Los días 25 y 26 de setiembre estuve en
Chiclayo para asistir al primer Congreso Internacional sobre gestión en turismo
sostenible (https://www.facebook.com/congresointernacionaldegestionturistica?pnref=story)
o sostenibilidad turística (depende cómo lo veamos). Durante dos mañanas pude
oír propuestas, tanto de expositores peruanos así como extranjeros sobre la
creación de conceptos de productos turísticos y su permanencia en este campo
que aún se halla en pañales en nuestro país. Una de las propuestas que me
interesó bastante fue la expuesta por gestión ecuatoriana de la ciudad de
Cuenca, gestión que ha logrado un consenso comunal y que ha comprometido a
diversos actores de cualquier quehacer de dicha ciudad. Tal como lo detalló, el
Ing. Freddy Espinoza, integrante de este buen proyecto, desde las autoridades
políticas hasta el ciudadano a pie se han tomado en serio el trabajo de hacer
de Cuenca una visita inolvidable (https://www.youtube.com/watch?v=cr5TXoSOBrw).
Estuve en esa ciudad en 1992 gracias a la visita de entrañables amigos como lo
son Laura y Patrick Gallard Moscol, quienes vivían en ese entonces en esa bella
ciudad. El modelo de gestión público privado me hizo recordar el que
experimenté en Arequipa a fines de los años 60
y unos buenos años de los 70, gestión que ha dado sus frutos y
convirtieron a la ciudad y la región en un derrotero del turismo mundial. El
hecho es que ambas, por el modelo de gestión integrador, han logrado ser
declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad (https://www.youtube.com/watch?v=SbbuO-5LqDU).
El Congreso, además, presentó a la comunidad las infinitas posibilidades de
creación de oportunidades de negocios en este rubro, pero que, como dijo la
expositora de Costa Rica (Damaris Chaves), es cuestión de que el producto
creado sea mantenido en su calidad, renovado para potenciarlo y ser
imaginativos; fuera del hecho de que debe tener una visión comprometida con la
zona de intervención. El problema del mundo empresarial es que muchas veces se
entiende que la zona intervenida es para enriquecerse y hay una serie de
factores sociales, ambientales y geográficos que deben ser cuidados, respetados
e integrados. Todavía la gente sigue pensando como un colonialista que tiene
delante de sí a la gallina de los huevos de oro. El turismo es una actividad
que genera más cadenas productivas que otras y son más durables en el tiempo.
Sin embargo, hay gente que quiere convertirla en una actividad fungible de
corta duración y pareciera pensarse más como un hecho extractivo que
edificativo. Pienso en Cajamarca, región que ha entrado en una fuerte recesión
a raíz del problema minero, actividad que se priorizó postergando su tradición
ganadera y agrícola, además de poseer un patrimonio natural e histórico que no
le dieron la real importancia. Este año que estuve para sus carnavales (https://www.facebook.com/jesusgerardo.caillomanavarrete/media_set?set=a.1057576380939049.1073742017.100000600914417&type=3),
ya
un buen grupo de ciudadanos está interesado de comenzar a articular sus patrimonios
culturales en un proyecto más grande que pueda ingresar al mapa turístico
peruano y del subcontinente. Cajamarca tiene tan bellos lugares, como el
santuario de Polloc, pero pocas son las personas que lo han visitado. Es un
lugar perfectamente desconocido para la mayoría de peruanos (https://www.facebook.com/jesusgerardo.caillomanavarrete/media_set?set=a.1055905351106152.1073742016.100000600914417&type=3).
Sin embargo, lo que más se destacó en el
evento es el factor humano: cualquier bello lugar o concepto que se cree
depende de la voluntad de trabajo de los involucrados y la necesidad de
trabajar todo por un mismo fin, el cual va a beneficiar a todos. Entre
burocracia, celos, egoísmo, falta de compromiso y desinterés, muchas
oportunidades se han ido perdiendo en el camino. Inaudito que se estén
ofreciendo una serie de productos cuando las condiciones no son las ideales por
falta, sobre todo, de una adecuada infraestructura vial o de servicios. El
turismo de aventura no significa de sufrimiento. Hubo una interesante feria en
las instalaciones de la Universidad que coorganizó el evento, pero detalles
deben siempre ser tomados en cuenta. Falta aún la vocación del servir, el hecho
de adelantarse a la situación que pueda surgir, la cultura de la prevención y
de los detalles mínimos. Además hubo buenas ofertas para poder viajar a las
bellezas naturales que ofrece Lambayeque, pero la respuesta de los concurrentes
no era la esperada; creo que una persona que viaja bajo esta perspectiva debe
ser la primera en “husmear” qué es lo que este nuevo lugar me ofrece. Personalmente,
quise ir al Refugio de Vida Silvestre Laquipampa, pero no hubo el quórum
necesario para poder hacer este viaje soñado (http://www.sernanp.gob.pe/sernanp/zonaturismoi.jsp?ID=74).
Pese a todo, hice los contactos pertinentes e iré con un grupo de amigos que sí
están interesados en ver las bondades de esta afamada área protegida.
Justamente una de las exposiciones centrales versaba en el inmenso potencial de
las áreas protegidas de nuestro país puede generar grandes oportunidades (http://www.sernanp.gob.pe/sernanp/).
