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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 11 de julio de 2021

CHICLAYO, PAMPA GRANDE, LA PUNTA: UN NUEVO RESPIRO

Viernes 02 de julio. Luego de estar casi un año y medio inmovilizado por la pandemia, César me dice para hacer un viaje a Chiclayo para despejar la mente y volver a vivir luego del enclaustramiento obligatorio. Luego de haber dejado todo el trabajo previo (tiempos de asambleas y cerrando trimestre escolar) nos fuimos en un bus a las 3:30 pm. Previamente había contactado con la agencia de alquileres de vehículos para rentar uno durante todo el sábado, pues el domingo era día de restricción vehicular para autos particulares. Un sábado para sacarle el jugo. Y lo íbamos a hacer. El bus llegó tarde, pues el tránsito desde Reque hasta la ciudad misma de Chiclayo es insufrible: no entiendo cómo aún no hacen una buena autopista de entrada a la ciudad teniendo ese tráfico y contando con un mantenimiento de calles mucho mejor que en Trujillo donde los numerosos huecos tienen un pedazo de calle. En ese sentido, Chiclayo tiene menos problemas en sus calles y, además, existe una mejor interconectividad entre los numerosos pueblos de su valle. Habíamos quedado con la gente de la Alianza Francesa de Trujillo en participar en una actividad en la cual tenía que hablar y pensaba que no iba a tener problema alguno, pues indican que el bus suele llegar un poco más allá de la 7 pm. Pero eran las 7:30 y aún no estábamos en la ciudad. Llegamos a toda prisa al hotel y solo pude participar en el evento hacia finales de la conferencia pactada. Una vez concluida esta, salimos con César a cenar algo ligero y comprar unas sandalias, pues las mías habían muerto por uso. Luego de una comida ligera, nos fuimos a nuestro hotel a descansar y levantarnos temprano.

Sábado 04 de julio. Nuestro hotel, por cuestiones de protocolo sanitario, servía un desayuno muy triste. Así que decidimos ir a un restaurante para tomar algo consistente. Fuimos a un café restaurante, Café España, lugar que ofrecía sánguches prodigiosos y un buen café. Una cosa inaudita que vi en esta ciudad es la proliferación de varios lugares de venta de café, una bebida que no era tan popular en su consumo por la población salvo del hecho en casa (café pasado). Esto es muy simpático, pues el día anterior habíamos visto un local listo para inaugurarse y, sin quererlo, íbamos a usarlo este sábado. Comimos un buen sánguche y nos llevamos otro para el camino. De ahí nos fuimos al aeropuerto para alquilar la camioneta con la que nos íbamos a desplazar ese día. Cosas de la vida: una confusión hizo que alquilemos una camioneta que nos iba a ser mucho más útil para nuestro periplo.

Nos fuimos en dirección a Pomalca. Recogimos a un amigo y de ahí nos dirigimos hacia Pampa Grande. En la visita de 2019 con Carmen y su hermana, habíamos llegado a este lugar luego del periplo sureño (Zaña, Huaca Rajada) por lo que llegamos ya un poco tarde. Este es un lugar de origen moche, aunque hay vestigios de mucha más antigüedad. He aquí más información: “[..] Los misterios que guarda el complejo arqueológico Pampa Grande conocida como la última capital del reino Mochica vienen poco a poco develándose. El equipo de investigadores del Proyecto arqueológico Pampa Grande que trabajan en un área aproximada de 600 hectáreas ha reportado importantes hallazgos arquitectónicos en este centro urbano que alojó a los señores de Sipán en los años 700 d.C. En la plataforma norte se ha registrado un muro principal que divide la excavación en dos espacios diferenciados. Al este del muro principal se observa la presencia de una rampa de más de 10 metros de longitud, asociada a dos frentes y un piso finamente elaborado. Mientras que al oeste a más de 3 metros de profundidad se registra parte de estructura arquitectónica conformada por amplios ambientes, con rampas y asociaciones arquitectónicas directas a la última plataforma ubicada al sur del edificio. En la plataforma menor, al sureste de la Huaca Principal (Huaca Fortaleza) en el sector Piedemonte norte, se ha reportado similares contextos a los de la zona norte, con la única diferencia que la rampa de más de 10 metros de longitud se encuentra orientada al sur. La evidencia de sellos rituales de la arquitectura ha sido ampliamente corroborada en esta unidad, recuperándose la osamenta de un niño y 3 camélidos completos, en el relleno de tierra suelta. [..]” (http://www.naylamp.gob.pe/noticias/NOTA%20DE%20PRENSA%20N%C2%BA%2056-%202013%20UEN005.pdf). Una pena que haya habido personal en el lugar; la visita la hicimos solos, pero el paisaje es impresionante y con una geografía interesante, un valle encerrado por estribaciones andinas que ubican a esta fortaleza como entrada o salida de este valle. Aquí hay más datos: http://ponce.sdsu.edu/resena_historica_del_centro_poblado_pampa_grande.html.









