El reciente
31 de mayo conmemoramos 52 años de un violento sismo que asoló muchas partes
del Norte peruano, sobre todo Áncash. Participé en el simulacro anunciado en el
colegio que estoy trabajando y, pese al escepticismo y poca seriedad de
algunos, fue muy bueno en cuanto a los protocolos, el desplazamiento y a las
acciones hechas por diversas personas que tomaron un rol muy activo durante
dicho simulacro. Sin embargo, hay muchas cosas pendientes por mejorar como todo
proceso que aún no ha pasado la verdadera prueba de fuego: un sismo de 7,8 o
más. Trujillo no ha pasado un verdadero sismo como el que arruinó a toda la
ciudad (y otras como Zaña y Lambayeque) el 14 de febrero de 1619 como según lo
describe Antonio de la Calancha y que casi provocó el desplazamiento de la
ciudad a otro espacio más seguro, según Miguel de Feijóo. Hay datos que deben
de tomarse en cuenta para tener un hipotético escenario con el fin de poder salvar
el mayor número de vidas posibles. Huanchaco tiene 13 metros sobre el nivel del
mar (msnm); Buenos Aires de Víctor Larco, 3; Trujillo, 34. Comparemos con la
altura de las olas promedio que arrasaron las costas de Japón, 40 metros; Chile
en 2010, 10 metros; Indonesia en 2004, 30 metros. Cifras que deben invitar necesariamente
a la reflexión de una población bastante desentendida de medidas preventivas
como en este caso. Recuerdo que México, en 2017, pocas horas después de haber realizado
un simulacro exitoso sufrió un fuerte sismo justo el mismo día que conmemoraban
un aniversario más del devastador terremoto de 1985 que mató a miles de
mexicanos por los derrumbes de edificios, torres, viviendas e iglesias. Tremenda
conmemoración.
Nuestro país y, en especial, nuestra región y ciudad es altamente vulnerable. No sólo los sismos nos lo hacen evidente. Los Niños también nos han mostrado esa realidad con la que tenemos que convivir. Pronto tendremos secuelas más fuertes por el cambio climático, el cual afecta de sobremanera a nuestra nación, señalada como una de las más vulnerables. Hay otra realidad en ciernes: estrés hídrico, ese que ha hecho que algunas grandes ciudades del mundo como El Cairo o El Cabo hayan tenido que tomar medidas drásticas en cuanto al uso del agua. Lima es la tercera ciudad ubicada en una región con escasez de agua; el mapa indica una franja en la que está, irremediablemente, Trujillo (https://www.sostenibilidad.com/agua/ranking-paises-mayor-estres-hidrico/?_adin=02021864894). Los antiguos moche trataban de hallar cierto equilibrio entre esos Niños y la escasez hídrica. ¿Hay planes de contingencia al respecto? Muchas personas están planteando soluciones unilateralmente obviando otras voces y otros factores relevantes para una solución más holística. Desde cómo hacer un plan ordenado de la caótica ciudad que somos hasta dar una propuesta más equilibrada frente a un futuro Niño u otra catástrofe. Soluciones de ahora; grandes problemas del mañana.
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