01 de agosto. Todavía me quedaba una semana de vacaciones. Carmen Ortega, una buena amiga española, estaba de visita por Perú y con María habíamos coordinado para ir a Cajamarca por unos cuantos días. César Alva, otro buen amigo, ya había hecho todas las reservaciones necesarias (hotel) para ir con tranquilidad, pues estas semanas son temporada alta y el hotel estaba lleno. Además, gracias a un sobrino de César, nos habíamos contactado con un señor para que nos alquilase una camioneta por esos días: íbamos a estar cuatro días en la ciudad y sus alrededores. Este viaje era descubrir varias cosas de manera personal; gracias a la guía de César pudimos llegar a nuestros destinos fuera de Cajamarca. Las últimas visitas han estado signadas por trechos como Celendín y Balsas, o San Pablo. Ahora queríamos ir a Cajabamba por el sur y Chota por el norte. Íbamos a salir el martes 01 por la noche por Línea. Habíamos almorzado con Carmen y María en el Club Central, y María pidió una sopa criolla que no le iba a caer nada bien y que iba a marcar nuestra visita. En el viaje terrestre a Cajamarca, Maria estuvo bastante mal. Quizás hubiera esperado tomar un desayuno ligero, pues por la tarde no iba a estar bien.
02
de agosto. Llegamos a Cajamarca muy temprano, ya nos estaban esperando en el
Hotel El Cabildo, no lejos de la Plaza de Armas. Nos instalamos
provisionalmente en un cuarto hasta que nos cambiaron a otro más amplio y
cómodo. Tomamos un buen desayuno con el delicioso “pan de piso” que hay en esta
ciudad. César vino a vernos y se coordinó el recojo de la camioneta, la que nos
entregaron casi a las 10 de la mañana. Ya con vehículo decidimos ir primero a
Polloc, una zona que tiene un proyecto con los salesianos que han permitido la
construcción de una bella iglesia y la instalación de talleres para una
comunidad con una artesanía y creatividad tan ricas. Tomamos la ruta para los
Baños del Inca y con ayuda de César fuimos yendo por ciertos lugares para
evitar el tránsito. Además, nos premunimos de protector solar, pues el sol sí
quema. El trayecto mostraba un tráfico considerable para llegar al lugar, cuyo
acceso ha sido cambiado al que yo recordaba. A nuestra llegada, llegaron otros
vehículos más. La primera vez que lo visitamos no había mucha gente, ahora hay
más fluidez de turistas. Llegamos a la entrada. Son los mismos pobladores los
que están a cargo del lugar que va creciendo cada vez más. La primera vez que
fui a este lugar fue en el 2015, durante los carnavales y la visita fue genial.
Aquí la crónica de esta primera visita (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2015/02/polloc-y-los-carnavales-cajamarquinos.html). Hicimos una segunda visita también
con María y su hija en ese mismo año en octubre (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2015/12/cronicas-arequipenas-y-cajachas.html). Esta era nuestra tercera oportunidad.
Cabe recordar que en la segunda visita hubo cosas que no fueron del todo
simpáticas, pero en esta tercera, como se dice, va la vencida. Todos salimos
satisfechos y mucho más Carmen, pues para ella era la primera vez que iba. De
esa visita, hace ya 8 años, hay varios cambios. Por ejemplo, el altar tenía una
puerta lateral de salida al patio, ahora ya no existe tal, han arreglado la
plazuela de entrada, y el espacio intervenido con las piedras incrustadas es
cada vez mayor, por lo que es mayor el cuidado y, como veremos luego, la
influencia de este estilo se ha comenzado a expandir por otras pequeñas
ciudades (https://turismoalperu.com/iglesia-polloc-hermoso-santuario-escondido-cajamarca/) (https://www.youtube.com/watch?v=pIvYmcFCjiI). En el lugar presenciamos una acción
que muchos turistas suelen hacer, sea por ignorancia o por poco respeto del
lugar: treparse a lugares para tomarse fotos poniendo en riesgo a las personas
y al lugar. Hace poco vi en redes cómo un turista borracho irlandés rompió el
brazo de una estatua. Aún recuerdo a unos estudiantes limeños que llegaron a la
Huaca del Dragón y unos infelices (no cabe otro término, aunque pueden ser de
mayor calibre) comenzaron a jugar con los muros de los restos arqueológicos Anteriormente
habíamos estado en el lugar y habían instalado un espacio pabellón para poder
vender sus trabajos artesanales, pero era pequeño; ahora es más grande y la
oferta de trabajos es más variado y con mejores acabados; había cosas muy
bellas y Carmen se puso a meditar qué llevar. Había trabajos primorosos en
piedra de colores, pequeños trabajos de madera, unas interesantes lámparas
estilo art-déco (ese mobiliario que ves en muchos museos europeos) (https://www.ifema.es/noticias/arte/que-es-el-art-deco-artistas-obras-mas-importantes)
y también de Art Nouveau (https://htdeco.fr/es/blog/Mueble/muebles-art-nouveau).