Después de esta visita de casi dos horas, nos fuimos a buscar una iglesia de la cual había leído escasamente en algunas fuentes; los datos indicaban Saltur, nos fuimos a este lugar. Al llegar a Saltur, una amable señora nos dijo que no era esa, sino otro espacio no muy alejado de ahí, La Punta. En este lugar hay una pequeña capilla ya ruinosa, construida a inicios del siglo XX. Espero que haya una buena voluntad para evitar que este pequeño monumento desaparezca. 




De ahí nos enrumbamos a almorzar a Lambayeque. Para evitar la ciudad, fuimos por una avenida, Av. Chiclayo, que estaba sí en un estado calamitoso no por la pista, sino por la cantidad ingente de basura de todo tipo que se acumula en todo lado: era una travesía penosa, decepcionante. No sé si hay algunos viajeros que toman esa ruta, pero uno de los problemas de nuestras ciudades es utilizar las veredas o los senderos de los caminos y carreteras como vertedero de basura de todo tipo. Es increíble, es parte del paisaje y estamos tan acostumbrados que no nos llama la atención; no solo es un problema de las autoridades, sino de la población misma: colchones, basura orgánica, cajas y cartones, miles de bolsas de plástico, cadáveres de perros o gatos, restos de lavaderos, escombros de construcción: es todo un abanico humillante de nuestra sociedad. Pese a todo, logramos cruzar evitando el centro de Chiclayo y salimos ya cerca de Lambayeque. Nuestra primera intención era un buen almuerzo en el Restaurante Descalzi, pero había una boda. Nos dirigimos, entonces, a El rincón del pato, donde me encontré con mi exalumno de la universidad. Conversamos un rato, mientras venían nuestros platos y nos dieron de obsequio una fuente de tamalitos verdes: comer en Chiclayo no tiene pierde. Una vez concluida nuestro opíparo almuerzo, nos fuimos a San José a respirar un poco de aire marino. 



Hay ahora un bonito bulevar desde el cual la caminata a la orilla no era muy distante. Vimos una buena cantidad de bolicheras en la arena y pocas personas en la mar. Hacía un poco de frío. Estuvimos un rato, pues la idea era hacer un periplo costero: Pimentel y Eten, cruzando Monsefú. Así lo hicimos una breve entrada a Pimentel, fuimos paralelo al mar y retomamos la carretera a Eten y decidimos ir al muelle (he ido un par de veces más), pero uno de los amigos de César nos dijo subir al faro: extraordinaria decisión. Subimos hasta cierto lugar prudente, pues queríamos entregar la camioneta a las 7 pm; fuimos hacia el faro y tuvimos un espectáculo impresionante: el gran muelle de Eten y su inmensa playa hacia la derecha del faro (viendo hacia el mar) y hacia la izquierda la bonita playa Media Luna. Había mucha gente que iba al faro en sí, ciclistas y gente que iba a acampar, fuera de pescadores con cordel. El frío arreciaba. Decidimos retornar por la carretera Panamericana Sur. Un tránsito penoso. Llegamos a tiempo, luego de pasar el endemoniado óvalo de ingreso a la ciudad: manejar en Chiclayo puede ser una de las experiencias más frustrantes y desafiantes de la vida. Llegamos al punto de encuentro con la persona a la que íbamos a devolver la camioneta. Una vez entregada, nos fuimos caminando por la avenida Balta hasta llegar a ese Café que el día anterior estaban preparando para inaugurarlo ese sábado. Entramos, tomamos un buen café y un postre para levantar las energías. Nos despedimos y fuimos al hotel a dormir un día largo, pero bien aprovechado.




