelta en el momento de su edificación. Lo que busca ser más organizado en esta ciudad es, quizá, la Plaza de Armas (que no es tal, sino la principal) y en torno a ella, salvo la Avenida Balta, hay una serie de estrechas y semitorcidas calles que evocan en cierta manera a las ciudades surgidas en el medioevo en la floreciente actividad comercial de los pequeños burgos europeos. Hay algunas calles en las que un auto estacionado significa el colapso parcial del sistema vial. Tal vez esa sea la razón por la que taxis y clientes son muy dinámicos; en comparación de los lerdos pasajeros trujillanos que se ponen a negociar con un taxista en una esquina sin importarles lo mal cuadrado que estén, en Chiclayo eso sería exponerse no sólo a una sarta de improperios, sino a una posibilidad riesgosa (por parte del taxista o del a veces idiota cliente-sobre todo los foráneos) de sufrir algún intento de daño físico: mejor no arriesgar. Es por eso, que irónicamente y pese al tráfico de la ciudad, éste fluye rápidamente y no tiene punto de comparación con el sufrible que tenemos, por ejemplo, en las calles Pizarro o Gamarra (en Trujillo).

Chiclayo es una ciudad de comerciantes y está ubicada en zona estratégica. Lejos de ciertos fenómenos geógraficos que la pongan en riesgo (no hay río cerca, como así le sucedió a Zaña; no hay mar cerca, no hay riesgo de maretazos) y con una posición estratégica (valle fértil, de fácil desplazamiento), la ciudad tiene un ritmo impresionante de crecimiento. Centrada en la actividad de mercado, en muchos aspectos se parece a Juliaca y Huancayo. La dependencia que esta ciudad ha creado con muchas otras de la costa, sierra e inclusive selva la hacen todo un nudo de comunicaciones. Desde aquí partí a Chachapoyas y desde aquí iré a Jaén. No es que Trujillo no tenga vínculos, pero las opciones en Chiclayo son más variadas y cómodas.

El feo gusto arquitectónico en general malogra algunas joyitas que puedes descubrir paseando las calles abigarradas por transeúntes y autos. Hay algunos bodrios que los citadinos aprecian como el horrible Paseo de la Musas. Pero, heladerías y juguerías te refrescan por doquier, en éstas descubres manjares hechos helados, sorbetes, ponches u otros. De eso, lo culinario, hablaremos en otra oportunidad. Algunas casas republicanas se esconden tras letreros, banners, toldos u otras cosas que se utilizan para vender: la ciudad destila negocio y éste sacrifica todo en pro del dinero. Hay algunas placitas como la del ferrocarril (que iba a Pimentel) que es una belleza y tiene aún cierta quietud para reposar luego de una marcha bajo el iracundo sol. La ciudad ha visto crecer un número considerables de visitantes no atraídos por el comercio, sino por la cultura: Chiclayo es el ombligo de las comunicaciones con sitios arqueológicos impresionantes e imprescindibles. Sipán, Sicán, Túcume, Huaca Chotuna, Pómac e incluso Zaña. Su nudo de comunicaciones te acerca rápido al museo de Tumbas Reales o a Brüning; también vas rápido a Ferreñafe para quedar embobado con Sicán. Ya hay un buen anillo vial que te puede vincular todo lo que he nombrado. Falta aún otra belleza que hace tiempo visité: la iglesia de Mórrope.

Sobre la comida, tal como lo dije comentaré posteriormente. Es un capítulo aparte.