Aunque la noticia no es tan nueva (un diario capitalino, La República, ya
hablaba sobre el caso de los Panamá Papers), la corrupción cuyos hilos llegan a
todos los segmentos de la sociedad ha vuelto a la boca de todos. Es un tema
recurrente en todas las sociedades del planeta y, pese a ser nociva contra el
bien social, se incrementa en países de acentuada pobreza o en las que las
brechas económicas, como el nuestro, son bastante marcadas y escandalosas.
Para entender más este fenómeno vamos a tomar prestadas las
ideas presentadas en la revista Filosofía Hoy No 21 con fecha de agosto del
2013 en dossier dedicado a la corrupción que azota a España y otros países
(pág. 21-31). La crisis originada en los Estados Unidos en 2008 causó una serie
de destapes (Maddock, uno de ellos) que por afán de lucro y una sed insaciable
de bienes y dinero arrastraron a muchos ciudadanos a una seria debacle
económica evitada por los gobiernos de turno de entonces: salvando bancos, por
ejemplo. La revista dirigida por Amalia Mosquera habla de la naturaleza de la
corrupción. Los seis puntos son claros y aplicables a cualquier caso, sea en
entidad privada o pública (siendo esta última más grave ya que afecta la
estabilidad de una sociedad y se instala como un cáncer o metástasis social.
Todo parte de un agente corruptor que pervierte su entorno:
1) este cree que lo
suyo es más valioso (“sobrevaloración psicótica de lo propio”) frente a una
subvaloración de lo ajeno, y lo hace sin remordimiento.
2) Genera un clima de
credibilidad de tal manera que las personas que sean víctimas de sus actos
colaboren con ellos con toda pasividad; por eso detestan la violencia para no
generar inestabilidad en su juego.
3) Son hábiles y crean mecanismos que
aseguran una cierta estabilidad para mantener la actividad corruptiva.
4) El
corrupto se convierte paulatimente en una persona admirada por dotes
intelectuales y capacidad de “emprendimiento”.
5) El corrupto desprecia a las
demás personas que, pudiendo hacer lo mismo, no son arrojados a realizar dichos
actos.
6) Y por último, ya cayendo en los límites de la insania social, tiene
una escasa percepción del riesgo y desarrolla una confianza amparada en la
impunidad.
En este texto aparece una explicación etológica al respecto: a lo
largo de la historia el hombre ha demostrado:
a) un instinto permanente a
obtener cosas de manera ilícita y desenfrenada;
b) ante el crecimiento social,
apareció el bien común que trató de poner límites a la exagerada ambición al
hombre de manera individual;
c) sin embargo, las sanciones y descrédito no son
bastante fuertes, pese a ser un conjunto de acciones que atentan contra el bien
común; y
d) los corruptos siguen actuando como si no fueran a ser descubiertos.
Este es un vivo retrato de una persona y una sociedad corrupta.
Para el
destacado etólogo Konrad Lorenz, en su estudio de la adaptabilidad humana a lo
largo de la historia se han ido acentuando algunas alteraciones que han
distorsionado principios de supervivencia que respondían a la pregunta para
qué. Así se ha llegado a casos casi enfermizos como la desmedida reproducción,
el ansia competitiva, armamentismos, visto por el famoso etólogo austríaco como
trastornos de nuestros mecanismos de comportamiento, que tuvieron una finalidad
para preservar a la especie y en la actualidad son “mecanismos patológicos”,
Pero para todos es ya una verdad que la corrupción daña a la
sociedad. Genera atrasos en todos los niveles del quehacer humano: tergiversa
las relaciones humanas y pasamos a ser meras fichas de personas e instituciones
que no tienen escrúpulo alguno.
Cerrando el informe sobre corrupción, se habla de Bertrand De Speville, abogado inglés y especialista en lucha contra la corrupción, quien plantea tres elementos muy importantes para la lucha contra la corrupción en una sociedad: la represión (penas duras sin capacidad de negociación), la prevención y la educación, eje importante y de los más descuidados en países pobres como los nuestros. Todo esto enmarcado en voluntad política. La pregunta es: ¿existió o existe voluntad política en nuestros entes gubernamentales frente a este hecho?
Publicado en La Industria de 10 de abril, suplemento Enfoque