Domingo 05 de julio. Último día. Nos fuimos a tomar un buen desayuno: el tradicional frito chiclayano. De ahí un taxi a Lambayeque, queríamos ir al Museo Brüning, pero ese día no se abría por los protocolos de rigor. Así que nos fuimos a la simpática plaza de armas. La iglesia matriz estaba abierta por una ceremonia de confirmación. No sé si ya se permiten esas ceremonias, pero nos permitió visitar el lugar con calma para ver cómo ha quedado la restauración de sus altares. Al salir, vimos un accidente absurdo: una moto contra un auto. 






Tratamos de almorzar algo, pero el tiempo nos apremiaba. Vimos algunas estatuas en esta pequeña ciudad en la que hay varias, pues es una de las cunas de la independencia de nuestro país. Nos fuimos a Chiclayo; almorzamos algo ligero y de ahí a la agencia.

Un viaje breve pero revitalizante.

domingo, 15 de diciembre de 2019

BRÜNING Y EL BUEN COMER, DOS ALMAS DE LAMBAYEQUE



Miércoles 31 de julio.  Ahora sí. Había comprado ya los boletos para irnos a Chiclayo con Carmen y su hermana Adela. Nos fuimos en EMTRAFESA, una línea que tiene todas las posibilidades de ser una buena empresa, pero su servicio deja mucho por desear. Además, el viaje ahora se hace bastante largo. Lo bueno es que habíamos reservado un hotel muy cerca del terminal de bus en plena avenida Balta: el hotel Ottavis. Como fuimos ligeros de equipaje, solo nos bastó caminar a nuestro destino. Una vez acomodados en nuestras habitaciones, nos fuimos a almorzar a Lambayeque y visitar el museo Brüning. La ida fue relativamente tranquila, pero el retorno iba a ser otro cantar. Le pedimos a nuestro taxista que nos lleve al restaurante El Pacífico, donde hay una buena selección de platos y los hacen para el gusto de muchos turistas que llegan a Lambayeque a visitar sus buenos dos museos: no los condimentan mucho, ni los hacen muy picantes. Lo bueno (y veo que ya se ha establecido en muchas cartas de diversos restaurantes típcios) es pedir platos llamados rondas en el que tiene casi una muestra variada de la cocina de la Región (https://es.foursquare.com/v/el-pac%C3%ADfico/4d1f81add7b0b1f76d460d9f). Tiene buenas opiniones en páginas de viajeros y los precios son módicos. (https://www.tripadvisor.com.pe/ShowUserReviews-g1926372-d6966971-r268748565-El_Pacifico_Lambayeque-Lambayeque_Lambayeque_Region.html).