Espero que la conferencia no haya caído en saco roto. Hubo profuso material
entregado en los diversos estands de la feria, material de calidad con
información precisa y motivadora. Lambayeque, lugar conocido por sus grandes e
importantes museos, quiere ofrecer la imagen de lugar que encierra otros
tesoros como sus reservas naturales e históricas como el Bosque Seco de Pómac (https://www.facebook.com/jesusgerardo.caillomanavarrete/media_set?set=a.985490194814335.1073741997.100000600914417&type=3).
El sábado se centró en el boom culinario y
sus variantes: la gastronomía ha tenido sus sostenidos y bemoles. Los
conferencistas hablaron de la necesidad de independizar nuestras acciones y
gestiones para empezar para rescatar el patrimonio no tangible. Uno de los
expositores ha sido muy pragmático y tiene mucho éxito en Moyobamba, su punto
de acción y residencia. En realidad, me sorprendió mucho su actividad y es un
hombre que no necesita de Lima para sus gestiones. Buen ejemplo. Además hace
investigación con el fin de lograr mejores resultados. Es consciente de la
necesidad de mantener un equilibrio entre el consumo y la reproducción. Y aquí
viene el detalle de varios defectos que se han ido generando en la gastronomía.
El boom puede ser el ocaso de varias especies de plantas o animales, de manera
directa o indirecta. En una reciente visita al Bosque de Cañoncillo comentaba
el guardián de dicha reserva natural las absurdas contradicciones cuando las
cosas se hacen apuradas. Se sacó cuenta de cuántos árboles de algarrobo se
talarían para proveer de leña a las pollerías se todos los peruanos
decidiéramos celebrar el día del pollo a la brasa. Los efectos serían
catastróficos y creo que el lanzó esa desafortunada propuesta no medía las
posibles terribles consecuencias para los bosques naturales ya comprometidos
con la tala indiscriminada.
Más tarde, con Bárbara Wong, la creadora
de este Congreso, y su hija nos fuimos a Pimentel para ver la puesta de sol.
Así me despedí de dos intensos días de turismo.
Esta experiencia la iba a vivir de manera
directa pocos días después, cuando por gestión de Jamy Hurtado, profesora de
turismo de la Universidad Privada del Norte, nos fuimos al mencionado Bosque de
Cañoncillo, cerca de San Pedro de Lloc (http://www.conservamospornaturaleza.org/area/bosque-natural-el-canoncillo/).
El
viaje lo realizamos el sábado 03 de octubre, con varios alumnos de la misma
carrera. El lugar ha ido mejorando. Lo he visitado dos veces previamente y mi
última experiencia no fue tan agradable ya que acampamos cerca de arrozales y
los mosquitos tuvieron un banquete con los cuatro viajeros. Estuvimos en una
ruina chimú que ahora ya forman parte del circuito (siempre y cuando estés más
tiempo en el área), pero el objetivo de la visita era la parte natural y
recreativa (sandboard). La zona está mejor cuidada; en la anterior visita veíamos
cantidades de botellas de plástico desperdigadas por todas partes e incluso
sobre la laguna mayor (hay otras dos más pequeñas) que forma este oasis en medio
de dunas. Muchos de los jóvenes no están muy habituados a caminar, y menos en
condiciones como la de marchar bajo un sol ardiente y cerca de dunas. Pese a
todo, la visita fue un éxito, puesto que se conjugó naturaleza con diversión.
Aquí fue que nuestro guía, Sixto Armando Ventura, (quien tiene formación
académica) nos dio la información necesaria y la visita fue muy interesante.
Han sido muy cuidadosos con el manejo ecológico, con introducir nuevas especies
con el fin de no causar un fuerte impacto a la fauna natural y hacer un estudio
sobre las consecuencias del crecimiento de las arroceras vecinas, cultivo que
no era usual hace unos 100 años. Hay que entender que para los procesos de cambios
geográficos, geológicos y climáticos no se miden por días o años; sus ciclos
son diferentes. Recuerdo el comentario que hubo en una reunión en la que una
geóloga, emocionada, comentaba que había encontrado dos rocas casi coincidentes
en la misma era, solo las diferenciaba 20 millones de años. Casi nada. Nuestro
guía hizo el comentario que referí líneas arriba, sobre el famoso día del pollo
a la brasa. Menuda idea. Ya están controlando a los leñadores furtivos. Cuando
acampamos en el 2003, recuerdo que por la noche (entre 2 y 4 de la mañana) los
leñadores pasaban con sus animales de carga y toda la tala que habían logrado.
Las acciones para evitar esta depredación ha mejorado; además los mismos
habitantes van tomando lentamente conciencia de las potencialidades que este
Bosque encierra. Las visitas movilizan a muchas personas, desde guías hasta
transportistas (mototaxis) y vendedores ambulantes que sacan algo para su día a
día. Si este bosque tuviera visitas más sostenibles, otros podrían
beneficiarse. Culminada nuestra visita,
nos dirigimos a Pacasmayo donde almorzamos y, antes de partir, dimos una
pequeña vuelta por el malecón. Espero que Cañoncillo se vaya convirtiendo en un
modelo de turismo sostenible.
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