Imagino que los padres italianos y los voluntarios que llegan al lugar han
influido en desarrollar esta interesante estética entre los artesanos. Hay que
darse una vuelta para ver las lámparas y algunos muebles de madera y otros utensilios
decorativos que están haciendo. María se estaba sintiendo mal por lo que estuvo
sentada un buen rato fuera del local. Ya era más o menos las dos de la tarde y
nos fuimos a almorzar. César sugirió ir a almorzar a Encañada o La Encañada que
no se halla lejos de Polloc (unos 43 km). Llegamos a la Plaza de Armas del lugar
y dejamos la camioneta estacionada en la plaza en un sector cerrado al tránsito,
la calle que daba a la puerta principal de la iglesia principal. Almorzamos lo
que abunda en la zona: trucha. Encañada es un distrito creado por Ramón
Castilla (https://munilaencanada.gob.pe/index.php/turismo/resena-historica).
Como muchas regiones mineras, disfruta de canon minero y esperemos que se esté
dando buen uso de este, pues se han visto tantos casos de corrupción de todas las
partes involucradas. Ya hemos visto cómo autoridades incapaces han hecho gastos
en construcciones inútiles como cosos de toros o monumentos a la ojota, por ejemplo.
Este poblado pudo contar recién con un hospital equipado tras haber tenido la
construcción paralizada por más de 8 años. Lo que sí pudimos constatar fue que
la iglesia principal está siendo intervenida por los mismos artesanos de
Polloc, dándole un aire medio bizantino. Al culminar la iglesia, esta va a ser
un atractivo turístico; pero, personalmente, espero que haya la voluntad de
tener servicios de salud y educación de calidad, tan necesarios para salir de
la pobreza y la crisis en las que periódicamente vivimos.
Decidimos retornar a Cajamarca para buscar un lugar dónde dejar la camioneta, pues el estacionamiento que dispone el hotel estaba lleno. En el retorno decidimos ir por las Ventanillas de Otuzco. Cuando fui aquí la primera vez en 1986, este sitio arqueológico estaba lejos de la ciudad; ahora ya es una amenaza para el lugar; ya está muy poblada y muestra lo que es la pesadilla de todas nuestras ciudades: el caos urbano y las construcciones sin ninguna medida de seguridad. Volviendo a lo del sitio arqueológico, lo he visitado muchas veces (https://cajamarcaperu.org/lugares-turisticos/ventanillas-de-otuzco/). Pero Cajamarca tiene muchas de estas necrópolis, algunas mucho más grande, pero que no son visitadas por no tener servicios para atender al viajero, como es el caso de Combayo, impresionante lugar que he visitado en dos oportunidades. Aquí la crónica de mi última visita a este interesante lugar: https://elrincondeschultz.blogspot.com/2015/12/cronicas-arequipenas-y-cajachas.html. (https://cajamarcaperu.org/lugares-turisticos/ventanillas-combayo/). Pero en este viaje iba a descubrir otras ventanillas grandiosas, las de Apan, cerca de Bambamarca, las que visitaría dos días después. Bordeamos el aeropuerto y entramos a la pesadilla que se ha vuelto el tráfico de esta ciudad, llena de mototaxis que invaden todas las calles. Logramos dejar la camioneta cerca del hotel y dejamos a María en el hotel para que descanse. Fuimos a caminar la ciudad y nos dirigimos al siempre interesante Complejo Belén. Gracias a César por sus conocidos, nos permitieron ver el interior del templo y luego visitamos una interesante exposición sobre Kuntur Wasi, exposición que nos animó vivamente a visitar San Pablo, el museo de sitio y el sitio arqueológico el último día de nuestra estancia. La iglesia de Belén es siempre una maravilla y es una visita obligada para ver una gran manifestación del barroco en nuestro país (https://issuu.com/saldivar2003/docs/portafolio_iglesia_belen_cajamarca_-_saldivar_gera) (https://elperuano.pe/noticia/95581-arte-historia-y-cultura-de-cajamarca-con-un-click). En las salas de exposiciones está una dedicada a un gran pintor indigenista regional Andrés Zevallos, quien falleciera en abril del 2017 (http://www.cajamarca-sucesos.com/cajamarca/promocion_1965/biografias_de_profesores_promo_1965/zevallos%20de%20la%20puente%20andres.pdf) (https://www.cronicaviva.com.pe/columna/andres-zevallos-de-la-puente-el-pintor-de-cajamarca/). Fue una extraordinaria visita.
De ahí pasamos a la iglesia de San Francisco para visitar las catacumbas, pero era muy tarde. Con César y Carmen nos fuimos a ver qué cenábamos hasta llegar a una pizzería en el Pasaje San Martín. Comimos algo ligero, pues tenía urgencia de guardar la camioneta. Vimos un estacionamiento ubicado en la calle Amalia Puga, lugar en el que dejaríamos el auto los días siguientes. Así terminamos nuestra primera “jornada”. Al día siguiente iríamos a Cajabamba.
2 comentarios:
todo bello mi querido Sobrino Gerardo Cailloma Felicidades q.pases un bonito domingo
Bellos lugares
Gracias maestro
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