Una vez culminado nuestro opíparo almuerzo, nos fuimos a visitar al museo que se halla a dos cuadras. Lo interesante de este museo son sus exposiciones itinerantes y su galería de objetos de orfebrería. En mi época de coleccionista de estampillas conocí muchas piezas de filigrana moche, vicús y chimú que luego vería en estas urnas. El museo acoge los restos e investigaciones de la dama de Chornancap, cuyo descubrimiento, como el de la dama de Cao, han tenido que cambiar los datos que se manejaban en la historia de nuestro país: las mujeres eran poderosas y ostentaban este como lo hicieron los antiguos líderes del Perú precolombino. Aquí más datos: https://arqueologiadelperu.com/la-primera-sacerdotisa-de-la-cultura-lambayeque/. Imagino que el museo está acogiendo esta exposición y creo que va a pasar lo mismo con todo lo que sucedió con el señor de Sipán, cuyos restos y su ajuar se expuso por un par de años en este museo hasta que se construyó el museo definitivo de Tumbas Reales. El museo de sitio del complejo Chotuna Chornancap tomará todavía un buen tiempo para construirlo, pero promete ser un de gran calidad como lo son Tumbas Reales, Túcume, Huaca Rajada y Sipán. Desde el punto de vista museístico y arqueológico, Lambayeque es un paraíso. El mismo Heinrich Brüning, alemán, ingeniero de profesión, quien trabajaba en zonas de industrialización azucarera, quedó fascinado por los restos arqueológicos a lo largo costa peruana. Vio Chan Chan, cuando trabajaba para la hacienda Laredo y se instaló por décadas en Puerto Eten. Hizo un trabajo sistemático de estas culturas, leyendo crónicas, registrando todo: combinó su estudio sistemático propio de las ciencias, así como la creatividad para poder articular vacíos que hallaba con sus nuevos descubrimientos para darles sentido de un rico pasado que recién se está abriendo, ahora, en todo su esplendor. El museo es una extensión de su paciente labor y, además, nos dejó cientos de fotografías y rollos (que se hallan en Berlín) en los que registró la lengua muchic, actualmente extinta y de la que tenemos topografía y toponimia, como vocabulario hablado con el español actual. Brüning escribió diversos trabajos reunidos con el título de Lambayeque, Estudios Monográficos. La primera es de 1922 y se hizo una muy interesante en 1989, desde el facsímil de la primera; esta reimpresión fue editada por James Vreeland, Jr. Y bajo el auspicio de la Cervecería del Norte y publicado en Monsefú, uno de los pueblos queridos por Brüning. Es necesario contar con cuenta Scribd. (https://es.scribd.com/document/273878794/Lambayeque-Estudios-Monograficos-de-Enrique-Bruning). Tiene muy interesantes fotografías del autor y hay palabras reflexivas de Juan Mejía Baca, chiclayano de nacimiento. Una última edición prologada por el arqueólogo Walter Alva la hizo la Biblioteca Abraham Valdelomar en 2012 y es más fácil hallarlo en grandes librerías como SBS, donde la compré. Aquí el enlace: http://www.librosperuanos.com/libros/detalle/14796/Lambayeque. El estudio de Brüning puede haber sido superado por los avances de la arqueología, la lingüística, la topografía; pero es un testimonio valioso de nuestro pasado y que no deja de asombrarnos. Las personas mayores que lo leen comienzan a identificar esos lugares que ya están cayendo en el olvido; pero que, gracias a la arqueología, amarrada a la educación y al turismo, están trayendo a la memoria.  






Una vez culminada nuestra visita, nos fuimos a buscar un lugar donde tomar un buen café. Buscamos la casa Descalzi, pero ya estaban cerrando. Los dueños de manea amable nos sugirieron otro lugar por ahí, pero no estaba abierto aún. Entonces decidimos retornar a Chiclayo. Nos fuimos por la Plaza de Armas hasta el paradero, pero en nuestro camino se plantó un auto delante de nosotros y ofreció sus servicios de taxi. El precio fue acordado y nos embarcamos. Fue tremenda odisea. Tal como había comentado líneas arriba, la avenida-carretera que une Chiclayo con Lambayeque estaba con un canal en reparación creando embotellamientos terribles, habida cuenta que aquí es el paraíso de los autos suicidas y los insoportables mototaxis. Nuestro chofer no tuvo la más peregrina idea que ir por la berma sin asfaltar de la vía opuesta. El tráfico era una locura y no había policías de tránsito apoyando para contener esta locura en la que había no solo autos pequeños o camionetas, sino autobuses, puesto que es la ruta de ingreso de unidades que vienen de Piura, Máncora y Tumbes. La locura. Esta sería una advertencia que iba a tomar en cuenta para evitar este infierno en dos días cuando con la camioneta alquilada haríamos el trayecto por Ferreñafe y el Norte.
Llegamos a Chiclayo, hasta la Plazuela Elías Aguirre. El tráfico en esta ciudad es terrible. Las calles estrechas y la imprudencia de muchos choferes hacen una pesadilla para cualquier conductor foráneo. Se respetan poco las reglas y muchos vehículos pequeños como ticos o mototaxis se meten por lugares generando un caos inimaginable. Es un punto oscuro para una ciudad con tan buen potencial turístico y que recibe vuelos internacionales. Decidimos bajar del taxi para evitar la penosa espera de un tránsito que iba lentamente, más rápido iba a ser nuestra caminata. Y fue una feliz decisión, pues nos encontramos con un nuevo café en la calle Elías Aguirre: Expresso 414. Buenos café y jugos de estación, tentadores postres. Comer es una delicia en Chiclayo.
Nos fuimos a nuestro hotel para descansar e ir a cenar a un chifa, algo ligero para una noche. Al día siguiente nos íbamos a Zaña, al Sur de Chiclayo.





martes, 15 de octubre de 2019

PUERTO PIZARRO, POTENCIAL TUMBESINO





Sábado 11 de mayo. Retorno a Trujillo por la noche. Puerto Pizarro para repasar luego de tantos años. La última vez que estuve ahí fue en 1998. Entre Jean Pierre, Maria y yo decidimos ir en taxi con un familiar del señor que nos alquiló el auto, días previos. Fue una buena decisión, pero no calculamos bien los tiempos. Isabelle había tomado la decisión de descansar y aprovechar lectura pendiente. César estaba con las responsabilidades de su trabajo que era arduo en esos días. Habíamos quedado con él en salir a almorzar a uno de esos rincones o huariques donde se come bien. Nos basamos en la información que nos dieron muchas personas, pero no era tanto el tiempo que nos tomó para recorrer todos los lugares de interés con calma Puerto Pizarro y sus atractivos. En realidad, aquí se ve algo de manglares, puesto que los mejores están en el Santuario Nacional Manglares de Tumbes, el cual está ubicado en la provincia de Zarumilla y su zona se comparte con Ecuador. Aquí la visita nos hubiera tomado mucho más tiempo. Una visita obligada en el futuro. Aquí tenemos un video interesante: https://www.youtube.com/watch?v=hTkssWjvDlw. Hay una fuerte campaña para cuidar estas zonas naturales, escasas en el Perú y abundantes en Ecuador. Aquí hay un documental más extenso, pero más antiguo de los 90: https://www.youtube.com/watch?v=R2y8UcurTiM. Aquí las indicaciones por las cuales los manglares deben de ser cuidados y preservados: https://andina.pe/agencia/noticia-manglares-cinco-razones-para-promover-su-conservacion-y-mitigar-cambio-climatico-745377.aspx. Perú tiene pocos manglares, ubicándose el último hacia el sur en la región Piura cerca de la playa San Pedro: los manglares de Vice. Desde ahí aparece el desierto hasta Chile hasta la zona central de ese país. Salimos a las 10 am. Luego de haber arreglado todas las cosas pendientes del hotel y pagar nuestras habitaciones y haber coordinado para que empleemos una sola (la nuestra) para poder ducharnos antes de viajar. Llegamos en poco tiempo, fuimos por la Panamericana en dirección a Ecuador; antes de Zarumilla está el desvío para ingresar al lugar. Ahora hay una suerte de portada dando la bienvenida a los visitantes. En el trayecto hay agricultura y criaderos de mariscos. A sugerencia de los lugareños, tomamos un servicio para nosotros tres de tal manera que nos podíamos desplazar a nuestras anchas y parar donde deseábamos. La primera vez que fui era un poblado pequeño, cuyo único atractivo era visitar los manglares y la Isla del Amor. Ahora es un poblado mayor con varios servicios, sobre todo restaurantes, llenos de música y buena comida marina. Es un pecado ir a la zona y pedir pollo o carne de res.  La actividad del lugar depende de las mareas por lo que a esta hora sí se podía visitar la zona, ya que con la marea baja toda actividad se detiene. Fuimos hacia el embarcadero para subir a nuestra lancha. Comenzamos a navegar por los manglares y nos fuimos a nuestro primer destino: el criadero de cocodrilos.  Accedimos al criadero a través de un canal estrecho rodeado de manglares. Este lugar es un proyecto hecho realidad en el cual podemos ver a este gran reptil que está en situación de riesgo por su caza indiscriminada, pero con este espacio se ha logrado rescatarlo de la indiferencia y se ha convertido en una atracción turística no solo para el turismo interno, sino internacional. El día de nuestra visita había una buena cantidad de gente que estaba recorriendo las instalaciones que cuenta con todo lo necesario. Pero necesita de nuestro apoyo para la sostenibilidad y educar a la gente para que no lancen objetos o alimentos inadecuados para estos animales. Tan importante es este proyecto que el Estado peruano ha emitido una moneda indicándolo como una de las riquezas de nuestro país. Aquí más datos: http://blog.pucp.edu.pe/blog/identidadperuana/2018/02/25/el-cocodrilo-del-rio-tumbes-a-pesar-de-todo-sobrevive/. El diario El Comercio le dedicó un especial a raíz de la emisión de la moneda: https://elcomercio.pe/peru/tumbes/cocodrilo-tumbes-cara-moneda-noticia-478580-noticia/?foto=6. Han separado a estos animales de acuerdo con sus edades, pues hay posibilidades de canibalismo. Hay una sección que acoge a muchos especímenes que tienen algún defecto físico (patas más cortas, hocico torcido) que no podrían sobrevivir con los otros. Una vez terminado el recorrido y haber contribuido con el lugar, nos fuimos a un lugar donde venden recuerdos del lugar: ahí compré un simpático polo del lugar, así como un libro de los manglares del autor Alberto Huamán Guimaray. Esta zona es todo un potencial. 




De ahí nos fuimos a la Isla de los Pájaros, que en realidad no es una isla sino un conjunto de manglares rodeados de agua que aísla a las aves de cualquier posible depredador; es por esa razón que las aves hacen sus nidos en esta por la seguridad de no tener ninguna serpiente (macanche) que merodee sus nidos o un zorro que robe los huevos o las crías que están empollando. Cuando íbamos en camino de la isla vimos a un señor que parecía que caminaba sobre las aguas, al estilo de Jesús en el mar de Galilea; lo que pasa que esa zona es de aguas poco profundas. 





Las aguas en estos lugares ya se mezclan las saladas del océano y las del río Tumbes, pues esta zona conforma en cierta manera su delta. De ahí nos fuimos a la Isla del Amor y el trayecto pasamos cerca a un restaurante llamado Peña Restaurante Turístico. Nos dijeron si queríamos almorzar, pero no era ese el plan. Creo que hay más cosas que se pueden explotar en este lugar. Le pedimos a nuestro barquero que nos retorne a la ciudad y nos llevó al embarcadero. Aquí contemplamos un espectáculo nada agradable: la pesca indiscriminada que arrasa con peces y moluscos que, al poder consumirse, los botan: o peor aún, un tipo de pez (parecía palometa) que solo utiliza parte del pescado y el resto es botado generando gran basura en la costa. Es pesca artesanal que no sabe cuidar sus recursos. Ahora las vedas ya son más estrictas (espero), pues debido a la explotación excesiva, casi desaparecieron las conchas negras y los grandes cangrejos rojos y las jaivas. Antes de retornar a Tumbes (era casi las 13 horas), fuimos a un pequeño restaurante a tomar unas cervezas (hacía calor) y probar el cebiche de conchas negras. Felizmente y gracias a nuestros bloqueadores – protectores, sufrimos pocas picaduras en una zona llena de mosquitos. Jean Pierre y Maria probaron el sabor fuerte de un cebiche de conchas negras. Un cebiche para abrir el apetito. El calor ya estaba arreciando en Tumbes. 


Llamamos a nuestro taxi para que nos recoja y vino casi puntual. Nos comunicamos con César para encontrarnos con César en el hotel y salir a almorzar. Nuestro destino: Los esteros. Para esto, tomamos dos mototaxis: Isabel y César iban en uno; Jean Pierre, Maria y yo en otro. Para Jean Pierre era la alucinación total: subirse a un mototaxi. Le dimos la dirección al chofer que era chico que nos indicó que la zona no era segura. Pero la llegar al lugar y por la afluencia de comensales, no íbamos a tener problemas. El almuerzo fue opíparo. Todas las delicias de un mar benigno en pescados y mariscos. 



Retornamos a nuestro hotel para caminar un poco por el malecón antes de ir a preparar nuestras cosas, ya que salíamos a las 7.30 pm. Nos fuimos a recorrer este lugar para luego ir a hacer nuestras últimas mudanzas. Al retornar a nuestro hotel, nos duchamos ya para estar listos y partir a la agencia.
Fin de nuestra estancia tumbesina.